Gespräche in der Dämmerung 00176

Parte de:

B. Autoconciencia [B. Selbstbewußtsein] /  IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo [IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst]

 

[De nuevo por el lado del objeto]

Gespräche in Jena

[176] In diesen drei Momenten ist erst der Begriff des Selbstbewußtseins vollendet: a) reines ununterschiedenes Ich ist sein erster unmittelbarer Gegenstand, b) Diese Unmittelbarkeit ist aber selbst absolute Vermittlung, sie ist nur als Aufheben des selbständigen Gegenstandes, oder sie ist Begierde. Die Befriedigung der Begierde ist zwar die Reflexion des Selbstbewußtseins in sich selbst oder die zur Wahrheit gewordene Gewißheit, c) Aber die Wahrheit derselben ist vielmehr die gedoppelte Reflexion, die Verdopplung des Selbstbewußtseins. Es ist ein Gegenstand für das Bewußtsein, welcher an sich selbst sein Anderssein oder den Unterschied als einen nichtigen setzt und darin selbständig ist. Die unterschiedene, nur lebendige Gestalt hebt wohl im Prozesse des Lebens selbst auch ihre Selbständigkeit auf, aber sie hört mit ihrem Unterschiede auf, zu sein, was sie ist; der Gegenstand des Selbstbewußtseins ist aber ebenso selbständig in dieser Negativität seiner selbst; und damit ist er für sich selbst Gattung, allgemeine Flüssigkeit in der Eigenheit seiner Absonderung; er ist lebendiges Selbstbewußtsein.

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Conversaciones en Valencia

[De nuevo por el lado del objeto]

[176] Y es con estos tres momentos [es con los tres momentos siguientes, que recogen también lo que se acaba de decir sobre posibilidades de negación] con los que propiamente se completa el concepto de autoconciencia X20X:1Véase infra Algunas aclaraciones X20X. a) Su primer objeto inmediato [el primer objeto inmediato de la autoconciencia] es puro yo indistinto. b) Pero esta inmediatez es ella misma absoluta mediación, esa inmediatez es sólo en cuanto un suprimir y superar el objeto en el presentarse éste como autónomo, o lo que es lo mismo: esa mediación es deseo. La mediación del deseo es, ciertamente, la reflexión de la autoconciencia en sí misma, o lo que es lo mismo: la certeza convertida en verdad. c) Pero la verdad de esa certeza es más bien la reflexión duplicada, la duplicación de la autoconciencia. Pues la autoconciencia [la B] es para la conciencia [para la A] un objeto que él en él mismo pone su ser-otro o pone la diferencia [pone a A] como una diferencia nula, y que es mediante ello como es autónomo X21X.2Véase infra Algunas aclaraciones X21X. La figura [Gestalt] diferente, sólo viva X22X3El autor pasa a indicar la diferencia entre la vida autoconsciente y otras formas de vida. El modo como el autor entiende esa diferencia quedará más claro en la primera sección del cap. V. [lo cual puede leerse: la forma o figura distinta, la solamente viva; o también: la figura marcada, ciertamente, por la diferencia, la figura que consiste en diferir ella de sí misma, pero que no es más que viva, es decir, que no se es ella misma ser-genérico], suprime y supera en el proceso mismo de la vida también su propia autonomía, pero junto con su diferencia [es decir, junto con la diferencia que ella misma representa, o en que ella misma consiste] cesa ella a la vez de ser lo que ella es [se muere, deja de ser la forma viva que es]; pero no, esa figura diferente o distinta [la B] que ahora es aquí el objeto de la autoconciencia [objeto de A] sigue siendo objeto autónomo en esta negatividad de sí mismo [pues él consiste en esa negatividad, se es el no-ser de sí mismo, es autoconciencia]; y es por ello por lo que ese objeto es para sí mismo género, fluido universal en ese su serse él propio [en ese su serse él suyo] que representa su individualidad y separación, es decir, en ese ser él esa su propia particularización o segregación [Absonderung]; ese objeto es autoconciencia viva, autoconciencia viviente.

Algunas aclaraciones

X20X

Lo primero, o el primer momento de la autoconciencia es (a) que lo que la conciencia tiene delante es ser-genérico. Pero con eso no hay todavía autoconciencia. El segundo momento (b) es o va a ser el suprimir y superar ese ser-genérico como objeto autónomo, es decir, que ese ser genérico en cuanto otro de la conciencia no resulte ser sino la conciencia. Esto es el deseo. Pero con eso tampoco tenemos todavía autoconciencia, pues el movimiento del deseo no conduciría sino a reengendrar como autónomo el objeto sobre el que versa, lo convierte formalmente en aquello que se querría negar. El tercer momento (c) es que lo definido por los dos primeros momentos se duplica, no pudiendo quedar en pie sino uno de los duplicados. Es entonces cuando la conciencia se tiene delante como objeto, siendo ese objeto ella, es decir, es entonces cuando aquello sobre lo que la conciencia versa es ella misma, esto es, es entonces cuando la conciencia es autoconciencia.

Dicho de otro modo: es entonces cuando la conciencia encuentra un objeto que exactamente responde al concepto de ella. Hegel insiste en que no hay autoconciencia sin que la conciencia tenga un objeto que se caracterice él por ser ser-genérico, por serse él ser-genérico, por consistir en la negación de toda determinidad, o por serse tal negación, la cual negación se extiende a ser negación de la conciencia de la que ella es objeto.

Por eso, el dar la conciencia con la verdad de su certeza no es sino una duplicación de la autoconciencia. Pues esa verdad se corresponde con la certeza o ese objeto se corresponde con su concepto porque él mismo se caracteriza por poner como nula toda diferencia respecto a sí mismo y, por tanto, si lo llamamos B, se comportará respecto a A, como A se comporta respecto a él. La autoconciencia, el tenerse la conciencia a sí misma por objeto, el dar la conciencia con un objeto que corresponda al propio concepto de ella, habrá de ser siempre, pues, una autoconciencia para una autoconciencia.

X21X

Más arriba habla dicho que en la vida que se convierte en objeto del deseo (1) o bien la negación está en otro, sea un otro de cuyo deseo esa vida es objeto, sea un otro al que esa vida desea, (2) o bien la negación consiste en que una determinada cosa viva no es la otra determinada cosa viva, es decir, la negación consiste en la «forma de determinidad» respecto de otra forma indiferente o cuya diferencia queda negada, pero esto es sólo una abstracción, (3) o bien la negación es en cuanto forma genérica misma, es decir, la negación consiste en serse el viviente como género, en tratarse de vida autoconsciente. Me parece que los tres momentos de que acaba de hablar no se solapan exactamente con aquellas negaciones o al menos no se solapan del todo con el orden en que Hegel las nombra, pero sí es claro que el contenido de esos tres momentos coincide con el de aquellas negaciones si hacemos coincidir el tercero de los momentos mencionados con la tercera de las negaciones descritas.

X22X

El autor pasa a indicar la diferencia entre la vida autoconsciente y otras formas de vida. El modo como el autor entiende esa diferencia quedará más claro en la primera sección del cap. V.

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Conversaciones en Madrid

[176] Sólo en estos tres momentos queda acabado, por primera vez, el concepto de autoconciencia; a) el yo puro no-diferenciado es su primer objeto inmediato. b) Pero esta inmediatez es, ella misma, mediación absoluta, es sólo en cuanto cancelación del objeto autónomo, o es deseo. La satisfacción del deseo es, ciertamente, la reflexión de la autoconciencia dentro de sí misma, o certeza que ha devenido verdad. Pero. c) la verdad de esta certeza es, más bien, la reflexión duplicada, la duplicación de la autoconciencia. Hay un objeto para la autoconciencia que, en sí mismo, pone su ser otro, o la diferencia, como un objeto nulo y es autónomo al hacerlo. Sin duda, la figura diferenciada sólo viviente cancela también su autonomía en el proceso de la vida misma, pero con su diferencia deja de ser lo que ella es; mientras que el objeto de la autoconciencia es igual de autónomo en esta negatividad de sí mismo; con lo cual es género para sí mismo, fluidez universal en la propiedad de su particularización separada; es autoconciencia viviente.

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Conversations in Washington

[176] [176]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition In these three moments the concept of self-consciousness is brought to completion: (a) the pure I without differences is its first immediate object. (b) However, this immediacy is itself absolute mediation; it is only as sublating the self-sufficient object, or it is desire. The satisfaction of desire is indeed the reflection of self-consciousness into itself, or it is the certainty which has become the truth. (c) But the truth of that certainty is instead the doubled reflection, the doubling of self-consciousness. There is an object for consciousness which in itself posits its otherness, or which posits the difference as a nullity and is therein a self-sufficient object. To be sure, the differentiated, only living shape also sublates its self-sufficiency in the process of life itself, but, along with its differences, it ceases to be what it is. However, the object of self-consciousness is just as self-sufficient in this negativity of itself, and it is thereby for itself the genus, the universal fluidity in the ownness of its isolation. It is living self-consciousness.

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Conversaciones en el Atrium

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