Gespräche in der Dämmerung 00156
Parte de:
A. Conciencia [A. Bewußtsein] / III: La Fuerza y el Entendimiento, el Fenómeno y el Mundo suprasensible [III. Kraft und Verstand, Erscheinung und übersinnliche Welt]
[El trueque como ley del interior; dos formas distintas de ley, o dos distintas leyes, de las que la segunda es radicalización de la primera y base de un mundo del revés]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[156] Dieser Wechsel ist so noch nicht ein Wechsel der Sache selbst, sondern stellt sich vielmehr eben dadurch als reiner Wechsel dar, daß der Inhalt der Momente des Wechsels derselbe bleibt. Indem aber der Begriff als Begriff des Verstandes dasselbe ist, was das Innere der Dinge, so wird dieser Wechsel als Gesetz des Innern für ihn. Er erfährt also, daß es Gesetz der Erscheinung selbst ist, daß Unterschiede werden, die [126] keine Unterschiede sind, oder daß das Gleichnamige sich von sich selbst abstößt; und ebenso, daß die Unterschiede nur solche sind, die in Wahrheit keine sind und sich aufheben; oder daß das Ungleichnamige sich anzieht. – Ein zweites Gesetz, dessen Inhalt demjenigen, was vorher Gesetz genannt wurde, nämlich dem beständigen sich gleichbleibenden Unterschiede entgegengesetzt ist; denn dies neue drückt vielmehr das Ungleichwerden des Gleichen und das Gleichwerden des Ungleichen aus. Der Begriff mutet der Gedankenlosigkeit zu, beide Gesetze zusammenzubringen und ihrer Entgegensetzung bewußt zu werden, – Gesetz ist das zweite freilich auch oder ein inneres sichselbstgleiches Sein, aber eine Sichselbstgleichheit vielmehr der Ungleichheit, eine Beständigkeit der Unbeständigkeit. – An dem Spiele der Kräfte ergab sich dieses Gesetz als eben dieses absolute Übergehen und als reiner Wechsel; das Gleichnamige, die Kraft, zersetzt sich in einen Gegensatz, der zunächst als ein selbständiger Unterschied erscheint, aber welcher sich in der Tat keiner zu sein erweist; denn es ist das Gleichnamige, was sich von sich selbst abstößt, und dies Abgestoßene zieht sich daher wesentlich an, denn es ist dasselbe; der gemachte Unterschied, da er keiner ist, hebt sich also wieder auf. Er stellt sich hiermit als Unterschied der Sache selbst oder als absoluter Unterschied dar, und dieser Unterschied der Sache ist also nichts anderes als das Gleichnamige, das sich von sich abgestoßen hat und daher nur einen Gegensatz setzt, der keiner ist.
Conversaciones en Valencia
[El trueque como ley del interior; dos formas distintas de ley, o dos distintas leyes, de las que la segunda es radicalización de la primera y base de un mundo del revés]
[156]1Epígrafe: El trueque como ley del interior; dos formas distintas de la ley, o dos distintas leyes, de las que la segunda es radicalización de la primera y la base de un mundo del revés. Véase infra Algunas aclaraciones X27X para nota al epígrafe Pero este cambio o trueque o alternancia [o Wechsel] no es todavía un cambio de la cosa misma, sino que se presenta más bien como puro cambio precisamente porque el contenido de los momentos del cambio permanece el mismo. Pero en cuanto el concepto como concepto del entendimiento es lo mismo que el interior de las cosas [es lo mismo que el logos de las cosas], resulta que este cambio se convierte para él [para el entendimiento] en ley del interior [deviene para él ley del interior]. El entendimiento hace, por tanto, la experiencia de que esa ley es ley del fenómeno, de que se hacen diferencias que no son diferencia alguna; o lo que es igual: que lo homónimo se expulsa a sí mismo, se repele a sí mismo de sí mismo; e, igualmente, que las diferencias sólo son diferencias que en verdad no lo son y que se suprimen y superan a sí mismas; o lo que es lo mismo: que lo heterónimo se atrae a sí mismo X28X.2Véase infra Algunas aclaraciones X28X. — Una segunda ley, por tanto, cuyo contenido se contrapone a lo que antes hemos llamado ley [se contrapone a aquella ley que antes hemos llamado ley, o que venimos llamando ley] X29X,3Véase infra Algunas aclaraciones X29X. que se contrapone, pues, a la diferencia que permanece constante e igual; pues esta nueva ley expresa más bien el convertirse lo igual en desigual, y el convertirse lo desigual en igual. A la ausencia de pensamiento [a la representación sin concepto] el concepto se le presenta entablando la pretensión, excesiva sin duda, de que tal ausencia de pensamiento, de que tal falta de concepto piense juntas o ponga juntas o se represente juntas ambas leyes, y se vuelva consciente de su contraposición; pues ley es también la segunda, o un ser [Seyn] interior igual a sí mismo, pero una igualdad consigo mismo que es más bien la igualdad consigo misma de la desigualdad, es decir, una constancia de la inconstancia. — En el juego de las fuerzas obtuvimos esta ley [esta segunda ley] como precisamente ese absoluto tránsito, y como puro cambio o trueque; lo homónimo, la fuerza, [decíamos] se descompone y se deshace en una contraposición que empieza apareciendo como una diferencia autónoma [una diferencia que se tuviese ella en pie], pero que se revela en realidad como no siendo diferencia alguna [recuérdese lo dicho más arriba sobre lo solicitante y lo solicitado en el juego de las fuerzas]; pues se trata de lo homónimo que se repele a sí mismo y se expele de sí mismo, y eso repelido y expelido se atrae precisamente por eso a sí mismo, pues se trata de lo mismo; y, por tanto, la diferencia hecha, al no ser diferencia ninguna, se suprime y supera de nuevo a sí misma. Esa diferencia se presenta, pues, aquí como diferencia de la cosa misma [der Sache selbst] X30X,4Véase infra Algunas aclaraciones X30X. o lo que es lo mismo: como diferencia absoluta, y esa diferencia de la cosa [Sache] no es, por tanto, otra cosa que lo homónimo que se ha repelido a sí mismo y expelido de sí mismo y que, por tanto, sólo pone una contraposición que no es ninguna contraposición.
Algunas aclaraciones
X27X
[Nota al epígrafe («El trueque como ley del interior; dos formas distintas de la ley, o dos distintas leyes, de las que la segunda es radicalización de la primera y la base de un mundo del revés»] Por difícil o inverosímil que pueda resultar todo lo que sigue, sólo contiene en definitiva un motivo proveniente del Parménides de Platón, a saber: que lo mismo, en cuanto concepto, en cuanto dicho [repare el lector bien en esto], se vuelve otro de sí, y, por tanto, si lo mismo se vuelve otro de sí, lo otro de sí no es a su vez sino lo mismo [repare de nuevo el lector bien en ello].
X28X
Esta terminología tiene el sentido siguiente. Lo homónimo, por ejemplo, un universal, un vegetal, se refiere a cosas muy distintas y contrapuestas, de muy distintos nombres. Por tanto, lo homónimo se expulsa de sí mismo al versar sobre la pluralidad que versa. A la vez, esa pluralidad no es sino una pluralidad de instancias de lo mismo; por tanto, lo heterónimo se atrae a sí mismo.
X29X
La «primera ley» es lo que más arriba hemos llamado ley, la que rige el movimiento de los momentos que integran el fenómeno, la ley que representa la constancia en el trueque de los momentos; la «segunda ley» es la que rige el movimiento de la diferencia entre la explicación y lo explicado, la que expresa más bien el convertirse lo desigual en igual y lo igual en desigual. Esta segunda se opone a la igualdad que en definitiva expresa la primera, y no es sino la Erinnerung, la interiorización, de aquélla.
X30X
No se trata ya, por tanto, de la coseidad o de la cosa de la conciencia perceptiva. Se habla aquí de una diferencia que afecta a aquello de que se trata, pero eso de que aquí se trata no es ya evidentemente la cosa de la percepción, que nos ha quedado muy detrás. Si está claro esto, el lector habría de tener presentes dos cosas, a fin de no confundirse en relación con este asunto.

Primero: A esto de que se trata ya aquí y que evidentemente no es la cosa de la percepción, que nos ha quedado muy detrás, el autor no lo llama Ding, sino Sache, como acaba de hacer. Ambos términos hay que traducirlos en español por cosa. Ding suena en alemán más bien a cosa material. Sache suena en alemán más bien a pragma, a «asunto», a la cosa. Pero precisamente en dirección hacia este segundo sentido (no hacia el primero) ambos términos (Ding y Sache) suelen funcionar como sinónimos. En castellano podemos utilizar «Ésa es la cosa (Sache)» y «Así están las cosas (Dinge)» casi como expresiones sinónimas. En la primera un germano-hablante pondría Sache y en la segunda pondría Dinge, pero ambas expresiones significarían más o menos lo mismo que significan en español, ambas harían referencia al asunto que preocupa a los hablantes y que los hablantes están discutiendo o acaban de discutir.
Segundo: Una vez que el lector tiene claro que lo que el autor en el cap. II llamó Ding o Dingheit es algo bien distinto de aquello a lo que aquí llama Sache, y, por tanto, algo bien distinto de aquello que de ahora en adelante en la presente versión castellana se va a llamar cosa, conviene que tenga igualmente claro que, en cuanto pase el presente contexto, el autor se despreocupará casi por completo de la cuestión terminológica y utilizará los términos Ding y Sache más bien como sinónimos. Sólo muy de tarde en tarde, cuando ello se le vuelve imprescindible, recordará la distinción terminológica entre Ding y Sache, que hace aquí [Una de esas ocasiones, podremos encontrarla en el cap. V, C, a en 00409].
Conversaciones en Madrid
[156] Este cambio, entonces, no es todavía un cambio de la cosa misma, sino que, antes bien, se expone como cambio puro precisamente por el hecho de que el contenido de los momentos del cambio sigue siendo el mismo. Pero al ser el concepto, en cuanto concepto del entendimiento, lo mismo que lo interior de las cosas, este cambio, en cuanto ley de lo interior, llega a ser para él. Experimenta, pues, que es ley del fenómeno mismo que llegue a haber diferencias que no son diferencias; o bien, que lo homónimo se repela de sí mismo; y en igual medida, que las diferencias sean no sólo de tal manera que, en verdad, no lo sean, y se cancelen; o que lo heterónimo se atraiga. — Hay una segunda ley cuyo contenido se halla contrapuesto a lo que antes XX*X5Cf. supra, 00148 y ss.]. se ha denominado ley, o sea, a la diferencia que permanece constantemente igual a sí; pues esta nueva ley expresa, más bien, el hacerse desigual lo igual y el hacerse igual lo desigual. El concepto exige de la ausencia de pensamiento que reúna ambas leyes y se haga consciente de su contraposición. — La segunda es también ley, desde luego, o un ser interior seipseigual, pero, más bien, una seipseigualdad de la desigualdad, una constancia de lo inconstante. — En el juego de las fuerzas, resultó esta ley como, precisamente, este pasaje absoluto y como cambio puro; lo homónimo, la fuerza, se descompone en una oposición que, al principio, aparece como una diferencia autónoma, pero que, de hecho, revela no ser diferencia alguna; pues es lo homónimo lo que se repele de sí mismo, y de ahí que esto repelido se atraiga esencialmente, pues es lo mismo; la diferencia hecha, entonces, puesto que no es tal, se cancela otra vez. Se expone así como diferencia de la cosa misma, o como diferencia absoluta, y esta diferencia de la cosa no es, pues, otra cosa que lo homónimo que se ha repelido de sí mismo, y que, por eso, pone sólo una oposición que no es tal.
Algunas aclaraciones
XX*X = Cf. supra, 00148 y ss.].
Conversations in Washington
[156] [156]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition In this way, this flux is not yet a flux of the thing itself. As a result of that, it exhibits itself as pure flux in that the content of the moments of the flux remains the same. However, while the concept, as the concept of the understanding, is the same as the inner of things, so this flux becomes the law of the inner for the understanding. The understanding thus learns from experience that what is the law of appearance itself is that differences come to be that are no differences at all, or it learns that like poles repel7[das Gleichnamige. Gleichnamige means the “like” of a charge in electricity, or the different poles of a magnet.] themselves from each other and likewise that the differences are only such that they are in truth no differences at all, which is to say that they sublate themselves, or that unlike poles attract8das Ungleichnamige each other. – There is a second law, whose content is opposed to what was previously called law, that is to say, it is opposed to the enduring self-consistent9gleichbleibenden difference. This is because this new law instead expresses the becoming-unequal of what is equal and the becoming-equal of the unequal. The concept asks of the thoughtless that he bring both laws together and become conscious of their opposition. – The second law is, of course, also a law, or a being in inner self-equality, but it is instead a self-equality of inequality, a constancy of inconstancy. – In the play of forces, this law turned out to be just this absolute transition and pure flux. Poles being alike,10das Gleichnamige i.e., force, fall apart into opposition, which at first seems to be a self-sufficient difference but which proves in fact to be really none at all, for it is this, poles being alike, which repels itself from itself, and what is repelled thus essentially attracts itself, since it is the same “pole being alike.” The distinction that is made, which is none at all, is therefore again sublated. The difference turns out to be a difference in the item itself, or it turns out to be the absolute difference, and this difference in the item itself is thus nothing other than that of “poles being alike,” which repelled themselves from themselves. Thus, this differentiating only posits an opposition that is none at all.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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