Gespräche in der Dämmerung 00148

Parte de:

A. Conciencia [A. Bewußtsein] /  III: La Fuerza y el Entendimiento, el Fenómeno y el Mundo suprasensible [III. Kraft und Verstand, Erscheinung und übersinnliche Welt]

 

[Fuerza y diferencia; la desaparición de la diferencia de fuerzas; la diferencia en cuanto universal o la diferencia en cuanto tal; la ley]

Gespräche in Jena

[148] Der Verstand, welcher unser Gegenstand ist, befindet sich auf eben dieser Stelle, daß ihm das Innere nur erst als das allgemeine, noch unerfüllte Ansich geworden; das Spiel der Kräfte hat nur eben diese negative Bedeutung, nicht an sich, und nur diese positive, das Vermittelnde, aber außer ihm zu sein. Seine Beziehung auf das Innere durch die Vermittlung aber ist seine Bewegung, durch welche es sich ihm erfüllen wird. – Unmittelbar für ihn ist das Spiel der Kräfte; das Wahre aber ist ihm das einfache Innere; die Bewegung der Kraft ist daher ebenso nur als Einfaches überhaupt das Wahre. Von diesem Spiele der Kräfte haben wir aber gesehen, daß es diese Beschaffenheit hat, daß die Kraft, welche sollizitiert wird von einer anderen Kraft, ebenso das Sollizitierende für diese andere ist, welche selbst erst hierdurch sollizitierende wird. Es ist hierin ebenso nur der unmittelbare Wechsel oder das absolute Austauschen der Bestimmtheit vorhanden, welche den einzigen Inhalt des Auftretenden ausmacht, entweder allgemeines Medium oder negative Einheit zu sein. Es hört in seinem bestimmten Auftreten selbst unmittelbar auf, das zu sein, als was es auftritt; es sollizitiert durch sein bestimmtes Auftreten die andere Seite, die sich hierdurch äußert; d. h, diese ist unmittelbar jetzt das, was die erste sein sollte. Diese beiden Seiten, das Verhältnis des Sollizitierens und das Verhältnis des bestimmten entgegengesetzten Inhalts ist jedes für sich die absolute Verkehrung und Verwechslung. Aber diese beiden Verhältnisse sind selbst wieder dasselbe; und der Unterschied der Form, das Sollizitierte und das Sollizitierende zu sein, ist dasselbe, was der Unterschied des Inhalts ist, das Sollizitierte als solches, nämlich das passive Medium; das Sollizitierende hingegen [119] das tätige, die negative Einheit oder das Eins. Hierdurch verschwindet aller Unterschied besonderer Kräfte, die in dieser Bewegung vorhanden sein sollten, gegeneinander überhaupt, denn sie beruhten allein auf jenen Unterschieden; und der Unterschied der Kräfte fällt ebenso mit jenen beiden nur in einen zusammen. Es ist also weder die Kraft noch das Sollizitieren und Sollizitiertwerden, noch die Bestimmtheit, bestehendes Medium und in sich reftektierte Einheit zu sein, weder einzeln für sich etwas, noch sind es verschiedene Gegensätze, sondern was in diesem absoluten Wechsel ist, ist nur der Unterschied als allgemeiner oder als ein solcher, in welchen sich die vielen Gegensätze reduziert haben. Dieser Unterschied als allgemeiner ist daher das Einfache an dem Spiele der Kraft selbst und das Wahre desselben; er ist das Gesetz der Kraft.

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Conversaciones en Valencia

[Fuerza y diferencia; la desaparición de la diferencia de fuerzas; la diferencia en cuanto universal o la diferencia en cuanto tal; la ley]

[148] El entendimiento, que es aquí nuestro objeto [o el entendimiento que es aquí nuestro objeto], se encuentra, precisamente, en esa posición que consiste en que lo interior ha empezado convirtiéndosele en el en-sí universal aún por llenar [o en que el interior no le es por de pronto sino el En-sí universal aún por llenar]; pues el juego de las fuerzas sólo tiene precisamente este significado negativo, a saber: el de no ser en sí, y sólo este [significado] positivo, a saber: el de ser lo mediador, pero fuera de él [es decir, el de ser lo mediador de algo que queda fuera de ese juego]. Su relación [es decir, la relación de ese juego] con el interior [que quedaría fuera de él] a través de la mediación no es, empero, sino su movimiento [el movimiento de ese juego] por medio del cual movimiento ese interior se le llena [al entendimiento] o se le llenará; inmediatamente para él [para el entendimiento] está el juego de las fuerzas; pero lo verdadero para él es el simple interior [es decir, aunque lo que inmediatamente el entendimiento tiene ahí delante es el juego de las fuerzas, lo verdadero para él es el interior]. Y asimismo [de forma correlativa] el movimiento de la fuerza, por tanto, sólo es lo verdadero en cuanto [algo] simple. Pero acerca de este juego de las fuerzas hemos visto que tiene la característica de que la fuerza que es solicitada por otra fuerza es asimismo lo solicitante para esta última, lo cual sólo a través de ello se convierte ella misma a su vez en solicitante. Resulta igualmente, por tanto, que no tenemos aquí otra cosa que el cambio inmediato o el absoluto intercambio [Wechsel] de determinidad, que constituye [o que es lo que constituye] el único contenido de lo que se nos presenta; el [contenido] de ser o bien un medio [Medium] universal, o bien unidad negativa [es decir, el de ser el También o el Uno del cap. II]. Y eso que se presenta, en ese su mismo determinado presentarse, deja inmediatamente de ser aquello como lo que se presenta [se trueca en otro]; por su determinado presentarse solicita a la otra parte, la cual se exterioriza o manifiesta en virtud de ello; es decir, esta es ahora inmediatamente aquello que la primera debería ser. Estos dos lados, a saber: la relación del solicitar y la relación del contenido determinado contrapuesto [que caracteriza a cada una de las partes] es cada uno de por sí la absoluta inversión y el absoluto confundirse uno con el otro. Con lo cual estas dos relaciones son ellas mismas otra vez lo mismo, y la diferencia de forma, la de ser lo solicitado y lo solicitante, es aquello mismo que es la diferencia de contenido, pues lo solicitado como tal es el medio pasivo; lo solicitante, en cambio, es lo activo, la unidad negativa o lo Uno. En virtud de ello desaparece toda diferencia de las fuerzas particulares o especiales [besondere] que hubieran de figurar en este movimiento, [desaparece, digo] en tal oponerse la una a la otra y la otra a la una [o las unas a las otras y las otras a las unas]; pues ellas no descansaban [no habrían de descansar] sino sobre esas diferencias, y la diferencia de las fuerzas se viene igualmente abajo al venirse abajo esas dos diferencias, y se convierte en sólo una diferencia [se convierte en una sola diferencia tanto la diferencia de las fuerzas como la diferencia de lo solicitado y solicitante]. Pues ya no tenemos [o esa diferencia una o eso uno no es ya] ni la fuerza, ni tampoco el solicitar y el ser-solicitado, ni tampoco la determinidad de ser el medio en que todo se desenvuelve o de ser unidad reflectida en sí, ni tampoco el ser algo individualmente para sí, ni tampoco se trata de contraposiciones distintas; sino que lo que hay en este cambio, intercambio o alternancia [Wechsel] absoluta es sólo la diferencia en cuanto universal o la diferencia en cuanto tal, a la que las múltiples mencionadas contraposiciones se han reducido. Esta diferencia, en cuanto universal, es, por tanto, lo simple en el juego mismo de las fuerzas, y lo verdadero de ese juego; esta diferencia es la ley de la fuerza.

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Conversaciones en Madrid

[148] El entendimiento, que es nuestro objeto, se encuentra precisamente en ese punto de que, a sus ojos, lo interior, de momento, sólo ha llegado a ser como lo en-sí universal todavía no cumplido, no colmado; el juego de fuerzas tiene precisamente sólo este significado negativo de no ser en sí, y sólo este significado positivo de ser lo que media, pero estar fuera del entendimiento. Mas su referencia a lo interior a través de la mediación es movimiento suyo, por el cual lo interior se le colmará. — Inmediato es para él el juego de las fuerzas; pero lo verdadero, a sus ojos, es lo interior simple; por eso, el movimiento de la fuerza, igualmente, sólo como simple sin más es lo verdadero. Pero de este juego de fuerzas hemos visto que tiene tal hechura que la fuerza que es solicitada por otra fuerza también es lo que solicita a esta otra, que sólo por eso llega a ser solicitante. En la misma medida, lo único presente aquí es el cambio inmediato o el trueque absoluto de la determinidad, la cual constituye el único contenido de lo que entra en escena; siendo, o bien medio universal, o bien unidad negativa. Con su misma entrada determinada en escena, deja inmediatamente de ser aquello como lo que entra en escena; por su entrada determinada en escena solicita al otro lado, el cual, por ello, se manifiesta exteriormente; es decir, este lado es ahora, inmediatamente, lo que el primero supuestamente era. Estos dos lados, la relación de solicitar y la relación del contenido determinado contrapuesto, son, cada uno para sí, la inversión y la confusión absolutas. Pero estas dos relaciones son ellas mismas, a su vez, una y la misma cosa, y la diferencia de la forma, ser lo solicitante y lo solicitado, es lo mismo que lo que es la diferencia del contenido, lo solicitado como tal, a saber, el medio pasivo; lo solicitante, en cambio, es lo activo, la unidad negativa o lo Uno. Con todo esto se desvanece cualquier diferencia de fuerzas particulares que supuestamente hubiera en este movimiento, unas contra otras; pues sólo se basaban en aquellas diferencias; y la diferencia de las fuerzas coincide en la misma medida con aquellas dos en una sola y única diferencia. No es, pues, ni la fuerza, ni el solicitar ni el ser solicitado, ni la determinidad de ser medio subsistente y unidad reflejada dentro de sí, ni es tampoco algo singular para sí, ni son oposiciones diversas; sino que lo que hay en este intercambio absoluto es, solamente, la diferencia en cuanto universal o diferencia tal que en ella se han reducido la pluralidad de oposiciones. Por eso, esta diferencia en cuanto universal es lo simple en el juego mismo de las fuerzas, y lo verdadero del mismo; es la ley de la fuerza.

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Conversations in Washington

[148] [148]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition Our object, the understanding, is situated in this very place: To itself, the inner has just come to be only as the universal which is still not the in-itself brought to fulfillment. The play of forces has just the negative meaning that it does not exist in itself and the positive meaning only of being what does the mediation, which is, however, external to the understanding. However, the understanding’s relation to the inner through the mediation is the understanding’s own movement through which the inner will, to the understanding, bring itself to fulfillment. – The play of forces is the immediate for the understanding, but the true, to the understanding, is only as the simple. However, we have seen that this play of forces has the following composition: The force which is solicited by another force likewise is soliciting this other force, which itself thereby becomes a soliciting force. What is present within this play is just the immediate flux, or the absolute exchange of determinateness which constitutes the sole content of what is coming on the scene: to be either a universal medium or a negative unity. In its determinate onset, it itself immediately ceases to be what it was as it came on the scene. Through its determinate onset, it solicits the other aspect, which thereby expresses itself. This is to say that the latter is now immediately what the first is supposed to be. The two sides, the relations of soliciting and the relations of the determinately opposed content are each on their own2für sich absolute invertedness and confusion. However, both of these relations are again themselves the same; and the difference of form (namely, the solicited and the soliciting) is the same as the difference of content (the solicited as such, namely, the passive medium). In contrast, the soliciting is the active, negative unity, or the One. All differences between the particular forces, which are supposed to be present in this movement, thereby vanish, for the forces rest solely on those differences. Together with the differences vanishing, the difference of forces likewise collapses in the same way into one. There is therefore neither force, nor soliciting and being solicited, nor the determinateness of being a stably existing medium and a unity reflected into itself; there is neither something singularly for itself, nor are there various oppositions. Instead, what there is in this absolute flux is just the difference as the universal difference, or as the kind of difference into which the many oppositions have been reduced. This difference as universal difference is thus the simple in the play of force itself and it is the true in that play of forces. It is the law of force.

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Conversaciones en el Atrium

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