Gespräche in der Dämmerung 00095
Parte de:
A. Conciencia [A. Bewußtsein] / I: La certeza sensible; o el esto y el Meynen (el querer decir que se queda en el querer decir) [I. Die sinnliche Gewißheit oder das Diese und das Meinen]
[El esto, el aquí y el ahora; aquello en que se está pensando, o se está suponiendo o se está queriendo decir, el Meynen]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[95] Sie ist also selbst zu fragen: Was ist das Diese? Nehmen wir es in der gedoppelten Gestalt seines Seins, als das Jetzt und als das Hier, so wird die Dialektik, die es an ihm hat, eine so verständliche Form erhalten, als es selbst ist. Auf die Frage: was ist das Jetzt antworten wir also zum Beispiel: das Jetzt ist die Nacht. Um die Wahrheit dieser sinnlichen Gewißheit zu prüfen, ist ein einfacher Versuch hinreichend. Wir schreiben diese Wahrheit auf; eine Wahrheit kann durch Aufschreiben nicht verlieren; ebensowenig dadurch, daß wir sie aufbewahren. Sehen wir jetzt, diesen Mittag, die aufgeschriebene Wahrheit wieder an, so werden wir sagen müssen, daß sie schal geworden ist.
Conversaciones en Valencia
[El esto, el aquí y el ahora; aquello en que se está pensando, o se está suponiendo o se está queriendo decir, el Meynen]
[95] XX5X1Nota al epígrafe: vide infra Algunas aclaraciones XX5X. A ella misma es a quien hay que preguntar: ¿qué es el esto? Tomémoslo [es decir, tomemos el esto] en la doble forma de su ser, es decir, como el aquí y como el ahora, y así la dialéctica que el esto encierra en sí cobrará una forma tan comprensible, como comprensible es el esto mismo. A la pregunta: ¿qué es el ahora?, respondemos, pues, por ejemplo, el ahora es noche [ahora es de noche]. Y para examinar la verdad de esta certeza sensible, basta con un sencillo experimento. Escribamos esta verdad: la verdad diríase que no es algo que se pueda perder por escribirla; ni mucho menos por tratar de guardarla y conservarla. Pero si volvemos a ver ahora, es decir, este mediodía, la verdad que escribimos anoche, resulta que tendremos que decir que se nos ha echado a perder.
Algunas aclaraciones
XX5X = Desde la perspectiva de la filosofía analítica del lenguaje a este primer capítulo de la Fenomenología del espíritu de Hegel se le ha objetado una y otra vez que en él Hegel confunde las expresiones deícticas (o expresiones indéxicas) con conceptos. E incluso se ha pretendido que tal cosa, ya casi de entrada, casi condena a la irrelevancia a la Fenomenología del espíritu. Voy a hacer algunas consideraciones sobre esa confusión.
Primero: Creo que en el cap. I se mezclan y confunden, ciertamente, en las consideraciones de Hegel expresiones deícticas y conceptos. Pero ello ocurre precisamente porque a Hegel le interesa un rasgo que no por casualidad comparten las expresiones deícticas con los «predicados sortales» (predicados con los que identificamos un objeto como perteneciendo a tal o cual clase o suerte de cosas) a los que aquellas expresiones se adjuntan, a saber: el rasgo de que aquello que propiamente quieren decir, en último término no puede decirse, sino que es un Verschwindendes, algo que se escapa, que no está, que tanto a la expresión deíctica como al predicado sortal se le va, se le escabulle de la red de identificación que tenía por fin atraparlo. En eso coinciden tanto el «aquí» como el «árbol» de la expresión «el árbol este de aquí». El esto, es decir, aquello que quiere decirse, aquello en que se está pensando, puede muy bien escabullirse tanto de la expresión deíctica como del predicado sortal, y, según lo ve Hegel, se escabulle en definitiva de ambos, por más que este o esto no designe una nota que convenga al objeto de que se está hablando como le conviene el predicado árbol. Hegel trata este y árbol de la misma forma, porque de ambos por igual, o de la red de identificación que ambos establecen, acaba escapándose aquello a lo que se referían, aquello que querían decir, aquello en que se estaba pensando al emplear esos términos (meynen).
Segundo: En todo ello Hegel está apelando a ese tipo de experiencias en que incluso la solidez indéxica que el «yo aquí y ahora» suele exhibir se viene más bien abajo. «¿Quién es?», preguntamos cuando suena el interfono de casa, y desde el otro lado olmos «Yo». Ese yo puede ser cualquiera, aunque, ciertamente, no por ello puede decirse que ese yo sea un universal. O cuando un familiar que no logra localizarnos nos pregunta por el teléfono móvil «¿Dónde estás?» y respondemos «Aquí». Ese «aquí» puede ser cualquier sitio, lo cual, ciertamente, no convierte a la expresión deíctica en un universal, como quizá pretende Hegel. En sus Investigaciones filosóficas Wittgenstein habla de la esencial subdeterminación de aquello a lo que la expresión deíctica se refiere o se diría que se refiere. Me parece que Wittgenstein y Hegel están hablando de lo mismo.
Tercero: Creo también que el problema de Hegel no es que confunda las expresiones indéxicas, tal como las empleamos al hablar, con predicados, tal como empleamos un predicado al hablar, sino que para explicar las expresiones indéxicas recurre a una operación língüística que solemos practicar. Yo es la expresión con la que quien habla se refiere a sí mismo en cada caso, por contraposición con tú, que es la expresión con que designo a aquel a quien me dirijo, y por contraposición con él, que es la expresión con que designo a aquel de quien yo y tú hablamos. Aquí es la expresión con la que designa su posición el hablante de cada caso, frente a ahí, que es donde estás tú, y frente a allí, que es donde está él o ello, o que en todo caso no es el lugar donde estas tú o donde estoy yo. Y ahora es la expresión con la que el que habla se refiere al instante de su hablar, o a la simultaneidad de algo con su acción de hablar. Árbol, en cambio, es algo que es verdad predicarlo de los múltiples objetos que tienen los rasgos de lo que precisamente llamamos árbol, de todos los objetos que caen bajo ese predicado, y es falso predicarlo de los demás.
Árbol es, pues, un universal. Con las expresiones indéxicas seleccionamos objetos sobre los que predicamos algo, que subsumimos bajo predicados, pero con ellas no estamos haciendo predicación alguna, no estamos subsumiendo nada bajo nada, no se trata de universales, sino que cumplen la función de señalar aquello que vamos a subsumir bajo universales, aquello que después pasamos a determinar adecuadamente o no, aquello de lo que después pasamos a predicar con verdad o falsedad.
Y, sin embargo, el empleo reflexivo de la lengua convierte a las expresiones deícticas en universales, o construye universales a partir de las expresiones deícticas. Así, de forma análoga a como decimos «el árbol», decimos «el aquí», «el ahora», «el Yo», con lo cual, lo mismo que tiene sentido preguntar «cuál árbol» o «qué árbol», cobran también correspondientemente sentido (o no carecen del todo de él) la cuestiones de «cuál Aquí», «cuál Ahora», o incluso quizá: «cuál Yo» (o «Yo ¿quién?»). (Por ejemplo, una familia está viendo en televisión una película grabada en video. La película se interrumpe con un anuncio que avisa acerca de otro programa para mañana a las 22.30 horas. Alguien de la familia comenta: «Mañana a las 22.30 hay tal programa». Otro miembro de la familia replica: «Ese mañana y esas 22.30 eran otro mañana y otras 22.30») Aquí, Ahora, Mañana, las 22.30, e incluso Yo han empezado así a funcionar (yo diría que correcta y banalmente) como expresiones universales. El aquí no era éste sino otro entre muchos posibles aquíes, el ahora no era el de hoy sino otro de ayer entre los muchos posibles ahoras, e incluso yo, al ser la autodesignación de un hablante que podría ser cualquiera, puede ser cualquier autoidentidad entre muchas expresas autoidentidades posibles.
Cuarto: Lo problemático de Hegel es que recurre a este plural aquíes, ahoras, yoes, que muchas lenguas permiten hacer, para introducir la tesis de que lo esencial en la «ontología» de la expresiones deícticas se reduce a la «ontología» de los universales (a la ontología de la relación predicado-instancia).
La tesis puede resultar no convincente ante la ausencia en el presente cap. I de un análisis de los medios del señalamiento del singular, antes de esa operación lingüística que los hace funcionar como universales, y que es en la que Hegel se basa.
En suma, no acabo de ver del todo la razón de esa sistemática objeción de que Hegel confunde las expresiones deícticas con universales. Más bien, Hegel se estaría basando en esa operación reflexiva que se trasluce en los plurales aquíes, ahoras, yoes por la que estas expresiones indéxicas quedan convertidas en universales, es decir, por la que el «Aquí este» se ha convertido en instancia del Aquí como el «el árbol este» es un caso de árbol.
Quinto: Pero yo diría (y con esto vuelvo en cierto modo a lo primero) que sobre esta idea, Hegel añade otra. Por supuesto que la función de las expresiones indéxicas no es subsumir nada bajo una determinación sino la de señalar y seleccionar (to pick out) aquello que va a subsumirse bajo una determinación. Pues bien, si lo singular es inefable, tanto el señalamiento como la subsunción fracasan ambos por igual, y ambos por igual (en su ser ambos formas de significar o ingredientes del significar) no dicen propiamente lo que quieren decir, sino que se quedan en quererlo decir, pero sin poderlo decir, de modo que al final tanto el señalar como el subsumir se encuentran con que lo que acaban teniendo en las manos no es un singular adecuadamente señalizado, es decir, no es un singular adecuadamente señalizado y subsumido después bajo una determinación, sino universalidad. Aquí el problema está en ese «por igual».
En todo caso, si esto es verdad, aquella operación reflexiva mediante la que por lo menos algunas lenguas convierten a veces las expresiones indéxicas en universales o en cuasi-universales, no dejaría de tener su razón de ser, y tendría su razón en lo que acabo de señalar.
Conversaciones en Madrid
[95] A ella misma, pues, hay que preguntarle: ¿qué es el esto? Si lo tomamos en la figura doble de su ser, como el ahora y como el aquí, la dialéctica que el esto conlleva adquiere una forma que será tan comprensible como el esto mismo sea. A la pregunta de ¿qué es el ahora? Respondemos, por ejemplo: el ahora es la noche. Para examinar la verdad de esta certeza sensorial, bastará con un simple experimento. Apuntamos por escrito esta verdad; una verdad no puede perder nada porque se le apunte por escrito; tanto menos porque la conservemos. Y si ahora, a mediodía, volvemos a mirar la verdad apuntada, tendremos que decir que se ha quedado insulsa.
Conversations in Washington
[95] [95]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition Therefore, sensuous-certainty itself is to be asked: What is the This? If we take it in the twofold shape of its being, as the now and the here, then the dialectic which it has in itself will take on a form as intelligible as the This itself. To the question: “What is the Now?”, we answer, for example, “The ‘now’ is the night.” In order to put the truth of this sensuous-certainty to the test, a simple experiment will suffice. We write down this truth. A truth cannot be lost by being written down any more than it can be lost by our preserving it, and if now, this midday, we look at this truth which has been written down, we will have to say that it has become rather stale.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
EN CONSTRVCCION