Gespräche in der Dämmerung 00076

Parte de:

Introducción [Einleitung]

 

[El conocimiento y lo absoluto; lo que corrientemente se piensa que es el conocimiento]

Gespräche in Jena

[76] Statt mit dergleichen unnützen Vorstellungen und Redensarten von dem Erkennen als einem Werkzeuge, des Absoluten habhaft zu werden, oder als einem Medium, durch das hindurch wir die Wahrheit erblicken usf. – Verhältnisse, worauf wohl alle diese Vorstellungen von einem Erkennen, das vom Absoluten, und einem Absoluten, das von dem Erkennen getrennt ist, hinauslaufen –, statt mit den Ausreden, welche das Unvermögen der Wissenschaft aus der Voraussetzung solcher Verhältnisse schöpft, um von der Mühe der Wissenschaft zugleich sich zu befreien und zugleich sich das Ansehen eines ernsthaften und eifrigen Bemühens zu geben, sowie statt mit Antworten auf alles dieses sich herumzuplacken, könnten sie als zufällige und willkürliche [70] Vorstellungen geradezu verworfen und der damit verbundene Gebrauch von Worten wie dem Absoluten, dem Erkennen, auch dem Objektiven und Subjektiven und unzähligen anderen, deren Bedeutung als allgemein bekannt vorausgesetzt wird, sogar als Betrug angesehen werden. Denn das Vorgeben, teils daß ihre Bedeutung allgemein bekannt ist, teils auch daß man selbst ihren Begriff hat, scheint eher nur die Hauptsache ersparen zu sollen, nämlich diesen Begriff zu geben. Mit mehr Recht dagegen könnte die Mühe gespart werden, von solchen Vorstellungen und Redensarten, wodurch die Wissenschaft selbst abgewehrt werden soll, überhaupt Notiz zu nehmen, denn sie machen nur eine leere Erscheinung des Wissens aus, welche vor der auftretenden Wissenschaft unmittelbar verschwindet. Aber die Wissenschaft darin, daß sie auftritt, ist sie selbst eine Erscheinung; ihr Auftreten ist noch nicht sie in ihrer Wahrheit ausgeführt und ausgebreitet. Es ist hierbei gleichgültig, sich vorzustellen, daß sie die Erscheinung ist, weil sie neben anderem auftritt, oder jenes andere unwahre Wissen ihr Erscheinen zu nennen. Die Wissenschaft muß sich aber von diesem Scheine befreien, und sie kann dies nur dadurch, daß sie sich gegen ihn wendet. Denn sie kann ein Wissen, welches nicht wahrhaft ist, weder als eine gemeine Ansicht der Dinge nur verwerfen und versichern, daß sie eine ganz andere Erkenntnis und jenes Wissen für sie gar nichts ist, noch sich auf die Ahnung eines besseren in ihm selbst berufen. Durch jene Versicherung erklärte sie ihr Sein für ihre Kraft; aber das unwahre Wissen beruft sich ebenso darauf, daß es ist, und versichert, daß ihm die Wissenschaft nichts ist; ein trockenes Versichern gilt aber gerade soviel als ein anderes. Noch weniger kann sie sich auf die bessere Ahnung berufen, welche in dem nicht wahrhaften Erkennen vorhanden und in ihm selbst die Hinweisung auf sie sei; denn einesteils beriefe sie sich ebenso wieder auf ein Sein, andernteils aber auf sich [71] als auf die Weise, wie sie im nicht wahrhaften Erkennen ist, d.h. auf eine schlechte Weise ihres Seins und auf ihre Erscheinung vielmehr als darauf, wie sie an und für sich ist. Aus diesem Grunde soll hier die Darstellung des erscheinenden Wissens vorgenommen werden.

Siguiente párrafo

Párrafo anterior

Ir al índice

Conversaciones en Valencia

[76] En lugar de seguir derrengándose con tales representaciones y formas de hablar acerca del conocimiento como un instrumento que habría de poder hacerse con [que habría de poder apoderarse de] lo absoluto, o como un medio a través del cual hubiésemos de mirar la verdad, etc., (formas de concebir y de representarse las cosas, en que vienen a parar todas esas representaciones de un conocimiento que estaría separado de lo absoluto y un Absoluto que estaría separado del conocimiento), en lugar de andar buscándose escapatorias, las cuales no deducen la incapacidad de la ciencia sino de la presuposición de tales relaciones y situaciones y estados de cosas, y ello a fin de poder librarse a la vez del esfuerzo de hacer ciencia y a fin de darse a la vez el aspecto y prestigio de un esfuerzo serio y celoso, en lugar, digo, de seguir derrengándose y atormentándose y autoflagelándose buscando respuestas a todas estas cosas, lo mejor que podría hacerse sería tirar todo eso por la borda como ideas y representaciones contingentes y arbitrarias y considerar incluso una pura trampa todo ese empleo de palabras ligado a representaciones tales como el Absoluto, el conocimiento, y también lo objetivo y lo subjetivo, y otros vocablos innumerables, cuyo significado se da por supuesto que todos conocen. Pues, precisamente, el empezar dando por sentado en parte que su significado es conocido por todos, o que es conocido con carácter general, y en parte también que uno mismo tiene el concepto correspondiente a esos vocablos, no parece sino tener la finalidad de ahorrarnos la cosa principal, a saber: empezar dando ese concepto. Con más derecho , sin embargo, cabría ahorrarse el esfuerzo de tomar siquiera nota de tales representaciones y formas de hablar, mediante las que no se está haciendo sino poner trabas a la ciencia, pues no ofrecen otra cosa que una vacua apariencia de saber, apariencia que se desvanece de inmediato en cuanto la ciencia hace de verdad aparición. [Variemos, pues, el tema. Pasemos al fenómeno de la ciencia]. Pero, precisamente en este punto, precisamente en este su presentarse, precisamente en ese su hacer aparición, la ciencia es ella misma fenómeno; ese su presentarse, ese su aparecer, no es todavía la ciencia misma desarrollada en su verdad y extendida en toda su verdad. Y aquí es indiferente el representarse que la ciencia es el fenómeno [que la ciencia no empiece de entrada sino ofreciendo el aspecto de ciencia] porque la ciencia aparece o aparezca junto a otro saber, o llamar a aquel otro saber no verdadero su fenómeno [es decir, el fenómeno de la ciencia, o aparecer de la ciencia, o la apariencia de la ciencia, o el parecer ese otro saber la ciencia]. Pero la ciencia tiene que liberarse de ese sólo parecer, es decir, de esa apariencia; y sólo puede hacerlo volviéndose contra ella. Pues un saber que no es verdadero saber, la ciencia ni puede limitarse a rechazarlo como una visión vulgar de las cosas asegurando que ella representa un conocimiento completamente distinto y que aquel saber no es absolutamente nada para ella [que ella lo considera nulo], ni tampoco puede apelar al barrunto de un saber o al desquite que representaría un saber que en sí mismo fuera mejor. Pues si se limitase a asegurar tal cosa [es decir, si no quisiese ofrecer sino esa clase de garantías], no estaría diciendo sino que su fuerza, es decir, la fuerza de la ciencia, es ese su ser [su ser saber, su estar ahí como saber]; pero resulta que el saber no verdadero apela exactamente a lo mismo, apela a que él es [que él está ahí como tal saber], y asegura que la ciencia [o la supuesta ciencia] no es nada para él; y ese puro y duro limitarse a asegurar o aseverar vale por igual tanto en un caso como en otro. Y mucho menos puede apelar a ese mejor barrunto o a ese desquite que ya está o estaría presente en el conocimiento que no es verdadero conocimiento, diciendo que en ello mismo [o en ese conocimiento mismo] está contenida una referencia a ella, es decir, a la ciencia; pues por un lado, no haría asimismo sino estarse ella refiriendo otra vez a un ser; pero, por otro lado, se estaría refiriendo a sí misma, pero ello en la forma en que ella ya está en el conocimiento que no es verdadero conocimiento, es decir, estaría apelando a una forma mala, no adecuada de su ser y con ello estaría apelando más bien a su propio aparecer, es decir, a su propio parecer [en el doble significado que «parecer» tiene en castellano de fenómeno y apariencia], más que a lo que ella es en y por sí. Sobre esta base hemos de emprender, pues, aquí la exposición del fenómeno del saber, es decir, del saber en ese parecer y aparecer.

Siguiente párrafo

Párrafo anterior

Ir al índice

Conversaciones en Madrid

[76] En lugar de andar torturándose sin provecho con semejantes representaciones y modos de hablar acerca del conocimiento como un instrumento para hacerse con lo absoluto, o como un medio entorno a través del cual avistamos la verdad, etc. —relaciones éstas en las que desembocan todas esas representaciones de un conocer separado de lo absoluto, y de un absoluto separado del conocer—, en lugar de andar torturándose con esas excusas que la incapacidad de la ciencia se busca presuponiendo tales relaciones con el fin de liberarse del penoso trabajo de la ciencia, a la vez y al mismo tiempo, que se da la apariencia de un esfuerzo serio y celoso, y también, en lugar de andar torturándose con respuestas a todo esto, las representaciones podrían desecharse sin más, por contingentes y arbitrarias; y el uso que, ligado a ellas, se hace de palabras como lo absoluto, el conocer, lo objetivo y lo subjetivo, y muchísimas otras, cuyo significado se da por consabido, podría considerarse incluso como un fraude. Pues el que pretende, de un lado, que tal significado es ya consabido, y de otro, que es él mismo quien tiene su concepto, parece que más bien lo hace para evitarse lo principal, a saber, dar este concepto. Con más razón, en cambio, podría ahorrarse el penoso trabajo de tomar ni siquiera en consideración tales representaciones y modos de hablar con los que evitar la ciencia misma, pues sólo constituyen una aparición vacía del saber, la cual desaparece inmediatamente cuando la ciencia entra en escena. Pero la ciencia, por el hecho de entrar en escena, es ella misma una aparición; su entrada en escena no es todavía ella, llevada a ejecución y desplegada en su verdad. A estos efectos, es indiferente representarse que ella sea la aparición porque entre en escena junto a otra cosa, o llamar aparecer de ella a ese otro saber no verdadero. La ciencia, sin embargo, tiene que liberarse de esta apariencia; y sólo puede hacerlo volviéndose contra ella. Pues un saber que no tenga la cualidad de lo verdadero, ella no puede, ni limitarse a repudiarlo como una visión común y ordinaria de las cosas, aseverando que ella es un conocimiento de otro género, completamente distinto, y que ese saber no es nada para ella; ni tampoco puede invocar el presentimiento de un saber mejor que hubiera dentro de él. Con aquella aseveración, declaraba que su ser es su fuerza; pero el saber no verdadero invoca igualmente que él es, y asevera que la ciencia no es nada a sus ojos; mas un escueto aseverar vale exactamente tanto como otro. Menos aún puede la ciencia invocar el presentimiento de algo mejor que habría dentro del conocer que no tiene la cualidad de lo verdadero, y que, aun dentro de él, apuntara hacia ella; pues, por un lado, ella estaría invocando igualmente a un ser; por otro lado, empero, se estaría invocando a sí misma como modo de ser dentro del conocer que no tiene la cualidad de lo verdadero, es decir, invocando a un modo malo de su ser, y más bien a su aparición que al modo en que ella es en y para sí. Ésta es la razón por la que debe emprenderse aquí la exposición del saber que aparece.

Siguiente párrafo

Párrafo anterior

Ir al índice

Conversations in Washington

[76] [76]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition Instead of fussing around with such useless representations and ways of talking about cognition as an instrument for getting hold of the absolute, or as a medium through which we catch sight of the truth, and so forth – relations which are implied by all these representations of a cognizing that is separated from the absolute and of an absolute that is separated from cognizing – instead of fussing around with excuses which create the incapacity of science by presupposing such relations and which thereby free one from the hard work of science while at the same time giving off the appearance of a serious and eager effort – that is, instead of fussing around with answers to all of this, it is possible to reject these outright as contingent and arbitrary representations, and to regard the affiliated use of words such as “absolute,” “cognition,” and also “objective” and “subjective,” and countless others, whose meaning is assumed to be generally known, as even a kind of deceit. For the pretense, for one thing, that their meaning is generally known, and for another thing, that one even has the concept of them, seems rather to be meant only to spare us the most important thing, namely to provide this concept. By contrast, one could with even more justification spare oneself the trouble of taking any notice at all of such representations and ways of talking which are meant to ward off science itself, for they constitute only an empty appearance of knowing which immediately vanishes in the face of the science which comes onto the scene. But science, insofar as it comes onto the scene, is itself an appearance; science’s coming onto the scene is not yet science as it is carried out and unfolded in its truth. It makes no difference in this regard whether one thinks that science is an appearance because it comes onto the scene alongside a kind of knowing that is other than it, or whether one calls that other, untrue kind of knowing science’s own appearing. But science must free itself from this surface appearance;2Schein and it can do so only by turning itself against it. For with regard to a knowing that is not truthful, science cannot simply reject it as just a common view of things while giving out the assurance that it is itself a completely different kind of cognition and that that other knowing counts as absolutely nothing for science; nor can science appeal to some intimation, contained within that other knowing, of something better. Through such an assurance, science declares its being to be its power; but untrue knowing just as much appeals to the fact that it is, and it gives out the assurance that science counts as nothing to it; but one arid assurance is just as valid as another. Still less can science appeal to the better intimation which is supposed to be present in non-truthful cognition and which from within that cognition supposedly points towards science; for in that case, science, for one thing, would again be appealing just as much to something that just is; and for another thing, it would be appealing to itself as the mode in which it is in non-truthful cognition, that is to say, it would be appealing to a bad mode of its being and thus to its appearance rather than to the way it is in and for itself. It is for this reason that the exposition of knowing as it appears is to be undertaken here.

Siguiente párrafo

Párrafo anterior

Ir al índice

Conversaciones en el Atrium

EN CONSTRVCCION

EN CONSTRVCCION

Siguiente párrafo

Párrafo anterior

Ir al índice

Sidebar



error: Content is protected !!