Gespräche in der Dämmerung 00069

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Prefacio (Prólogo) [Vorrede]

 

[El filosofar natural como genialidad y como sano sentido común]

Gespräche in Jena

[69] Dagegen im ruhigeren Bette des gesunden Menschenverstandes fortfließend, gibt das natürliche Philosophieren eine Rhetorik trivialer Wahrheiten zum besten. Wird ihm die Unbedeutendheit derselben vorgehalten, so versichert es dagegen, daß der Sinn und die Erfüllung in seinem Herzen vorhanden sei, und auch so bei anderen vorhanden sein müsse, indem es überhaupt mit der Unschuld des Herzens und der Reinheit des Gewissens und dgl. letzte Dinge gesagt zu haben meint, wogegen weder Einrede stattfinde noch etwas weiteres gefordert werden könne. Es war aber darum zu tun, daß das Beste nicht im Innern zurückbleibe, sondern aus diesem Schachte zutage gefördert werde. Letzte Wahrheiten jener Art vorzubringen, diese Mühe konnte längst erspart werden, denn sie sind längst etwa im Katechismus, in den Sprichwörtern des Volks usf. zu finden. – Es ist nicht schwer, solche Wahrheiten an ihrer Unbestimmtheit oder Schiefheit zu fassen, oft die gerade entgegengesetzte ihrem Bewußtsein in ihm selbst aufzuzeigen. Es wird, indem es sich aus der Verwirrung, die in ihm angerichtet wird, zu ziehen bemüht, in neue verfallen und wohl zu dem Ausbruche kommen, daß ausgemachtermaßen dem so und so, jenes aber Sophistereien seien, – ein Schlagwort des gemeinen Menschenverstandes gegen die gebildete Vernunft, wie den Ausdruck: Träumereien die Unwissenheit der Philosophie sich für diese ein für allemal gemerkt hat. – Indem jener sich auf das Gefühl, sein inwendiges Orakel, beruft, ist er gegen den, der nicht übereinstimmt, fertig; er muß erklären, daß er dem weiter nichts zu sagen habe, der nicht dasselbe in sich finde [64] und fühle; – mit anderen Worten, er tritt die Wurzel der Humanität mit Füßen. Denn die Natur dieser ist, auf die Übereinkunft mit anderen zu dringen, und ihre Existenz nur in der zustande gebrachten Gemeinsamkeit der Bewußtsein[e]. Das Widermenschliche, das Tierische besteht darin, im Gefühle stehenzubleiben und nur durch dieses sich mitteilen zu können.

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Conversaciones en Valencia

[69] En cambio, fluyendo libremente por el cauce o lecho algo más tranquilo del sano sentido común, esa filosofía natural no produce en el mejor de los casos sino una retórica de verdades triviales. Y si a ese sentido común se le objeta que todo eso no son sino perogrulladas, obtenemos por respuesta que el sentido y la plenitud de todo ello, donde radican, es en el corazón y que ese sentido y que esa plenitud podrían también asistir en el corazón de los demás en cuanto ese sentido común, con inocencia de corazón y pureza de conciencia y demás cosas así, piensa haber dicho cosas últimas que ya no admiten réplica y en relación con las cuales ya no se puede pedir nada más. Ahora bien, se trataba no de que lo mejor quedase a la zaga enterrado y encerrado en el corazón [es decir, no se trataba de tales verdades], sino que se trataba precisamente de sacarlo de ese pozo [de sacar estas verdades de ese pozo] y ponerlas a la luz del día. Venir ahora con verdades de este tipo [de las que se quedan en el pozo del corazón] representa un esfuerzo que no hubiera hecho falta, pues esas verdades hace mucho tiempo que están en el catecismo o se las puede encontrar en los refranes populares, etc. No es difícil captar tales verdades en su indeterminidad, o en su carácter sinuoso y malévolo, y a veces a la conciencia de ellas se le puede mostrar en sí misma que lo que está diciendo es precisamente la verdad contraria. Y esa conciencia, al tratar de salir de la confusión en la que mediante tales cosas se ve puesta, no hará sino caer en nuevas confusiones, y acabará finalmente perdiendo los estribos y gritando que, por supuesto, las cosas son así o asá, y punto, y que todo lo demás son sofisterías; una expresión [esta de «sofisterías»] que el sano sentido común se ha buscado contra la razón ilustrada, al igual que la insipiencia respecto a la filosofía ha hecho suya de una vez por todas la expresión ensoñaciones para referirse a ésta [a la filosofía]. — Y en cuanto ese sentido común apela al sentimiento, es decir, apela a su oráculo interior, ha liquidado ya de antemano a todo aquel que no comulgue con él; pues tiene que declarar que no puede decir ya nada a quien no encuentre en sí lo mismo y no sienta lo mismo, con otras palabras: ese sentido común está pisoteando las raíces mismas de la humanidad. Pues la naturaleza de esta humanidad sólo se funda en la comunidad de las conciencias que efectivamente se haya producido. Y lo antihumano, es decir, lo animal, consiste precisamente en quedarse en los sentimientos y en sólo poder comunicarse por éstos X84X.1No es que Hegel recurra aquí a la idea de Habermas de razón comunicativa, sino que Habermas hace suya esta idea de Hegel, despojándola un tanto de las vueltas y revueltas que esa noción tiene en los caps. V, VI y VII del presente libro.

Algunas aclaraciones

X84X = No es que Hegel recurra aquí a la idea de Habermas de razón comunicativa, sino que Habermas hace suya esta idea de Hegel, despojándola un tanto de las vueltas y revueltas que esa noción tiene en los caps. V, VI y VII del presente libro.

Vuestro asombro es debido a leer tanto «posmopolitan» y poco Kant y Hegel.
Espera a que prueben la Filosofía Analítica, con topping de Hegel y base con masa madre de Platón.

 

 

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Conversaciones en Madrid

[69] En cambio, discurriendo fluidamente por el lecho, más pacífico, del sano sentido común, el filosofar natural nos entretiene con la mejor retórica de verdades triviales. Si se le echa en cara la insignificancia de éstas. contesta aseverando que el sentido y todo lo que las llena se hallan en su corazón, e igualmente deberían hallarse en el corazón de los demás, creyéndose que con lo de la inocencia del corazón, la pureza de la conciencia y lindezas por el estilo, ya ha dicho las cosas más últimas, frente a lo que no cabe ninguna objeción, ni puede exigirse nada más. Se trataba, empero, de que lo mejor X55X2Juego de palabras con lo mejor del comienzo del párrafo, «la mejor retórica». no se quedara en el interior, sino que fuera sacado a la luz desde ese pozo. Producir verdades últimas de ese género es un esfuerzo que era posible ahorrarse desde hace mucho tiempo, pues hace mucho tiempo que se las puede encontrar en sitios como el catecismo, los refranes populares, etcétera. — No es difícil captar la imprecisión o la ambigüedad de tales verdades, ni tampoco, con frecuencia, mostrarle a la conciencia que tiene dentro de ella misma la verdad justamente opuesta. Si se esfuerza por salir de la confusión que se ha armado dentro de ella, esa conciencia caerá en nuevas confusiones, hasta que finalmente estalle en un arrebato y diga que está más que convenido que las cosas son así o asá, y que todo lo demás son sofismas: tal es el eslogan del sentido común ordinario contra la razón cultivada y formada, igual que la expresión ensoñaciones, que la ignorancia respecto a la filosofía se aprendió de una vez para siempre con el fin de aplicársela a esta. Al apelar al sentimiento, a su oráculo más íntimo, el sentido común ordinario ha liquidado a quien no coincide con él; tiene que declarar que no tiene ya nada más que decirle a quien no encuentre y sienta dentro de sí lo mismo que él; dicho con otras palabras: pisotea las raíces de la humanidad. Pues la naturaleza de ésta consiste en instar al acuerdo con los otros, y su existencia sólo está en la comunidad de conciencias que así se produce. Lo antihumano, lo animal, consiste en permanecer anclado en el sentimiento y en no poder comunicarse más que por medio de éste.

Algunas aclaraciones

X55X = Juego de palabras con lo mejor del comienzo del párrafo, «la mejor retórica».

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Conversations in Washington

[69] [69]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition On the other hand, when it is flowing down the more peaceful riverbed of healthy common sense, natural philosophy dishes out at best a rhetoric of trivial truths. When it is reproached about the meaninglessness of what it offers, it assures us in reply that the sense and fulfillment of its meaning lies in its own heart and must in the same way also be present in the hearts of others; by using such phrases as the “heart’s innocence,” “purity of conscience,” and so on, it supposes that it has spoken of final things against which nobody can object nor beyond which anything more can be demanded. However, what was supposed to happen there was not that the best was to be hidden away in inwardness; the best was supposed to be drawn up out of that deep well and brought up to the light of day. Such philosophizing could have long ago spared itself the trouble of bringing forth final truths of that sort. They were long since to be found, say, in the catechism, in popular proverbs, etc. – It is not difficult to grasp such truths in their indeterminateness and distortions, and it is often not difficult to point out that in those truths themselves, there is a consciousness of their very opposite. If their proponent takes the trouble to pull himself out of the disarray into which he has led himself, he will fall into new confusions and may very well make an outburst to the effect that such and such is settled and that anything else is sophistry – a slogan used by plain common sense against culturally mature reason, just as, for as long as anyone can remember the phrase, “day-dreaming” has summed up how those ignorant of philosophy have taken note of it. – While the proponent of common sense appeals to feeling, to an oracle dwelling within, he has nothing more to do with anyone who disagrees. He only has to explain that he has nothing more to say to anyone who does not find and feel the same thing in himself. – In other words, he tramples the roots of humanity underfoot. For the nature of humanity is to drive men to agreement with one another, and humanity’s existence lies only in the commonality of consciousness that has been brought about. The anti-human, the only animalistic, consists in staying put in the sphere of feeling and in being able to communicate only through such feelings.

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Conversaciones en el Atrium

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