Gespräche in der Dämmerung 00067
Parte de:
Prefacio (Prólogo) [Vorrede]
[El movimiento dialéctico]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[67] Sosehr als das räsonierende Verhalten ist dem Studium der Philosophie die nicht räsonierende Einbildung auf ausgemachte Wahrheiten hinderlich, auf welche der Besitzer es nicht nötig zu haben meint zurückzukommen, sondern sie zugrunde legt und sie aussprechen sowie durch sie richten und absprechen zu können glaubt. Von dieser Seite tut es besonders not, daß wieder ein ernsthaftes Geschäft aus dem Philosophieren gemacht werde. Von allen Wissenschaften, Künsten, Geschicklichkeiten, Handwerken gilt die Überzeugung, [62] daß, um sie zu besitzen, eine vielfache Bemühung des Erlernens und Übens derselben nötig ist. In Ansehung der Philosophie dagegen scheint jetzt das Vorurteil zu herrschen, daß, wenn zwar jeder Augen und Finger hat, und wenn er Leder und Werkzeug bekommt, er darum nicht imstande sei, Schuhe zu machen, jeder doch unmittelbar zu philosophieren und die Philosophie zu beurteilen verstehe, weil er den Maßstab an seiner natürlichen Vernunft dazu besitze, – als ob er den Maßstab eines Schuhes nicht an seinem Fuße ebenfalls besäße. – Es scheint gerade in den Mangel von Kenntnissen und von Studium der Besitz der Philosophie gesetzt zu werden und diese da aufzuhören, wo Jene anfangen. Sie wird häufig für ein formelles inhaltleeres Wissen gehalten, und es fehlt sehr an der Einsicht, daß, was auch dem Inhalte nach in irgendeiner Kenntnis und Wissenschaft Wahrheit ist, diesen Namen allein dann verdienen kann, wenn es von der Philosophie erzeugt worden; daß die anderen Wissenschaften, sie mögen es mit Räsonieren ohne die Philosophie versuchen, soviel sie wollen, ohne sie nicht Leben, Geist, Wahrheit in ihnen zu haben vermögen.
Conversaciones en Valencia
[67] Pero al igual que el comportamiento que hemos llamado razonante, también es un obstáculo para el estudio de la filosofía el imaginarse (de forma ajena también a todo comportamiento razonante) que uno puede estribar sobre verdades hechas, sobre verdades que se puede dar por supuestas, sobre las que su posesor cree no tener necesidad de retornar, sino que simplemente las pone por base, y cree poder limitarse a enunciarlas, así como a juzgar por ellas y admitir o rechazar en función de ellas. Precisamente por este lado hay una urgente necesidad de convertir de nuevo a la filosofía en un asunto serio. Acerca de todas las ciencias, artes, habilidades y manualidades, reina la convicción de que para poseerlas son menester múltiples esfuerzos tanto en lo que se refiere a su aprendizaje como en lo que se refiere a su ejercicio. En cambio, en lo que se refiere a la filosofía, parece dominar el prejuicio de que, por más que cualquiera tenga ojos y dedos, y no por eso, cuando se le da cuero e instrumentos, es ya capaz de hacerse unos zapatos, cualquiera puede, sin embargo, ponerse inmediatamente a filosofar y a juzgar de filosofía, pues el criterio y el canon de ello le vendría dado ya con la propia razón natural, como si el criterio y canon de unos zapatos no le viniese asimismo dado a uno con los pies. — E incluso la posesión de la filosofía parece ponerse en [o hacerse coincidir con] la falta de conocimientos y de estudios, de modo que aquélla cesaría cuando éstos empiezan. La filosofía se tiene con frecuencia por un saber formal carente de contenido, y por esta razón se está muy lejos de entender que cualquiera que sea la cosa que por su contenido sea verdad en el tipo de conocimiento que fuere o en la ciencia que fuere, ese nombre [el nombre de verdad] sólo podrá merecerlo si en definitiva esa cosa viene engendrada por la filosofía; y las demás ciencias pueden intentar todo lo que quieran mediante el tipo de razonamiento descrito y, por tanto, prescindiendo de la filosofía, pero sin filosofía no serán capaces de tener en ellas ni vida, ni espíritu, ni verdad.
Conversaciones en Madrid
[67] Tanto como la actitud raciocinante, entorpecen el estudio de la filosofía la imaginación sin raciocinio de unas verdades convenidas sobre las que su poseedor no opina que sea necesario volver, sino que las pone como fundamento y cree que puede proferirlas, y juzgar y condenar mediante ellas. Por este lado, surge una especial necesidad de que vuelva a hacerse del filosofar un asunto serio. En todas las ciencias, artes, destrezas y oficios vale la convicción de que, para poseerlos, se precisan múltiples esfuerzos en su aprendizaje y ejercicio. Respecto a la filosofía, en cambio, parece reinar hoy el prejuicio de que, aunque todo el mundo tenga ojos y dedos, si le dan la piel y las herramientas, no va a ser por ello capaz de hacer zapatos, pero cualquiera sabe inmediatamente filosofar, y sabe juzgar de filosofía porque posee en su razón natural la pauta para ello: como si no poseyera también en su pie la regla para los zapatos. — Parece que la posesión de la filosofía se coloca justamente en la falta de conocimientos y de estudio, y que aquélla termina donde éstos comienzan. Con harta frecuencia, se la tiene por un saber formal, vacío de contenido, y es muy de echar en falta el que se entienda que lo que haya de verdad, también por el contenido, en cualquier conocimiento o ciencia, sólo puede merecer este nombre si ha sido engendrado por la filosofía: que las demás ciencias, por más que intenten raciocinar sin la filosofía todo lo que quieran, sin ella no podrán tener ni vida, ni espíritu, ni verdad en ellas.
Conversations in Washington
[67] [67]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition The study of philosophy is hindered by the conduct of only clever argumentation, but it is hindered equally as much by the kind of acculturation which refuses to engage in such clever argumentation and which instead bases itself on widely accepted truths. The possessor of those widely accepted truths thinks he has no need to re-examine them; rather, he takes them to be fundamental, and he believes he is enabled not only to assert them but to be both judge and jury by means of them. In this regard, it is especially necessary to make philosophizing again into a serious business. In all the sciences and the arts, in all skills and crafts, the firm conviction prevails that in order to master them, one must spend a considerable amount of trouble in learning and practice. On the other hand, with regard to philosophy, there is a prejudice which in fact now seems to prevail, namely, that although anyone with eyes and fingers who acquires leather and a last is not for that reason in a position to make shoes, everybody nonetheless immediately understands how to philosophize and how to pass judgment on philosophy simply because he possesses the standard for doing so in his natural reason – as if he did not likewise possess in his own foot the standard for making a shoe. – It seems as if the possession of philosophy only consists in the lack of any specific kind of knowing and plan of study, and that as soon as one begins to acquire any such knowing and plan of study, philosophy itself ceases. Philosophy is quite often held to be a kind of formal knowledge, devoid of all content, but what is severely lacking in such a view is the insight that according to the content of any kind of knowledge and science, what counts as truth can only deserve the name of truth when philosophy has had a hand in its production. Other sciences may try as much as they like to get by without philosophy and to rely only on clever argumentation, but without philosophy, they are unable to possess any life, spirit, or truth in themselves.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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