Gespräche in der Dämmerung 00066

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Prefacio (Prólogo) [Vorrede]

 

[El movimiento dialéctico]

Gespräche in Jena

[66] Es kann hierüber erinnert werden, daß die dialektische Bewegung gleichfalls Sätze zu ihren Teilen oder Elementen habe; die aufgezeigte Schwierigkeit scheint daher immer zurückzukehren und eine Schwierigkeit der Sache selbst zu sein. – Es ist dies dem ähnlich, was beim gewöhnlichen Beweise so vorkommt, daß die Gründe, die er gebraucht, selbst wieder einer Begründung bedürfen, und so fort ins Unendliche. Diese Form des Begründens und Bedingens gehört aber jenem Beweisen, von dem die dialektische Bewegung verschieden ist, und somit dem äußerlichen Erkennen an. Was diese selbst betrifft, so ist ihr Element der reine Begriff; [61] hiermit hat sie einen Inhalt, der durch und durch Subjekt an ihm selbst ist. Es kommt also kein solcher Inhalt vor, der als zum Grunde liegendes Subjekt sich verhielte und dem seine Bedeutung als ein Prädikat zukäme; der Satz ist unmittelbar eine nur leere Form. – Außer dem sinnlich angeschauten oder vorgestellten Selbst ist es vornehmlich der Name als Name, der das reine Subjekt, das leere begrifflose Eins bezeichnet. Aus diesem Grunde kann es z.B. dienlich sein, den Namen Gott zu vermeiden, weil dies Wort nicht unmittelbar zugleich Begriff, sondern der eigentliche Name, die feste Ruhe des zum Grunde liegenden Subjekts ist; da hingegen z.B. das Sein oder das Eine, die Einzelheit, das Subjekt usf. selbst auch unmittelbar Begriffe andeuten. – Wenn auch von jenem Subjekte spekulative Wahrheiten gesagt werden, so entbehrt doch ihr Inhalt des immanenten Begriffs, weil er nur als ruhendes Subjekt vorhanden ist, und sie bekommen durch diesen Umstand leicht die Form der bloßen Erbaulichkeit. – Von dieser Seite wird also auch das Hindernis, das in der Gewohnheit liegt, das spekulative Prädikat nach der Form des Satzes, nicht als Begriff und Wesen zu fassen, durch die Schuld des philosophischen Vertrags selbst vermehrt und verringert werden können. Die Darstellung muß, der Einsicht in die Natur des Spekulativen getreu, die dialektische Form behalten und nichts hereinnehmen, als insofern es begriffen wird und der Begriff ist.

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Conversaciones en Valencia

[66] Y a este respecto puede, ciertamente, replicarse [a título de problema con el que tropieza este concepto de prueba filosófica] que las partes y elementos de ese movimiento dialéctico [que hemos descrito, o que estamos describiendo] no son a su vez otra cosa que enunciados; y, por tanto, la dificultad señalada parece capaz de retornar siempre, y convertirse; por ende, en una dificultad de la cosa misma [es decir: la idea de prueba filosófica sería un imposible]. — Diríase que estamos entonces en una situación similar a la que se produce en las pruebas y demostraciones habituales, a saber, que las razones que en ellas se utilizan precisan a su vez de fundamentación, y así hasta el infinito. Pero esta forma de fundamentar y de condicionar pertenece a aquel tipo de pruebas, respecto a las que el movimiento dialéctico es bien distinto y, por tanto, esa forma de probar y condicionar pertenece al conocimiento externo. En lo que concierne al movimiento dialéctico, el elemento de ese movimiento es el concepto puro X81X1Y respecto al concepto puro, sea cual fuere el punto en que nos pongamos, estaremos en un movimiento, cuando lleguemos al resultado del cual, nos daremos cuenta de que ese resultado estaba ya a la base y de que el entenderlo no ha sido sino el movimiento del pensamiento mismo de aquello que estaba ya a la base. y, por tanto, tiene un contenido que paso a paso resultando ser enteramente sujeto en sí mismo. Por tanto, no existe ningún contenido que se comportase como sujeto subyacente y al que su significado [aquello que él es] le conviniese como un predicado [es decir, no hay posibilidad de que aquello que el sujeto es, se convirtiese en predicado de otro sujeto que quedase por debajo del primero y lo fundamentase, lo sostuviese]; lo cual quiere decir que el enunciado [la oración, la proposición, der Satz] es solamente una forma vacía. — Por eso, aparte del self de la intuición sensible y del self de la representación [del self o mismidad de lo sensiblemente intuido o del self o mismidad de una representación], es principalmente el nombre como nombre el que designa al sujeto puro, a ese Uno vacío carente de concepto. Por esta razón podría ser conveniente (por poner un ejemplo) evitar el nombre de Dios [el nombre Dios], porque esta palabra no es a la vez inmediatamente concepto, sino que es el nombre propiamente dicho, la fija quietud del sujeto subyacente [o del sujeto supuesto, o del sujeto supuestamente subyacente con la fija quietud que se le supone]. Y en cambio (por poner asimismo otro ejemplo), el ser, o lo Uno, o la individualidad [Einzelnheit, el ser algo una cosa individual, una cosa suelta], o incluso el sujeto mismo, etc., indican inmediatamente conceptos [es decir, los términos ser, uno, individualidad, sujeto indican directamente conceptos, no así el término «Dios»] X82X.2Así es en cuanto uno se asoma al Parménides de Platón; por tanto, si uno quiere hablar de Dios, y por Dios quiere entender algo conceptual, lo mejor que puede hacer es recurrir con Proclo al Parménides de Platón en vez de recurrir a edificantes representaciones de algo supuestamente fijo. —Y aunque de ese sujeto [del indicado por el nombre de Dios] se enuncien verdades especulativas, el contenido de ellas carece de concepto inmanente porque ese contenido sólo está ahí presente como sujeto estático y, debido a esta circunstancia, esas verdades especulativas cobran fácilmente la forma de no ser más que pura edificación. — Por este lado, pues, esa dificultad que tiene su origen en el hábito de entender el predicado especulativo conforme a la forma del enunciado, en vez de entenderlo como concepto y como esencia [Wesen], puede verse aumentada por culpa de la propia exposición filosófica, pero también la exposición filosófica puede contribuir a disminuirla. [A tal fin] la exposición, fiel a su inteligencia de la naturaleza de lo especulativo, tiene que mantener la forma dialéctica y no aceptar que entre en ella nada sino aquello de lo que [ella] se haya hecho concepto y aquello que sea concepto.

Algunas aclaraciones

X81X = Y respecto al concepto puro, sea cual fuere el punto en que nos pongamos, estaremos en un movimiento, cuando lleguemos al resultado del cual, nos daremos cuenta de que ese resultado estaba ya a la base y de que el entenderlo no ha sido sino el movimiento del pensamiento mismo de aquello que estaba ya a la base.

X82X = Así es en cuanto uno se asoma al Parménides de Platón; por tanto, si uno quiere hablar de Dios, y por Dios quiere entender algo conceptual, lo mejor que puede hacer es recurrir con Proclo al Parménides de Platón en vez de recurrir a edificantes representaciones de algo supuestamente fijo.

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Conversaciones en Madrid

[66] Cabe recordar, a este respecto, que el movimiento dialéctico también cuenta con proposiciones entre sus partes o elementos; por eso, la dificultad que acabamos de señalar parece retornar siempre, y ser una dificultad de la cosa misma. — Es algo semejante a lo que ocurre con las demostraciones habituales, que los fundamentos que utiliza necesitan, a su vez, una justificación, y así hasta el infinito. Pero esa forma de dar razones y de estipular condiciones pertenece precisamente a ese modo de demostración del que el movimiento dialéctico es diverso, y pertenece, por tanto, al conocimiento exterior. En lo que toca a este movimiento dialéctico, su elemento es el concepto puro, por lo que tiene un contenido que es, de medio a medio, sujeto en él mismo. No se da, pues, ningún contenido tal que se comporte como un sujeto que subyaciera en el fondo, y al que su significado le correspondiera como un predicado; de manera inmediata, la proposición es sólo una forma vacía. — Aparte del sí mismo sensiblemente intuido o representado, es, sobre todo, el nombre en cuanto nombre quien designa al sujeto puro, lo uno vacío y sin concepto. Por esta razón, puede ser útil evitar, por ejemplo, el nombre Dios, porque esta palabra no es a la vez concepto de modo inmediato, sino que es el nombre propio, la quietud firme del sujeto que subyace en el fondo. En cambio, el ser, por ejemplo, o lo uno, la singularidad, incluso el sujeto mismo, etc., indican conceptos de modo inmediato. — Y aunque de aquel sujeto se digan verdades especulativas, el contenido de éstas carece del concepto inmanente, pues él sólo está presente como sujeto en reposo, y. por esta circunstancia, es fácil que estas verdades adquieran la forma de simple edificación. — De este lado, pues, el obstáculo que reside en la costumbre de captar el predicado especulativo por la forma de la frase, no como concepto y esencia, podrá resultar aumentado o disminuido por culpa del discurso filosófico mismo. La exposición, fiel a la intelección en la naturaleza de lo especulativo, tiene que mantener la forma dialéctica y no admitir nada sino en la medida en que sea concebido y sea el concepto.

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Conversations in Washington

[66] [66]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition On this point, it is worth remembering that the dialectical movement likewise has propositions for its parts or elements. Thus, the highlighted difficulty seems to recur continually and to be a difficulty in the nature of the subject matter. – This is similar to what happens in the case of ordinary proofs, namely, that the reasons it employs themselves need to be based again on other reasons, and so on, ad infinitum. However, this form of giving reasons and stating conditions belongs to that kind of proof which both differs from dialectical movement and which thereby belongs to external cognition. With regard to dialectical movement itself, its element is the pure concept; it thereby has a content that is out-and-out the subject in its own self. Therefore, there is no kind of content that comes forward which behaves as an underlying subject and which gets its significance by being attached to this as a predicate. Taken in its immediacy, that kind of proposition is only empty form. – Apart from the sensuously intuited or represented self, it is for the most part the name as a name, which denotes the pure subject, the empty, conceptless “one.” For this reason, it would, for example, be expedient to avoid the name, “God,” because this word is not immediately the concept but is rather at the same time the genuine name, the fixed point of rest of the underlying subject, whereas in contrast, e.g., “being,” or “the one,” “individuality,” “the subject,” etc., themselves immediately point to concepts. – Even when speculative truths are stated about that subject, their content lacks the immanent concept because that content is only present as a motionless subject, and in these circumstances, speculative truths easily take on the form of mere edification. – From this side, too, there is an obstacle based in the habit of grasping the speculative predicate according to the form of a proposition instead of grasping it as concept and essence. This obstacle can be increased or diminished depending on the way in which philosophical truths are rendered. The exposition which stays true to its insight into the nature of what is speculative must retain the dialectical form and must import nothing into it except what is both comprehended and is the concept.

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Conversaciones en el Atrium

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