Gespräche in der Dämmerung 00051

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Prefacio (Prólogo) [Vorrede]

 

[El formalismo en versión de filosofía de la naturaleza]

Gespräche in Jena

[51] Statt des inneren Lebens und der Selbstbewegung seines Daseins wird nun eine solche einfache Bestimmtheit von der Anschauung, d.h. hier dem sinnlichen Wissen, nach einer oberflächlichen Analogie ausgesprochen und diese äußerliche und leere Anwendung der Formel die Konstruktion genannt. – Es ist mit solchem Formalismus derselbe Fall als mit jedem. Wie stumpf müßte der Kopf sein, dem nicht in einer Viertelstunde die Theorie, daß es asthenische, sthenische und indirekt asthenische Krankheiten und ebenso viele Heilpläne gebe, beigebracht und der nicht, da ein solcher Unterricht noch vor kurzem dazu hinreichte, aus einem Routinier in dieser kleinen Zeit in einen theoretischen Arzt verwandelt werden könnte? Wenn der naturphilosophische Formalismus etwa lehrt, der Verstand sei die Elektrizität oder das [49] Tier sei der Stickstoff, oder auch gleich dem Süd oder Nord usf., oder repräsentiere ihn, so nackt, wie es hier ausgedrückt ist, oder auch mit mehr Terminologie zusammengebraut, so mag über solche Kraft, die das weit entlegen Scheinende zusammengreift, und über die Gewalt, die das ruhende Sinnliche durch diese Verbindung erleidet und die ihm dadurch den Schein eines Begriffs erteilt, die Hauptsache aber, den Begriff selbst oder die Bedeutung der sinnlichen Vorstellung auszusprechen, erspart, – es mag hierüber die Unerfahrenheit in ein bewunderndes Staunen geraten, darin eine tiefe Genialität verehren sowie an der Heiterkeit solcher Bestimmungen, da sie den abstrakten Begriff durch Anschauliches ersetzen und erfreulicher machen, sich ergötzen und sich selbst zu der geahnten Seelenverwandtschaft mit solchem herrlichen Tun Glück wünschen. Der Pfiff einer solchen Weisheit ist so bald erlernt, als es leicht ist, ihn auszuüben; seine Wiederholung wird, wenn er bekannt ist, so unerträglich als die Wiederholung einer eingesehenen Taschenspielerkunst. Das Instrument dieses gleichtönigen Formalismus ist nicht schwerer zu handhaben als die Palette eines Malers, auf der sich nur zwei Farben befinden würden, etwa Rot und Grün, um mit jener eine Fläche anzufärben, wenn ein historisches Stück, mit dieser, wenn eine Landschaft verlangt wäre. – Es würde schwer zu entscheiden sein, was dabei größer ist, die Behaglichkeit, mit der alles, was im Himmel, auf Erden und unter der Erden ist, mit solcher Farbenbrühe angetüncht wird, oder die Einbildung auf die Vortrefflichkeit dieses Universalmittels; die eine unterstützt die andere. Was diese Methode, allem Himmlischen und Irdischen, allen natürlichen und geistigen Gestalten die paar Bestimmungen des allgemeinen Schemas aufzukleben und auf diese Weise alles einzurangieren, hervorbringt, ist nichts Geringeres als ein sonnenklarer Bericht über den Organismus des Universums, nämlich eine Tabelle, die einem Skelette mit angeklebten Zettelchen oder den Reihen verschlossener Büchsen mit ihren aufgehefteten Etiketten in [50] einer Gewürzkrämerbude gleicht, die so deutlich als das eine und das andere ist und die, wie dort von den Knochen Fleisch und Blut weggenommen, hier aber die eben auch nicht lebendige Sache in den Büchsen verborgen ist, auch das lebendige Wesen der Sache weggelassen oder verborgen hat. – Daß sich diese Manier zugleich zur einfarbigen absoluten Malerei vollendet, indem sie auch, der Unterschiede des Schemas sich schämend, sie als der Reflexion angehörig in der Leerheit des Absoluten versenkt, auf daß die reine Identität, das formlose Weiße, hergestellt werde, ist oben schon bemerkt worden. Jene Gleichfarbigkeit des Schemas und seiner leblosen Bestimmungen und diese absolute Identität, und das Übergehen von einem zum ändern, ist eines gleich toter Verstand als das andere und gleich äußerliches Erkennen.

Es gibt einen Unterschied zwischen meinen Schriften und denen meiner Schüler.
Sie sind beide absoluter Hokuspokus.

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Conversaciones en Valencia

[El formalismo en versión de filosofía de la naturaleza]

[51] En lugar de la vida interior y del automovimiento de su existencia [de la existencia de esa vida], lo que se hace es predicar tal simple determinación tomada de la intuición, es decir, tomada aquí del saber sensible, predicarla, digo, conforme a tal analogía artificial, y esta aplicación exterior y vacía de la fórmula es lo que se llama construcción X66X.1Según Bonsiepen y Heede, Hegel se estaría refiriendo aquí a un artículo del Dr. Hoffmann, «Ideas sobre la construcción de la enfermedad»; publicado en 1801 en Jena en la Revista de Física especulativa, editada por Schelling. — Con este formalismo pasa lo que con todos. Qué tonta y dura tendría que ser la cabeza a la que en un cuarto de hora no se le pudiese enseñar la teoría de que hay enfermedades asténicas, enfermedades esténicas y enfermedades indirectamente asténicas y, por tanto, también otros tantos [correspondientes] planes terapéuticos, y ¿qué cabeza podría haber tan tonta a la que esa enseñanza no le bastase enseguida para confeccionar un vademécum y convertirse en tan poco tiempo en un médico teorético? Cuando este formalismo, articulándose en términos de filosofía natural, enseña, por ejemplo, que el entendimiento es electricidad, o que el animal es nitrógeno, o también que es igual al norte o al sur, o que lo representa [es decir, que representa al norte o que representa al sur], y ello, o se dice de forma tan desnuda como queda dicho aquí, o se adoba con mucha más terminología [con muchos más tecnicismos], resulta que de lo que ese formalismo se olvida de hablar [resulta que de lo que ese formalismo se ahorra decir cosa alguna] es de la fuerza que abraza y mantiene unidas cosas que parecen tan alejadas, y de la violencia que lo sensible (en su estático quedar ahí) experimenta mediante tal conexión, una violencia que otorga por ello a lo sensible la apariencia de un concepto, y de lo que ese formalismo se ahorra sobre todo decir cosa alguna es de la cosa principal, esto es, del concepto mismo, o del significado que se supone que la representación sensible tiene, y puede que la falta de experiencia nos haga caer aquí en una embobada admiración viendo y venerando en ello [en tanta tontería] una profunda genialidad, como puede también que la alegría y ligereza de las determinaciones que se introducen, en las que los conceptos abstractos se sustituyen por elementos intuitivos que los hacen más llevaderos, nos lleven a disfrutar de ellas y a felicitarnos a nosotros mismos por la afinidad de espíritu que barruntamos con los artífices de tan gloriosas construcciones. Y es que la música de tal sabiduría se aprende tan pronto que es muy fácil empezar a ejercitarla; pero su repetición, una vez que esa música se conoce, resulta tan insoportable como la repetición de un juego de prestidigitación cuando ya se ha visto cuál es el truco en que se basa. El instrumento que representa este monótono formalismo no es más difícil de manejar de lo que lo seria la paleta de un pintor en la que sólo hubiese dos colores, por ejemplo, el rojo y el verde, y se pintara una superficie de rojo cuando se pide una pieza histórica, y de verde cuando se pide un paisaje. Sería difícil decidir qué es mayor, si la comodidad con que con tal caldo cromático se pinta o embadurna todo lo que hay en el cielo, en la Tierra y en los abismos, o la imaginación que hay que tener para creerse que tal medio universal pueda tener sentido alguno; la una apoya a la otra [es decir, la comodidad apoya a la imaginación y viceversa]. Lo que [conforme a su propia idea] produce este método de pegar a toda figura celestial y terrena, a toda figura natural y espiritual el par de determinaciones de que consta el esquema universal, y de clasificarlas por esta vía, sería nada menos que una universal relación o un universal informe, más claro que el sol [es decir, clarísimo], acerca del organismo del universo, [relación o informe que resulta ser] una tabla que se asemeja a un esqueleto con etiquetitas pegadas, o a la serie de cajitas cerradas con etiquetas pegadas del puesto de un especiero en el mercado, una tabla que es tan clara como lo uno y como lo otro, y así como en lo primero [en el esqueleto] se ha quitado de los huesos la carne y la sangre, y en lo segundo [en la tienda del especiero] una cosa de por sí ya no viva se ha ocultado en cajitas [todas iguales], así también esa tabla prescinde de la esencia viva de la cosa e incluso la oculta (después de haberla convertido en algo ya no vivo). Que este procedimiento llegue a la vez a consumarse [a darse término] en forma de una absoluta pintura monocolor, en cuanto, avergonzándose incluso de las diferencias introducidas en el esquema, las considere pertenecientes solamente a la reflexión [es decir, las atribuya sólo a la actividad del sujeto] y, por tanto, decida hundirlas o sumergirlas en la vaciedad del Absoluto [o de lo absoluto] X67X,2Hegel se está refiriendo aquí a Schelling, o a discípulos de Schelling, como Hegel le dice en una carta a Schelling, cuando éste protesta por esta forma de presentar su filosofía. Éste replica lamentando que Hegel no haga expresamente esa distinción entre él y sus discípulos, cfr. Briefe von und an Hegel I, ed. J. Hoffmeister, Hamburgo, 1952, pág. 194. a fin de generar la pura identidad absoluta, un color blanco carente de toda forma, el que esto pueda ocurrir, es algo que ya hemos notado más arriba. Esa uniformidad cromática del esquema y de sus determinaciones carentes de vida y esta identidad absoluta, y el paso de la una a la otra y de la otra a la una, es entendimiento igualmente muerto, y conocimiento igualmente externo.

Algunas aclaraciones

X66X = Según Bonsiepen y Heede, Hegel se estaría refiriendo aquí a un artículo del Dr. Hoffmann, «Ideas sobre la construcción de la enfermedad»; publicado en 1801 en Jena en la Revista de Física especulativa, editada por Schelling.

X67X = Hegel se está refiriendo aquí a Schelling, o a discípulos de Schelling, como Hegel le dice en una carta a Schelling, cuando éste protesta por esta forma de presentar su filosofía. Éste replica lamentando que Hegel no haga expresamente esa distinción entre él y sus discípulos, cfr. Briefe von und an Hegel I, ed. J. Hoffmeister, Hamburgo, 1952, pág. 194.

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Conversaciones en Madrid

[51] En lugar de la vida interior y del automovimiento de su existencia, entonces, lo que se enuncia, siguiendo una analogía superficial, es esa especie de determinidad simple de la intuición, vale decir, aquí, del saber sensorial, y a esta aplicación exterior y vacía de la fórmula se la denomina construcción X*1X.3Vide infra Algunas aclaraciones X*1X. Sucede con semejante formalismo lo mismo que con todos. ¡Qué obtusa no será la cabeza a la que no se le puede enseñar en un cuarto de hora la teoría de que hay enfermedades asténicas, esténicas e indirectamente asténicas X*2X,4Vide infra Algunas aclaraciones X*2X. y otras tantas terapias para ellas, y que, puesto que hasta hace poco tal instrucción bastaba para este fin, no pueda convertirse de experto enfermero en todo un teórico de la medicina! Cuando el formalismo de la filosofía de la naturaleza enseña, por caso, que el entendimiento es la electricidad o que el animal es el nitrógeno, o bien, que es igual al Sur o al Norte X*3X,5Posible referencia al Bruno (1802) de Schelling. Cf. SW I/IV, 273; trad. de Francesc Pereña en Schelling: Bruno o sobre el principio natural de las cosas, Barcelona, Folio, 2002, pp 69-70. etcétera, o que lo representa, y lo dice con la crudeza con que aquí lo expresamos, o revuelto con un poco más de terminología, entonces, puede ocurrir que, ante tal fuerza para asir juntas las cosas que parecen más alejadas, o ante la violencia infligida a lo sensible en reposo por esta asociación que le otorga así la apariencia de un concepto, pero evitando lo más importante, a saber, pronunciar el concepto mismo o el significado de la representación sensorial: puede ocurrir que ante todo esto la inexperiencia caiga en la más maravillada admiración y reverencie en ello una profunda genialidad; así como que se deleite en la chispa y la gracia de tales determinaciones, puesto que sustituyen el concepto abstracto por lo intuitivo, haciéndolo más halagüeño, y puede que se congratule de esta presentida afinidad de su alma con su tan magnífico proceder. La argucia de semejante sabiduría se aprende con tanta presteza como fácil es ejercitarla; una vez conocida, su reiteración se hace tan insoportable como la repetición de un juego de prestidigitación del que ya se ha visto el truco. El instrumento de este monótono formalismo no es más difícil de manejar que la paleta de un pintor en la que sólo hubiera dos colores, rojo y verde, pongamos, para pintar del primero una superficie cuando se pide una pieza de tema histórico, y pintarla del segundo cuando se pide un paisaje. — Sería difícil decidir qué es más grande aquí, si la complacencia con que se repinta con esa pasta todo cuanto haya en el cielo, en la tierra y bajo la tierra X*4X,6Es Expresión bíblica con la que Hegel construye su ironía. Véase Filipenses, 2, 10; Apocalipsis 5, 3 y 5, 13. o la fantasía para creerse la excelencia de este medio universal; la una apoya a la otra. Lo que produce este método de pegar las tres o cuatro determinaciones del esquema universal en todo lo celeste y terrestre, en todas las figuras naturales y espirituales, y de este modo clasificarlo todo, es nada menos que una noticia clara y meridiana X*5X7Vide infra Algunas aclaraciones X*5X. del organismo del universo, a saber, una tabla que se asemeja a un esqueleto con etiquetas pegadas o a las filas de tarros sellados en un herbolario, con sus rótulos puestos; tabla que es tan claramente lo uno como lo otro, y así como en aquél se le quita a los huesos la carne y la sangre, mientras que en éste la cosa, que tampoco está viva, queda oculta en los tarros, también aquí se ha quitado y ocultado la esencia viva de la cosa. Que estas maneras, al mismo tiempo, se completan en una pintura monocroma absoluta cuando, avergonzadas de las diferencias del esquema, las sumergen a ellas también, como parte de la reflexión, en la vacuidad de lo absoluto para que sea producida la pura identidad, la blancura amorfa, ya lo hemos hecho notar más arriba. Ese monocromatismo del esquema y de sus determinaciones inertes, y esta identidad absoluta, y el transitar de lo uno a lo otro: todo ello es igual que entendimiento muerto e igual que conocimiento exterior.

Algunas aclaraciones

X*1X

El principio de una construcción filosófica es de Schelling. Aunque Hegel insistía siempre en que sus críticas no se dirigían a Schelling, sino al uso que hacían sus seguidores de sus ideas, parece que en este pasaje, cuando menos, es contra Schelling mismo contra quien carga. Sobre el concepto de «construcción filosófica» en Schelling, cf. Der Ferneren Darstellungen aus dem System der Philosophie Andrer Theil, en SW 174, 393, 397 y sigs.; también cf. Hoffmann: «Ideen zur Konstrukzion der Krankheit», en Zeitsschrift für spekulative Physik, ed. a cargo de Schelling, vol. 2, Cuaderno 1, Jena y Leipzig, 1801, pp. 69, 108; Kilian, C. I.: Entwurf eines Systems der Gesammten Medizin. Zum Behuf seiner Vorlesungen und zum Gebrauch für praktizirende Aerzte. Erster oder fundamentaler Theil darstellend die Allgemaine Heilktmde oder generelle Physiologie, Nosologie, Therapie und Arzneymittellehre, Jena, 1802, p. 312; Kayssler, A. B.: Beyträge zur kritischen Geschichte der neuern Philosophie, vol. I, Halle, 1804, p. VIII, XVI, 236.

X*2X

Todo ello forma parte de la teoría de la excitación del citado J. Brown, muy discutida entonces, y sobre la que Hegel vuelve en el cap. V. Sobre la Erregunstheorie de John Brown, cf. Joannis Brunonis: Elementa medicinae, Edimburgo, 1780, VIII, XIX, pp. 16 y sigs., 33 y sigs.; también véase Johann Browns Grundsätze der Arzeneylehre aus dem Lateinische übersetzt von M.A. Weikard, Frankfurt am Main, 1795, p. XI: además, cf. Röschlaub, A.: Untersuchungen über Pathogenie oder Einleitung in die medizinische Theorie, Frankfurt am Main, 1798. pp. 121 y sigs.

X*3X

Posible referencia al Bruno (1802) de Schelling. Cf. SW I/IV, 273; trad. de Francesc Pereña en Schelling: Bruno o sobre el principio natural de las cosas, Barcelona, Folio, 2002, pp 69-70.

X*4X

Es Expresión bíblica con la que Hegel construye su ironía. Véase Filipenses, 2, 10; Apocalipsis 5, 3 y 5, 13.

X*5X

Alude al título de un escrito de Fichte, Sonnenklarer Bericht an das grössere Publikum über das eigentliche Wesen der neuesten Philosophie. Ein Versuch, die Leser zum Vertehen zu zwingen, Berlín, 1801 (Informe [o noticia], claro como el sol [o claro y meridiano] dirigido al público más numeroso, acerca de la esencia propiamente dicha de la última filosofía. Un ensayo para obligar al lector a comprender).

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Conversations in Washington

[51] [51]8We kept the numeration given by the editor in the printed edition Instead of being expressed according to the inner life and the self-movement of its existence, such a simple determinateness of intuition, which here just means sensuous knowing, is now expressed in terms of a superficial analogy, and this external and empty application of the formula is called construction. – It is the same case with that kind of formalism as it is with all others. How dull a man’s head must be if he could not in a quarter of an hour come up with the theory that there are asthenic, sthenic, and indirectly asthenic diseases and then come up with just as many cures, and who could not in a short time be thereby transformed from an experienced man into a theoretical physician, since, after all, it was not so long ago that such a kind of instruction sufficed to do precisely that. However much the formalism of nature-philosophy teaches that understanding is electricity, that animals are nitrogen, or even that they are equivalent to south or north poles, and so forth, and however much it represents these matters as baldly as it is expressed here, and however much it concocts its brew with even more terminology, still, when an inexperienced person encounters this nature-philosophy, something like the following can occur. When that person encounters the kind of force which brings together the kinds of things which otherwise seem so far removed from each other, and when that person also then comes face to face with the violence suffered by what is sensuous and motionless as a result of this combination, or a combination which only confers the mere semblance of conceptual thought on all of this and which thus spares itself the main point, namely, expressing the concept itself, expressing what the sensuous representations mean – when that happens, then such an inexperienced person may very well be led to a kind of admiration, astonishment, or even a veneration for the profound geniuses who can pull off such a feat. He may also feel a certain delight at the vividness of such determinations, since they replace the abstract concept with something more intuitive and make it more pleasing. He may even congratulate himself for feeling a kinship of soul with such a splendid way of viewing things. The flair for displaying that sort of wisdom is as quickly acquired as it is easy to practice, but when it becomes familiar, its repetition becomes as intolerable as the repetition of any other bit of sleight of hand once one has seen through the trick. The instrument of this monotonous formalism is no more difficult to handle than the palette of a painter which contains only two colors, perhaps red and green, the former for coloring the surface when we require a historical piece, the latter when we require a landscape. – It would be difficult to decide which is thereby grander: The ease with which everything in heaven and earth, or even for that matter, everything under the earth, is bathed with that broth of color, or the fantasy about the excellence of this universal tool, since each underwrites the other. This method, which consists in taking the pair of determinations out of that universal schema and then plastering them onto everything in heaven and earth, onto all the natural and spiritual shapes and then organizing everything in this manner, produces nothing less than a “crystal clear report on the organism of the universe.” This “report” is like a tabular chart, which is itself a little bit like a skeleton with small bits of paper stuck all over it, or maybe a bit like the rows of sealed and labeled boxes in a grocer’s stall. Either of these makes just as much sense as the other, and, as in the former case, where there are only bones with the flesh and blood stripped off of them, and as in the latter case, where something equally lifeless has been hidden away in those boxes, in this “report,” the living essence of what is at stake has been omitted or concealed. – It was previously noted that this style at the same time culminates in monochromatic, absolute painting, in being ashamed at the differences existing in the schema and thus looking on them as belonging to reflection. It thus submerges them into the void of the absolute, from out of which pure identity, a pure formless whiteness, is produced. The monochromatic nature of the schema and its lifeless determinations, together with this absolute identity and the transition from one to the other, are each and every one the result of the same lifeless intellect9Verstand and external cognition.

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Conversaciones en el Atrium

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