Gespräche in der Dämmerung 00032
Parte de:
Prefacio (Prólogo) [Vorrede]
[La transformación de lo representado y de lo familiar en pensamientos]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[32] Das Analysieren einer Vorstellung, wie es sonst getrieben worden, war schon nichts anderes als das Aufheben der Form ihres Bekanntseins. Eine Vorstellung in ihre ursprünglichen Elemente auseinanderlegen, ist das Zurückgehen zu ihren Momenten, die wenigstens nicht die Form der vorgefundenen Vorstellung haben, sondern das unmittelbare Eigentum des Selbsts ausmachen. Diese Analyse kommt zwar nur zu Gedanken, welche selbst bekannte, feste und ruhende Bestimmungen sind. Aber ein wesentliches Moment ist dies Geschiedene, Unwirkliche selbst; denn nur darum, [35] daß das Konkrete sich scheidet und zum Unwirklichen macht, ist es das sich Bewegende. Die Tätigkeit des Scheidens ist die Kraft und Arbeit des Verstandes, der verwundersamsten und größten oder vielmehr der absoluten Macht. Der Kreis, der in sich geschlossen ruht und als Substanz seine Momente hält, ist das unmittelbare und darum nicht verwundersame Verhältnis. Aber daß das von seinem Umfange getrennte Akzidentelle als solches, das Gebundene und nur in seinem Zusammenhange mit anderem Wirkliche ein eigenes Dasein und abgesonderte Freiheit gewinnt, ist die ungeheure Macht des Negativen; es ist die Energie des Denkens, des reinen Ichs. Der Tod, wenn wir Jene Unwirklichkeit so nennen wollen, ist das Furchtbarste, und das Tote festzuhalten das, was die größte Kraft erfordert. Die kraftlose Schönheit haßt den Verstand, weil er ihr dies zumutet, was sie nicht vermag. Aber nicht das Leben, das sich vor dem Tode scheut und von der Verwüstung rein bewahrt, sondern das ihn erträgt und in ihm sich erhält, ist das Leben des Geistes, Er gewinnt seine Wahrheit nur, indem er in der absoluten Zerrissenheit sich selbst findet. Diese Macht ist er nicht als das Positive, welches von dem Negativen wegsieht, wie wenn wir von etwas sagen, dies ist nichts oder falsch, und nun, damit fertig, davon weg zu irgend etwas anderem übergehen; sondern er ist diese Macht nur, indem er dem Negativen ins Angesicht schaut, bei ihm verweilt, Dieses Verweilen ist die Zauberkraft, die es in das Sein umkehrt. – Sie ist dasselbe, was oben das Subjekt genannt worden, welches darin, daß es der Bestimmtheit in seinem Elemente Dasein gibt, die abstrakte, d.h. nur überhaupt seiende Unmittelbarkeit aufhebt und dadurch die wahrhafte Substanz ist, das Sein oder die Unmittelbarkeit, welche nicht die Vermittlung außer ihr hat, sondern diese selbst ist.
Conversaciones en Valencia
[32] Pues bien, el análisis de una representación, tal como se ha solido practicar, no era ya otra cosa que el suprimir y superar la forma de ese resultarnos ella familiar [y sabida]. Diseccionar una representación en sus elementos originales es ir a esos momentos suyos que por lo menos ya no tienen la forma de una representación con la que nos encontramos ahí, sino que (mediante esa disección) han pasado a ser propiedad inmediata del self. Ciertamente, ese análisis sólo llega a pensamientos [Gedanken] o nociones que nos resultan ya familiares, que [se supone] son determinaciones fijas y estáticas. Pero un momento esencial es esa separación que se practica, eso irreal mismo [que resulta de esa separación]. Pues sólo porque lo concreto se separa y mediante la separación se convierte en irreal, sólo por eso, es lo semoviente. La actividad del separar es la fuerza y el trabajo del entendimiento [Verstand, dianoia], del poder más asombroso y grande, o más bien: del poder absoluto. El círculo que descansa cerrado en sí mismo, y que como sustancia sostiene sus momentos, es lo inmediato, y por eso representa una relación y una situación que no tiene nada de asombrosa. Pero que lo accidental como tal [lo que como tal inhiere en la sustancia], separado de aquello que lo encuadra, es decir, que aquello que sólo ligado con otro real y sólo en conexión con otro real puede ser real, cobre existencia propia y libertad separada, eso es el tremendo poder de lo negativo; es la energía del pensamiento, del yo puro. La muerte, si es que queremos llamar así a tal irrealidad, es lo más temible, y retener lo muerto [preservarlo en la memoria] representa la fuerza suprema. La belleza carente de fuerza odia al entendimiento, porque el entendimiento le exige eso de lo que ella es incapaz. Pero no la vida que se aterra ante la muerte y quiere mantenerse pura de la devastación, sino aquella que aguanta la muerte y se mantiene en ella es la vida del espíritu. El espíritu sólo cobra su verdad al encontrarse [encontrándose] a sí mismo en el absoluto desgarramiento [es decir, cuando precisamente en medio del absoluto desgarramiento sabe salirse al encuentro de sí]. El espíritu no es, ciertamente, este poder como lo positivo que apartase la vista de lo negativo y prescindiese de ello, como cuando nosotros decimos de algo que tal cosa no es nada o que no era de eso de lo que se trataba, y dando el asunto por zanjado, nos desentendemos de ello y pasamos a otra cosa, sino que el espíritu es ese poder en cuanto mira a lo negativo a la cara y se demora en ello. Y este demorarse es la fuerza mágica que transforma eso negativo en ser. — Esa fuerza mágica es lo mismo que más arriba hemos llamado sujeto, el cual, dando a la determinidad existencia en su elemento [en el elemento del sujeto] suprime y supera la inmediatez abstracta X56X,1Véase infra Algunas aclaraciones X56X. es decir, la inmediatez que se reduce a no más que estar ahí en general, y por medio de ello [ese sujeto] es la verdadera sustancia, es decir, es el ser [Seyn] o la inmediatez que no tiene la mediación fuera de ella, sino que es esa misma mediación.
Algunas aclaraciones
X56X = Es decir, el cognoscente, retrayéndose de aquello que conoce y concibe, en la propia acción de representárselo y hacerse idea de ello, es el no-ser de aquello que se representa y concibe y que mediante análisis él trae y reduce al elemento del pensamiento, conviertiéndose en la sustancia en la que lo así representado y analizado inhiere.
Conversaciones en Madrid
[32] Analizar una representación, tal como ha solido hacerse, no era otra cosa que cancelar la forma en que era familiar y conocida. Descomponer una representación en sus elementos originarios es retornar a esos momentos suyos que, cuando menos, no tengan la forma de la representación encontrada, sino que constituyan la propiedad inmediata del sí-mismo. Ciertamente, este análisis no llegaría más que a pensamientos que ya son, ellos mismos, determinaciones conocidas y familiares, firmes y en reposo. Pero esto separado X47X,2geschiedene: podría ser también, disociado, el resultado del análisis. Igualmente en lo que sigue, a propósito del entendimiento. esto que no es ello mismo efectivamente real, es un momento esencial; pues lo concreto, sólo porque se separa y se hace algo que no es efectivamente real, es por lo que es lo que se mueve. La actividad de separar es la fuerza y el trabajo del entendimiento, el más grande y maravilloso de los poderes, o más bien, el poder absoluto. El círculo que reposa cerrado dentro de sí y mantiene sus momentos como substancia es la relación inmediata y no es, por eso, nada portentoso. Pero que lo accidental en cuanto tal, separado de su entorno, lo que está atado y es efectivamente real sólo en su conexión con otro, alcance una existencia propia y una libertad particularizada: esa es la fuerza descomunal de lo negativo; es la energía del pensar, del yo puro. La muerte, si queremos llamar así a aquella inefectividad, es lo más pavoroso, y mantener aferrado lo muerto es lo que requiere una fuerza suprema. La belleza que no tiene fuerza odia al entendimiento, porque éste le exige que haga lo que ella no es capaz de hacer. Pero la vida del espíritu no es la vida que se asusta de la muerte y se preserva pura de la devastación, sino la que la soporta y se mantiene en ella. El espíritu sólo gana su verdad en tanto que se encuentre a sí mismo en el absoluto desgarramiento. Él no es ese poder como lo positivo que aparta los ojos de lo negativo, como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso, y liquidado eso, nos alejamos de ello y pasamos a cualquier otra cosa; sino que sólo es este poder en tanto que le mira a la cara a lo negativo, se demora en ello. Este demorarse es la fuerza mágica que torna lo negativo en el ser. — Tal fuerza es lo mismo que más arriba se ha llamado sujeto, el cual, al darle en su elemento existencia a la determinidad, cancela la inmediatez abstracta, esto es, la que es sólo en general, y es así la substancia de verdad, el ser, o bien la inmediatez que no tiene a la mediación fuera de ella, sino que es ésta misma.
Conversations in Washington
[32] [32]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition As it used to be carried out, the analysis of a representation was indeed nothing but the sublation of the form of its familiarity.4Bekanntseins To break up a representation into its original elements is to return to its moments, which at least do not have the form of a representation which one has simply stumbled across, but which instead constitute the immediate possession of the self. To be sure, this analysis would only arrive at thoughts which are themselves familiar and fixed, or it would arrive at motionless determinations. However, what is separated, the non-actual itself, is itself an essential moment, for the concrete is self-moving only because it divides itself and turns itself into the non-actual. The activity of separating is the force and labor of the understanding, the most astonishing and the greatest of all the powers, or rather, which is the absolute power. The circle, which, enclosed within itself, is at rest and which, as substance, sustains its moments, is the immediate and is, for that reason, an unsurprising relationship. However, the accidental, separated from its surroundings, attains an isolated freedom and its own proper existence only in its being bound to other actualities and only as existing in their context; as such, it is the tremendous power of the negative; it is the energy of thinking, of the pure I. Death, if that is what we wish to call that non-actuality, is the most fearful thing of all, and to keep and hold fast to what is dead requires only the greatest force. Powerless beauty detests the understanding because the understanding expects of her what she cannot do. However, the life of spirit is not a life that is fearing death and austerely saving itself from ruin; rather, it bears death calmly, and in death, it sustains itself. Spirit only wins its truth by finding its feet in its absolute disruption. Spirit is not this power which, as the positive, avoids looking at the negative, as is the case when we say of something that it is nothing, or that it is false, and then, being done with it, go off on our own way on to something else. No, spirit is this power only by looking the negative in the face and lingering with it. This lingering is the magical power that converts it into being. – This power is the same as what in the preceding was called the subject, which, by giving existence to determinateness in its own element, sublates abstract immediacy, or, is only existing immediacy, and, as a result, is itself the true substance, is being, or, is the immediacy which does not have mediation external to itself but is itself this mediation.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
EN CONSTRVCCION