Gespräche in der Dämmerung 00008
Parte de:
Prefacio (Prólogo) [Vorrede]
[La actual situación del espíritu]
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Gespräche in Jena
[8] Dieser Forderung entspricht die angestrengte und fast eifernd und gereizt sich zeigende Bemühung, die Menschen aus der Versunkenheit ins Sinnliche, Gemeine und Einzelne herauszureißen und ihren Blick zu den Sternen aufzurichten; als ob sie, des Göttlichen ganz vergessend, mit Staub und Wasser, wie der Wurm, auf dem Punkte sich zu befriedigen stünden. Sonst hatten sie einen Himmel mit weitläufigem Reichtume von Gedanken und Bildern ausgestattet. Von allem, was ist, lag die Bedeutung in dem Lichtfaden, durch den es an den Himmel geknüpft war; an ihm, statt in dieser Gegenwart zu verweilen, glitt der Blick über sie hinaus, zum göttlichen Wesen, zu einer, wenn man so sagen kann, jenseitigen Gegenwart hinauf. Das Auge des Geistes mußte mit Zwang auf das Irdische gerichtet und bei ihm festgehalten werden; und es hat einer langen Zeit bedurft, jene Klarheit, die nur das Überirdische hatte, in die Dumpfheit und Verworrenheit, worin der Sinn des Diesseitigen lag, hineinzuarbeiten und die Aufmerksamkeit auf das Gegenwärtige als solches, welche Erfahrung genannt wurde, interessant [16] und geltend zu machen. – Jetzt scheint die Not des Gegenteils vorhanden, der Sinn so sehr in dem Irdischen festgewurzelt, daß es gleicher Gewalt bedarf, ihn darüber zu erheben. Der Geist zeigt sich so arm, daß er sich, wie in der Sandwüste der Wanderer nach einem einfachen Trunk Wassers, nur nach dem dürftigen Gefühle des Göttlichen überhaupt für seine Erquickung zu sehnen scheint. An diesem, woran dem Geiste genügt, ist die Größe seines Verlustes zu ermessen.
Conversaciones en Valencia
[8] Esta exigencia responde a ese comprimido y tenso esfuerzo, a ese esfuerzo que tan afanoso y excitado se muestra por arrancar al hombre de su estar sumido en lo sensible, en lo vulgar, en lo particular, y por dirigir la mirada de los hombres a las estrellas; como si los hombres, olvidándose por entero de lo divino, estuvieran a punto de darse por satisfechos con el polvo y el agua, como hace el gusano. Antaño tenían un cielo provisto de una inmensa riqueza de pensamientos e imágenes. El significado e importancia de todo lo que es [de todo cuanto hay] radicaba en el hilo de luz por el que [todo eso que es] quedaba anudado al cielo; por ese hilo de luz, la mirada, en lugar de demorarse en esta presencia y actualidad de ello, se deslizaba allende esa presencia, a la esencia divina, se levantaba, si puede hablarse así, a una actualidad allende la actualidad [a una presencia, a una actualidad, allende lo presente y actual]. Era menester coerción para dirigir el ojo del espíritu a lo terreno y retenerlo en ello, y fue preciso mucho tiempo para que aquella claridad que sólo lo supraterreno tenía, quedase retrabajada y encauzada hacia dentro de ese elemento sordo y confuso en que radica el sentido del más acá, y la atención a lo presente y actual como tal, que es lo que se llamó experiencia, acaparase todo el interés y acabara imponiéndose. — Pero ahora parece darse la necesidad de lo contrario, el sentido ha agarrado hasta tal punto en lo terreno [está tan fuertemente enraizado en lo terreno], que sería menester una coerción similar para levantarlo por encima de ello. El espíritu se muestra tan pobre que, así como el peregrino que anda perdido en las arenas del desierto se conformaría con un simple sorbo de agua, así también el espíritu sólo parece aspirar a refrescarse y aliviarse con ese somero y paupérrimo sentimiento de lo divino en general. Y, precisamente por aquello con que el espíritu se conforma, puede medirse la magnitud de su pérdida [es decir, de la pérdida en que el espíritu anda].
Conversaciones en Madrid
[8] A esta exigencia le corresponde ese esfuerzo denodado que, mostrándose al borde del encono y del arrebato, trata de arrancar a los hombres de su anegamiento en lo sensible, en lo común y singular, para dirigir su mirada hacia las estrellas: como si ellos, olvidando del todo lo divino, estuvieran en el punto de satisfacerse con polvo y con agua, cual gusanos. Antaño, adornaban un cielo con vastas riquezas de pensamientos e imágenes. El significado de todo lo que es residía en el hilo de luz por el que se hallaba atado a ese cielo; y en lugar de permanecer en este presente,la mirada se deslizaba más allá de él subiendo por el hilo, hasta el ser divino, hasta una presencia, si así puede decirse, en el más allá. Hubo que forzar al ojo del espíritu a dirigirse hacia lo terrenal, y sujetarlo ahí; y ha hecho falta mucho tiempo para introducir trabajosamente aquella claridad, que sólo lo supraterrenal tenía, en el abotargamiento y la confusión donde residía el sentido de lo de más acá, y para hacer válida e interesante la atención a lo presente como tal, a lo que se denominó experiencia XX*X.1Vide infra Algunas aclaraciones XX*X. —Ahora parece darse la necesidad de lo contrario; el sentido parece estar tan firmemente arraigado en lo terrenal que requiere de la misma violencia para levantarlo de ahí. El espíritu se muestra tan pobre que, como el caminante que en el desierto de arena anhela un simple sorbo de agua, él parece ya sólo anhelar, para refrescarse, el indigente sentimiento de lo divino como tal. En esto con lo que el espíritu se contenta ha de medirse la magnitud de su pérdida.
Algunas aclaraciones
XX*X
Hegel piensa seguramente en Francis Bacon, a quien en sus Lecciones de Historia de la Filosofía llamará el general de los Erfahrungs-Philosophen, de los «filósofos de la experiencia» (claro que una «experiencia» muy distinta de la de la conciencia de la Fenomenología). Cf. Bacon, F.: Novum organum cientiarum. Liber primus. Aphorismus LXXX, LXXII, en Francisci Baconi

de Verulamio, Vice-Comitis S. Albani, Summi Angliae Cancellarii, opera omnia, quae extant: philosophica, moralia, politica, historica in quihus complures alii tractatus, quoa brevitatia causa praetermittere visum est, comprehensi sunt. Hactenus nun quam conjunctim edita […] lmpensis Joannis Baptistae Schonwetteri, Frankfurt am Main, 1665, 295 y sigs; cf. Hegel: Zum Begriff der Eifahrung bei Bacon, en Georg Wilhelm Friedrich Hegel’s Werke, Vollstandige Ausgabe durch einen Verein von Freunden des Verewigten, Berlín, 1832 y sigs. Ed. de D. Karl Ludwig Michelet, vol. 15: Vorlesungen überdie Geschichte der Philosophie, p. 278.
Conversations in Washington
[8] [8]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition Corresponding to this requirement is a laborious and almost petulant zeal to save mankind from its absorption in the sensuous, the vulgar, and the singular. It wishes to direct people’s eyes to the stars, as if they had totally forgotten the divine and, as if they were like worms, each and all on the verge of finding satisfaction in mere dirt and water. There was a time when people had a heaven adorned with a comprehensive wealth of thoughts and images. The meaning of all existence lay in the thread of light by which it was bound to heaven and instead of lingering in this present, people’s view followed that thread upwards towards the divine essence; their view directed itself, if one may put it this way, to an other-worldly present. It was only under duress that spirit’s eyes had to be turned back to what is earthly and to be kept fixed there, and a long time was needed to introduce clarity into the dullness and confusion lying in the meaning of things in this world, a kind of clarity which only heavenly things used to have; a long time was needed both to draw attention to the present as such, an attention that was called experience, and to make it interesting and to make it matter. – Now it seems that there is the need for the opposite, that our sense of things is so deeply rooted in the earthly that an equal power is required to elevate it above all that. Spirit has shown itself to be so impoverished that it seems to yearn for its refreshment only in the meager feeling of divinity, very much like the wanderer in the desert who longs for a simple drink of water. That it now takes so little to satisfy spirit’s needs is the full measure of the magnitude of its loss.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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OFFICĪNA PHILOSOPHŌRVM ***