Epistula Septima Pla003
Parte de:
Epístolas platónicas / Carta VII
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Ἐπιστολὴ Ζ΄ (003)
Ταύτην δὴ τὴν διάνοιαν ἔχων εἰς Ἰταλίαν τε καὶ Σικελίαν ἦλθον, ὅτε πρῶτον ἀφικόμην. Ἐλθόντα δέ με ὁ ταύτῃ λεγόμενος αὖ βίος εὐδαίμων, Ἰταλιωτικῶν τε καὶ Συρακουσίων τραπεζῶν πλήρης, οὐδαμῇ οὐδαμῶς ἤρεσεν, δίς τε τῆς ἡμέρας ἐμπιμπλάμενον ζῆν καὶ μηδέποτε κοιμώμενον μόνον νύκτωρ, [326ξ] καὶ ὅσα τούτῳ ἐπιτηδεύματα συνέπεται τῷ βίῳ: ἐκ γὰρ τούτων τῶν ἐθῶν οὔτ᾽ ἂν φρόνιμος οὐδείς ποτε γενέσθαι τῶν ὑπὸ τὸν οὐρανὸν ἀνθρώπων ἐκ νέου ἐπιτηδεύων δύναιτο —οὐχ οὕτως θαυμαστῇ φύσει κραθήσεται— σώφρων δὲ οὐδ᾽ ἂν μελλήσαι ποτὲ γενέσθαι, καὶ δὴ καὶ περὶ τῆς ἄλλης ἀρετῆς ὁ αὐτὸς λόγος ἂν εἴη, πόλις τε οὐδεμία ἂν ἠρεμήσαι κατὰ νόμους οὐδ᾽ οὑστινασοῦν ἀνδρῶν οἰομένων ἀναλίσκειν μὲν δεῖν [326δ] πάντα εἰς ὑπερβολάς, ἀργῶν δὲ εἰς ἅπαντα ἡγουμένων αὖ δεῖν γίγνεσθαι πλὴν ἐς εὐωχίας καὶ πότους καὶ ἀφροδισίων σπουδὰς διαπονουμένας: ἀναγκαῖον δὲ εἶναι ταύτας τὰς πόλεις τυραννίδας τε καὶ ὀλιγαρχίας καὶ δημοκρατίας μεταβαλλούσας μηδέποτε λήγειν, δικαίου δὲ καὶ ἰσονόμου πολιτείας τοὺς ἐν αὐταῖς δυναστεύοντας μηδ᾽ ὄνομα ἀκούοντας ἀνέχεσθαι.
Epístola VII (003)
Con tales pensamientos llegué a Italia y a Sicilia, la primera vez que arribé X*aX.1Hacia el año 388 a.C., en que Platón tenía unos cuarenta años. Recién llegado, la vida, allí llamada «bienaventurada»: la de italianos y siracusanos X*bX,2Cfr. República 404d. Era proverbial en la Antigüedad el lujo de los banquetes de estas regiones, que describe Ateneo (VII 527) para referirse a los refinamientos de los sibaritas. Vide Gorgias 518b, o Aristófanes, fr. 216. la de a mesas siempre puestas, en manera alguna me agradó, —eso de vivir hartándose de comer dos veces al día y jamás dormir a solas por la noche y las demás usanzas que a tal género de vida siguen. Porque de tales costumbres no puede ni [326c] resultar jamás sensato ninguno de los que, bajo tal cielo, y desde joven, esté así ocupado —que no es ésta manera de hacerse una naturaleza admirable—, ni tampoco llegará nadie jamás a morigerado; y la misma razón valdría respecto de las demás virtudes. Además: ninguna Ciudad puede ser estable ni en cuanto a leyes ni de ninguna otra manera, si los [326d] ciudadanos piensan se ha de gastar todo en francachelas; y juzgan, por otra parte, deber estar ociosos en todo menos para comilonas y bebederas, —trabajando nada más en empresas de amores. Necesariamente, tales Ciudades no cesan nunca de trastornarse cambiando entre tiranías, oligarquías y democracias X*cX.3Se trata de las tres formas defectuosas de gobierno, que contrastan con los tres tipos correctos: monarquía, aristocracia y república constitucional. Cfr. Político 291d ss., 302b ss. Por otra parte, quienes en ellas mandan no soportan oír ni aun el nombre de régimen político justo, legal y equitativo.
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