Gespräche in der Dämmerung 00753
Parte de:
C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / C. La religión revelada [C. Die offenbare Religion]
[La pérdida y la memoria; el historicismo; las figuras del belén]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[753] In dem Rechtszustande ist also die sittliche Welt und die Religion derselben in dem komischen Bewußtsein versunken und das unglückliche das Wissen dieses ganzen Verlustes. Sowohl der Selbstwert seiner unmittelbaren Persönlichkeit ist ihm verloren als [der] seiner vermittelten, der gedachten. Ebenso ist das Vertrauen in die ewigen Gesetze der Götter, wie die Orakel, die das Besondere zu wissen taten, verstummt. Die Bildsäulen sind nun Leichname, denen die belebende Seele, so wie die Hymne Worte, deren Glauben entflohen ist, die Tische der Götter ohne geistige Speise und Trank, und aus seinen Spielen und Festen kommt dem Bewußtsein nicht die freudige Einheit seiner mit dem Wesen zurück. Den Werken der Muse fehlt die Kraft des Geistes, dem aus der Zermalmung der Götter und Menschen die Gewißheit seiner selbst hervorging. Sie sind nun das, was sie für uns sind, – vom Baume gebrochene schöne Früchte: ein freundliches Schicksal reichte sie uns dar, wie ein Mädchen [547] jene Früchte präsentiert; es gibt nicht das wirkliche Leben ihres Daseins, nicht den Baum, der sie trug, nicht die Erde und die Elemente, die ihre Substanz, noch das Klima, das ihre Bestimmtheit ausmachte, oder den Wechsel der Jahreszeiten, die den Prozeß ihres Werdens beherrschten. – So gibt das Schicksal uns mit den Werken jener Kunst nicht ihre Welt, nicht den Frühling und Sommer des sittlichen Lebens, worin sie blühten und reiften, sondern allein die eingehüllte Erinnerung dieser Wirklichkeit. – Unser Tun in ihrem Genüsse ist daher nicht das gottesdienstliche, wodurch unserem Bewußtsein seine vollkommene, es ausfüllende Wahrheit würde, sondern es ist das äußerliche Tun, das von diesen Früchten etwa Regentropfen oder Stäubchen abwischt und an die Stelle der inneren Elemente der umgebenden, erzeugenden und begeistenden Wirklichkeit des Sittlichen das weitläufige Gerüst der toten Elemente ihrer äußerlichen Existenz, der Sprache, des Geschichtlichen usf. errichtet, nicht um sich in sie hineinzuleben, sondern nur um sie in sich vorzustellen. Aber wie das Mädchen, das die gepflückten Früchte darreicht, mehr ist als die in ihre Bedingungen und Elemente, den Baum, Luft, Licht usf. ausgebreitete Natur derselben, welche sie unmittelbar darbot, indem es auf eine höhere Weise dies alles in den Strahl des selbstbewußten Auges und der darreichenden Gebärde zusammenfaßt, so ist der Geist des Schicksals, der uns jene Kunstwerke darbietet, mehr als das sittliche Leben und Wirklichkeit jenes Volkes, denn er ist die Erinnerung des in ihnen noch veräußerten Geistes, – er ist der Geist des tragischen Schicksals, das alle jene individuellen Götter und Attribute der Substanz in das eine Pantheon versammelt, in den seiner als Geist selbst bewußten Geist.
Conversaciones en Valencia
[La pérdida y la memoria; el historicismo; las figuras del belén]
[753]1Epígrafe: La pérdida y la memoria; el historicismo; las figuras del belén. En el Estado de derecho, pues, el mundo ético y la religión de ese mundo ético se han hundido [o se han ido a pique] en la conciencia cómica, y la conciencia desgraciada es el saber de toda esa pérdida X117X.2Vide infra Algunas aclaraciones X117X. a esa conciencia no sólo se le pierde, no sólo le queda perdido, el autovalor de su personalidad inmediata [el valor que ella pueda atribuir a esa su personalidad inmediata, a la persona jurídica], sino también el de su personalidad mediada, el de su personalidad pensada [el de la autonomía estoica del pensamiento]. Y asimismo ha enmudecido [por supuesto] la confianza en las leyes eternas de los dioses, al igual que la confianza en los oráculos que hacían saber lo particular [das Besondere]. Las estatuas sólo son cadáveres de los que se ha escapado el alma que les daba vida, así como los himnos se quedan en palabras de las que ha huido la fe; las mesas de los dioses están sin comida ni bebida espiritual, y en sus juegos y fiestas [en los juegos y fiestas de la conciencia] no resuena ya para la conciencia la antaño exultante unidad de sí con la esencia. A las obras de la musa les falta la fuerza espíritu, al cual espíritu le nació [le ha nacido] la certeza de sí precisamente en el quedar hechos polvo los dioses y los hombres. Esas obras sólo son ya aquello que son para nosotros: bellos frutos arrancados del árbol, que un destino amigable nos lega como una muchacha que nos regalase esos frutos; pero ya no hay lo que era la vida real de su existencia [de la existencia de esos frutos], ya no existe el árbol que los produjo, tampoco existe la tierra ni los elementos que fueron su sustancia, ni tampoco el clima que les daba sabor y les otorgaba sazón [que constituía la determinidad de esos frutos], ni el ritmo de las estaciones que iluminaron el proceso mediante el que esos frutos maduraron. — Así, a nosotros, el destino, con las obras de aquel arte, no nos ha dado el mundo de esas obras, no nos ha dado la primavera y el estío de la vida ética en el que esas obras florecieron y maduraron, sino sólo la embozada o velada memoria de su realidad [es decir, la sugerencia de que somos interiorización de esa realidad] X118X.3Creo que en estas líneas Hegel está evocando ideas de Schiller en «Los dioses de Grecia» y de Hölderlin en «Pan y vino». — Nuestro hacer, al gozar de esas obras, no es ya un culto a los dioses mediante el que a nuestra conciencia le resultase su perfecta verdad [la perfecta verdad, la acabada verdad de esa conciencia] que acabase llenándola [que acabase llenando esa nuestra conciencia], sino que sólo es un hacer externo, que se limita a limpiar de esos frutos las gotas de lluvia y el polvo, y que en lugar de la envolvente realidad de lo ético, [una realidad] engendradora y suscitadora, lo que erige es el complicado armazón de los elementos muertos de su existencia externa [los elementos de la existencia externa de lo ético], del lenguaje, de lo histórico, etc., pero no para acabar morando dentro de ellos, sino sólo para podérnoslos representar nosotros en el aspecto que tuvieron dentro de sí [pero sin poder vivir nosotros ya en ellos] X119X.4Conciencia historicista, pues. Recuérdese que Hegel tiene ya detrás a Herder, que murió en Weimar en 1803. En los caps. VI y VII Hegel lleva lo mucho que toma de Herder a un terreno muy distinto al de éste. Pero así como la muchacha que nos ofrece los frutos que ha cogido es algo más que la naturaleza de esos frutos desplegada en sus condiciones y elementos, como son el árbol, el aire, la luz, etc., [pero así como esa muchacha que nos ofrece los frutos que ha cogido] es algo más que esa naturaleza que empezó ofreciéndolos, en cuanto de forma superior recoge y resume todo ello en el rayo de luz de su mirada autoconsciente y también en el propio gesto de donárnoslos, así también el espíritu del destino que nos ofrece aquellas obras de arte, o que nos pone delante aquellas obras de arte, es más que la vida ética y que la realidad de aquel pueblo, pues ese espíritu es la memoria [el recuerdo, el recodar, el volver sobre sí, el cobrar conciencia, el volverse interior], es decir, es la interiorización [la Er-innerung] del espíritu todavía enajenado [es decir, del espíritu que en ellas se mantiene todavía en su exterioridad sin saber de sí, sin cobrar conciencia de sí, sin «recordar»], es el espíritu del destino trágico que reúne a todos aquellos dioses individuales y a todos aquellos atributos de la sustancia en un único panteón, en el panteón que representa el espíritu autoconsciente de sí como espíritu.
Algunas aclaraciones
X117X
Por tanto, es el «Estado de derecho» (la libertad abstracta del derecho romano) que Hegel convierte en umbral de la existencia moderna, es el «Estado de Derecho», digo, la figura del espíritu real a cuyo contexto pertenece el enunciado «El self es el ser absoluto» y al que ese enunciado se le trueca en el inverso «El ser absoluto es self», en el cual enunciado inverso se funden para Hegel el destino trágico de la conciencia segura de sí, el Dios hecho hombre y la muerte de Dios. En este punto queda, por lo demás, claro algo sobre lo que ya hemos llamado la atención varias veces: que la conciencia escéptica y la «conciencia desgraciada» desempeñan un papel fundamental en la Fenomenología del espíritu. La razón es que la conciencia escéptica (aquí en la forma de conciencia cómica) y la «conciencia desgraciada» como destino trágico de la conciencia cómica, son (tal como Hegel está planteando aquí las cosas) la forma directa e inversa de un mismo enunciado último, al que la Fenomenología del espíritu trata de reducirse en su intento de entenderse como el self moderno dándose alcance a sí misma en su carácter absoluto, no sólo representativamente, es decir, no sólo en términos de religión, no sólo en el protestantismo, sino también conceptualmente, es decir, también en la filosofía.
X118X
Creo que en estas líneas Hegel está evocando ideas de Schiller en «Los dioses de Grecia» y de Hölderlin en «Pan y vino».
X119X
Conciencia historicista, pues. Recuérdese que Hegel tiene ya detrás a Herder, que murió en Weimar en 1803. En los caps. VI y VII Hegel lleva lo mucho que toma de Herder a un terreno muy distinto al de éste.
Conversaciones en Madrid
[753] En el estado jurídico, pues, el mundo ético y su religión zozobraban en la conciencia cómica, y la conciencia desdichada es el saber de toda esta pérdida. Se le han perdido tanto el valor que se daba a sí misma por su personalidad inmediata como el de su personalidad mediata, la pensada. Asimismo, ha enmudecido la confianza en la ley eterna de los dioses y en los oráculos, que permitían saber lo particular. Las estatuas son ahora cadáveres de los que se ha esfumado el alma que las animaba, y los himnos, palabras de las que ha escapado la fe; las mesas de los dioses están sin comida ni bebida espiritual, y sus juegos y festines no le devuelven a la conciencia la jubilosa unidad de sí con la esencia. A las obras de las musas les falta le fuerza del espíritu, a quien la certeza de sí mismo le brotaba del aplastamiento de los dioses y los hombres. Ahora son lo que son para nosotros: bellos frutos arrancados de los árboles, un destino amistoso nos los ofrecía como los regalaría una muchacha; no hay la vida efectiva de su existencia, no hay el árbol que los sostenía, ni la tierra y los elementos que eran su substancia, ni el clima que constituía su determinidad, o el cambio de las estaciones que dominaban el proceso en el que llegaban a ser. — Así, el destino, con las obras de ese arte, no nos da su mundo, ni la primavera y el verano de la vida ética en la que florecían y maduraban, sino, únicamente, el recuerdo velado de esa realidad efectiva. — Por eso, nuestra actividad al disfrutarlos no es la del servicio divino por el que a nuestra conciencia le adviniera su verdad perfecta que la llenase, sino que es la actividad exterior que frota estos frutos para quitarles las gotas de lluvia o el polvo, y que, en lugar de los elementos internos de la realidad efectiva de lo ético, que los rodea, produce y les insufla espíritu, erige el amplio andamio de los elementos muertos de su existencia exterior, del lenguaje, de lo histórico, etc., no para hacerse una vida dentro de ellos, sino sólo para imaginarlos dentro de sí. Pero igual que la muchacha que nos ofrece el fruto que ha arrancado es más que la naturaleza del fruto desplegada en sus condiciones y elementos, en el árbol, el aire, la luz, etc., que ella ofrece de manera inmediata, al reunir todo esto, de un modo superior, en sus ojos radiantes y conscientes de sí X175X5Selbstbewußt. En realidad, resuena aquí el significado corriente de la palabra en alemán, que no es tanto el filósofo de «autoconsciente» como el de «orgullo», «seguro de sí mismo», «confiado». Mantengo la traducción literal de «consciente de sí», por el paralelo con el espíritu unas líneas más abajo. y en su gesto de ofrenda, del mismo modo, el espíritu que nos ofrece esas obras de arte es más que la vida ética y la realidad efectiva de ese pueblo, pues él. el espíritu, es el recuerdo que interioriza al espíritu que estaba todavía enajenado, exteriorizado X176X6Veräußert. En realidad, veräußern es sinónimo de entäußern, pero Hegel sólo utiliza este verbo aquí. en ellos: es el espíritu del destino trágico que congrega a todos aquellos dioses individuales y atributos de la substancia en un único panteón, el de su espíritu autoconsciente de sí en cuanto espíritu.
Algunas aclaraciones
X175X = Selbstbewußt. En realidad, resuena aquí el significado corriente de la palabra en alemán, que no es tanto el filósofo de «autoconsciente» como el de «orgullo», «seguro de sí mismo», «confiado». Mantengo la traducción literal de «consciente de sí», por el paralelo con el espíritu unas líneas más abajo.
X176X = Veräußert. En realidad, veräußern es sinónimo de entäußern, pero Hegel sólo utiliza este verbo aquí.
Conversations in Washington
[753] [753]7We kept the numeration given by the editor in the printed edition In the state of legality, therefore, the ethical world and its religion have been absorbed into the comic consciousness, and the unhappy consciousness is the knowing of this entire loss. Lost to it are both the self-worth of its immediate personality as well as that of its mediated, conceived8der gedachten self-worth. Likewise, the trust in the eternal laws of the gods fades away, as do the oracles who knew what to do in the particular cases. The statuary columns are now corpses from which the animating soul has escaped, just as the hymns are now words from which belief has fled. The tables of the gods are without spiritual food and drink, and consciousness does not receive back from its games and festivals the joyful unity of itself with the essence. The works of the muse lack the force of the spirit which, from out of the crushing of the gods and of man, has engendered its certainty of itself. They are now what they are for us – beautiful fruit broken off from the tree, a friendly fate passing those works on to us as a gift, in the way a young girl might present that fruit; the actual life in which that fruit existed no longer exists, nor does the tree that bore them, nor the earth and the elements that constituted their substance, nor the climate that constituted their determinateness, nor the alternation of the seasons that governed the process of their coming-to-be. – With those works of art, fate does not give us their world, does not give us the spring and summer of the ethical life in which they bloomed and ripened; rather, it gives us solely the veiled remembrance of this actuality. – In our enjoyment of them, our doing is thus not that of the divine worship, which would result in its complete truth filling out our consciousness. Rather, our doing is external, which wipes off some drop of rain or speck of dust from these fruits, and, in place of the inner elements of the actuality of the ethical that surround it, create it, and give spirit to it, we erect the extensive framework of the dead elements of their outward existence, their language, their history, etc., not in order to live in those elements ourselves, but only to represent them as they were in themselves. However, the young girl who presents us the plucked fruits as a gift is more than the nature that immediately provided them, more than the nature that unfurls into their conditions and elements, into the trees, air, light, etc., while in a higher way she gathers all this together into the gleam of her self-conscious eye and her offertory gesture; just as she is more than that nature, so too the spirit of the fate that provides us with those works of art is more than the ethical life and actuality of that people, for it is the inwardizing-recollecting9die Er-Innerung of the spirit in them that was still alienated,10veräußerten; or “divested of itself” – it is the spirit of the tragic fate that collects all those individual gods and attributes of the substance into the one pantheon, into the self-conscious spirit conscious of itself as spirit.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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