Gespräche in der Dämmerung 00742
Parte de:
C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]
[La tragedia y el despoblamiento del cielo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[742] Aber auch die Personen des göttlichen Wesens selbst sowie die Charaktere seiner Substanz gehen in die Einfachheit des Bewußtlosen zusammen. Diese Notwendigkeit hat gegen das Selbstbewußtsein die Bestimmung, die negative Macht aller auftretenden Gestalten zu sein, in ihr sich selbst nicht zu erkennen, sondern darin vielmehr unterzugehen. Das Selbst tritt nur den Charakteren zugeteilt auf, nicht als die Mitte der Bewegung. Aber das Selbstbewußtsein, die einfache Gewißheit seiner, ist in der Tat die negative Macht, die Einheit des Zeus, des substantiellen Wesens und der abstrakten Notwendigkeit; es ist die geistige Einheit, worein alles zurückgeht. Weil das wirkliche Selbstbewußtsein noch von der Substanz und dem Schicksale unterschieden wird, ist es teils der Chor oder vielmehr die zuschauende Menge, welche diese Bewegung des göttlichen Lebens als ein Fremdes mit Furcht erfüllt oder in der sie als ein Nahes nur die Rührung des nicht handelnden Mitleidens hervorbringt. Teils, insofern das Bewußtsein mithandelt und den Charakteren angehört, ist diese Vereinigung, weil die wahre, die des Selbsts, des Schicksals und der Substanz noch nicht vorhanden ist, eine äußerliche, eine Hypokrisie; der Held, der vor dem Zuschauer auftritt, zerfällt in seine Maske und in den Schauspieler, in die Person und das wirkliche Selbst.
Conversaciones en Valencia
[742] Pero también las personas [las máscaras] del ser divino mismo, al igual que los caracteres de su sustancia [que los caracteres dramáticos de la sustancia del ser divino], vienen a juntarse en la simplicidad de lo inconsciente, de lo carente de conciencia. Esta necesidad [pues a eso nos referimos con «inconsciente»] tiene frente a la autoconciencia la determinación de ser el poder negativo de todas las figuras que aparecen [tanto de las figuras directas o indirectas de lo divino, como de los poderes de la sustancia], de no reconocerse éstas en ese poder, sino más bien de irse a pique en él. El self aparece solamente como asignado a los caracteres, pero no como el término medio del movimiento. Ahora bien, la autoconciencia, la certeza simple del coro, es efectivamente [y es de hecho] el poder negativo, la unidad de Zeus, es decir, la unidad del ser sustancial y de la necesidad abstracta, es la unidad espiritual a la que todo retorna. Porque la autoconciencia real es todavía algo distinto [se la distingue aún] de la sustancia y del destino X98X,1Téngase presente que después será ella la que se convierta en destino, pero todavía no. resulta que esa autoconciencia es en parte el coro, o más bien la multitud de espectadores que asiste al espectáculo, y a la que este movimiento de la vida divina, en cuanto algo que le es extraño, la llena de terror, o a la que ese movimiento, en cuanto algo próximo, sólo suscita la conmiseración que no actúa [es decir, en la que no se actúa, es decir, carente de actuación, esto es, sólo contemplativa]. Y en parte, en cuanto la conciencia coactúa y pertenece a los caracteres [a las dramatis personae], resulta que esa unión [es decir, la de Zeus, la del ser sustancial y la necesidad abstracta] es una unión externa, una hypokrisis, una «hipocresía» [un fingimiento, pues la unión verdadera que es la unión del self, el destino y la sustancia, todavía no se ha producido]; el héroe, que aparece ante el espectador, se descompone en su máscara y en el actor, es decir, en la persona y en el self real.
Algunas aclaraciones
X98X = Téngase presente que después será ella la que se convierta en destino, pero todavía no.
Conversaciones en Madrid
[742] Pero también los personajes de la esencia divina misma, así como los caracteres de su substancia, convergen en la simplicidad de lo que no tiene conciencia. Frente a la autoconciencia, esta necesidad tiene la determinación de ser el poder negativo de todas las figuras que entran en escena, de no reconocerse a sí misma en ese poder, sino, más bien, hundirse en él. El sí-mismo entra en escena solamente asignado a los caracteres, no como el término medio del movimiento. Pero la autoconciencia, la simple certeza de sí, es, de hecho, el poder negativo, la unidad de Zeus, de la esencia substancial y de la necesidad abstracta, es la unidad espiritual a la que todo retorna. La autoconciencia efectiva, por ser todavía diferente de la substancia y del destino, es, por una parte, el coro, o mejor dicho, la multitud espectadora que llena de temor este movimiento de la vida divina como algo extraño, o en la que ese movimiento sólo produce, como algo cercano, la conmoción de la compasión que no actúa. Por otra parte, en la medida en que la conciencia también actúa y pertenece a los caracteres, esta unificación, dado que la verdadera, la del sí-mismo, la del destino y la de la substancia, no se halla presente todavía, es una unificación exterior, una hipocresía X*X;2Hegel hace un juego de palabras. El hypocrités, en griego, era también el actor. el héroe que entra en escena ante los espectadores se descompone en su máscara y en el actor, en el personaje y en el sí mismo realmente efectivo.
Algunas aclaraciones
X*X = Hegel hace un juego de palabras. El hypocrités, en griego, era también el actor.
Conversations in Washington
[742] [742]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, the persons of the divine essence itself, as well as the characters of its substance, merge into the simplicity of the unconscious. As opposed to self-consciousness, this necessity has the determination of being the negative power of all the shapes coming on the scene, of those shapes then not cognizing themselves in it but rather instead meeting their downfall. The self enters the scene only distributed among the characters, not as the mediating middle of the movement. However, self-consciousness, the simple certainty of itself, is in fact the negative power, the unity of Zeus, the unity of the substantial essence and abstract necessity; it is the spiritual unity into which everything returns. Because actual self-consciousness is still distinguished both from substance and from fate, it is in part the chorus, or rather is instead the crowd looking on, which this movement of the divine life as something alien suffuses with fear, or in which this movement, as something close to them, as touching them, brings forth an inactive compassion. Partly to the extent that consciousness acts in unison with the characters and belongs to them, is this union an external one, because the true union, namely, that of self, fate, and substance, is not yet present and available. This union is thus hypocrisy, and the hero who appears before the spectators fragments into both his mask and into the actor, into the persona4die Person and the actual self.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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