Gespräche in der Dämmerung 00741
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C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / c. La obra de arte espiritual [c. Das geistige Kunstwerk]
[La tragedia y el despoblamiento del cielo]
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Gespräche in Jena
[741] Dieses Schicksal vollendet die Entvölkerung des Himmels, der gedankenlosen Vermischung der Individualität und des Wesens – einer Vermischung, wodurch das Tun des Wesens als ein inkonsequentes, zufälliges, seiner unwürdiges erscheint; denn dem Wesen nur oberflächlich anhängend, ist die Individualität die unwesentliche. Die Vertreibung solcher wesenlosen Vorstellungen, die von Philosophen des Altertums gefordert wurde, beginnt also schon in der Tragödie überhaupt dadurch, daß die Einteilung der Substanz von dem Begriffe beherrscht, die Individualität hiermit die wesentliche und die Bestimmungen die absoluten Charaktere sind. Das Selbstbewußtsein, das in ihr vorgestellt ist, kennt und anerkennt deswegen nur eine höchste Macht und diesen Zeus nur als die Macht des Staats oder des Herdes und, im Gegensatze des Wissens, nur als den Vater des zur Gestalt werdenden Wissens des Besonderen – und als den Zeus des Eides und der Erinnye, des Allgemeinen, im Verborgenen wohnenden Innern. Die weiter aus dem Begriffe in die Vorstellung sich zerstreuenden Momente, die der Chor nacheinander gelten läßt, sind hingegen nicht das Pathos des Helden, sondern sinken ihm zur Leidenschaft herunter, – zu zufälligen [540] wesenlosen Momenten, die der selbstlose Chor wohl preist, aber die nicht fähig sind, den Charakter der Helden auszumachen, noch von ihnen als ihr Wesen ausgesprochen und geachtet zu werden.
Conversaciones en Valencia
[741]1Epígrafe: La tragedia y el despoblamiento del cielo. Este destino consuma el despoblamiento del cielo, es decir, el despoblamiento de esa mezcla de individualidad [Individualität] y esencia [Wesen], ajena al pensamiento o carente de pensamiento, una mezcla por la que el hacer de la esencia aparece como inconsecuente, contingente, indigno de ella; pues al colgar de la esencia sólo superficialmente, al constituir sólo un apéndice superficial de la esencia, la individualidad es lo inesencial. La expulsión o eliminación de tales representaciones carentes de esencia, que tantas veces exigieron los filósofos de la Antigüedad, empieza, pues, ya en la tragedia en general, porque [en la tragedia] la división o escisión o disociación de la sustancia está dominada por el concepto, y, por tanto, la individualidad [Individualität] es la esencial [la individualidad es la individualidad esencial], y las determinaciones [que la acompañan] son los caracteres absolutos [que la máscara y el actor exponen o exhiben]. La autoconciencia que se presenta o representa en la tragedia, sólo conoce y reconoce, por tanto, un poder supremo [a Zeus], y a este Zeus [que esa autoconciencia conoce y reconoce] sólo [lo reconoce] en tres formas; como el poder del Estado o del hogar [primera forma], y (en la contraposición del saber) [lo reconoce] sólo como el padre del saber de lo particular [Besonderes] [es decir, del saber de los individuos implicados que es sólo parcial] en el haber cobrado o en el estar cobrando ese saber forma o figura, es decir, convirtiéndose en carácter [segunda forma], y como el Zeus del Orco y de la erinia, de lo universal, de lo interior que habita en lo oculto y queda en lo oculto [tercera forma]. Los otros momentos que brotando del concepto se van desparramando [o dispersando] en representación o en la representación y que el coro hace valer uno tras otro, sucesivamente, no son, en cambio, el pathos del héroe [el básico poder que mueve al héroe], sino que a él [esos momentos] se le hunden convertidos en afectos o pasiones, es decir, se le hunden convertidos en momentos contingentes, carentes de esencia [es decir, inesenciales], que ese coro carente de self, ciertamente, alaba; pero que no son capaces de constituir el carácter del héroe, o el carácter de los héroes, ni tampoco pueden ser declarados y respetados por los héroes como su esencia.
Conversaciones en Madrid
[741] Este destino completa el despoblamiento del cielo: de la amalgama sin pensamiento de individualidad y esencia, una amalgama por la que la actividad de la esencia aparece como inconsecuente, azarosa e indigna; pues, dependiendo sólo superficialmente de la esencia, la individualidad es individualidad inesencial. La expulsión de tales representaciones sin esencia, reclamada por los filósofos de la Antigüedad X*X,2Probablemente, Hegel está pensando en la crítica de Jenófanes y Platón a las historias acerca de dioses que contaban Homero y Hesíodo. empieza ya como tal, entonces, en la tragedia, por el hecho de que en ella la partición de la substancia está dominada por el concepto, con lo que la individualidad es la individualidad esencial, y las determinaciones son los caracteres absolutos. La autoconciencia que está representada en ella conoce y reconoce, por ello, un único poder supremo, y reconoce a este Zeus como el poder del Estado o del hogar, y dentro de la oposición del saber, lo reconoce sólo como el padre del saber de lo particular, en proceso de hacerse figura; y como el Zeus del juramento y de la Erínea, de lo universal, de lo interno que habita en lo oculto. Además, los momentos que, desde el concepto, se dispersan en la representación, a los que el coro va haciendo valer sucesivamente, no son, en cambio, el pathos del héroe, sino que se rebajan ante el héroe para convertirse en una pasión, en momentos azarosos, sin esencia, que el coro, que no tiene sí-mismo. puede muy bien alabar, pero que no son capaces de constituir el carácter de los héroes, ni de ser enunciados y respetados por ellos como su esencia.
Algunas aclaraciones
X*X = Probablemente, Hegel está pensando en la crítica de Jenófanes y Platón a las historias acerca de dioses que contaban Homero y Hesíodo.
Conversations in Washington
[741] [741]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition This fate completes the depopulation of heaven, of that intermingling of individuality and essence which is devoid of thought – an intermingling through which this essence’s doing appears as inconsistent, contingent, and unworthy of itself. For individuality, when it adheres itself only superficially to essence, is inessential individuality. The expulsion of such essenceless representational thoughts, something demanded by the philosophers of antiquity, thus already begins in tragedy itself because the division of the substance is dominated by the concept, individuality is thereby essential individuality, and the determinations are the absolute characters. The self-consciousness represented in tragedy knows and recognizes on that account only one highest power. This Zeus is known and recognized only as the power of the state or of the hearth and home, and, in the opposition of knowing, only as the father of the knowing of the particular, a knowing that is coming to assume a shape – and as the Zeus of the oath and of the Erinyes, the Zeus of the universal, of the inner which dwells in concealment. The further moments are dispersed into representational thought from out of the concept, and the chorus permits them one after the other to be validly in force; those moments are, however, not the pathos of the hero, but rather, to him, they decline into passions – that is, they have declined into accidental essenceless moments, which the selfless chorus indeed praises but which are neither capable of constituting the character of heroes, nor of being enunciated and revered by the chorus as their essence.
Conversaciones en el Atrium
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