Gespräche in der Dämmerung 00708

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / Cap. VII: La religión [VII. Die Religion] / B. La religión-arte o religión del arte [B. Die Kunstreligion] / a. La obra de arte abstracta [a. Das abstrakte Kunstwerk]

 

[La estatua y el escultor]

Gespräche in Jena

[708] Diese einfache Gestalt hat also die Unruhe der unendlichen Vereinzelung – ihrer sowohl als des Naturelements, das nur als allgemeines Wesen notwendig, in seinem Dasein und Bewegung aber sich zufällig verhält, wie ihrer als des Volks, das, in die besonderen Massen des Tuns und in die individuellen Punkte des Selbstbewußtseins zerstreut, ein Dasein mannigfaltigen Sinnes und Tuns hat – an sich vertilgt und in ruhige Individualität zusammengefaßt. Es steht ihr daher das Moment der Unruhe, ihr – dem Wesen – das Selbstbewußtsein gegenüber, das als die Geburtsstätte derselben für sich nichts übrig behielt, als die reine Tätigkeit zu sein. Was der Substanz angehört, gab der Künstler ganz seinem Werke mit, sich selbst aber als einer bestimmten Individualität in seinem Werke keine Wirklichkeit; er konnte ihm die Vollendung nur dadurch erteilen, daß er seiner Besonderheit sich entäußerte und zur Abstraktion des reinen Tuns sich entkörperte und steigerte. – In dieser ersten unmittelbaren Erzeugung ist die Trennung des Werks und seiner selbstbewußten Tätigkeit noch nicht wieder vereinigt; das Werk ist daher nicht für sich das wirklich beseelte, sondern es ist Ganzes nur mit seinem Werden zusammen. Das Gemeine an dem Kunstwerke, daß es im Bewußtsein erzeugt und von Menschenhänden gemacht ist, ist das Moment des als Begriff existierenden Begriffs, der ihm gegenübertritt. Und wenn dieser, als Künstler oder als Betrachter, das Kunstwerk als an ihm selbst absolut beseelt auszusprechen und sich, den Tuenden oder Schauenden, zu vergessen uneigennützig genug ist, so muß hiergegen der Begriff des Geistes festgehalten werden, der des Moments nicht entbehren kann, seiner selbst bewußt zu sein. Dies Moment aber sieht dem Werke gegenüber, weil [517] er in dieser seiner ersten Entzweiung beiden Seiten ihre abstrakten Bestimmungen des Tuns und Dingseins gegeneinander gibt und ihre Rückkehr in die Einheit, von der sie ausgingen, noch nicht zustande gekommen ist.

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Conversaciones en Valencia

[708] Esa figura simple [estas Gestalten simples, de las que acaba de hablar], esta figura simple, digo, ha eliminado, pues, en sí, y ha reasumido y compuesto y articulado y encuadernado en quieta individualidad la inquiescencia de la infinita particularización (tanto de la particularización en cuanto elemento natural que es necesario sólo como ser [Wesen] universal, pero que en su existencia y movimiento no se comporta sino contingentemente, como de la particularización en cuanto un pueblo que expresándose en las distintas esferas particulares de su hacer, y en los puntos individuales que representan las autoconciencias, tiene una existencia de múltiples sentidos y de múltiples formas de hacer), digo que esa figura simple ha eliminado en sí (dándole compostura) toda aquella inquiescencia de la infinita particularización. [Después de hablar de la diosa, por seguir con el ejemplo de Atenea, el autor pasa a hablar del artista:] A esta forma simple le queda, por tanto, enfrente [o se le enfrenta] el momento de la inquiescencia, es decir, a la esencia le queda enfrente la autoconciencia, la cual, en cuanto lugar de nacimiento de aquella figura simple, o en cuanto lugar donde aquella figura simple se genera [es decir, el artista], no retuvo para sí otra cosa [o no se quedó o no se ha quedado para sí con ninguna otra cosa] que la de ser pura actividad. Pues lo que pertenece a la sustancia, el artista lo cedió [se lo dio] por entero a su obra, pero a sí mismo en cuanto esta individualidad [Individualität] determinada no se dio en su obra ninguna realidad; y el artista sólo pudo otorgar a su obra consumación y plenitud, sólo pudo darle acabamiento, sólo puedo acabarla por vía de enajenarse él de su propia individualidad particular [Einzelnheit], y desencarnándose [descorporeizándose] y sublimándose en la abstracción del puro hacer. — En esta primera generación inmediata, o en este primer inmediato engendrar la obra, todavía no está vuelta a unir la separación entre la obra y su actividad autoconsciente [es decir, entre la obra y la actividad autoconsciente del artista]; la obra no es, por tanto, de por sí lo realmente animado, sino que la obra es un todo sólo conjuntamente con su génesis. Eso que parece tan común y corriente en la obra de arte, a saber: que la obra está engendrada o se engendra en una conciencia [la engendra una conciencia] y es hecha por mano del hombre, eso que parece tan trivial, es el momento del concepto existente como concepto, que se contrapone a la obra X70X.1El pasaje es un buen ejemplo de cómo utiliza Hegel la expresión momento del concepto existente. Este momento del concepto existente (o el momento de concepto existente) consiste en que aquello que precisamente la obra es, la obra lo es en otro distinto que ella, pero como momentos desaparecientes o evanescentes ambos. Y si ese concepto, como artista, o como espectador [si ese concepto considerado por su lado de la actividad del artista o por su lado de contemplación de la obra], es suficiente para declarar la obra de arte absolutamente animada en sí misma [o absolutamente dotada en sí misma de alma], o para que quien la contempla se olvide desinteresadamente X71X2Una referencia a la definición que Kant de lo bello en la Crítica del juicio. de sí, lo que no puede olvidarse, en cambio, y hay que retener muy bien es el concepto de espíritu, el cual concepto no puede prescindir o carecer del momento suyo de serse [el espíritu] consciente de sí mismo. Ahora bien, este momento es [aquí todavía] un momento contrapuesto a la obra [un momento que queda enfrente de ella], ya que, en esta su primera escisión, el espíritu da a ambos lados las determinaciones abstractas, contrapuestas, que esos lados tienen, a saber: a uno la del hacer [Thun] y al otro el de ser cosa [Ding-seyn].

Algunas aclaraciones

X70X = El pasaje es un buen ejemplo de cómo utiliza Hegel la expresión momento del concepto existente. Este momento del concepto existente (o el momento de concepto existente) consiste en que aquello que precisamente la obra es, la obra lo es en otro distinto que ella, pero como momentos desaparecientes o evanescentes ambos.

X71X = Una referencia a la definición que Kant de lo bello en la Crítica del juicio.

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Conversaciones en Madrid

[708] Esta figura simple, entonces, ha aniquilado en sí la inquietud de la singularización infinita: tanto de ella como elemento natural que sólo como esencia universal se comporta según necesidad, pero que en su existencia y movimientos lo hace contingentemente, cuanto de ella como pueblo que, disperso en las masas particulares de la actividad y en los puntos individuales de la autoconciencia, tiene una existencia de sentido y actividad múltiples, y ha recogido esa inquietud en tranquila individualidad. Frente a ella, por tanto, está el momento de la inquietud; frente a ella, la esencia, está la autoconciencia, la cual, siendo el lugar de nacimiento de esa figura, no deja para sí nada más que el ser pura actividad. Lo que pertenece a la substancia, el artista se lo dio totalmente a la obra, mientras que a sí mismo, en cuanto individualidad determinada, no se daba ninguna realidad efectiva en su obra; sólo podía entregarle a la obra su acabamiento exteriorizándose él, despojándose de su particularidad, descorporalizándose y ascendiendo a la abstracción de la pura actividad. — Dentro de esta primera procreación inmediata, la separación de la obra y de su actividad autoconsciente no está todavía reunificada; por eso, la obra no es para sí todavía la obra efectivamente animada, sino que es un todo solamente en conjunción con su devenir. Lo que hay de común y ordinario en la obra de arte, el estar engendrada por la conciencia y hecha por manos humanas, es el momento del concepto que existe como concepto, que se enfrenta a ella. Y si bien éste, ya sea como artista o como espectador, es lo bastante desinteresado de sí para enunciar que la obra de arte está absolutamente animada en ella misma y olvidarse a sí mismo, que actúa o contempla, hay que retener, en cambio, el concepto de espíritu, que no puede prescindir del momento de ser consciente de sí mismo. Pero este momento se enfrenta a la obra, porque el concepto, en esta primera escisión suya, le da a los dos lados sus mutuas determinaciones abstractas de la actividad y del ser cosa, y todavía no se ha producido el retorno a la unidad desde la que partían.

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Conversations in Washington

[708] [708]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition This simple shape has thus eliminated in itself the unrest of infinite isolation – the unrest of its own as well as that of the element of nature, which only conducts itself necessarily as the universal essence, but which in its existence and in its movement conducts itself contingently. It is also the unrest of a people, which, dispersed into the doings belonging to particular social estates and into individual points of self-consciousness, has an existence composed of manifold meanings and doings – and has gathered itself up into a motionless individuality. Hence, the moment of unrest stands over and against this individuality – the essence over and against self-consciousness, which, as the birthplace of that unrest, reserves nothing for itself other than to be pure activity. The artist gave entirely to his works what belonged to the substance, but in his own works he gave no actuality to himself as a determinate individuality; he could as a result only confer perfection on the work by relinquishing himself4sich entäußerte of his particularity, disembodying himself and rising to the abstraction of a pure doing. – In this first immediate creation, the work and his self-conscious activity that were separated have not yet been reunified. The work is thus not what is actually ensouled; rather, it is a whole only in combination with its coming-to-be. What is common to works of art, namely, that a work of art is created in consciousness and is made by human hands, is the moment of the concept existing as concept, which stands over and against the work. And if this concept, taken as the artist or the spectator, is unselfish enough to declare the work of art to be in its own self absolutely ensouled, and if he forgets himself doing or viewing [the work], then in opposition to this, the concept of spirit must be firmly kept in our grasp; it is the concept which cannot dispense with the moment of being conscious of itself. But this moment stands over and against the work because the concept in this, its first estrangement, gives the two aspects, in regard to and in opposition with each other, their abstract determinations of doings and thing-beings.5Ding seins. Their return into the unity from which they originated has not yet come about.

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Conversaciones en el Atrium

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