Gespräche in der Dämmerung 00684

C. (CC.) Die Religion / C. (CC.) La religión

VII. Die Religion / Capítulo VII: La religión

A. Die natürliche Religion / A. La religión natural

 

[El autosaber que se hace representación de sí mismo; religión y religiones]

Gespräche in Jena

[684] [503] Der den Geist wissende Geist ist Bewußtsein seiner selbst und ist sich in der Form des Gegenständlichen; er ist – und ist zugleich das Fürsichsein. Er ist für sich, er ist die Seite des Selbstbewußtseins, und zwar gegen die Seite seines Bewußtseins oder des sich auf sich als Gegenstand Beziehens. In seinem Bewußtsein ist die Entgegensetzung und hierdurch die Bestimmtheit der Gestalt, in welcher er sich erscheint und weiß. Um diese ist es in dieser Betrachtung der Religion allein zu tun, denn sein ungestaltetes Wesen oder sein reiner Begriff hat sich schon ergeben. Der Unterschied des Bewußtseins und Selbstbewußtseins fällt aber zugleich innerhalb des letzteren; die Gestalt der Religion enthält nicht das Dasein des Geistes, wie er vom Gedanken freie Natur noch wie er vom Dasein freier Gedanke ist; sondern sie ist das im Denken erhaltene Dasein, so wie ein Gedachtes, das sich da ist. – Nach der Bestimmtheit dieser Gestalt, in welcher der Geist sich weiß, unterscheidet sich eine Religion von einer anderen; allein es ist zugleich zu bemerken, daß die Darstellung dieses seines Wissens von sich nach dieser einzelnen Bestimmtheit in der Tat nicht das Ganze einer wirklichen Religion erschöpft. Die Reihe der verschiedenen Religionen, die sich ergeben werden, stellt ebensosehr wieder nur die verschiedenen Seiten einer einzigen, und zwar jeder einzelnen dar, und die Vorstellungen, welche eine wirkliche Religion vor einer anderen auszuzeichnen scheinen, kommen in [503] jeder vor. Allein zugleich muß die Verschiedenheit auch als eine Verschiedenheit der Religion betrachtet werden. Denn indem der Geist sich im Unterschiede seines Bewußtseins und seines Selbstbewußtseins befindet, so hat die Bewegung das Ziel, diesen Hauptunterschied aufzuheben und der Gestalt, die Gegenstand des Bewußtseins ist, die Form des Selbstbewußtseins zu geben. Dieser Unterschied ist aber nicht dadurch schon aufgehoben, daß die Gestalten, die jenes enthält, auch das Moment des Selbsts an ihnen haben und der Gott als Selbstbewußtsein vorgestellt wird. Das vorgestellte Selbst ist nicht das wirkliche, daß es, wie jede andere nähere Bestimmung der Gestalt, dieser in Wahrheit angehöre, muß es teils durch das Tun des Selbstbewußtseins in sie gesetzt werden, teils muß die niedrige Bestimmung von der höheren aufgehoben und begriffen zu sein sich zeigen. Denn das Vorgestellte hört nur dadurch auf, Vorgestelltes und seinem Wissen fremd zu sein, daß das Selbst es hervorgebracht hat und also die Bestimmung des Gegenstandes als die seinige, somit sich in ihm anschaut, – Durch diese Tätigkeit ist die niedrigere Bestimmung zugleich verschwunden; denn das Tun ist das negative, das sich auf Kosten eines anderen ausführt; insofern sie auch noch vorkommt, so ist sie in die Unwesentlichkeit zurückgetreten; so wie dagegen, wo die niedrigere noch herrschend ist, die höhere aber auch vorkommt, die eine selbstlos neben der anderen Platz hat. Wenn daher die verschiedenen Vorstellungen innerhalb einer einzelnen Religion zwar die ganze Bewegung ihrer Formen darstellen, so ist der Charakter einer jeden durch die besondere Einheit des Bewußtseins und des Selbstbewußtseins bestimmt, d. i. dadurch, daß das letztere die Bestimmung des Gegenstandes des ersteren in sich gefaßt, sie durch sein Tun sich vollkommen angeeignet [hat] und sie als die wesentliche gegen die anderen weiß, – Die Wahrheit des Glaubens an eine Bestimmung des religiösen Geistes zeigt sich darin, daß der wirkliche Geist so beschaffen ist wie die Gestalt, in der er sich in der Religion anschaut, – wie z.B. [504] die Menschwerdung Gottes, die in der morgenländischen Religion vorkommt, keine Wahrheit hat, weil ihr wirklicher Geist ohne diese Versöhnung ist. – Hierher gehört es nicht, von der Totalität der Bestimmungen zu der einzelnen zurückzukehren und zu zeigen, in welcher Gestalt innerhalb ihrer und ihrer besonderen Religion die Vollständigkeit der übrigen enthalten ist. Die höhere Form unter eine niedrigere zurückgestellt entbehrt ihrer Bedeutung für den selbstbewußten Geist, gehört ihm nur oberflächlich und seiner Vorstellung an. Sie ist in ihrer eigentümlichen Bedeutung und da zu betrachten, wo sie Prinzip dieser besonderen Religion und durch ihren wirklichen Geist bewährt ist.

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A. La Religión natural

[El autosaber que se hace representación de sí mismo; religión y religiones]

[684]1Epígrafe: El autosaber que se hace representación de sí mismo; religión y religiones. El espíritu que sabe al espíritu es conciencia de sí mismo, y ese espíritu es en la forma de la objetualidad o de la objetividad, es decir, él es [está ahí, está ahí delante, está ahí presente]; y es a la vez el ser-para-sí [o además de estar ahí delante, es a la vez ser-para sí]. Él es para sí, es decir, él es el lado de la autoconciencia, y lo es frente a [o contra] el lado de la conciencia, o lo que es lo mismo: [lo es] frente a [contra] el lado del referirse a sí mismo como objeto. En su conciencia es (se da) la contraposición [sujeto-objeto], y en virtud de ella o por medio de ella se da la determinidad de la forma en la que el espíritu se aparece a sí mismo y el espíritu se sabe a sí mismo [es decir, se da el modo como el espíritu se es a sí mismo objeto como espíritu]. Y de esa forma, o de la determinidad de esa forma, es de lo que se trata en esta consideración de la religión, y no puede tratarse de otra cosa, pues su ser no configurado [ungestaltetes Wesen, es decir, su ser o esencia prescindiendo de la Gestalt que ese ser del espíritu pueda cobrar], o lo que es lo mismo: su concepto puro, o su puro concepto, lo hemos obtenido ya [cap. VI, C. c y cap. VII, introducción] X36X.2Vide infra Algunas aclaraciones X36X. Ahora bien, la diferencia entre conciencia y autoconciencia cae a la vez dentro de esta última; la forma o figura de la religión contiene la existencia del espíritu, no en cuanto el espíritu fuese naturaleza carente de pensamiento, ni tampoco en cuanto el espíritu fuese pensamiento carente de existencia o libre de existencia; sino que la religión es la existencia conservada y mantenida en el pensamiento, como algo pensado que, en cuanto algo pensado, se fuese él ahí, se fuese él para sí ahí. — Y es según la determinidad de esa forma o figura en la que el espíritu se sabe [es así digo] como una religión se distingue de otra; sólo que a la vez hay que notar que la exposición de este saber que el espíritu tiene de sí mismo conforme a tal determinidad particular [la que constituye cada religión], no agota de hecho el contenido de una religión real. Pues la serie de las diversas religiones que resultará, no representa a su vez [o no representan otra vez] sino los diversos lados de una única religión, y, por cierto, [los diversos lados] de cada una de ellas [de cada una de ellas, pues cada una de ellas es esa única religión], y las representaciones que hacen distinguirse a una religión real o a cada religión real de las demás, aparecen (o se repiten) en cada una de ellas [la diferencia está en la distinta constelación que forman] X37X.3Esta idea está a la base de mucho de lo que se dice en la discusión Habermas-Ratzinger sobre «las bases morales pre-politicas del Estado liberal». Esa discusión está publicada en castellano en la revista Pasajes, n.º 18, Valencia, 2005. También puede encontrarse en Internet, en el sitio Avizora). Sólo que la diferencia y diversidad debe considerarse a la vez como una diferencia de religión. Pues en cuanto el espíritu se encuentra o da consigo mismo en la diferencia de su conciencia y su autoconciencia, el movimiento tiene, ciertamente, la meta de suprimir y superar esas diferencias o esa diferencia principal y diferencia básica, y de dar a la Gestalt que es el objeto de la conciencia, de darle, digo, la forma [Form] de la autoconciencia [la forma de autoconciencia] [esto es, de ir convirtiendo progresivamente el ser absoluto representado en ser autoconsciente]. Ahora bien, esa diferencia no queda ya suprimida o superada porque las formas o figuras que la conciencia contengan [tengan ya también en ellas] el momento del self y porque el dios sea representado como autoconciencia. Pues el self representado no es el self real; el que ello, es decir, el que el self, al igual que cualquier otra determinación ulterior de la forma o figura o Gestalt, pertenezca a ésta en verdad o de verdad [y no sólo en términos de representación], el que ello sea así, digo, en parte tiene que venir puesto por el hacer de la autoconciencia, y en parte la determinación inferior debe mostrarse como estando suprimida y superada y comprendida (o entendida) en la superior. Pues lo representado sólo cesa de ser algo representado y de ser algo extraño al saber [que se tiene de él] si resulta que el self mismo lo ha producido, si, por tanto, el self ve la determinación del objeto como determinación suya, es decir, si el self se mira a sí mismo en el objeto. — Por medio de esta actividad desaparece o ha desaparecido a la vez la determinación inferior; pues el hacer es lo negativo que se efectúa a costa de otro [de un otro, de algo distinto del hacer]; y en cuanto esa determinación más baja todavía aparece [en lo hecho], aparece reducida a inesencialidad X38X;4Por ejemplo, en la mesa hecha de madera, no se trata primariamente de la madera sino de la mesa; lo esencial es que la mesa hecha de madera es una mesa, y no la madera. y, en cambio, cuando la inferior es todavía predominante, y la superior también aparece, la una tiene su sitio junto a la otra [pero ello de forma carente de self] [pasa a aposentarse junto a la otra, pero de forma carente de self]. Si, pues, las diversas representaciones dentro de una religión particular representan —y efectivamente así es ello— el movimiento completo de sus formas [de las formas de religión], el carácter de cada una de ellas [de cada forma de religión] viene determinado por la particular unidad [que en cada una se produce] de conciencia y autoconciencia, es decir, porque esta segunda [la autoconciencia] comprenda en sí [incluya en sí] la determinación del objeto de la primera [le dé cobro en sí, le dé alcance en sí] X39X,5Vide infra Algunas aclaraciones X39X. porque la autoconciencia se haya apropiado [hecho suya] enteramente esa determinación mediante su hacer y porque la autoconciencia sepa a esa determinación como la esencial frente a las demás. — La verdad de la fe en una determinación del espíritu religioso [es decir, de la fe de que es objeto una determinación del espíritu religioso, de la fe que versa sobre una determinación del espíritu religioso] se muestra en que el espíritu real está efectivamente articulado y organizado conforme a la forma [Gestalt] en que ese espíritu se ve a sí mismo en la religión y se mira a sí mismo en la religión; y así, por ejemplo, la encarnación de Dios, tal como esa encarnación aparece en la religión oriental, no tiene verdad ninguna, puesto que el espíritu real de ella [de la religión oriental] carece de tal reconciliación. — No es este el lugar para ponerse a retornar de la totalidad de las determinaciones a una determinación particular [la de la encarnación], ni de mostrar en qué Gestalt dentro de ellas [en qué forma de entender la encarnación, por ejemplo] y de su religión particular [y de la particular religión que esa comprensión de la encarnación determina] se contiene la completud de las restantes [religiones]. [Baste decir que] la forma [Form] superior, cuando queda pospuesta a una inferior, se ve privada de su significado para el espíritu autoconsciente, y [entonces esa forma superior] pertenece a éste y a su representación sólo de forma superficial [es decir, cuando en la estructura de una religión un elemento que resulta ser superior ocupa una posición de menos relieve que uno inferior, quedando a la sombra de ese elemento inferior, ese elemento superior se ve privado de su significado para el espíritu autoconsciente] X40X.6Vide infra Algunas aclaraciones X40X. Esa forma superior debe ser considerada en el significado o significación que le es peculiar, y [para ello] hay que considerarla allí donde se convierte en principio de una particular religión [es decir, hay que considerarla en la religión particular en la que esa forma se ha convertido en elemento estructurador básico], viniendo acreditada por el espíritu real de ella.

Algunas aclaraciones

X36X

Desde la posición obtenida en el cap. VI, C, c, hemos podido decir más arriba que, respecto a esa posición, la autoconciencia, en cuanto conciencia, primero no empezaba teniéndose a sí misma sino por objeto, es decir, que su carácter de ser ella ser absoluto no empezaba siendo para ella sino objeto, por más que ello volviese problemática la «forma de la objetualidad».Y decíamos que con ello teníamos puesto el concepto de religión.

X37X

Esta idea está a la base de mucho de lo que se dice en la discusión Habermas-Ratzinger sobre «las bases morales pre-politicas del Estado liberal». Esa discusión está publicada en castellano en la revista Pasajes, n.º 18, Valencia, 2005. También puede encontrarse en Internet, en el sitio Avizora).

X38X

Por ejemplo, en la mesa hecha de madera, no se trata primariamente de la madera sino de la mesa; lo esencial es que la mesa hecha de madera es una mesa, y no la madera.

X39X

Éste es el motivo básico de todo el capítulo, a saber: que tratándose de tenerse ahí delante la autoconciencia en su carácter absoluto, ese Ser absoluto representado va cobrando él mismo autoconciencia, hasta que la representación de él, o la conciencia de él, no es sino la conciencia que ese Ser absoluto tiene de sí. Es entonces cuando la autoconciencia se tiene ahí delante en su carácter de Ser absoluto, o es entonces cuando el saber que la conciencia tiene del Padre no es sino el saber que el Hijo proporciona de él, no siendo a su vez ese saber sino el saber que el Hijo tiene del Padre y el saber que, en el Hijo, el Padre tiene de sí. El saber mismo no es sino el Espíritu, que es de lo que se ha hablado en el cap. VI, C, c, pues allí se dijo que en esa figura del «espíritu seguro de sí» el saber de la autoconciencia le era a ésta su ser absoluto (vide 00633).

X40X

Con lo cual está diciendo el autor que en la representación religiosa de la Encarnación se cifra para el autor la superioridad de la autoconciencia occidental sobre la autoconciencia oriental del espíritu. Es importante tener presente el lado de discusión teológica que la Fenomenología del espíritu tiene para el autor. Precisamente el presente cap. VII de la Fenomenología del espíritu puede entenderse como «la religión dentro de los límites de la mera razón» (Kant) o como «el cristianismo dentro de los límites de la mera razón», en el sentido que he indicado más arriba de que la Ilustración habría de entenderse como concepto de la fe y de que la fe no habría de ver en la Ilustración sino su propio concepto. Vide: nota X56X a 00474 (en VI, A, b); nota X146X a 00541 (en VI, B, II, a); el párrafo 00552 (el propio epígrafe que hemos propuesto captura lo expresado por Hegel en el párrafo; en VI, B, a); muy especialmente nota X177X a 00562 (en VI, B, II, a); con especial desarrollo en nota X184X a 00571 (en VI, B, II, a); nota X187X a 00574 (en VI, B, II, b); nota X249X a 00622 (en VI, C, b); párrafo 00641 (el epígrafe colocado condensa la tesis; en VI, C, c); nota X1X a 00672 (en VII).

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A. La Religión natural

[684] El espíritu que sabe al espíritu es conciencia de sí mismo, y se es a sí en la forma de lo objetual, es; y al mismo tiempo, es el ser-para-sí. Él es para sí, es el lado de la autoconciencia, y lo es, por cierto, frente al lado de su conciencia, o del referirse a sí en cuanto objeto. En su conciencia, es la contraposición y, por ello, la determinidad de la figura en la que se aparece y se sabe a sí. De esta última es de lo único que se trata en este examen de la religión, puesto que su esencia no configurada, o su concepto puro, ya se nos ha dado. Pero, a la vez, la diferencia entre la conciencia y la autoconciencia cae dentro de esta última; la figura de la religión no contiene la existencia del espíritu tal como éste es naturaleza libre, desde el pensamiento, ni pensamiento libre, desde la existencia, sino que ella es la existencia contenida en el pensar, así como algo pensado que a sus propios ojos está ahí. — En función de la determinidad de esta figura en la que el espíritu se sabe, es como una religión se diferencia de otra; mas ha de hacerse notar, a la vez, que la presentación de este saber suyo de sí en función de esta determinidad singular no agota, de hecho,la totalidad de una religión efectivamente real. La secuencia de las diferentes religiones que irán resultando presenta a su vez, asimismo, tan sólo los diferentes aspectos de una única religión, a saber, de cada religión singular, y las representaciones que parecen distinguir a una religión efectiva frente a otra ocurren en cada una de ellas. Al mismo tiempo, empero, hay que examinar la diversidad también como una diversidad de la religión. Pues, en tanto que el espíritu se encuentra en la diferencia de su conciencia y de su autoconciencia, el movimiento tiene la meta de cancelar y asumir esa diferencia capital, y de, a la figura que es objeto de la conciencia, darle la forma de la autoconciencia. Pero esta diferencia no queda ya asumida por el hecho de que las figuras que la conciencia contiene tengan en ellas también el momento del sí-mismo y Dios sea representado como autoconciencia. El sí-mismo representado no es lo efectivamente real; el que, como cualquier otra determinación más cercana de la figura, pertenezca en verdad a ésta, en parte es algo que ha de ser puesto en ella por la actividad de la autoconciencia, y en parte la determinación inferior tiene que mostrar que ha sido asumida y concebida por la superior. Pues lo representado deja de ser algo representado y de ser extraño a su esencia sólo por el hecho de que el sí-mismo lo ha producido y, por tanto, contempla la determinación del objeto como suya y, por ende, se contempla a sí en él. — Por esta actividad, a la vez, la determinación inferior ha desaparecido; pues la actividad es lo negativo que se ejecuta al coste de otro; en la medida en que esa determinación sigue ocurriendo, también se retira hacia la condición de inesencial; así como, al contrario, allí donde la determinación inferior sigue dominando pero también ocurre la superior, la primera, carente de sí-mismo, tiene su sitio al lado de la otra. Por eso, si las diversas representaciones que haya dentro de una religión singular presentan, ciertamente, todo el movimiento de sus formas, el carácter de cada una está determinado por la unidad particular de la conciencia y de la autoconciencia, esto es, por el hecho de que la última ha abrazado dentro de sí la determinación del objeto de aquélla, se la ha apropiado perfectamente a través de su actividad y la sabe como la esencial frente a las otras. — La verdad de la fe en una determinación del espíritu religioso se muestra en que el espíritu efectivamente real tenga igual hechura que la figura con la que él se contempla a sí en la religión: así, por ejemplo, cuando Dios se hace hombre en la religión oriental, ello no tiene ninguna verdad, porque su espíritu efectivo carece de esta reconciliación. — No es pertinente aquí retornar desde la totalidad de las determinaciones hasta esta determinación singular y mostrar en qué figura dentro de ellas y de su religión particular se hallan contenidas íntegramente todas las demás. La forma superior, relegada bajo una inferior, carece de su significado para el espíritu autoconsciente, sólo de manera superficial le pertenece a él y a su representación. Debe ser examinada en su significado propio característico, allí donde es principio de esta religión particular y se halla acreditada por su espíritu efectivamente real.

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(CC) Religion

VII. Religion

A. Natural Religion

[684] [684]7We kept the numeration given by the editor in the printed edition Spirit knowing spirit is consciousness of itself, and it is, to itself, in the form of the objective; it is – and is at the same time being-for-itself. It is for itself, it is the aspect of self-consciousness, and, indeed, it is so in contrast to the aspect of its consciousness, or of its relating-itself-to-itself-as-object. In its consciousness, there is the opposition and, as a result, there is the determinateness of the shape in which it appears to itself and knows itself. It is this determinateness which is alone at issue in the examination of religion, for its unshaped essence, or its pure concept, has already emerged. However, the difference between consciousness and self-consciousness falls at the same time within the latter. The shape of religion does not contain the existence of spirit, neither as a free-standing nature apart from thought, nor as a free-standing thought apart from existence; rather, the shape of religion is both that of existence contained within thought and that of a thinking which, to itself, exists there.8Dasein… das sich da ist. Hegel plays on existence and “exists there.” – It is according to the determinateness of this shape in which spirit knows itself that one religion differentiates itself from another; yet it is to be noted at the same time that the exhibition of this, namely, its knowing of itself according to this singular determinateness, does not in fact exhaust the whole of an actual religion. The series of different religions, which will result from this, will again only exhibit the different aspects of a single religion, indeed of each religion. Moreover, the representational thoughts9Vorstellungen which seem to mark off one actual religion from another appear in each and every one of them. Yet, at the same time, the diversity must also be regarded as a diversity of religion. While spirit is situated within the difference of its consciousness and its self-consciousness, the movement has the goal of sublating this basic difference and of giving the form of self-consciousness to the shape which is the object of consciousness. However, this difference is not already sublated as a result of the shapes which that consciousness contains also having the moments of the self in themselves and God being represented as self-consciousness. The represented self is not the actual self. For it, like every other more precise determination of the shape, to belong in truth to this shape, then in part it must be placed into this shape by self-consciousness and in part the lower determination must show itself to be both sublated and to be conceptually comprehended10begriffen zu sein by the higher. For what is represented only ceases to be something represented, ceases to be alien to spirit’s knowing, when the self has engendered it and when it therefore both intuits the determination of the object as its own determination and, in doing so, intuits itself within that object. – At the same time and through this activity, the more ignoble determination has vanished, for the doing is the negative which is carried out at the expense of an other. In as much as that more ignoble determination is still to be found, it has withdrawn into inessentiality just as, in contrast, in those cases where the more ignoble determination still predominates, the higher determination itself is also to be found, and one determination void of self11selbstlos has its place alongside all the others. Hence, however much the various representational thoughts12Vorstellungen internal to a singular religion do indeed display the whole movement of its forms, still the character of each of those representations is determined by the particular unity of consciousness and self-consciousness, which is to say, because the latter has thereby grasped within itself the determination of the object of the former and has, through its own doing, completely appropriated that determination, and because it knows it as the essential determination with regard to the others. – The truth of faith in a determination of the religious spirit shows itself therein, namely, that the actual spirit is constituted in the same way as the shape in which spirit intuits itself in the religion – in the way, for example, that the incarnation of God, which is to be found in Oriental13morgenländischen religion, has no truth because its actual spirit lacks that reconciliation. – This is not the place to turn back from the totality of determinations to the individual determinations and to show in what shape the completeness of all the others is contained within both itself and its particular religion. The higher form, when placed back under a more ignoble one, is deprived of its meaning for self-conscious spirit; it only superficially belongs to spirit and its representational thought.14Vorstellung It is to be examined within its own distinctive meaning only where it is the principle of this particular religion and where it proves its worth through its actual spirit.

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