Gespräche in der Dämmerung 00680

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / VII: La religión [Die Religion]

 

[La religión como retorno al fundamento, que no es otro que el self que se sabe como destino de la esencialidad y de la realidad]

Gespräche in Jena

[680] Wenn daher die Religion die Vollendung des Geistes ist, worin die einzelnen Momente desselben, Bewußtsein, Selbstbewußtsein, Vernunft und Geist, als in ihren Grund zurückgehen und zurückgegangen sind, so machen sie zusammen die daseiende Wirklichkeit des ganzen Geistes aus, welcher nur ist als die unterscheidende und in sich zurückgehende Bewegung dieser seiner Seiten. Das Werden der Religion überhaupt ist in der Bewegung der allgemeinen Momente enthalten. Indem aber jedes dieser Attribute, wie es nicht nur im allgemeinen sich bestimmt, sondern wie es an und für sich ist, d. h, wie es in sich selbst sich als Ganzes verläuft, dargestellt wurde, so ist damit auch nicht nur das Werden der Religion überhaupt entstanden, sondern jene vollständigen Verläufe der einzelnen Seiten enthalten zugleich die Bestimmtheiten der Religion selbst. Der ganze Geist, der Geist der Religion, ist wieder die Bewegung, aus seiner Unmittelbarkeit zum Wissen dessen zu gelangen, was er an sich oder unmittelbar ist, und es zu erreichen, daß die Gestalt, in welcher er für sein Bewußtsein erscheint, seinem Wesen vollkommen gleiche und er sich anschaue, wie er ist. – In diesem Werden ist er also selbst in bestimmten Gestalten, [499] welche die Unterschiede dieser Bewegung ausmachen; zugleich hat damit die bestimmte Religion ebenso einen bestimmten wirklichen Geist. Wenn also dem sich wissenden Geiste überhaupt Bewußtsein, Selbstbewußtsein, Vernunft und Geist angehören, so gehören den bestimmten Gestalten des sich wissenden Geistes die bestimmten Formen an, welche sich innerhalb des Bewußtseins, Selbstbewußtseins, der Vernunft und des Geistes an jedem besonders entwickelten. Die bestimmte Gestalt der Religion greift für ihren wirklichen Geist aus den Gestalten eines jeden seiner Momente diejenige heraus, welche ihr entspricht. Die eine Bestimmtheit der Religion greift durch alle Selten ihres wirklichen Daseins hindurch und drückt ihnen dies gemeinschaftliche Gepräge auf.

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Conversaciones en Valencia

[La religión como retorno al fundamento, que no es otro que el self que se sabe como destino de la esencialidad y de la realidad]

[680]1Epígrafe: La religión como retorno al fundamento, que no es otro que el self que se sabe como destino de la esencialidad y de la realidad. Si, pues, la religión es la consumación del espíritu [el espíritu llevado a su cumplimiento y culmen], en la que los distintos momentos del espíritu que son la conciencia, la autoconciencia, la razón y el espíritu, retornan a su fundamento, o han retornado a su fundamento X19X,2Vide infra Algunas aclaraciones X19X. resulta que esos momentos, juntos, constituyen la realidad existente del espíritu entero o de todo el espíritu, el cual no será sino el movimiento distinguiente [diferenciador] de esas sus partes y el movimiento de retorno de esas sus partes a sí mismo, es decir, al espíritu mismo. El devenir de la religión estará contenido en este movimiento de los momentos generales X20X.3En lo que acaba de decir, el autor borra un tanto la diferencia que ha establecido entre espíritu real y la religión como autoconciencia del espíritu, pero en realidad no necesita esa distinción para lo que va a decir. Pero, en cuanto cada uno de estos atributos fue expuesto tal como él se determina no sólo en términos generales, sino tal como él es en y para sí, es decir, tal como él discurre [o se discurre él] en sí mismo como un todo, tenemos entonces que con ello no solamente nos ha surgido [nos ha tenido que surgir ya] el devenir de la religión (en general), sino que aquellos decursos completos de los distintos lados contienen [habrán de contener, nos habrán mostrado ya] a la vez las determinidades de la religión misma. El espíritu completo, el espíritu entero [der ganze Geist], el espíritu de la religión, es [será, pues] otra vez el movimiento que consiste en llegar desde la inmediatez del espíritu hasta el saber de lo que el espíritu es en sí o es inmediatamente, y [que consiste] en alcanzar que la forma o figura en la que el espíritu aparece para su conciencia, se iguale perfectamente a su esencia [Wesen, a la esencia o ser del espíritu] de manera que el espíritu pueda tenerse presente y verse y mirarse a sí mismo tal como el espíritu es X21X.4Vide infra Algunas aclaraciones X21X. — En este devenir está, pues, él mismo [queda él mismo, o va quedando él mismo] en determinadas figuras que constituyen las diferencias de ese movimiento; y con ello la religión determinada [o la determinada religión] de que se trate, tiene asimismo un determinado espíritu real. Si pues, al espíritu, en ese su saber o en ese su saberse, le pertenecen [los momentos de] conciencia, autoconciencia, razón y espíritu, resulta que a las figuras determinadas o a las determinadas figuras del espíritu que se sabe a sí mismo [del espíritu autoconsciente, de la religión] les corresponderán las determinadas formas que dentro de la conciencia, de la autoconciencia, de la razón y del espíritu se desarrollaron en particular en cada uno de esos momentos [como totalidades particulares de las que se ha hablado más arriba]. La determinada figura o forma de la religión selecciona para su espíritu real, de entre las formas de cada uno de sus momentos, precisamente aquella que se corresponde con esa determinada figura o forma de la religión. Y esa determinidad de la religión (determinidad que es, pues, una) agarra [prende] a través de todos los lados [de todos los aspectos] de la existencia real de la religión y les presta a todos ellos una impronta común.

Algunas aclaraciones

X19X

A fin de entender mejor las consideraciones que siguen, recuerde el lector que al principio del cap. VI el autor dijo que el espíritu resultaba ser la base de la que la secuencia de figuras que hablamos analizado hasta ese momento no eran sino abstracciones. El fundamento se revela, pues, como sosteniendo a aquellas abstracciones. Ahora añade que la religión no es sino la conciencia del espíritu que se revela como base de ellas. Esa base ha tenido que estar presente ya en el desarrollo de aquella secuencia. En el presente cap. VII se hace uso de ello.

X20X

En lo que acaba de decir, el autor borra un tanto la diferencia que ha establecido entre espíritu real y la religión como autoconciencia del espíritu, pero en realidad no necesita esa distinción para lo que va a decir.

X21X

Recordemos una vez más que conforme a lo dicho en la Introducción (00077 ss.) y también al principio del cap. V, C, «da lo mismo que tomemos por certeza de sí misma el fin que la autoconciencia se propone y que tomemos por verdad la realización de ese fin, o que, al revés, tomemos por verdad el fin y tomemos la realidad por certeza: sino que esencia [Wesen] y fin-en-y-para-sí es la certeza de la realidad inmediata misma, la compenetración del en-sí y el ser-para-sí, de lo universal y la individualidad; el hacer es en él mismo su verdad y su realidad» (00394).

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Conversaciones en Madrid

[680] Por eso, pues, si la religión es la compleción del espíritu, donde los momentos singulares de éste —conciencia, autoconciencia, razón y espíritu— regresan y han regresado como a su fundamento, estos, entonces, constituyen conjuntamente la realidad efectiva existente del espíritu entero, el cual sólo es en cuanto movimiento de estos lados suyos, diferenciándose y regresando dentro de sí. El llegar a ser de la religión como tal está contenido dentro del movimiento de los momentos universales. Pero, toda vez que cada uno de estos atributos ha sido expuesto —no sólo tal como se determina en general, sino tal como es en y para sí, es decir, tal como transcurre dentro de sí mismo como un todo— entonces, no sólo se ha originado también con ello el llegar a ser de la religión como tal, sino que esos transcursos íntegros de los aspectos singulares contienen, a la vez, las determinidades de la religión misma. El espíritu entero, el espíritu de la religión, vuelve a ser el movimiento que va desde su inmediatez hasta alcanzar el saber de lo que él es en sí o inmediatamente y conseguir que la figura en la que él aparece para su conciencia sea perfectamente igual a su esencia, y él tenga una visión a sí tal como él es. — En este llegar a ser, pues, él mismo está en figuras determinadas que constituyen las diferencias de este movimiento; con lo que, a la vez, la religión determinada también tiene un espíritu efectivo determinado. Por tanto, si al espíritu que se sabe a sí le pertenecen, como tal, conciencia, autoconciencia, razón y espíritu, a las figuras determinadas del espíritu que se sabe a sí les pertenecen las formas determinadas que se desarrollaban dentro de la conciencia, la autoconciencia, la razón y el espíritu, en cada una de ellas de forma particular. La figura determinada de la religión entresaca para su espíritu efectivamente real, de entre las figuras de cada uno de los momentos de éste, la que le corresponde a ella. La determinidad única de la religión repasa atravesándolos todos los aspectos de su existencia efectivamente real y les imprime este sello común.

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Conversations in Washington

[680] [680]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition However much religion is thus the consummation of spirit, into which, as their ground, the singular moments of spirit (consciousness, self-consciousness, reason, and spirit) both return and have returned, still together they constitute the existing actuality of the whole spirit, which is only as the differentiating movement of its aspects returning back into themselves. The coming-to-be of religion per se is contained in the movement of the universal moments. However, while each of these attributes was exhibited not only as it determines itself in general, but also in the way that each is in and for itself, i.e., as each runs its course within itself as a whole, so too has not only the coming-to-be of religion as such thereby emerged, but rather those complete courses of development of singular aspects contain at the same time the determinatenesses of religion itself. The whole spirit, the spirit of religion, is again the movement from its immediacy to the arrival at the knowing of what it is in itself or immediately is, and it is to reach the point where the shape in which it appears for the consciousness of it will be completely the same as its essence, and where it intuits itself as it is. – In this coming-to-be, spirit therefore itself is in determinate shapes that constitute the differences of this movement, and at the same time, determinate religion thereby just as much has a determinate actual spirit. However much therefore consciousness, self-consciousness, reason, and spirit belong to spirit knowing itself per se, still the determinate forms (which have each specifically developed themselves within consciousness, self-consciousness, reason, and spirit) belong to the determinate shapes of self-knowing spirit. For its actual spirit, the determinate shape of religion picks out from among the shapes of each of its moments the one that corresponds to it. The one determinateness of religion overlaps all aspects of its actual existence and stamps them all with its common character.

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Conversaciones en el Atrium

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