Gespräche in der Dämmerung 00677

Parte de:

C. (CC.) La religión [C. (CC.) Die Religion] / VII: La religión [Die Religion]

 

[La religión, conciencia del Ser absoluto; que en el punto en que estamos el Ser absoluto consiste en su propia autoconciencia pura, es decir, en el self «consciente de sí mismo en cuanto destino de la esencialidad y la realidad»; que precisamente ese self es el que ha tenido que tenerse delante ya a sí mismo como objeto en la religión; que, por tanto, en este punto en que estamos es donde tiene que dirimirse para nosotros la relación entre religión y concepto, es decir, entre el Ser Absoluto del que la religión es conciencia y el self «consciente de sí convertido para sí en destino de la esencialidad y de la realidad»]

Gespräche in Jena

[677] Der sich selbst wissende Geist ist in der Religion unmittelbar sein eigenes reines Selbstbewußtsein. Diejenigen Gestalten desselben, die betrachtet worden – der wahre, der sich entfremdete [496] und der seiner selbst gewisse Geist –, machen zusammen ihn in seinem Bewußtsein aus, das seiner Welt gegenübertretend in ihr sich nicht erkennt. Aber im Gewissen unterwirft er sich wie seine gegenständliche Welt überhaupt, so auch seine Vorstellung und seine bestimmten Begriffe und ist nun bei sich seiendes Selbstbewußtsein. In diesem hat er für sich, als Gegenstand vorgestellt, die Bedeutung, der allgemeine Geist zu sein, der alles Wesen und alle Wirklichkeit in sich enthält, ist aber nicht in der Form freier Wirklichkeit oder der selbständig erscheinenden Natur. Er hat zwar Gestalt oder die Form des Seins, indem er Gegenstand seines Bewußtsein ist; aber weil dieses in der Religion in der wesentlichen Bestimmung, Selbstbewußtsein zu sein, gesetzt ist, ist die Gestalt sich vollkommen durchsichtig; und die Wirklichkeit, die er enthält, ist in ihm eingeschlossen oder in ihm aufgehoben, gerade auf die Weise, wie wenn wir alle Wirklichkeit sprechen; sie ist die gedachte allgemeine Wirklichkeit.

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Conversaciones en Valencia

[La religión, conciencia del Ser absoluto; que en el punto en que estamos el Ser absoluto consiste en su propia autoconciencia pura, es decir, en el self «consciente de sí mismo en cuanto destino de la esencialidad y la realidad»; que precisamente ese self es el que ha tenido que tenerse delante ya a sí mismo como objeto en la religión; que, por tanto, en este punto en que estamos es donde tiene que dirimirse para nosotros la relación entre religión y concepto, es decir, entre el Ser Absoluto del que la religión es conciencia y el self «consciente de sí convertido para sí en destino de la esencialidad y de la realidad»]

[677]1Epígrafe: La religión, conciencia del Ser absoluto; que en el punto en que estamos el Ser absoluto consiste en su propia autoconciencia pura, es decir, en el self «consciente de sí mismo en cuanto destino de la esencialidad y la realidad»; que precisamente ese self es el que ha tenido que tenerse delante ya a sí mismo como objeto en la religión; que, por tanto, en este punto en que estamos es donde tiene que dirimirse para nosotros la relación entre religión y concepto, es decir, entre el Ser Absoluto del que la religión es conciencia y el self «consciente de sí convertido para sí en destino de la esencialidad y de la realidad». Pues bien, en la religión [que va a ser nuestro paso siguiente, el presente cap. VII] el espíritu que se sabe a sí mismo es inmediatamente su propia autoconciencia pura. Aquellas figuras del espíritu que hemos considerado hasta aquí —el espíritu verdadero [cap. VI, A], el espíritu extrañado de sí mismo [cap. VI, B], y el espíritu seguro de sí mismo [cap. VI, C]— constituyen conjuntamente al espíritu en su conciencia [es decir, en su tenerse ahí delante el espíritu como objeto], conciencia que, enfrentándose a su mundo, o quedando frente a él, no se reconoce en él X8X.2 Pero en cuanto Gewissen [en cuanto conciencia moral en el sentido de Gewissen, que es la última figura del «espíritu seguro de sí», cap. VI, C, c, que hemos considerado], ese espíritu somete tanto su mundo objetivo como también su representación [o sus representaciones, las representaciones que él se hace del mundo y de sí, cap. VI, C, a, b] y sus conceptos determinados [se los somete él a sí], con lo que [ese espíritu] se convierte ahora en autoconciencia que queda cabe sí misma [cap. VI, C, c]. Y en esta autoconciencia el espíritu tiene ahora para sí [de por sí], si se lo representa como objeto [o cuando queda representado como objeto] X9X,3Vide infra Algunas aclaraciones X9X. tiene, digo, el significado de ser espíritu universal, que contiene en sí todo ser [Wesen] y toda realidad; pero no en la forma de realidad libre, autónoma, es decir, no en la forma de naturaleza que aparezca autónomamente. El espíritu tiene aquí ciertamente figura [Gestalt], o lo que es lo mismo: el espíritu tiene ciertamente aquí la forma del ser [Seyn], en cuanto el espíritu es objeto de su conciencia [objeto de la conciencia del espíritu], pero porque en la religión la conciencia está puesta en la esencial determinación de ser autoconciencia X10X,4Vide infra Algunas aclaraciones X10X. resulta que esa forma o Gestalt [la forma de Seyn que el espíritu aquí tiene] es completamente transparente; y la realidad que el espíritu contiene está encerrada en él [forma parte de él], o lo que es lo mismo: está suprimida y superada en él, precisamente al modo como cuando hablamos de la realidad toda; se trata de la realidad pensada, de la realidad universal [de la realidad como un Universal].

Algunas aclaraciones

X8X

Así es, si comparamos esas figuras con la figura del Gewissen como autoconciencia que se es el Ser absoluto.

X9X

«Si se lo representa como objeto.» Repare el lector en que esta observación es muy importante para entender bien el complicado planteamiento del presente capítulo (el capítulo que me ha resultado más duro y difícil de traducir).

La idea general de ese planteamiento podríamos resumirla como sigue. Al final del cap. VI, C, c, el self se tiene a sí mismo en su carácter absoluto, en su carácter incondicionado, la certeza de la autoconciencia le es a ésta su propia sustancia, su propio ser absoluto. Es entonces cuando el self entiende (o barrunta) que así se tuvo a sí mismo en las religiones, pero considerándose como un objeto distinto del self. Es decir, aquello de lo que el self tuvo conciencia en las religiones como de un ser absoluto distinto de él, ha resultado serlo él. Se trata aquí, por decirlo así, de dilucidar la relación entre el Ser absoluto del que el self tuvo conciencia en las religiones con el self que en el cap. VI, C, c, se ha descubierto como absoluto e incondicionado. El autor va a insistir en que eso viene también representativamente dicho y tratado por las religiones e incluso en que ése es propiamente el tema de éstas.

O expresando lo mismo de otra manera: «Si se lo representa como objeto»: ¿de qué otra forma hemos tenido nosotros delante al final del cap. VI ese self consciente de sí como destino de la esencialidad y la realidad? Por tanto, si entendemos por religión la conciencia del Ser absoluto, o nuestra conciencia del Ser absoluto, es decir, el tener delante nosotros el Ser absoluto, siendo ese Ser absoluto un ser autoconsciente, resulta que de lo que hemos hablado al final del cap. VI es de religión. Y de hecho el autor ha tenido que recurrir al final del cap. VI directamente a la noción o representación de Dios. Así pues, el contenido del presente cap. VII tendrá que consistir todo él en un análisis de lo dicho al final del cap. VI y habrá de acabar coincidiendo con ello. En la religión el Ser absoluto, el Ser incondicionado, es objeto de la conciencia, un objeto distinto del self; al final del cap. VI, C, c, es el self el que se es autoconsciente como absoluto e incondicionado, es decir, eso absoluto e incondicionado ha dejado de ser un objeto distinto del self. Por tanto, el mencionado análisis tendrá que terminar con una Aufhebung de la forma de la objetualidad, que separa ambas cosas; y eso es el cap. VIII.

X10X

Esto no es así sin más en el cap. VII, A. Es decir, aquello de que se habla en el cap. VII A, no tiene sin más la determinación de autoconciencia. Y de esto, que me parece que es una inconsistencia, se le van a seguir al autor algunos problemas conceptuales, que el autor resuelve (así me lo parece) recurriendo a lo metafórico. Y me parece que con esto mismo tiene que ver la ausencia de las religiones orientales en la Fenomenología del espíritu (sólo se hace un par de vagas alusiones a ellas). En el presente libro, para Hegel la religión de verdad es aquella en que el ser absoluto es representado como autoconciencia, y la «religión verdadera», la «verdadera religión» es aquella en que el Ser absoluto, allende de quedar representado como autoconciencia, se vuelve él en la representación autoconciencia real, se hace hombre, y mediante esto el hombre queda levantado a Absoluto, siendo ello el elemento central y estructurador de la conciencia religiosa.

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Conversaciones en Madrid

[677] El espíritu que se sabe a sí mismo es inmediatamente, dentro de la religión, la propia autoconciencia pura de ese espíritu. Aquellas figuras suyas que hemos examinado —el espíritu verdadero, el espíritu extrañado de sí y el espíritu cierto de sí mismo— lo constituyen conjuntamente en su conciencia, la cual hace frente a su mundo sin reconocerse en él. Pero, en la certeza moral, se somete, igual que su mundo objetual como tal, así como su representación y sus conceptos determinados, y es ahora, entonces, autoconciencia que está cabe sí. En esta autoconciencia tiene él para sí, representado como objeto, el significado de ser el espíritu universal que contiene dentro de sí toda esencia y toda efectividad; pero no es en la forma de la realidad efectiva libre o de la naturaleza que aparece autónomamente. Tiene, ciertamente, figura, o la forma del ser, en tanto que es objeto de su conciencia, pero, dado que tal conciencia está puesta en la religión con la determinación esencial de ser autoconciencia, esa figura es perfectamente transparente a sí; y la realidad efectiva que el espíritu contiene está encerrada dentro de él, o cancelada dentro de él, exactamente de la misma manera que cuando decimos toda la realidad efectiva: es realidad efectiva pensada, universal.

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Conversations in Washington

[677] [677]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition Within religion, spirit knowing itself is immediately its own pure self-consciousness. Those shapes of spirit that have been examined – the true spirit, self-alienated spirit, and spirit certain of itself – together constitute spirit in its consciousness, which, confronting its world, does not cognize itself in that world. However, within conscience, spirit subjugates itself just as it has subjugated its objective world per se; it also subjugates its representational thought and its determinate concepts, and it is now self-consciousness existing at one with itself.6bei sich seiendes Within the latter, spirit for itself, represented as object, signifies the universal spirit which contains all essence and all actuality within itself; however, it is not in the form of free-standing actuality or in the form of self-sufficient phenomenal7erscheinenden nature. Spirit has, to be sure, a shape, or the form of being, as it is an object of its consciousness. However, because in religion this consciousness is posited as having the essential determination of self-consciousness, the shape it takes is completely transparent to itself, and the actuality that it contains is enclosed in it, or is sublated in it, exactly in the manner in which we say “all actuality.” It is universal actuality, the actuality that has been thought.8die gedachte.

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Conversaciones en el Atrium

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