Gespräche in der Dämmerung 00644

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / c. La conciencia moral [Gewissen], y el alma bella, el mal y su perdón [c. Das Gewissen. Die schöne Seele, das Böse und seine Verzeihung]

 

[c. Gewissen y acción: Gewissen y la vacuidad del puro deber; el puro deber como momento; la discrecionalidad del contenido; deberes universales y particularidad]

Gespräche in Jena

[644] Dieser Inhalt gilt zugleich als moralische Wesenheit oder als Pflicht. Denn die reine Pflicht ist, wie schon bei dem Prüfen der Gesetze sich ergab, schlechthin gleichgültig gegen jeden Inhalt und verträgt jeden Inhalt. Hier hat sie zugleich die wesentliche Form des Fürsichseins, und diese Form der individuellen Überzeugung ist nichts anderes als das Bewußtsein von der Leerheit der reinen Pflicht und davon, daß sie nur Moment, daß seine Substantialität ein Prädikat ist, welches sein Subjekt an dem Individuum hat, dessen Willkür ihr den Inhalt gibt, jeden an diese Form knüpfen und seine Gewissenhaftigkeit an ihn heften kann. – Ein Individuum vermehrt sein Eigentum auf eine gewisse Weise; es ist Pflicht, daß jedes für die Erhaltung seiner selbst wie auch seiner Familie, nicht weniger für die Möglichkeit sorgt, seinen Nebenmenschen nützlich zu werden und Hilfsbedürftigen Gutes zu tun. Das Individuum ist sich bewußt, daß dies [473] Pflicht ist, denn dieser Inhalt ist unmittelbar in der Gewißheit seiner selbst enthalten; es sieht ferner ein, daß es diese Pflicht in diesem Falle erfüllt. Andere halten vielleicht diese gewisse Weise für Betrug; sie halten sich an andere Seiten des konkreten Falles, es aber hält diese Seite dadurch fest, daß es sich der Vermehrung des Eigentums als reiner Pflicht bewußt ist. – So erfüllt das, was andere Gewalttätigkeit und Unrecht nennen, die Pflicht, gegen andere seine Selbständigkeit zu behaupten; was sie Feigheit nennen, die Pflicht, sich das Leben und die Möglichkeit der Nützlichkeit für die Nebenmenschen zu erhalten; was sie aber die Tapferkeit nennen, verletzt vielmehr beide Pflichten. Die Feigheit darf aber nicht so ungeschickt sein, nicht zu wissen, daß die Erhaltung des Lebens und der Möglichkeit, anderen nützlich zu sein, Pflichten sind, – nicht von der Pflichtmäßigkeit ihres Handelns überzeugt zu sein und nicht zu wissen, daß in dem Wissen das Pflichtmäßige besteht; sonst beginge sie die Ungeschicklichkeit, unmoralisch zu sein. Da die Moralität in dem Bewußtsein, die Pflicht erfüllt zu haben, liegt, so wird dem Handeln, das Feigheit, ebensowenig als dem, das Tapferkeit genannt wird, dies nicht fehlen; das Abstraktum, das Pflicht heißt, ist wie jedes, so auch dieses Inhalts fähig, – es weiß also, was es tut, als Pflicht, und indem es dies weiß und die Überzeugung von der Pflicht das Pflichtmäßige selbst ist, so ist es anerkannt von den anderen; die Handlung gilt dadurch und hat wirkliches Dasein.

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Conversaciones en Valencia

[c. Gewissen y acción: Gewissen y la vacuidad del puro deber; el puro deber como momento; la discrecionalidad del contenido; deberes universales y particularidad]

[644]1Epígrafe: c. Gewissen y acción: Gewissen y la vacuidad del puro deber; el puro deber como momento; la discrecionalidad del contenido; deberes universales y particularidad. Este contenido se considera a la vez esencialidad moral [idealidad moral], o lo que es lo mismo: se considera a la vez deber moral X269X.2Es decir, en el elemento del Gewissen el arbitrio individual es idealidad y deber, las tres cosas van juntas, son la misma. Pues el puro deber, como ya resultó cuando tratamos de la comprobación de las leyes [cap. V, C, c, «La razón comprobadora de leyes»], es simplemente indiferente respecto a todo contenido, y se compadece con todo contenido. Aquí [el puro deber] tiene a la vez la forma esencial del ser-para-sí, y esa forma de convicción individual [individuelle] [y esa forma que el puro deber aquí tiene de no ser sino convicción individual] no es otra cosa que la conciencia de la vacuidad del puro deber, y la conciencia de que ese puro deber es sólo momento o sólo un momento, y de que la sustancialidad de ese momento es un predicado que tiene su sujeto en el individuo cuyo arbitrio presta a ese deber el contenido, pudiendo unir a esa forma todo contenido, y, por tanto, pudiendo adherirse a todo contenido en esa su actuación a conciencia [en la actuación del individuo a conciencia, o en esa su actuación con Gewissen]. — Un individuo puede acrecentar su hacienda de cierto modo; es un deber que cada uno provea a lo necesario para mantenerse a sí y a su familia, y que provea a la posibilidad de ser útil a su prójimo y de hacer el bien a quienes necesiten su ayuda. El individuo es consciente de que esto es un deber, pues ese contenido está inmediatamente contenido [o está directamente contenido] en la certeza de sí mismo; y él ve además que está cumpliendo en éste caso [acrecentando su hacienda del modo como lo está haciendo] ese deber. Pero quizá otros tienen por mentira, o por engaño, o por equivocación esa determinada forma en que el individuo actúa; ellos se atienen a otros lados del caso concreto, pero él se agarra a ese lado y se atiene a ese lado, siendo consciente [o mediante su permanecer consciente] de ese su acrecentar su propiedad como siendo un puro deber [es decir, mediante su permanecer consciente del puro deber que consiste en ese su estar acrecentando de ese modo su propiedad, o del puro deber que es ese su estar acrecentando de ese modo su propiedad]. — Y así [en otros casos], lo que [quizá] ellos llaman violencia e injusticia cumple el deber de afirmar la propia autonomía frente a los otros, y lo que ellos llaman cobardía cumple el deber de conservar la vida y con ello la posibilidad de ser útil al prójimo; en cambio, lo que [quizá] ellos llamen valentía vulnera más bien ambos deberes. Pero la cobardía no debe [darf] ser una cobardía tan insipiente e inepta [ungeschickt] como para no saber [por lo menos] que la conservación de la vida, y, por tanto, la conservación de la posibilidad de ser útil a otros, constituyen deberes, ni debe ser tan insipiente e inepta como para no estar convencida del carácter de deber que tiene esa su acción, y [no debe ser tan insipiente e inepta] como para no saber que ese carácter de deber consiste precisamente en saberlo [en estar uno convencido de ello] [es decir, debe alcanzar por lo menos ese nivel de saber]; pues si no, incurriría en la insipiente ineptitud o en la inepta insipiencia de ser inmoral [es decir, de ser una cobardía de verdad, de ser una cobardía inmoral]. Y como la moralidad radica en la conciencia de haber cumplido con el deber, resulta que ello [es decir, esa conciencia de haber cumplido el deber] no faltará ni a la acción que se denomina cobardía ni a la que se denomina valentía; el abstractum X270X3Quizá la frase no está bien redactada en el original, pero el sujeto de lo que sigue es este Abstractum. que se llama deber es susceptible de este contenido al igual que de cualquier otro, y lo que hace, lo sabe como deber, y porque lo sabe como deber [está convencido de ello como deber] y porque [el actuar con] la convicción de que lo que se hace es un deber, porque el actuar así, digo, es lo conforme a deber, resulta que es reconocido por los otros; y en virtud de ello es como la acción resulta válida, y tiene existencia real.

Algunas aclaraciones

X269X = Es decir, en el elemento del Gewissen el arbitrio individual es idealidad y deber, las tres cosas van juntas, son la misma.

X270X = Quizá la frase no está bien redactada en el original, pero el sujeto de lo que sigue es este Abstractum.

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Conversaciones en Madrid

[644] Este contenido vale, a la vez, como esencialidad moral o como deber. Pues el deber puro, como ya resultó al examinar las leyes, es indiferente sin más a todo contenido, y tolera cualquier contenido. Aquí tiene, a la vez, la forma esencial del ser-para-sí, y esta forma de la convicción individual no es otra cosa que la conciencia de la vacuidad del deber puro, y de que éste es sólo momento, que la substancialidad de la conciencia es un predicado que tiene su sujeto en el individuo cuyo albedrío dota al deber de contenido, puede atar cualquier contenido a esta forma y adherirle sobre él su cualidad de ser certeza moral. — Un individuo multiplica su propiedad de una cierta manera; existe el deber de que cada uno se ocupe de la conservación de sí mismo y de su familia, y no menos, también de la posibilidad de llegar a ser útil a sus prójimos y ayudar al necesitado. El individuo es consciente de que existe este deber, pues este contenido está inmediatamente contenido en la certeza de sí mismo; intelige, además, que en este caso está cumpliendo este deber. Quizá otros sostengan que esa manera cierta es un engaño, quizá ellos se fijen en otros aspectos del caso concreto; pero él, el individuo, se fija en este aspecto, siendo consciente como es de que la multiplicación de la propiedad es un deber puro. — Y así, lo que otros denominan violencia e injusticia cumple el deber de afirmar su autonomía frente a otros; lo que ellos llaman cobardía cumple el deber de conservar la propia vida y la posibilidad de ser útil al prójimo; mientras que eso que llaman valentía más bien lesiona ambos deberes. Pero la cobardía no debe ser tan torpe de no saber que la conservación de la vida y de la posibilidad de ser útil a otros son deberes, ni de no estar convencida de que su acción es conforme al deber, ni de no saber que lo conforme al deber consiste en el saber; si no, cometería la torpeza de ser inmoral. Como la moralidad reside en la conciencia de haber cumplido el deber, esa conciencia no le va a faltar al modo de actuar que se llama cobardía, ni tampoco al que se llama valentía; el abstractum que se llama deber es susceptible también de este contenido, como cualquier abstractum; sabe, entonces, que lo que hace es un deber, y en tanto que lo sabe y que la convicción del deber es lo conforme al deber mismo, es reconocido por los otros; la acción vale por esa razón, y tiene existencia efectiva.

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Conversations in Washington

[644] [644]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition At the same time this content counts as moral essentiality, or as duty because, as was already shown in the testing of laws, pure duty is utterly indifferent to every content and is compatible with any content. Here moral essentiality has at the same time the essential form of being-for-itself, and this form of individual conviction is nothing but the consciousness of the emptiness of pure duty. The consciousness that this is only a moment, or that its substantiality is a predicate which finds its subject in the individual whose arbitrary free choice gives pure duty content, can tie every content to this form and can attach its conscientiousness to any content. – An individual increases his property in a certain way. It is a duty that each should see to the maintenance of himself and his family, and it is no less a duty that he see to the possibility of his becoming useful to his neighbors and of doing good to all those who stand in need. The individual is aware that this is a duty, for this content is immediately contained in his certainty of himself; furthermore, he clearly sees that he has fulfilled his duty in this case. Others may hold that this particular way of fulfilling one’s duty is deceitful; they hold tight to a different aspect of the concrete case, but he holds tight to this aspect of the case as a result of his awareness that the increase of property is a pure and absolute duty. – In that way, what others call outrageous behavior and wrong-doing is here just fulfilling the duty of affirming one’s self-sufficiency with respect to others; what they call cowardice is here the duty of preserving one’s life and the possibility of being useful to one’s neighbors; what those others call courage instead violates both duties. However, cowardice need not be so inept as not to know that the maintenance of life and the possibility of being useful to others are duties – it need not be so inept as not to have the conviction of the dutifulness of its action and not to know that dutifulness consists in knowing; otherwise, it would be committing the clumsy mistake of being immoral. Because morality lies in the consciousness of having fulfilled one’s duty, this consciousness will not be lacking when the acting is called “cowardice” any more than when the acting is called “courage.” The abstractum called “duty” is capable of each and every content – it thus knows what it does as duty, and while it knows this, and knows that the conviction of duty is dutifulness itself, it is thus recognized by others. As a result, the action counts as valid and has actual existence.

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Conversaciones en el Atrium

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