Gespräche in der Dämmerung 00630

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / b. El trastrueque, o todo cambiado de sitio [b. Die Verstellung]

 

[Más sobre el legislador santo]

Gespräche in Jena

[630] Es erkennt seine Moralität darum als nicht vollendet, weil es von einer ihr entgegengesetzten Sinnlichkeit und Natur affiziert ist, welche teils die Moralität selbst als solche trübt, teils eine Menge von Pflichten entstehen macht, durch die es im konkreten Falle des wirklichen Handelns in Verlegenheit gerät; denn jeder Fall ist die Konkretion vieler moralischer Beziehungen, wie ein Gegenstand der Wahrnehmung über haupt ein Ding von vielen Eigenschaften ist; und indem die bestimmte Pflicht Zweck ist, hat sie einen Inhalt, und ihr Inhalt ist ein Teil des Zwecks und die Moralität nicht rein. – Diese hat also in einem anderen Wesen ihre Realität. Aber diese Realität heißt nichts anderes, als daß die Moralität hier an und für sich sei, – für sich, d.h. Moralität eines Bewußtseins sei, an sich, d.h. Dasein und Wirklichkeit habe. – In jenem ersten unvollendeten Bewußtsein ist die Moralität nicht ausgeführt; sie ist darin das Ansich im Sinne eines Gedankendinges; denn sie ist mit Natur und Sinnlichkeit, mit der Wirklichkeit des Seins und des Bewußtseins vergesellschaftet, die ihren Inhalt ausmacht, und Natur und Sinnlichkeit ist das moralisch Nichtige. – In dem zweiten ist die Moralität als vollendet und nicht als ein unausgeführtes Gedankending vorhanden. Aber diese Vollendung besteht eben darin, daß die Moralität in einem Bewußtsein Wirklichkeit sowie freie Wirklichkeit, Dasein überhaupt hat, nicht das Leere, sondern das Erfüllte, Inhaltsvolle ist; – d.h. die Vollendung der Moralität wird darein gesetzt, daß [462] das, was soeben als das moralisch Nichtige bestimmt wurde, in ihr und an ihr vorhanden ist. Sie soll das eine Mal schlechthin nur als das unwirkliche Gedankending der reinen Abstraktion Gültigkeit, aber ebensowohl in dieser Weise keine Gültigkeit haben; ihre Wahrheit soll darin bestehen, der Wirklichkeit entgegengesetzt und von ihr ganz frei und leer, und wieder darin, Wirklichkeit zu sein.

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Conversaciones en Valencia

[Más sobre el legislador santo]

[630]1Epígrafe: Más sobre el legislador santo. En efecto, la conciencia reconoce su moralidad como no consumada, como no completa, porque esa conciencia se ve afectada por una sensibilidad y naturaleza que le son opuestas, las cuales en parte enturbian la moralidad como tal, y en parte hacen surgir un conjunto de deberes por los que esa conciencia se ve llevada a la perplejidad en el caso concreto de la acción real [al no saber quizá por cuál optar]; pues cada caso es la concreción de múltiples relaciones morales, al igual que un objeto de la percepción es en principio una cosa de muchas propiedades [véase el cap. II]; y siendo entonces el fin un deber determinado o un determinado deber, ese deber tiene un contenido, y ese contenido del deber es parte o ingrediente del fin, y la moralidad, por tanto, no es pura. — Esa moralidad tiene, pues, su realidad en otro ser. Pero esta realidad no significar sino que en ese Ser la moralidad es en y para sí; «para sí», es decir, que la moralidad es una conciencia; «en sí», es decir, que tiene existencia y realidad. — En la primera conciencia, en la conciencia no perfecta [en la conciencia no santa], la moralidad no está desarrollada, no está efectuada [no está ejecutada], no está llevada a término. En ella la moralidad es un en-sí en el sentido de un ente pensado, es decir, en el sentido de una cosa sólo pensada, en el sentido de un ente de razón [Gedankending]; pues [en la conciencia no santa] la moralidad, por decirlo así, forma sociedad con la naturaleza y con la sensibilidad, con la realidad del ser y de la conciencia, las cuales constituyen su contenido, y la naturaleza y la sensibilidad son lo moralmente nulo, lo moralmente nada. — En cambio, en la segunda conciencia [en la conciencia santa], la moralidad está presente como consumada y completa [como perfecta, vollendete, como llevada a término], y no como una cosa que consiste sólo en pensamiento y que aún hubiese que poner en ejecución. Pero esta consumación consiste precisamente en que la moralidad tiene en una conciencia [en el Ser perfecto] tanto realidad, como realidad libre [realidad exenta], es decir, en que la moralidad tiene en una conciencia [en el Ser perfecto] existencia en general [es decir, un estar ahí con contenido y determinación], es decir, no es lo vacío, sino que es algo ocupado por estar lleno de contenido; es decir, la consumación de la moralidad queda puesta [se la está haciendo residir] en que aquello que hace un momento definíamos como lo moralmente nulo y lo que moralmente es nada esté presente en ella y ella consista en ello. Es decir [o en resumidas cuentas], la moralidad, por un lado, habría de tener validez absolutamente sólo como un irreal ente de razón que no consistiría sino en una pura abstracción; pero al mismo tiempo, entendida así, la moralidad no tendría validez ninguna; pues [en tal comprensión] su verdad habría de consistir en oponerse a la realidad y quedar enteramente libre de la realidad y vacía de realidad, pero precisamente en ello, de nuevo, su verdad, la verdad de la moralidad, no podría consistir sino en ser realidad [que es lo que ocurre en el Ser perfecto].

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Conversaciones en Madrid

[630] Si la conciencia reconoce su moralidad como no acabada, es por estar ella afectada de una sensibilidad y naturaleza contrapuestas a la moralidad que, por un lado, enturbian a ésta como tal, y por otro, hacen surgir una multitud de deberes por los que la conciencia se enreda en dificultades cuando está en el caso concreto de actuar efectivamente; pues cada caso es la concreción de muchas referencias morales, igual que un objeto de la percepción es una cosa de muchas propiedades; y el deber determinado, siendo un fin, tiene un contenido, y su contenido es una parte del fin, y la moralidad no es pura. — Esta última, pues, tiene su realidad en otra esencia. Pero esta realidad no significa otra cosa sino que la moralidad es aquí en y para sí: para sí, esto es, que es moralidad de una conciencia, y en sí, esto es, que tiene existencia y realidad efectiva. — En aquella primera conciencia inacabada, la moralidad no está realizada plenamente; es lo en-sí en el sentido de un ente de razón; pues se halla en compañía de la naturaleza y la sensibilidad, de la realidad efectiva del ser y de la conciencia, realidad efectiva que constituye su contenido, y la naturaleza y la sensibilidad son lo moralmente nulo.— En la segunda conciencia, la moral está dada como acabada y completa, no como un ente de razón sin realizar. Pero esta compleción consiste precisamente en que la moralidad tiene realidad efectiva dentro de una conciencia, así como realidad efectiva libre, existencia en general, no es lo vacío, sino lo cumplido y lleno de contenido; — es decir, la compleción de la moralidad se pone en que lo que recién se determinaba como lo moralmente nulo, está dado dentro de ella y en ella. Por un lado, en cuanto ente de razón inefectivo de la abstracción pura, debe tener vigencia, pero igualmente, de este modo, no debe tener vigencia; su verdad debe consistir en estar contrapuesta a la realidad efectiva, y en quedar totalmente libre y vacía de ella, y de nuevo, otra vez, en ser realidad efectiva.

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Conversations in Washington

[630] [630]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition For that reason, consciousness recognizes3erkennt3 that its morality is incomplete. It does this because it is affected by a sensibility and a nature opposed to itself which in part itself obfuscates morality as such and in part gives rise to a whole host of duties through which consciousness falls into dilemmas in concrete cases of actual action. Each case is the concretion of a plurality of moral relations in the way that an object of perception per se is a thing of many qualities. While the determinate duty is the purpose, it has a content, and its content is a part of the purpose, and hence morality is not pure. – Morality therefore has its reality in another being.4Wesen However, this reality amounts to nothing but the following. Morality is here supposed to be in and for itselffor itself, i.e., it is supposed to be the morality of a consciousness; and in itself, which is to say, it is supposed to have existence and actuality. – In the former, initially incomplete consciousness, morality was not put into practice; in such a case, morality is the in-itself in the sense that it is a thought-thing,5Gedankendinges for it is associated6vergesellschaftet with nature and sensibility, and with the actuality of being and of consciousness. That actuality constitutes its content, and the morally null is nature and sensibility. – In the second case, morality is present as completed and not as a thought-thing which has not been put into practice. However, this completion precisely consists in morality’s having actuality as well as free-standing actuality in a consciousness, in having existence per se, in its not being empty but rather in having a fulfilled content. – Which is to say, the completion of morality is posited in the following way. What was just now determined as morally null is now in morality’s own interior and is present in morality itself. It is at one time supposed to be what has validity purely and simply as a non-actual thought-thing of pure abstraction, but it is equally as much supposed to have no validity at all in this mode. Its truth is supposed to consist in its being opposed to actuality, to be wholly free-standing from it, to be empty, and therein again to be actuality itself.

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Conversaciones en el Atrium

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