Gespräche in der Dämmerung 00625

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / b. El trastrueque, o todo cambiado de sitio [b. Die Verstellung]

 

[Retorno al ir y venir del primer postulado; la cuestión del merecer ser feliz]

Gespräche in Jena

[625] Durch diese zweite Seite der moralischen Weltanschauung wird auch noch die andere Behauptung der ersteren aufgehoben, worin die Disharmonie der Moralität und Glückseligkeit vorausgesetzt wird. – Es will nämlich die Erfahrung gemacht werden, daß es in dieser Gegenwart dem Moralischen oft schlecht, dem Unmoralischen hingegen oft glücklich gehe. Allein der Zwischenzustand der unvollendeten Moralität, der sich als das Wesentliche ergeben hat, zeigt offenbar, daß diese Wahrnehmung und seinsollende Erfahrung nur eine Verstellung der Sache ist. Denn da die Moralität unvollendet, d.h. die Moralität in der Tat nicht ist, was kann an der Erfahrung sein, daß es ihr schlecht gehe? – Indem es zugleich herausgekommen, daß es um die Glückseligkeit an und für sich zu tun ist, so zeigt es sich, daß bei Beurteilung, es gehe dem Unmoralischen gut, nicht ein Unrecht gemeint war, das hier stattfinde. Die Bezeichnung eines Individuums als eines unmoralischen fällt, indem die Moralität überhaupt unvollendet ist, an sich hinweg, hat also nur einen willkürlichen Grund. Der Sinn und Inhalt [459] des Urteils der Erfahrung ist dadurch allein dieser, daß einigen die Glückseligkeit an und für sich nicht zukommen sollte, d.h. er ist Neid, der sich zum Deckmantel die Moralität nimmt. Der Grund aber, warum anderen das sogenannte Glück zuteil werden sollte, ist die gute Freundschaft, die ihnen und sich selbst diese Gnade, d.h. diesen Zufall gönnt und wünscht.

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Conversaciones en Valencia

[625] Mediante este segundo lado de la concepción moral del mundo queda suprimida y superada incluso la otra afirmación del primer lado, en la que se suponía la desarmonía entre moralidad y felicidad. Pues se querrá hacer la experiencia de que [se querrá mostrar cómo es posible que] en la actualidad [en el presente] al hombre moral le va a menudo mal, y al inmoral, en cambio, a menudo le ruedan las cosas con fortuna y felicidad. Sólo que el estado intermedio de la moralidad no consumada, que se ha obtenido precisamente como el esencial [o que se ha obtenido como lo esencial], muestra de modo bien claro y patente que esta percepción y esta experiencia (que se supone habría de ser tal experiencia) es un trastocar las cosas, un cambiar las cosas de sitio. Pues sí la moralidad no es una moralidad consumada, es decir, si la moralidad es una moralidad incompleta y a medias, es decir, si la moralidad no es en realidad tal moralidad, ¿qué puede entonces contener la experiencia [cuál puede ser entonces el contenido de la experiencia] de que a esa moralidad le vaya mal? — Y en cuanto a la vez hemos obtenido que de lo que se trata es de la felicidad en y por sí, resulta que al juzgar que a un hombre inmoral le va bien, no se puede querer estar diciendo con ello que aquí [que en ello] se estuviese produciendo injusticia alguna. El calificar a un individuo de individuo inmoral, cuando resulta que la moralidad es incompleta o imperfecta o algo sin acabar [unvollendet], es algo que en sí no se sostiene, y sólo puede tener, por tanto, un fundamento arbitrario. El sentido y contenido del juicio nacido de esa clase de experiencia sólo podría ser, por tanto, el siguiente: que a algunos no les debería tocar en suerte la felicidad en y por sí [es decir, la felicidad porque sí]. Es decir, el sentido y contenido de ese juicio de experiencia no consistiría sino en envidia que se oculta so capa de moralidad. Pues entonces la razón de por qué a otros habría de otorgárseles eso que llamamos felicidad, es porque es amigo mío o porque me cae bien, etc., es decir, la razón es o sería la buena amistad que a los amigos y a sí misma se concede y se desea ella esta gracia, es decir, esta casualidad.

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Conversaciones en Madrid

[625] Con este segundo lado de la visión moral del mundo queda cancelada, también, la otra afirmación del primer lado, en la que se hacía la presuposición de la disarmonía de moralidad y felicidad. — En efecto, la experiencia que se tiene es que, en este presente, muchas veces, al que es moral le va mal mientras que al inmoral, en cambio, le va muy felizmente. Sólo que este estado intermedio de la moralidad inacabada, que ha resultado como lo esencial, muestra claramente que esta percepción y esta experiencia que-debe-ser no es más que una disimulación de la Cosa. Pues, como la moralidad está inacabada, es decir, como la moralidad, de hecho, no es, ¿qué puede haber en la experiencia para que le vaya mal? — Al mismo tiempo, en tanto que ha resultado que de lo que se trata es de la felicidad en y para sí, se muestra que al juzgar que al inmoral le va bien no se estaba queriendo decir que aquí tiene lugar una injusticia. Queda entonces eliminada en sí la designación de un individuo como inmoral, toda vez que la moralidad como tal está inacabada, esto es, el fundamento de tal designación es sólo arbitrario. Con lo que el sentido y el contenido del juicio de la experiencia es sólo este: que a algunos no debería tocarles la felicidad en y para sí, es decir, tal juicio es envidia cubierta con el manto de la moralidad. Pero la razón por la que a otros debiera tocarles la llamada dicha o fortuna es la buena amistad, la cual les desea y disfruta en los otros y en sí misma esta gracia, es decir, este azar.

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Conversations in Washington

[625] [625]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition On the basis of this second aspect of the moral worldview, the other assertion is also sublated, namely, the one about the first aspect in which the disharmony between morality and happiness is presupposed. – It wants indeed to have learned from experience that in this present state of affairs the moral person often fares badly, whereas in contrast the immoral person is often happy. Yet the intermediate state of incomplete morality, which has turned out to be essential, clearly shows that this perception, this supposed experience, is only a matter of dissemblance about what is really at issue. For since morality is not completed, which is to say, since morality in fact is not, just what exactly is there in the learning experience to the effect that the moral person fares badly? – While it has come to light at the same time that what is at issue is happiness in and for itself, it turns out that the appraisal which asserts that “things go well for the non-moral person” did not intend to imply that anything wrong took place. When morality as such is incomplete, the designation of an individual as immoral in itself falls by the wayside and has therefore only an arbitrary ground. As a result, the sense and content of the judgment of experience is only that happiness in and for itself should not have been granted to some people, which is to say, the judgment is envy which helps itself to the cloak of morality. The reason, however, why so-called good fortune should be apportioned to others is that of good friendship, which does not begrudge it and which wishes that this grace, this accident of good fortune, be given both to them and to itself.

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Conversaciones en el Atrium

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