Gespräche in der Dämmerung 00619
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad [C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität] / b. El trastrueque, o todo cambiado de sitio [b. Die Verstellung]
[La inconsistencia de la noción de fin último del mundo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[619] Indem gehandelt wird, ist es also mit der Unangemessenheit des Zwecks und der Wirklichkeit überhaupt nicht Ernst; dagegen scheint es mit dem Handeln selbst Ernst zu sein. Aber in der Tat ist die wirkliche Handlung nur Handlung des einzelnen Bewußtseins, also selbst nur etwas Einzelnes und das Werk zufällig. Der Zweck der Vernunft aber als der allgemeine, alles umfassende Zweck ist nichts Geringeres als die ganze Welt; ein Endzweck, der weit über den Inhalt dieser einzelnen Handlung hinausgeht und daher überhaupt über alles wirkliche Handeln hinauszustellen ist. Weil das allgemeine Beste ausgeführt werden soll, wird nichts Gutes getan. In der Tat aber ist die Nichtigkeit des wirklichen Handelns und die Realität nur des ganzen Zwecks, die jetzt aufgestellt sind, nach allen Seiten auch wieder verstellt. Die moralische Handlung ist nicht etwas Zufälliges und Beschränktes, denn sie hat die reine Pflicht zu ihrem Wesen; diese macht den einzigen ganzen Zweck aus, und die Handlung also als Verwirklichung desselben ist bei aller sonstigen Beschränkung des Inhalts die Vollbringung des ganzen absoluten Zwecks. Oder wenn wieder die Wirklichkeit als Natur, die ihre eigenen Gesetze hat und der reinen Pflicht entgegengesetzt ist, genommen wird, so daß also die Pflicht ihr Gesetz nicht in ihr realisieren kann, so ist es, indem die Pflicht als solche das Wesen ist, in der Tat nicht um die Vollbringung der reinen Pflicht, welche der ganze Zweck ist, zu tun; denn die Vollbringung hätte vielmehr nicht die reine Pflicht, sondern das ihr Entgegengesetzte, die Wirklichkeit, zum Zwecke. Aber daß es nicht um die Wirklichkeit zu tun sei, ist wieder verstellt; denn nach dem Begriffe des moralischen [455] Handelns ist die reine Pflicht wesentlich tätiges Bewußtsein; es soll also allerdings gehandelt, die absolute Pflicht in der ganzen Natur ausgedrückt und das Moralgesetz Naturgesetz werden.
Conversaciones en Valencia
[La inconsistencia de la noción de fin último del mundo]
[619]1Epígrafe: La inconsistencia de la noción de fin último del mundo. Por tanto, al actuar, es decir, al estar actuando no se está tomando en serio [el agente no está tomando en serio, la conciencia no está tomando en serio] la inadecuación entre el fin y la realidad; y, sin embargo, sí parece que [la conciencia] se esté tomando en serio la acción. Pues bien, la acción real sólo es de hecho acción de la conciencia individual [einzelnes], es decir, sólo es a su vez algo individual, algo particular, y la obra que ella representa [o la obra en que ella acaba] es una obra contingente. El fin [Zweck] de la razón, empero, es el fin universal, el fin que lo abraza todo, es nada menos que el mundo todo; un fin último [un Endzweck] que va mucho más allá del contenido de esta acción particular, y que, por tanto, hay que colocarlo por encima y más allá de toda acción real. Y, por consiguiente, porque [moralmente] no se puede realizar sino lo mejor universal [das allgemeine Beste, lo optimo universal], es decir, porque lo que [moralmente] debe ejecutarse, esto es, lo que se debe realizar [lo que es deber realizar] es lo mejor universal, es decir, porque el deber consiste en realizar lo mejor universal o lo óptimo universal, no se hará o no se realizará nada bueno. Pero con ello lo que ocurre es que, de hecho, la nihilidad de la acción real [la poquita cosa que es la acción real] y la realidad de sólo ese fin completo, o de sólo ese fin total, o de sólo ese fin entero, que acaban de establecerse, quedan trastocadas otra vez por todos lados. Pues la acción moral está lejos de ser algo contingente y limitado, pues lo que esa acción tiene por esencia suya es nada menos que el puro deber; y es ese deber lo que constituye ese fin único y total; y la acción, pues, en tanto que realización de ese fin, pese a todas las limitaciones de contenido que puedan darse en ella, es nada menos que la ejecución de aquel fin total, absoluto [ganzes, absolutes Zweck]. O si otra vez se toma a la realidad como naturaleza que tiene sus propias leyes y que se contrapone al puro deber, de suerte que, por tanto, el deber no puede realizar en esa naturaleza lo que es la ley del deber, entonces resulta que, pese a ser el deber como talla esencia, en realidad no se puede tratar de poner por obra [de realizar] el puro deber, que es en lo que todo el fin consistía [o en lo que el fin aquel entero y total consistía]; pues tal poner por obra [tal ejecución] tendría por fin [o tendría como fin] no el puro deber, sino más bien lo contrapuesto al puro deber, es decir, la realidad. Ahora bien, el que no se trate de la realidad o el que aquello de que se trata no sea la realidad, es otra vez algo trastocado y fuera de lugar; pues conforme al concepto de acción moral, el deber puro es esencialmente conciencia activa; y, por tanto, habrá de actuarse, o se deberá actuar [será deber actuar], el deber absoluto [por ende] habrá de expresarse en la naturaleza toda y la ley moral convertirse en ley natural [y habrán de reconciliarse, por tanto, ley natural y ley moral].
Conversaciones en Madrid
[619] En tanto que se actúa, entonces, no se está tomando en serio para nada la inadecuación del fin y de la realidad efectiva en general; en cambio, lo que sí parece ir en serio es el actuar mismo. Pero, de hecho, la acción efectivamente real es sólo acción de la conciencia singular, es, pues, ella misma sólo algo singular, y la obra resulta contingente. Pero el fin de la razón, en cuanto fin universal que todo lo abarca, es nada menos que el mundo entero; un fin final que va mucho más allá del contenido de esta acción singular, y que, por ello, ha de emplazarse, como tal, más allá de todo actuar efectivo. Como lo que debe llevarse a cabo es el mayor bien general, no se hace nada bueno. Pero, de hecho, esta nulidad del actuar efectivo, y la realidad solamente del fin todo, que ahora se acaban de emplazar, también están desplazadas y disimuladas por todos lados. La acción moral no es algo contingente y limitado, pues tiene por esencia suya el deber puro; éste constituye el único fin total; y la acción, entonces, en cuanto realización efectiva de éste, es, a pesar de todas las otras limitaciones del contenido, cumplimiento del fin total absoluto. O bien, si a la realidad efectiva, en cuanto naturaleza que tiene sus propias leyes y que está contrapuesta al deber puro, se la toma de nuevo de tal modo que el deber no pueda realizar su ley en ella, entonces, siendo el deber como talla esencia, no se trata, de hecho, del cumplimiento del deber puro que es el fin total; pues el cumplimiento tendría por fin, más bien, no el deber puro, sino lo opuesto a él, la realidad efectiva. Pero que no se trata de la realidad efectiva es algo que vuelve a estar disimulado; pues, según el concepto del actuar moral, el deber puro es, esencialmente, conciencia activa; se debe, pues, actuar, el deber absoluto debe expresarse dentro de toda la naturaleza, y la ley moral debe llegar a ser ley natural X*X.2Hegel retoma la segunda formulación del imperativo categórico en la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres «Actúa como si la máxima de tu acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley natural universal», Ak. IV, 421.
Algunas aclaraciones
X*X = Hegel retoma la segunda formulación del imperativo categórico en la Fundamentación de la Metafísica de las costumbres «Actúa como si la máxima de tu acción debiera convertirse, por tu voluntad, en ley natural universal», Ak. IV, 421.
Conversations in Washington
[619] [619]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition While acting does take place, the inadequacy of the purpose and of actuality [to each other] is therefore not taken seriously at all; but in contrast, it does seem that acting itself is taken seriously. However, the actual action is in fact only the action of a singular consciousness; therefore it is only itself something singular, and the work is only something contingent. However, the purpose of reason as the all-comprehensive universal purpose, is nothing less than the whole world itself, a final end which goes far beyond the content of this individual action and thus is to be placed altogether beyond all actual acting. Because the universally best ought to be put into practice, nothing good is done. However, in fact the nothingness of actual acting and the reality only of the whole end, which are now put forward, are according to all the aspects again a matter of dissemblance. Moral action is not something contingent and restricted, for it has pure duty for its essence; this pure duty constitutes the single entire end; and the action, as the actualization of that end, is the accomplishment of the entire absolute end, whatever other restrictions there may be on the content. Or, if actuality is again taken to be nature, which has its own laws and which is opposed to pure duty so that duty cannot realize its law within nature, then while duty as such is the essence, this in fact has nothing to do with the accomplishment of pure duty, which is the entire end, for that accomplishment would instead have as its end not pure duty but instead what is opposed to it, actuality. However, that it is not supposed to have anything to do with actuality is again a matter of dissemblance, for according to the concept of moral action, pure duty is essentially an active consciousness. By all means, action should be taken; the absolute duty ought to be expressed in the entirety of nature; and the moral law should become the natural law.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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