Gespräche in der Dämmerung 00596
C. (BB) Der Geist / C. (BB) El espíritu
VI. Der Geist / Capítulo VI: El espíritu
C. Der seiner selbst gewisse Geist. Die Moralität / C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad
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Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[596] [441] Die sittliche Welt zeigte den in ihr nur abgeschiedenen Geist, das einzelne Selbst, als ihr Schicksal und ihre Wahrheit. Diese Person des Rechts aber hat ihre Substanz und Erfüllung außer ihr. Die Bewegung der Welt der Bildung und des Glaubens hebt diese Abstraktion der Person auf, und durch die vollendete Entfremdung, durch die höchste Abstraktion, wird dem Selbst des Geistes die Substanz zuerst zum allgemeinen Willen und endlich zu seinem Eigentum. Hier also scheint das Wissen endlich seiner Wahrheit vollkommen gleich geworden zu sein, denn seine Wahrheit ist dies Wissen selbst, und aller Gegensatz beider Seiten verschwunden, und zwar nicht für uns oder an sich, sondern für das Selbstbewußtsein selbst. Es ist nämlich über den Gegensatz des Bewußtseins selbst Meister geworden. Dieses beruht auf dem Gegensatze der Gewißheit seiner selbst und des Gegenstandes; nun aber ist der Gegenstand ihm selbst die Gewißheit seiner, das Wissen – so wie die Gewißheit seiner selbst als solche nicht mehr eigene Zwecke hat, also nicht mehr in der Bestimmtheit, sondern reines Wissen ist.
Conversaciones en Valencia
C. El espíritu seguro de sí mismo. La moralidad
[596] El mundo ético mostraba el espíritu que en ese mundo ético no era sino espíritu despedido [cap. VI, A, a], es decir, mostraba el self individual como el destino y la verdad de ese mundo. Pero esta persona del derecho X224X1Vide infra Algunas aclaraciones X224X. tiene [tenía] su sustancia y aquello que la llena fuera de ella X225X.2Gramaticalmente es también posible esta otra traducción: «[…] tiene, como vimos, su sustancia fuera del mundo ético» pero prefiero la primera. El movimiento del mundo de la Bildung y de la fe suprime y supera esta abstracción de la persona, y es mediante un completo extrañamiento, mediante una suprema abstracción, como la sustancia se le vuelve al self del espíritu voluntad general, y como esa sustancia se le vuelve finalmente su propiedad [cosa suya] [cap. VI, B, III] Y es aquí, pues, donde el saber parece finalmente haberse convertido en perfectamente igual a su verdad [es decir, el concepto concuerda enteramente con su objeto]; pues la verdad de ese saber es ese saber mismo [ese saber no tiene por objeto sino a sí mismo] y toda contraposición entre ambos lados ha desaparecido; y ello no sólo para nosotros, o en sí, sino para la autoconciencia misma. Pues es la propia autoconciencia la que se ha vuelto dueña [Meister] [la que se ha adueñado] de la contraposición de la conciencia [de la contraposición sujeto-objeto por la que se caracteriza la conciencia]. La conciencia descansa en la contraposición entre la certeza de sí misma y el objeto; pues bien, ahora es el objeto el que le es a la conciencia [quien se convierte para la conciencia en] la certeza que ésta tiene de sí, [quien se convierte] en el saber [es decir, ese objeto resulta ser el saber mismo] X226X,3Que es aproximadamente lo que el autor viene llamando certeza por contraposición con lo sabido u objeto, o certeza en contraposición con verdad. resultando también que esa certeza de sí misma como tal ya no tiene fines propios y, por tanto, ya no es en la determinidad [ya no consiste en la determinidad de un saber esto o aquello] sino que es puro saber.
Algunas aclaraciones
X224X
En un admirable encabalgamiento de motivos, el autor vuelve a superponer, pues, el espíritu despedido (el muerto del capitulo VI, A, a) con la persona jurídica del capitulo VI, A, c. El self individual queda propiamente fuera del mundo descrito en el cap. VI, A, a, b. Pero con la persona jurídica (cap. VI, A, c) el self individual se convierte en destino de toda eticidad simple. La persona jurídica no es, pues, sino lo que en la figura anterior (cap. VI, A, a, b) era espíritu despedido, espíritu difunto. La absoluta abstracción en que el espíritu difunto consiste, convertida ahora en persona jurídica, se convierte en destino del mundo ético. Es el self individual. El mundo del «espíritu verdadero», de la eticidad, queda detrás del mundo cuyo centro es la persona jurídica. Cfr. notas X16X (en 00441) y X24X (en 00450) al cap. VI.
X225X
Gramaticalmente es también posible esta otra traducción: «[…] tiene, como vimos, su sustancia fuera del mundo ético» pero prefiero la primera.
X226X
Que es aproximadamente lo que el autor viene llamando certeza por contraposición con lo sabido u objeto, o certeza en contraposición con verdad.
Conversaciones en Madrid
C. El espíritu cierto de sí mismo. La moralidad
[596] El mundo ético mostraba como su destino y su verdad al espíritu que, en él, sólo era el que ha partido, el sí-mismo singular. Pero esta persona del Derecho tenía su substancia y su cumplimiento fuera de ese mundo. El movimiento del mundo de la cultura y de la fe cancelaba esta abstracción de la persona, y por medio del extrañamiento acabado, por medio de la abstracción suprema, la substancia se convertía, a ojos del sí-mismo del espíritu, primero en voluntad general, y finalmente, en patrimonio de ésta. Ahí, entonces, parece que el saber ha llegado por fin a ser perfectamente igual a su verdad; pues su verdad es este saber mismo, y toda oposición de ambos lados ha desaparecido; y por cierto, no para nosotros, o en sí, sino para la autoconciencia misma. Y es que ésta se ha convertido en ama y señora de la oposición constitutiva de la conciencia misma. Ésta se basaba en la oposición de la certeza de sí y la del objeto; pero, [697] ahora, el objeto le es a ella misma la certeza de sí, el saber: del mismo modo que la certeza de sí misma en cuanto tal no tiene ya fines propios, no está ya, pues, en la determinación, sino que es saber puro.
Conversations in Washington
C. (BB) Spirit
VI. Spirit
C. Spirit Certain of Itself: Morality
[596] [596]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The ethical world showed that its fate and its truth were only the departed spirit in that world, the singular self. However, this person of the law has its substance and its fulfillment outside of that ethical world. The movement of the world of cultural formation and of faith sublates this abstraction of the person, and through the perfected alienation and the highest abstraction, the substance initially, to the self of spirit, comes to be the universal will and then finally comes into spirit’s own possession. Here knowing thus finally seems to have become completely the same as its truth, for its truth is this knowing itself, and all opposition between both aspects has vanished, in fact, not for us, or in itself, but for self-consciousness itself. That is to say, self-consciousness has itself gained mastery over the opposition of consciousness. This latter rests on the opposition between the certainty of itself and the object, but now the object is, to itself, the certainty of itself. It is knowing – just as the certainty of itself as such certainty no longer has any purposes of its own, and thus no longer is in the determinateness [of opposition] but rather, is pure knowing.
Conversaciones en el Atrium
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