Gespräche in der Dämmerung 00566

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / a. La lucha de la Ilustración contra la superstición [a. Der Kampf der Aufklärung mit dem Aberglauben]

 

[2.g. El poder de la Ilustración sobre la fe; las unilateralidades que la Ilustración achaca a la fe y las correlativas unilateralidades de la Ilustración]

Gespräche in Jena

[566] Zuerst behauptet die Aufklärung, das Moment des Begriffs, ein Tun des Bewußtseins zu sein; sie behauptet dies gegen den Glauben, – daß sein absolutes Wesen Wesen seines Bewußtseins als eines Selbsts oder daß es durch das Bewußtsein hervorgebracht sei. Dem glaubenden Bewußtsein ist sein absolutes Wesen, ebenso wie es ihm Ansich ist, zugleich nicht wie ein fremdes Ding, welches darin, man weiß nicht wie und woher, stünde; sondern sein Vertrauen besteht gerade darin, sich als dieses persönliche Bewußtsein darin zu finden, und sein Gehorsam und Dienst darin, es als sein absolutes Wesen durch sein Tun hervorzubringen. Hieran erinnert eigentlich nur den Glauben die Aufklärung, wenn er rein das Ansich des absoluten Wesens jenseits des Tuns des Bewußtseins ausspricht. – Aber indem sie zwar der Einseitigkeit des Glaubens das entgegengesetzte Moment des Tuns desselben gegen das Sein, an das er hier allein denkt, herbei-, selbst aber ihre Gedanken ebenso nicht zusammenbringt, isoliert sie das reine Moment des Tuns und spricht von dem Ansich des Glaubens aus, daß es nur ein Hervorgebrachtes des Bewußtseins sei. Das isolierte, dem Ansich entgegengesetzte Tun ist aber ein zufälliges Tun und als ein vorstellendes [419] ein Erzeugen von Fiktionen, – Vorstellungen, die nicht an sich sind; und so betrachtet sie den Inhalt des Glaubens. – Umgekehrt aber sagt die reine Einsicht ebenso das Gegenteil. Indem sie das Moment des Andersseins, das der Begriff an ihm hat, behauptet, spricht sie das Wesen des Glaubens als ein solches aus, welches das Bewußtsein nichts angehe, jenseits desselben, ihm fremd und unerkannt sei. Dem Glauben ist es ebenso, wie er einerseits ihm vertraut und darin die Gewißheit seiner selbst hat, andererseits in seinen Wegen unerforschlich und in seinem Sein unerreichbar.

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Conversaciones en Valencia

[2.g. El poder de la Ilustración sobre la fe; las unilateralidades que la Ilustración achaca a la fe y las correlativas unilateralidades de la Ilustración]

[566] [669]1Epígrafe: 2.g. El poder de la Ilustración sobre la fe; las unilateralidades que la Ilustración achaca a la fe y las correlativas unilateralidades de la Ilustración. Primero [o de entrada] la Ilustración hace valer el momento del concepto de ser el concepto [hacer valer el momento del concepto, que consiste en ser el concepto] un hacer [Thun] de la conciencia [o una acción de la conciencia]; la Ilustración afirma esto o hace valer esto contra la fe, es decir, hace valer que el Ser absoluto [absolutes Wesen] es el ser [o esencia o Wesen] de su conciencia [de la conciencia de la fe] en cuanto esa conciencia es un self [en cuanto siendo la conciencia un self], o lo que es lo mismo: que ese ser [Wesen] está producido o suscitado por la conciencia. Pero para la conciencia creyente ese su ser absoluto [o esa su esencia absoluta], por más que le sea aún en-sí, o siéndole aún el En-sí que es, resulta que a la vez no le es, sin embargo, una cosa extraña, que estuviese en ella [en la conciencia creyente] no se sabe cómo ni de dónde, sino que la confianza de la fe consiste, precisamente, en que ella no se encuentra como esta conciencia personal si no es produciendo y suscitando mediante su acción precisamente como ser suyo [o como esencia suya] ese Ser absoluto, y [la confianza de la fe consiste asimismo] en que en donde ella tiene [o pone] su obediencia y su servicio [su culto] es en producir y suscitar mediante su acción precisamente como ser suyo a ese Ser absoluto. Pues bien, esto que la fe ya sabe y hace es precisamente lo que le recuerda la Ilustración a la fe cuando la fe declara puramente el en-sí del Ser absoluto como quedando más allá [declara que ese en-sí queda más allá] del hacer de la conciencia [es decir, cuando la fe pone puramente el en-sí del ser absoluto más allá de la conciencia]. — Pero en cuanto la Ilustración aporta y aduce o recuerda a la unilateralidad de la fe [o en contra de la unilateralidad de la fe] el momento contrapuesto que representa ese hacer [que representa esa acción, ese producir] de la fe respecto al ser [Seyn] [es decir, frente al en-sí] en el que la fe se limita aquí a pensar, pero sin que la Ilustración logre ella misma poner juntos y articular sus propios pensamientos [los propios pensamientos de la Ilustración], ella [la Ilustración] no está haciendo otra cosa que aislar el puro momento del hacer, y es así como ella dice del en-sí de la fe que ese en-sí [el en-sí que es objeto de la fe o sobre el que versa la fe] es solamente algo producido por la conciencia. Ahora bien, el hacer contrapuesto al en– [670] / [el hacer que se contrapone al en-sí, o cuando queda contrapuesto al en-sí] es un hacer contingente y casual, y en cuanto un hacer sólo representativo [es decir, en cuanto un hacer que consiste sólo en hacerse representaciones] no es sino un engendrar ficciones, es decir, un engendrar representaciones que no son en sí [o que en sí no son, o que aquello que representan no es nada, o cuyo contenido sólo es en ellas, no en sí]. Y es así como la Ilustración entiende el contenido de la fe. — Pero resulta que a la inversa, la intelección pura dice también lo contrario. Pues al afirmar el momento del ser-otro X180X2De distintas maneras, pero básicamente en la forma de ser sensible. que el concepto lleva en él [y al decir que el en-sí de la fe que no es verdad] [aunque sin saberse ella aún ese ser-otro], la Ilustración está declarando el ser [Wesen] a que se refiere la fe como un ser que en nada concierne a la conciencia, que queda más allá de ella que le es extraño y le es desconocido [cuando inicialmente afirmaba que se trataba de ficciones de la conciencia]. Y otro tanto le ocurre a la fe, a la que, por un lado, ese ser [Wesen] le es tal como ella confía en él, y tal como ella tiene en él la certeza de sí misma, pero por otro lado ese ser [Wesen] le es inescrutable en sus caminos y le es inaccesible en su ser [Seyn].

Algunas aclaraciones

X180X = De distintas maneras, pero básicamente en la forma de ser sensible.

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Conversaciones en Madrid

[566] Primero X*1X,3Cf. supra, 00549. la Ilustración afirma el momento del concepto en que éste es una actividad de la conciencia misma; afirma, frente a la fe, que la esencia absoluta de ésta es esencia de su conciencia en cuanto de un sí-mismo, o bien, en otros términos, que ha sido producida por la conciencia. A la conciencia creyente, su esencia absoluta, igual que le es lo en-sí, le es, a la vez, no como una cosa extraña que estuviera ahí dentro sin que se sepa cómo ni de dónde viene, sino que su confianza consiste precisamente en encontrarse a sí ahí como esta conciencia personal, y su obediencia y su servicio consisten en producir tal conciencia como su esencia absoluta por medio de su actividad. Esto es, propiamente hablando, lo único que la Ilustración le recuerda a la fe cuando ésta enuncia limpiamente lo en-sí de la esencia absoluta más allá de la actividad de la conciencia. — La Ilustración le aporta a la unilateralidad de la fe el momento contrapuesto de la actividad de esa fe frente al Ser en el que ella, la fe, únicamente piensa aquí, mas sin juntar la propia Ilustración tampoco sus pensamientos; pero, en tanto que hace eso, aísla el momento puro de la actividad y enuncia de lo en-sí de la fe que no es más que un producto de la conciencia. Sin embargo, la actividad aislada contrapuesta a lo en-sí es una actividad contingente, y en cuanto actividad representadora, es un producir ficciones: representaciones que no son en sí; y así es como considera la Ilustración el contenido de la fe. — A la inversa, sin embargo, la intelección pura dice también lo contrario. Al afirmar el momento del ser-otro que el concepto tiene en él, enuncia la esencia de la fe como una esencia que no atañe en nada a la conciencia, que [665] está más allá de ésta, le es extraña y no la reconoce. A la fe, la esencia le es, por un lado, tan familiar e íntima como ella, y tiene ahí la certeza de sí misma, por otro lado, es inescrutable en sus caminos X*2X,4Romanos, 11:33 («o altitudo divitiarum sapientiae et scientiae Dei quam inconprehensibilia sunt iudicia eius et investigabiles viae eius».).4 e inalcanzable en su ser.

Algunas aclaraciones

X*1X = Cf. supra, 00549.

X*2X = Romanos, 11:33 («o altitudo divitiarum sapientiae et scientiae Dei quam inconprehensibilia sunt iudicia eius et investigabiles viae eius».).

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Conversations in Washington

[566] [566]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition At first the Enlightenment asserts the moment of the concept to be a doing of consciousness. What it asserts against faith is just this – that faith’s absolute essence is an essence of faith’s consciousness as a self, or that this absolute essence is supposed to be brought out through consciousness. Its absolute essence is, to the faithful consciousness, precisely as it is as faith’s in-itself, at the same time not like some alien thing which would just be there in it, some kind of “who knows where it came from and how it got there,” but rather, faith’s confidence consists only in finding itself as this personal consciousness within its absolute essence, and its obedience and service consist in engendering that essence as its absolute essence through faith’s own doing. In effect the Enlightenment only reminds faith of this when faith starkly declares that the in-itself of the absolute essence is the other-worldly beyond of the doing of consciousness. – However, while, to be sure, the Enlightenment brings up faith’s one-sidedness concerning the [330] opposing moment of faith’s own doing in contrast to what is,6das Sein which is all that faith thinks about here, and does not bring together its own opposing thoughts, the Enlightenment isolates the pure moment of doing and declares faith’s in-itself to be only something brought out by consciousness. However, the isolated doing opposed to the in-itself is a contingent doing, and, as what representational thought does, it is an engendering of fictions – representations which are not in itself, and so this is the way in which the Enlightenment regards the content of faith. – But, conversely, pure insight states the very opposite. While insight affirms the moment of otherness which the concept has in it, it expresses the essence of faith as that which does not concern consciousness, which is an other-worldly beyond to consciousness, something alien and unknown to it. To faith, the essence, on the one hand, is exactly what it places its trust in and in which it has certainty of itself, whereas, on the other hand, the essence is inscrutable in its ways and unattainable in its being.

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Conversaciones en el Atrium

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