Gespräche in der Dämmerung 00565

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / a. La lucha de la Ilustración contra la superstición [a. Der Kampf der Aufklärung mit dem Aberglauben]

 

[2.f. Polémica de la Ilustración contra la fe, la Ilustración por encima de la fe, dialéctica de la Ilustración; en qué consiste la realización de la intelección pura]

Gespräche in Jena

[565] Die Aufklärung selbst aber, welche den Glauben an das Entgegengesetzte seiner abgesonderten Momente erinnert, ist ebensowenig über sich selbst aufgeklärt. Sie verhält sich rein negativ gegen den Glauben, insofern sie ihren Inhalt aus ihrer Reinheit ausschließt und ihn für das Negative ihrer selbst nimmt. Sie erkennt daher weder in diesem Negativen, in dem Inhalte des Glaubens, sich selbst, noch bringt auch sie aus diesem Grunde die beiden Gedanken zusammen, den, welchen sie herbeibringt, und den, gegen welchen sie ihn herbeibringt. Indem sie nicht erkennt, daß dasjenige, was sie am Glauben verdammt, unmittelbar ihr eigener Gedanke ist, so ist sie selbst in der Entgegensetzung der beiden Momente, deren eines, nämlich jedesmal das dem Glauben Entgegengesetzte, sie nur anerkennt, das andere aber, gerade wie der Glaube tut, davon trennt. Sie bringt daher nicht die Einheit beider als Einheit derselben, d. i. den Begriff hervor; aber er entsteht ihr für sich, oder sie findet ihn nur als vorhanden. Denn an sich ist eben dies die Realisierung der reinen Einsicht, daß sie, deren Wesen der Begriff ist, zuerst sich selbst als ein absolut Anderes wird und sich verleugnet – denn der Gegensatz des Begriffes ist der absolute – und aus diesem Anderssein zu sich selbst oder zu ihrem Begriffe kommt. – Die Aufklärung ist aber nur diese Bewegung, sie ist die noch bewußtlose Tätigkeit des reinen Begriffs, die [418] zwar zu sich selbst als Gegenstand kommt, aber diesen für ein Anderes nimmt, auch die Natur des Begriffs nicht kennt, daß nämlich das Nichtunterschiedene es ist, was sich absolut trennt. – Gegen den Glauben also ist die Einsicht insofern die Macht des Begriffs, als sie die Bewegung und das Beziehen der in seinem Bewußtsein auseinanderliegenden Momente ist, ein Beziehen, worin der Widerspruch derselben zum Vorschein kommt. Hierin liegt das absolute Recht der Gewalt, welche sie über ihn ausübt; die Wirklichkeit aber, zu der sie diese Gewalt bringt, eben darin, daß das glaubende Bewußtsein selbst der Begriff ist und also das Entgegengesetzte, das ihm die Einsicht herbeibringt, selbst anerkennt. Sie behält darum gegen es recht, weil sie an ihm das geltend macht, was ihm selbst notwendig ist und was es an ihm selbst hat.

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Conversaciones en Valencia

[565] Pero la Ilustración misma, en ese recordar a la fe lo contrapuesto [o el momento contrapuesto] de esos momentos que la fe separa, dista también de estar ilustrada sobre sí misma. Pues la Ilustración se comporta negativamente contra la fe [o respecto a la fe] en cuanto excluye su propio contenido [el contenido de la Ilustración] de su pureza suya [de la pureza de la Ilustración, no teniéndolo por contenido perteneciente a la Ilustración en su pureza], y lo tiene o lo toma por lo negativo de ella misma. Por tanto, en ese Negativo, o en eso negativo, es decir, en el contenido de la fe, la Ilustración no se reconoce a sí misma, ni por esta razón logra tampoco poner juntos ni articular aquellos dos pensamientos [Gedanken], es decir, aquel que es ella quien lo trae o aporta [es decir, que es la Ilustración quien lo aduce], y aquel contra el que ella lo trae o aporta [o contra el que la Ilustración se vuelve]. Es decir, en cuanto la Ilustración no se percata de que aquello que ella condena en la fe son inmediatamente sus propios pensamientos [Gedanken] de ella [es decir, las propias ideas o pensamientos de la Ilustración], la Ilustración misma está o reside o radica [está atrapada y consiste] en la contraposición de esos dos momentos, de los cuales ella sólo reconoce uno, a saber: sólo reconoce el momento contrapuesto en cada caso a la fe, pero separa el otro, que es exactamente lo mismo que la fe hace. Por tanto, la Ilustración no produce la unidad de ambos como una unidad de ellos mismos, es decir, no produce el concepto [no suscita el concepto, o no genera ella el concepto]; sino que ese concepto le resulta a ella o le surge a ella como siendo para sí [o de por sí], o lo que es lo mismo: ella se encuentra ese concepto sólo como estando ese concepto ahí delante [como si ese concepto fue- [668] /se una cosa que estuviese ahí]. Pues es precisamente en esto en lo que consiste la realización de la intelección pura o del puro inteligir [esto es, el cobrar realidad, el hacerse realidad la intelección pura], a saber: en que la intelección pura (cuya esencia es el concepto) se empiece primero deviniendo ella misma algo absolutamente otro de sí misma, y se niegue a sí misma, pues la contraposición del concepto [la contraposición que por su naturaleza el concepto conlleva] es la contraposición absoluta, y sólo desde ese su ser-otro viene ella [viene la pura intelección] a sí misma, es decir, sólo desde ese su ser-otro viene a su concepto [al concepto de sí misma, o al concepto en que ella consiste]. — Pero la Ilustración es sólo este movimiento, la Ilustración es la actividad del concepto puro, pero una actividad todavía no consciente [que todavía no se sabe a sí misma], la cual, ciertamente, viene a sí misma como objeto [se enfrenta a sí misma como un objeto que a esa actividad le estuviese ahí delante, sin saberse ella idéntica a ese objeto], pero toma a éste por otro [por algo distinto de ella], y [la actividad en que la Ilustración consiste] tampoco reconoce la naturaleza del concepto, a saber: que lo no distinto, lo no diferente, es lo que absolutamente se separa [de sí mismo] X179X.1Se trata, pues, de una formulación muy simple de qué se entiende por concepto. — Así pues, respecto a la fe, o contra la fe, la intelección [la intelección pura] es la fuerza y el poder [Macht] del concepto, en cuanto esa intelección [o ese inteligir] es el movimiento de (y el quedar puestos en relación) los momentos que en la conciencia de la fe están separados unos de otros y nada tienen que ver unos con otros, un poner en relación en el que lo que queda en primer plano es la contradicción de esos momentos. Y en esto radica el derecho absoluto de la violencia [Gewalt] que la Ilustración ejerce sobre la fe; pero la realidad a la que la Ilustración lleva esa violencia [es decir, la realidad última que la Ilustración acaba prestando o dando a esa violencia] no consiste precisamente sino en que [no consiste sino en acabar en definitiva mostrando que] la conciencia creyente misma es el concepto y, por tanto, reconoce ella misma [o habrá de reconocer ella misma] lo contrapuesto que la intelección le aporta o que la intelección le enseña. Por tanto, esa intelección conserva su razón [Recht] o mantiene su razón [o es la que tiene razón] frente a la conciencia creyente, pues no hace sino hacer valer en ella [en la conciencia creyente] aquello que a ella misma [a la conciencia creyente] le es necesario [que en ella misma se exhibe como necesario], y que ella misma contiene ya en ella.

Algunas aclaraciones

X179X = Se trata, pues, de una formulación muy simple de qué se entiende por concepto.

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Conversaciones en Madrid

[565] Pero la propia Ilustración, que le recuerda a la fe lo contrapuesto de sus momentos particulares separados, está igual de poco ilustrada acerca de sí misma. Frente a la fe, se comporta de manera puramente negativa en la medida en que excluye su X149X2ihr; el posesivo se refiere a la Ilustración. su contenido de su pureza, y toma la fe por lo negativo de ella misma, de la Ilustración. Por eso, no se reconoce a sí misma en esto negativo, en el contenido de la fe, ni tampoco, por esta razón, junta los dos pensamientos, el que ella aporta y aquél contra el cual lo aporta. Al no reconocer que aquello que ella condena en la fe es inmediatamente su propio pensamiento, ella misma está dentro de la contraposición de ambos momentos, de los cuales sólo reconoce uno, a saber, el que cada vez sea opuesto a la fe, mientras que al otro, exactamente igual que hace la fe, lo separa. Por eso, no produce la unidad de uno y otro como unidad de los mismos, esto es, no produce el concepto; sino que éste se origina ante ella para sí, o bien, en otros términos, ella se lo encuentra sólo como algo dado y presente. Pues, en sí, la realización de la intelección [663] pura es precisamente esto: que ella, cuya esencia es el concepto, primero llega a serse a sí misma como algo absolutamente otro y se niega a sí, pues la oposición del concepto es la oposición absoluta, y luego, a partir de este ser-otro, llega a sí misma, o a su concepto. — Pero la Ilustración es únicamente este movimiento, es la actividad, todavía sin conciencia, del concepto puro, actividad que, ciertamente, llega a sí misma en cuanto objeto, pero que toma a éste por otro, y tampoco conoce la naturaleza del concepto, a saber, que es lo no-diferente lo que se separa de manera absoluta. — Frente a la fe, entonces, la intelección es el poder del concepto en la medida en que ella, la intelección, es el movimiento y el referir de los momentos que residen disociados en su conciencia, un referir en el que la contradicción de los momentos queda en evidencia. Aquí reside el derecho absoluto de la violencia que ella ejerce sobre la fe; pero la realidad efectiva a la cual ella lleva esa violencia reside precisamente en el hecho de que la conciencia creyente es ella misma el concepto y reconoce ella misma, entonces, lo contrapuesto que la intelección le aporta. Ésta sigue teniendo razón y derecho frente a la fe, porque hace valer en ella lo que le es a ella misma necesario, y lo que tiene en ella misma.

Algunas aclaraciones

X149X = ihr; el posesivo se refiere a la Ilustración.

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Conversations in Washington

[565] [565]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, the Enlightenment itself, which reminds faith of the opposition within each of its various isolated moments, is no more enlightened about itself. It conducts itself purely negatively towards faith insofar as it excludes its own content from its own purity, and it takes that content to be the negative of itself. Hence, it cognizes itself neither in this negative, nor in the content of faith, nor on these grounds does it bring the two thoughts into contact with each other, the thought which it brings along and the thought that it brings along in opposition to the first one. Since it does not cognize that what it condemns in faith are immediately its own thoughts, [329] it itself is in the opposition of both moments, one of which, namely, the one that is in every case opposed to faith, only bestows recognition on it, separating itself, however, from the other exactly in the way that faith does. The Enlightenment thus does not bring out the unity of both as the unity of both, i.e., the concept, but, to it, the concept emerges for itself, or, the Enlightenment encounters it only as present, for in itself this is just the very realization of pure insight. The pure insight whose essence is the concept initially comes to be, to itself, as an absolute other, and it denies itself, for the opposite of the concept is the absolute opposite. It then comes back round to itself, to its concept, from out of this otherness. – However, the Enlightenment is only this movement; it is the still unconscious activity of the pure concept which, to be sure, comes back round to itself as object but which takes this object for an other and which is also not even aware of the nature of the concept, namely, that the concept is non-differentiated which absolutely separates itself. – Thus, as against faith, insight is the power of the concept insofar as insight is both the movement and the relating of the moments which lie apart in faith’s consciousness; it is an [act of] relating in which the contradiction in those moments comes to light. Therein lies the absolute right of the authority4Gewalt which insight exercises over faith, but the actuality on which it brings this authority to bear lies precisely in this, that the faithful consciousness is itself the concept, and that it thus itself recognizes and accepts the opposition that insight brings to it. For that reason, insight keeps its right against faith because what it affirms in faith is what is necessary to faith itself and what faith has in its own self.

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Conversaciones en el Atrium

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