Gespräche in der Dämmerung 00543

Parte de:

C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / Capítulo VI: El espíritu [VI. Der Geist] / B. El espíritu extrañado de sí; la formación o Bildung [B. Der sich entfremdete Geist. Die Bildung] / II. La Ilustración [II. Die Aufklärung] / a. La lucha de la Ilustración contra la superstición [a. Der Kampf der Aufklärung mit dem Aberglauben]

 

[I.a. La fe como lo contrapuesto a la razón y a la verdad]

Gespräche in Jena

[543] Gegen diese drei Seiten des Feindes läßt die Aufklärung sich nicht ohne Unterschied ein; denn indem ihr Wesen reine Einsicht, das an und für sich Allgemeine ist, so ist ihre wahre Beziehung auf das andere Extrem diejenige, in welcher sie auf das Gemeinschaftliche und Gleiche beider geht. Die Seite der aus dem allgemeinen unbefangenen Bewußtsein sich isolierenden Einzelheit ist das ihr Entgegengesetzte, das sie nicht unmittelbar berühren kann. Der Wille der betrügenden Priesterschaft und des unterdrückenden Despoten ist [401] daher nicht unmittelbarer Gegenstand ihres Tuns, sondern die willenlose, nicht zum Fürsichsein sich vereinzelnde Einsicht, der Begriff des vernünftigen Selbstbewußtseins, der an der Masse sein Dasein hat, aber in ihr noch nicht als Begriff vorhanden ist. Indem aber die reine Einsicht diese ehrliche Einsicht und ihr unbefangenes Wesen den Vorurteilen und Irrtümern entreißt, windet sie der schlechten Absicht die Realität und Macht ihres Betrugs aus den Händen, deren Reich an dem begrifflosen Bewußtsein der allgemeinen Masse seinen Boden und Material, – [wie] das Fürsichsein an dem einfachen Bewußtsein überhaupt seine Substanz hat.

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Conversaciones en Valencia

[543] Con estos tres lados del enemigo [la masa, los curas y los déspotas] se enfrenta la Ilustración y se emplea contra ellos X149X,1Vide infra Algunas aclaraciones X149X. pero no sin diferencias; pues como su esencia es la intelección pura (es decir, como la esencia de la Ilustración es la pura intelección, lo universal en y para sí), resulta que su verdadera relación con el otro extremo [es decir, con lo que es contrario a ella] es aquella en la que ella se endereza a lo que es común a ambos y a lo que es igual en ambos [es decir, a lo que es común a la Ilustración y a su contrario y a lo que es igual en la Ilustración y en su contrario]. El lado que representa aquella individualidad particular [Einzelnheit] [aquella intelección que se queda para sí en el trasfondo, que se queda para sí en segundo plano, la de los curas] que se aísla de esa conciencia universal despreocupada [es decir, que se aísla de la conciencia despreocupada de la masa] es, ciertamente, lo opuesto a ella, pero que ella no puede tocar directamente X150X.2¿Por qué no? Quizá porque no tienen remedio, o porque son ser-para-sí anquilosado o endurecido. Parece que es esto último lo que el autor dice a continuación. Por tanto, la voluntad de esos curas mentirosos y de esos déspotas opresores no puede ser el inmediato objeto de la acción de la Ilustración, sino que lo que tiene que ser el inmediato objeto de la ac- [645] /ción de la Ilustración es esa inteligencia carente de voluntad, que aún no se ha individualizado en ser-para-sí, es decir, lo que tiene que ser el objeto inmediato de la Ilustración es el concepto de la autoconciencia racional, que tiene su existencia en la masa, pero que aún no asiste en ella como concepto. Y en cuanto la intelección pura trata de arrancar de sus prejuicios y errores a esta honesta inteligencia y a esta su despreocupada esencia [Wesen], le arrebata de las manos a la mala intención la realidad y el poder de la mentira de esa mala intención, realidad y poder cuyo reinado tiene su suelo y materia en la conciencia de esa masa universal carente de concepto, es decir, el ser-para-sí [de los protagonistas de aquella mentira] tiene su sustancia en la conciencia simple [en la conciencia sencilla de las masas] X151.3Véanse sobre esto las cuatro «Memorias sobre la instrucción pública» publicadas por Condorcet en los años 1790 y 1791, en: Condorcet (marqués de), Escritos pedagógicos, traducción de Domingo Barnés, Madrid, 1922. [Existe una edición y traducción del presente siglo a cargo de Tomás del Amo en CONDORCET (Marquis de). Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos, (Madrid: Morata, 2001, 340 pp.)].

Algunas aclaraciones

X149X

En la entrada «Fe» dice el diccionario de D’Holbach: «la fe es una santa confianza en los curas, que nos hace creer todo lo que ellos dicen, aunque no entendamos nada. Es la primera de las virtudes cristianas; es teologal, es decir, útil a los teólogos; sin ella no hay religión, y, por tanto, no hay salvación. Sus efectos consisten en sumergir en un santo embrutecimiento y entontecimiento, acompañado de una piadosa testarudez, y seguido de un profundo desprecio por la razón profana. Se ve que esta virtud es muy ventajosa para la Iglesia, y es el resultado de una gracia sobrenatural, la cual nos procura el hábito de no razonar y de no calentarnos la cabeza. De lo cual se sigue que quienes no han recibido esta gracia o no han tenido la ocasión de contraer este santo hábito, no son de ninguna utilidad para los curas, y, por tanto, sólo valen para que se los tire a la basura» (pág. 118).

En la entrada «Razón» dice: «La razón es de todas las cosas de este mundo la más dañina para un ser razonable. Dios no deja la razón sino a todos aquellos a los que quiere condenar, y en su bondad se la quita a todos aquellos a los que quiere salvar y quiere convertir en útiles para su Iglesia; nada de razón, he aquí la base de la religión; si la religión fuese razonable, no tendría mérito creer, y entonces, ¿en qué quedaría la fe? Y sin embargo, es bueno escuchar a la razón las veces que por casualidad coincide con los intereses del clero» (págs. 222 s.).

En la entrada «Filósofos» dice: «Filósofos: supuestos amigos de la sabiduría y del buen sentido; de lo cual se infiere que son unos bellacos, unos ladrones, unos pillastres, unos bribones, unos impíos, gente detestable para la Iglesia, a los que la sociedad sólo debe látigo y hoguera. Los muy tunantes tienen la desfachatez de advertir a la gente de que se les corta la bolsa aquí abajo mientras se les obliga a mirar para arriba» (pág. 188).

Y en la entrada «Metafísica», y la metafísica habría de ser la especulación filosófica mediadora entre fe y razón, se dice: «Metafísica: ciencia importantísima y muy sublime, mediante la cual cualquiera puede ponerse en condiciones de conocer cosas de las que sus sentidos no le suministran la menor noción. Todos los cristianos son metafísicos profundos. No hay costurera que no posea un saber inconmovible acerca de qué es un espíritu puro, un alma inmaterial, un ángel, y acerca de qué se debe pensar de la gracia eficaz por si misma» (pág. 161 s.).

X150X

¿Por qué no? Quizá porque no tienen remedio, o porque son ser-para-sí anquilosado o endurecido. Parece que es esto último lo que el autor dice a continuación.

X151X

Véanse sobre esto las cuatro «Memorias sobre la instrucción pública» publicadas por Condorcet en los años 1790 y 1791, en: Condorcet (marqués de), Escritos pedagógicos, traducción de Domingo Barnés, Madrid, 1922. [Existe una edición y traducción del presente siglo a cargo de Tomás del Amo en CONDORCET (Marquis de). Cinco memorias sobre la instrucción pública y otros escritos, (Madrid: Morata, 2001, 340 pp.)].

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Conversaciones en Madrid

[543] La Ilustración no entabla combate con estos tres frentes del enemigo sin hacer diferencias; pues, siendo su esencia intelección pura, lo universal en y para sí, su verdadera referencia al otro extremo será aquélla dentro de la cual ella se dirija a lo común e igual de ambos. El lado de la singularidad que se aísla de la conciencia ingenua universal es el contrapuesto a ella, al que no puede tocar de manera inmediata. Por eso, el objeto inmediato de su actividad no son la voluntad del clero engañador y del déspota represor, sino la intelección abúlica que no se singulariza en ser-para-sí, el concepto de la autoconciencia racional que tiene su existencia en la masa, pero que no está todavía presente en ella como concepto. No obstante, la intelección pura, al arrebatarle esta intelección honesta y su esencia ingenua a los prejuicios y errores, le arranca de las manos a la mala intención la realidad y el poder de su engaño, cuyo reino tiene su suelo y material en la conciencia sin concepto de la masa universal: cuyo ser-para-sí tiene su substancia en la conciencia simple como tal.

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Conversations in Washington

[543] [543]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The Enlightenment does not engage with these three aspects of the enemy indiscriminately, for while its essence is pure insight which is in and for itself universal, its true relation to the other extreme is that which has to do with what is common to and is the equal of both. The aspect of singular individuality, which isolates itself from the universal naive consciousness, is its opposite and it cannot immediately come into contact with it. The will of the deceiving priesthood and the oppressive despot is thus not the immediate object of its doing, but rather, its object is insight without a will, the insight which is not thinning itself out into being-for-itself, or the concept of rational self-consciousness which has its existence in the social estates but which is not yet present within them as the concept. However, while pure insight rescues this honest insight and its naive essence from prejudices and errors, it wrests from the hands of bad intentions the reality and its power of its deceit, whose realm has its basis and material in the conceptless consciousness of the universal social estates – the being-for-itself [of the universal social estate] has its substance in simple consciousness, full stop.

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Conversaciones en el Atrium

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