Gespräche in der Dämmerung 00480
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C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / c. El Estado de derecho [c. Der Rechtszustand]
[Leviatán, emperador romano y monarquía absoluta]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[480] Die freie Macht des Inhalts bestimmt sich so, daß die Zerstreuung in die absolute Vielheit der persönlichen Atome durch die Natur dieser Bestimmtheit zugleich in einen ihnen fremden und ebenso geistlosen Punkt gesammelt ist, der einesteils gleich der Sprödigkeit ihrer Personalität rein einzelne Wirklichkeit ist, aber im Gegensatze gegen ihre leere Einzelheit zugleich die Bedeutung alles Inhalts, dadurch des realen Wesens für sie hat und gegen ihre vermeinte absolute, an sich aber wesenlose Wirklichkeit die allgemeine Macht und absolute Wirklichkeit ist. Dieser Herr der Welt ist sich auf diese Weise die absolute, zugleich alles Dasein in sich befassende Person, für deren Bewußtsein kein höherer Geist [357] existiert. Er ist Person, aber die einsame Person, welche allen gegenübergetreten; diese Alle machen die geltende Allgemeinheit der Person aus, denn das Einzelne als solches ist wahr nur als allgemeine Vielheit der Einzelheit; von dieser abgetrennt ist das einsame Selbst in der Tat das unwirkliche kraftlose Selbst. – Zugleich ist es das Bewußtsein des Inhalts, der jener allgemeinen Persönlichkeit gegenübergetreten ist. Dieser Inhalt aber, von seiner negativen Macht befreit, ist das Chaos der geistigen Mächte, die entfesselt als elementarische Wesen in wilder Ausschweifung sich gegeneinander toll und zerstörend bewegen; ihr kraftloses Selbstbewußtsein ist die machtlose Umschließung und der Boden ihres Tumultes. Sich so als den Inbegriff aller wirklichen Mächte wissend, ist dieser Herr der Welt das ungeheure Selbstbewußtsein, das sich als den wirklichen Gott weiß; indem er aber nur das formale Selbst ist, das sie nicht zu bändigen vermag, ist seine Bewegung und Selbstgenuß die ebenso ungeheure Ausschweifung.
Conversaciones en Valencia
[Leviatán, emperador romano y monarquía absoluta]
[480]1Epígrafe: Leviatán, emperador romano y monarquía absoluta. El libre, suelto y desenfadado poder que, como queda dicho, rige el contenido [es decir, el contenido lo rigen la casualidad y el capricho], se determina de suerte que la dispersión en una absoluta pluralidad de átomos personales queda a la vez reunida y agavillada por la naturaleza de esa determinidad en un punto que les es extraño, en un punto asimismo carente de espíritu, que, por un lado, es realidad puramente individual [einzelne] al igual que la dureza y fragilidad de la personalidad de ellos [de esos puntos], pero que, por otro, en contraposición con la vacía particularidad [o individualidad o Einzelnheit] de ellos tiene a la vez el significado de todo contenido [o de cualquier contenido] y, por tanto, [a causa de ello] tiene para ellos el significado del ser [Wesen] real [o el significado de ser real], y que frente a la supuesta realidad absoluta de ellos, que es en sí una realidad carente de ser o esencia, es el poder universal y la realidad absoluta. Este señor del mundo se es de esta forma la persona absoluta [o el señor absoluto o el monarca absoluto] que en sí o dentro de sí abarca a la vez [y se ocupa a la vez de, y se impone a] toda existencia, para cuya conciencia [para la conciencia de esa persona absoluta] ya no existe ningún espíritu superior. Ese señor del mundo es persona; pero es la persona solitaria que ha quedado y queda enfrente de todos y frente a todos; estos todos constituyen la vigente universalidad de la persona, es decir, la universalidad de la persona en la validez que esa universalidad tiene, pues lo individual [das Einzelne] en cuanto tal es verdadero aquí sólo como universal pluralidad de la individualidad particular [Einzelnheit], de modo que separado de ella [es decir, de modo que separado de esa universal pluralidad o pluralidad universal de la individualidad particular] el self o sí-mismo solitario es en verdad un self irreal, carente de fuerza. — Pero, a la vez, como queda dicho, [lo individual, el individuo, [584] das Einzelne] es la conciencia del contenido, contenido que ha quedado frente a esa personalidad universal [es decir, fuera de la personalidad formal de todos]. Y este contenido, liberado [escapado] de su poder negativo [es decir, por quedar enfrente de esa personalidad universal] es el caos de los poderes espirituales que, desatados como seres elementales, se mueven furiosa y destructivamente los unos contra los otros en un salvaje libertinaje y desorden; su autoconciencia carente de fuerza [es decir, la autoconciencia de esos poderes carente de fuerza] es el impotente cerco que se opone a su tumulto y el impotente suelo de ese su tumulto [el impotente suelo en que se produce ese tumulto]. Y así, sabiéndose como suma de todos los poderes reales, el señor de este mundo es la autoconciencia tremenda que se sabe a sí como el dios real [posiblemente se trata de una alusión al cap. XVII de la parte segunda de Leviatán de Hobbes]; pero en cuanto ese señor del mundo es solamente el self formal que no es capaz de domar y atar esos poderes, resulta que su movimiento y autogoce [es decir, el movimiento y autogoce del señor del mundo] es asimismo un tremendo y monumental libertinaje, lujazo y exceso.
Conversaciones en Madrid
[480] La libre potencia del contenido se determina de tal manera que la dispersión en la absoluta pluralidad de los átomos personales, por la naturaleza de esa determinidad, está a la vez recolectada en un único punto extraño a ellos e igualmente sin espíritu; punto que, por un lado, al igual que su quebradiza personalidad, es una realidad efectiva puramente singular, pero que, en oposición a la singularidad vacía de ellos, tiene a la vez el significado de todo contenido, y por eso, el de la esencia real para ellos, y frente a su presunta y absoluta realidad efectiva, aunque en sí sin esencia, es el poder universal y la absoluta realidad efectiva. Este señor del mundo X*1X2La expresión parece venir de Gibbon, quien la usaba para describir al emperador romano Cómodo en su Decadencia y caída del imperio romano. Edward Gibbon, Decline and Fall of the Roman Empire, Nueva York, Modern Library, vol. I, pág. 83. se es a sí, de esta manera, la persona absoluta que abarca dentro de sí a la vez a todo lo que es ahí, para cuya conciencia no existe ningún espíritu más alto. Es persona; pero la persona solitaria frente a la cual se ponen Todos; estos Todos constituyen la universalidad vigente de la persona, pues lo singular como tal es verdadero sólo como pluralidad universal de la singularidad; separado de ella, el sí-mismo solitario es, de hecho, un sí-mismo irreal y carente de fuerza. — A la vez, es la conciencia del contenido, liberado de su potencia negativa, es el caos de las potencias espirituales, las cuales, desatadas como esencias elementales, se agitan con lujuria salvaje unas contra otra, furiosa y destructivamente; su autoconciencia sin fuerza es el cerco sin poder y el suelo de su tumulto. Sabiéndose así compendio de todas las potencias efectivas, este señor del mundo es la autoconciencia monstruosa que se sabe como el dios realmente efectivo; mas, no siendo más que un sí-mismo formal incapaz de domeñar esas potencias, su movimiento y su disfrute de sí es una lujuria igualmente monstruosa X*2X.3De nuevo, puede consultarse su Filosofía de la historia, en VPIIG, 380 y sigs., «Roma en la época imperial», como caracterización por Hegel del imperio romano y del papel del Emperador. En todo caso, las expresiones de Hegel se acomodan mucho a las descripciones que hace Gibbon del emperador Cómodo o de Basiano, que se autodenominaba Heliogábalo.
Algunas aclaraciones
X*1X = La expresión parece venir de Gibbon, quien la usaba para describir al emperador romano Cómodo en su Decadencia y caída del imperio romano. Edward Gibbon, Decline and Fall of the Roman Empire, Nueva York, Modern Library, vol. I, pág. 83.
X*2X = De nuevo, puede consultarse su Filosofía de la historia, en VPIIG, 380 y sigs., «Roma en la época imperial», como caracterización por Hegel del imperio romano y del papel del Emperador. En todo caso, las expresiones de Hegel se acomodan mucho a las descripciones que hace Gibbon del emperador Cómodo o de Basiano, que se autodenominaba Heliogábalo.
Conversations in Washington
[480] [480]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The free power of the content determines itself in such a way that the dispersal into the absolute plurality of atoms of personality is through the nature of this determinateness at the same time equally collected into a single and equally spiritless point alien to them, which on the one hand is a purely singular actuality, the same as the aloofness of their personality, but, in opposition to their own empty singular individuality, it refers at the same time to all content and, as a result, signifies for them their real essence. In contrast to the absolute actuality they mean to have, it is in itself the universal power and absolute actuality. In this way, this lord of the world is, to himself, the absolute person, who at the same time embraces all existence within himself and for whose consciousness there is no higher type of spirit. He is a person, but he is the solitary person confronting all the others. All [280] these others constitute the authoritative5geltende universality of the person, for the singular individual as such a singular individual is true only as the universal plurality of singular individuality. Cut off from this plurality, the solitary self is in fact a powerless and non-actual self. – At the same time, the solitary self is the consciousness of the content that confronts that universal personality. However, when freed from its negative power this content is the chaos of the spiritual powers, which are now unchained and which madly and destructively set themselves into motion as elemental essences raging in debauched excesses against each other. Their self-consciousness, lacking any force, is the powerless embrace of their tumult and is its basis. This lord of the world, cognizant of himself as the epitome of all actual powers, is a monstrous self-consciousness who knows himself as an actual god. However, since he is only the formal self who is unable to bring those powers under control, his emotional life6Bewegung and his self-indulgence are equally monstrous excesses.