Gespräche in der Dämmerung 00450
Parte de:
C. (BB) El espíritu [C. (BB) Der Geist] / VI: El espíritu [VI. Der Geist] / A. El espíritu verdadero, la eticidad [A. Der wahre Geist. Die Sittlichkeit] / a. El mundo ético, la ley divina y la ley humana, el hombre y la mujer [ a. Die sittliche Welt. Das menschliche und göttliche Gesetz, der Mann und das Weib]
[El telos de la familia, la particularidad universal dentro de la familia, los difuntos]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[450] Ob sich aber wohl das sittliche Sein der Familie als das unmittelbare bestimmt, so ist sie innerhalb ihrer sittliches Wesen nicht, insofern sie das Verhältnis der Natur ihrer Glieder oder deren Beziehung die unmittelbare einzelner wirklicher ist; denn das Sittliche ist an sich allgemein, und dies Verhältnis der Natur ist wesentlich ebensosehr ein Geist und nur als geistiges Wesen sittlich. Es ist zu sehen, worin seine eigentümliche Sittlichkeit besteht. – Zunächst, weil das Sittliche [330] das an sich Allgemeine ist, ist die sittliche Beziehung der Familienglieder nicht die Beziehung der Empfindung oder das Verhältnis der Liebe. Das Sittliche scheint nun in das Verhältnis des einzelnen Familiengliedes zur ganzen Familie als der Substanz gelegt werden zu müssen, so daß sein Tun und Wirklichkeit nur sie zum Zweck und Inhalt hat. Aber der bewußte Zweck, den das Tun dieses Ganzen, insofern er auf es selbst geht, hat, ist selbst das Einzelne. Die Erwerbung und Erhaltung von Macht und Reichtum geht teils nur auf das Bedürfnis und gehört der Begierde an; teils wird sie in ihrer höheren Bestimmung etwas nur Mittelbares. Diese Bestimmung fällt nicht in die Familie selbst, sondern geht auf das wahrhaft Allgemeine, das Gemeinwesen; sie ist vielmehr negativ gegen die Familie und besteht darin, den Einzelnen aus ihr herauszusetzen, seine Natürlichkeit und Einzelheit zu unterjochen und ihn zur Tugend, zum Leben in und fürs Allgemeine zu ziehen. Der der Familie eigentümliche positive Zweck ist der Einzelne als solcher. Daß nun diese Beziehung sittlich sei, kann er nicht, weder der, welcher handelt, noch der, auf welchen sich die Handlung bezieht, nach einer Zufälligkeit auftreten, wie etwa in irgendeiner Hilfe oder Dienstleistung geschieht. Der Inhalt der sittlichen Handlung muß substantiell oder ganz und allgemein sein; sie kann sich daher nur auf den ganzen Einzelnen oder auf ihn als allgemeinen beziehen. Auch dies wieder nicht etwa so, daß sich nur vorgestellt wäre, eine Dienstleistung fördere sein ganzes Glück, während sie so, wie sie unmittelbare und wirkliche Handlung ist, nur etwas Einzelnes an ihm tut, – noch daß sie auch wirklich als Erziehung in einer Reihe von Bemühungen ihn als Ganzes zum Gegenstand hat und als Werk hervorbringt, wo außer dem gegen die Familie negativen Zwecke die wirkliche Handlung nur einen beschränkten Inhalt hat, – ebensowenig endlich, daß sie eine Nothilfe ist, wodurch in Wahrheit der ganze Einzelne errettet [331] wird; denn sie ist selbst eine völlig zufällige Tat, deren Gelegenheit eine gemeine Wirklichkeit ist, welche sein und auch nicht sein kann. Die Handlung also, welche die ganze Existenz des Blutsverwandten umfaßt und ihn – nicht den Bürger, denn dieser gehört nicht der Familie an, noch den, der Bürger werden und aufhören soll, als dieser Einzelne zu gelten, sondern ihn, diesen der Familie angehörigen Einzelnen – als ein allgemeines, der sinnlichen, d. i. einzelnen Wirklichkeit enthobenes Wesen zu ihrem Gegenstande und Inhalt hat, betrifft nicht mehr den Lebenden, sondern den Toten, der aus der langen Reihe seines zerstreuten Daseins sich in die vollendete eine Gestaltung zusammengefaßt und aus der Unruhe des zufälligen Lebens sich in die Ruhe der einfachen Allgemeinheit erhoben hat. – Weil er nur als Bürger wirklich und substantiell ist, so ist der Einzelne, wie er nicht Bürger ist und der Familie angehört, nur der unwirkliche marklose Schatten.
Conversaciones en Valencia
[El telos de la familia, la particularidad universal dentro de la familia, los difuntos]
[450] Pero aunque el ser ético de la familia se determine como inmediato [o venga definido como inmediato], no por ello la familia es dentro de ella ser ético sólo porque consista en una relación o en un haberse entre sus miembros atenido solamente a la naturaleza [es decir, porque consista en la relación del lado natural de sus miembros], o porque su relación sea la inmediata de elementos reales individuales [einzelne]; pues lo ético es lo en sí universal, y esa relación de naturaleza [o esta supuesta relación de naturaleza [o esta supuesta relación de naturaleza en que consistiría la familia] es esencialmente asimismo espíritu, y sólo en cuanto ser espiritual, es ser ético. Hay que ver entonces en qué consiste la peculiar eticidad de este ser espiritual [la peculiar eticidad de la familia]. — En primer lugar, como lo ético es en sí lo universal, la relación ética de los miembros de la familia no es la relación del sentimiento o el afecto [Empfindung], o no es la relación que representa el amor [Liebe]. Lo ético parece, por tanto, que habrá que ponerlo en la relación de los distintos miembros de la familia con la familia ente- [547] /ra, entendida ésta como la sustancia [o como sustancia]; de modo que su hacer y su realidad [el hacer y la realidad de ese miembro de la familia] sólo tengan a la familia por fin y por contenido. [Pues bien] X23X,1En el original, las tres o cuatro frases que siguen están separadas sólo por el signo de «punto y seguido», o de «punto y coma», pero sin ninguna conectiva. De modo que, si el lector no está de acuerdo con las que pongo entre corchetes, sustitúyalas por otras. El problema es cómo entender el pasaje, si esos «punto y seguido» o «punto y coma» no se hilan mediante algún tipo de conectiva. Entienda, pues, el lector las conectivas entre corchetes como una propuesta de interpretación del presente pasaje. el fin consciente que el hacer de ese todo [de ese todo que representa la familia] tiene en cuanto el hacer de ese todo se endereza a ese todo mismo no es sino lo individual [das Einzelne]; [ahora bien], [el fin consciente que representan] la adquisición y la conservación del poder y de la riqueza [la actividad fuera de la familia] sólo en parte se enderezan a la necesidad [o sólo en parte se enderezan a cubrir necesidades] y, por tanto, sólo [en parte] pertenecen al deseo [al ámbito del deseo] [y, por tanto, sólo en parte al ámbito de lo familiar inmediato]; pero en parte, su determinación superior [la determinación superior de la adquisición de poder y riqueza] es algo que sólo es mediato [es decir, que no pertenece al ámbito de lo familiar inmediato centrado en lo individual]. Esa determinación, pues, [la determinación superior de la adquisición de poder y riqueza] no cae en la familia misma, sino que se endereza a lo verdaderamente universal, a la comunidad; tal determinación es más bien negativa respecto a la familia, y consiste en [o implica] sacar al individuo de ella [consiste en, o implica, poner al individuo fuera de la familia], [consiste] en someter su naturalidad y particularidad [Einzelnheit], en empujarlo o atraerlo a la virtud, a la virtú [a ser un hombre de prestancia, valía y provecho] y a la vida en y para lo universal. El fin positivo, peculiar a la familia, repito, es el individuo como tal, o el particular [der Einzelne] como tal [el individuo o el particular, pero como tal, es decir, no en cuanto referido a la universalidad de la virtud]. Ahora bien, [pese a eso, pese a que el fin de la familia sea el individuo particular como tal] el que esta relación sea ética implica que ni aquel que actúa, ni aquel acerca del cual versa la acción, puedan aparecer conforme a una contingencia o casualidad en lo que se refiere a esa acción, como sucede cuando se presta ocasionalmente alguna ayuda a alguien, o se presta ocasionalmente algún servicio a alguien. Pues el contenido de la acción ética tiene que ser sustancial, o tiene que ser entero o completo [ganz, holístico, en conjunto] y de tipo general o universal; de suerte que sólo puede referirse al individuo entero [den ganzen Einzelnen], o a él como universal [en conjunto, katholou]. Pero esto [este estar referida la acción ética al todo del individuo] tampoco debe tomarse [representarse o entenderse] a su vez en el sentido de que ese servicio que se le hace haya de fomentar su feli- [548] /cidad en conjunto, mientras que el servicio mismo, en cuanto consistiendo en una acción inmediata y real, opera [operase] en el individuo sólo algo particular; ni tampoco ha de entenderse en el sentido de que ese servicio, actuando realmente como educación, y ello en una serie continua de esfuerzos, tenga por objeto a ese particular [a ese individuo] como un todo y en cierto modo lo produzca como obra; pues en tal contexto, es decir, en la educación, aparte de que el fin de ésta es negativo respecto a la familia [es decir, se endereza a capacitar al individuo para salir de ella], la acción real sólo tiene un contenido limitado y reducido [en lo que respecta a educación y formación, digo]; ni tampoco [el estar la acción ética referida al todo del individuo debe entenderse], finalmente, en el sentido de que el servicio que esa acción supone hubiera de consistir en prestarle una ayuda urgente mediante la que en verdad se salvase [o se sacase a flote] al individuo entero; pues tal servicio es o sería él mismo un acto contingente, cuya ocasión sería una realidad corriente, que puede ser pero que también podría no ser. La acción, por tanto, que [en el contexto de la familia] comprenda toda la existencia [la existencia entera] del consanguíneo y que lo tenga a él por objeto y contenido, pero a él no como un ciudadano, pues el ciudadano no pertenece a la familia, ni tampoco lo tenga por objeto como a alguien que habrá de convertirse en ciudadano y que, por tanto, ha de dejar de considerarse y ser considerado como este ser particular, sino que tenga por objeto y contenido a él, a este miembro de la familia, pero como un ser universal, es decir, sustraído [por tanto] a la realidad sensible, es decir, a la realidad particular [y no como una realidad suelta ahí], esa acción o ese servicio, digo, ya no puede concernir al vivo, sino al muerto, que, a partir de la larga serie de ingredientes en que consistió su existencia dispersa, se ha concentrado en su figura conclusa y una, y que de la inquiescencia de la vida contingente se ha elevado a la quiescencia de la universalidad simple. —Y porque sólo como ciudadano puede el individuo ser real y sustancial, resulta que el individuo [el Einzelne entero, el particular entero], en su aspecto de no ciudadano pero perteneciendo a la vez a la familia, no es sino sombra irreal carente de toda médula X24X.2Vide infra Algunas aclaraciones X24X.
Algunas aclaraciones
X23X
En el original, las tres o cuatro frases que siguen están separadas sólo por el signo de «punto y seguido», o de «punto y coma», pero sin ninguna conectiva. De modo que, si el lector no está de acuerdo con las que pongo entre corchetes, sustitúyalas por otras. El problema es cómo entender el pasaje, si esos «punto y seguido» o «punto y coma» no se hilan mediante algún tipo de conectiva. Entienda, pues, el lector las conectivas entre corchetes como una propuesta de interpretación del presente pasaje.
X24X
Tenga el lector presente esta descripción del difunto, que es a la que sorprendentemente el autor va a apelar de forma expresa para definir a la persona jurídica en el cap. VI, A, c, y que va a estar presente también en la definición de la libertad específicamente moderna en el apartado «La libertad absoluta y el terror» del presente cap. VI, B. El difunto no pertenece a la comunidad de la polis, sino a lo otro que la comunidad lleva dentro pero como lo otro de esa comunidad, es decir, el difunto pertenece a la familia, pero propiamente tampoco pertenece a la familia, pues excede al telos de ésta. Tanto la familia como sobre todo la comunidad de la polis tienen miedo al poder de esa abstracción que se refiere al todo del particular, al todo del individuo particular ido, y que familia y comunidad barruntan como poder sobre ambas, no ya sólo como poder de la naturaleza, sino como poder que irrumpe en ambas en diversas formas de conciencia. Esta sombra del difunto, que representa la suprema abstracción de la autoconciencia respecto de sí misma, que consiste en la interna referencia de ésta a su propio fin por la que ésta se convierte en un más-allá de sí misma que sólo tiene que ver ya con los dioses, encierra un momento de incondicionalidad y definitividad (cfr. la discusión de Antígona y Creonte en Antígona de Sófocles) que, a través del Estado de derecho (cap. VI, A, c), se convierte en el rasgo básico de la libertad absoluta moderna (cap. VI, B, III). De ahí la incondicionalidad de ésta. Advierta el lector que esta sombra ya nos pareció en el cap. IV en la relación entre deseo el deseo y la muerte. La directa referencia de la libertad abstracta moderna a la finitud y a la muerte empieza, pues, a aparecer insistentemente en el texto a partir de ahora, y, como he dicho (véase nota X16X [en 00441]), no es ni mucho menos un tema específico de Ser y tiempo de Heidegger, como suele pensarse, sino un tema netamente hegeliano, ya desde el artículo «Sobre las formas científicas de tratar el derecho natural» de 1803.
Hegel parte allí de un concepto elemental de acción libre. Uno actúa libremente, lo que uno hace le es a uno imputable, cuando uno actúa de forma tal, que también podría no haber actuado. Ser libre, por tanto, es haberse respecto al No de la posibilidad no elegida, consistiendo uno en la negación de ella; es decir, uno es también el No de aquello que ha elegido no ser. Pero ser libre es también haberse respecto al No de la posibilidad elegida, que uno hubiera podido también no elegir (alegrándose de haberla elegido, arrepintiéndose de haberla elegido, etc.). Ser libre es, por tanto, haberse tanto respecto al No de la posibilidad no elegida, como respecto al No de la posibilidad elegida. Ser libre, por tanto, es haberse respecto al No de toda posibilidad. Pero el No de toda posibilidad es la muerte. Por tanto, sólo un ente que está referido de antemano a la posibilidad última de simplemente también-poder-no-ser, a la posibilidad de morir (y que sabe, por tanto, de la radical posibilidad de también haber podido no ser), es un ser libre. Esto significa para Hegel (en el sentido de la existencia del no-ser de El sofista de Platón) que sólo el ser que consiste en ser sin diferencia lo irreductiblemente otro de sí mismo (el no-ser de sí mismo) es libre. La interpretación de Heidegger en Ser y tiempo no dista mucho de esto, pues también proviene de El sofista. Pero Heidegger ve temporalidad finita, donde Hegel ve infinitud del concepto. Puede que ambos tengan razón.
Por otro lado, tanto Hegel como sin duda alguna Heidegger conocían muy bien los Fastenpredigte (sermones de Cuaresma) de Lutero, predicados por éste en Wittenberg del 9 al 16 de marzo de 1522 y en los que Lutero hace radicar en la relación del hombre con la soledad e irreferencialidad de su propia muerte la absoluta y omnímoda libertad del hombre moderno (que así nace) respecto del poder de definición de las instituciones sacras, libertad que tanto conceptualmente como históricamente es la más básica de las libertades modernas. Es el individuo quien, sin mediación de ninguna institución sacra, ha de responsabilizarse él solo y responder él solo, y por cierto ante el Absoluto, es decir, últimamente, de la configuración que dé a su existencia.
En el punto de la Fenomenología en que nos encontramos, esto significa también que (en el reflujo de la dialéctica del deseo y del reconocimiento, de la autonomía y libertad de la autoconciencia del cap. IV a lo que es su fundamento) (a ello se va a referir Hegel en el cap. VI, A, c), van a pasar a desempeñar un papel central las figuras de «desmundanización» del segundo apartado de ese mismo cap. IV, que son la conciencia estoica, la conciencia escéptica y muy especialmente la «conciencia desgraciada» que enseguida empezarán a ser aludidas en el presente cap. VI. Recuerde el lector que el cap. IV, B llevaba por titulo «Libertad de la autoconciencia».
Hace ya muchos años Klaus Wrehde me llamó la atención sobre la influencia directa de los mencionados sermones de Lutero tanto en Heidegger como también presumiblemente en el Hegel de la Fenomenología del espíritu. Es clara la influencia de esos sermones en el parágrafo 552 de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas. Y en todo caso es evidente la fascinación de Hegel por la «teología de la cruz» del primer Lutero, que tan fastidiosa resultaba a Goethe. Ese tema luterano resulta básico en la última sección del cap. VI y en la última sección del cap. VII.
Conversaciones en Madrid
[450] Sin embargo, aunque no hay duda de que el ser ético de la familia se determina como lo inmediato, si ella, dentro de ella misma, es esencia ética, no lo es en la medida en que ella sea la relación de naturaleza entre sus miembros, o en que la referencia entre éstos sea la referencia inmediata de los miembros singulares efectivos; pues lo ético es en sí universal, y esta relación de naturaleza es esencialmente, en la misma medida, un espíritu, y sólo en cuanto esencia espiritual es ética. Se ha de ver en qué consiste lo peculiar y característico de su eticidad. — En primer lugar, dado que lo ético es lo universal en sí, la referencia ética de los miembros de la familia no es la referencia del sentimiento, o la relación de amor. Parece, entonces, que lo ético tendrá que ser depositado en la relación del miembro singular de la familia hacia toda la familia en cuanto que ésta es la substancia; de tal manera que su actividad y realidad efectiva la tengan a ella por su solo fin y contenido. Pero el fin consciente que tiene la actividad de este todo, en la medida en que ese fin se orienta hacia el todo, es, él mismo, el miembro singular. La adquisición y conservación de riqueza y poder, por una parte, sólo se endereza hacia las necesidades, y pertenece al deseo; por otra, dentro de su determinación superior, se convierte en algo sólo mediato. Esta determinación no tiene su lugar en la familia misma, sino que se orienta hacia lo verdaderamente universal, la cosa pública; antes bien, es negativa respecto a la familia, y consiste en sacar al individuo fuera de ella, sojuzgar la naturalidad y singularidad que hay en él, y tirar de él hasta llevarlo a la virtud, a la vida en y para lo universal. El fin positivo que es peculiar y característico de la familia es el individuo singular en cuanto tal. Ahora bien, para que esa referencia sea ética, ni quien actúa ni aquel al que la acción se refiere pueden entrar en escena de manera contingente, como ocurre, por caso, cuando se presta una ayuda o cualquier servicio. El contenido de la acción ética tiene que ser substancial, o entero y universal; por eso, sólo puede referirse al individuo singular entero, o a él en cuanto universal. Tampoco esto ocurre, a su vez, de tal manera que sólo se representara que la prestación de un servicio promoviera su dicha entera, mientras la acción, tal como es inmediata y efectivamente real, hace en él sólo algo singular; — ni tampoco es que ella. efectivamente real en [533] cuanto educación, en una serie de esfuerzos, lo tenga a él como un todo por objeto y lo produzca como obra; cuando, fuera del fin negativo respecto a la familia, la acción efectivamente real tiene sólo un contenido limitado; — ni tampoco, finalmente, es que sea una ayuda de emergencia por la que, en verdad, quedara salvado el individuo singular en su totalidad; pues tal ayuda misma es un acto totalmente contingente cuya ocasión es una realidad efectiva común que puede tanto ser como no ser. Esta acción, entonces, que abraza la existencia entera del pariente consanguíneo, y a él tiene por su objeto y contenido: no al ciudadano, ya que este no pertenece a la familia, ni tampoco a aquel que debe llegar a ser ciudadano y cesar X117X3Hegel hace un juego de palabras con «pertenecer» (angehören) y «cesar» (aufhören). de valer como este individuo singular, sino a él —a este individuo singular que pertenece a la familia en cuanto que es una esencia universal exonerada de la efectividad sensible, esto es, singular; esta acción, pues, no concierne ya al vivo, sino al muerto que, desde la larga serie de su dispersa existencia, se ha compendiado en una única configuración acabada, y desde la inquietud de la vida contingente se ha elevado a la quietud de la universalidad simple. El individuo singular, porque es efectivamente real y sustancia sólo en cuanto ciudadano, en tanto que no es ciudadano y pertenece a la familia, es sólo una sombra sin médula ni realidad efectiva.
Algunas aclaraciones
X117X = Hegel hace un juego de palabras con «pertenecer» (angehören) y «cesar» (aufhören).
Conversations in Washington
[450] [450]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, whether or not the ethical being of the family is determined as immediate being, it is not in its ethical essence to the extent that it is the natural relationship of its members, or to the extent that their relation is the immediate relation of singular actual members, for the ethical is in itself universal, and this natural relationship is essentially just one spirit and only as spiritual essence is it ethical. How this distinctive ethical life is constituted remains to be seen. – In the first place, because the ethical is the universal in itself, the ethical relation among the members of the family is neither a relation of sentiment, nor is it the relationship of love. Now it seems that the ethical must have been placed into the relationship which the individual members of the family bear to the whole family as substance, such that the singular individual’s acts and the individual’s actuality have only that substance for their purpose and their content. However, the conscious purpose which is the doing of this whole, insofar as this purpose has to do with the whole, is itself the singular individual. The acquisition and sustaining of power and wealth have in part to do only with needs, [259] and they involve desire; in their higher determination, they in part become something that is only mediated. This [higher] determination does not fall within the bounds of the family itself but concerns what is truly universal, the polity. This determination is instead negative vis-à-vis the family; it consists in taking the singular individual out of the family, in subjugating his naturalness and individuality, and thus in leading him towards virtue, towards a life lived in and for the universal. The positive purpose distinctive of the family is the individual as such a singular individual. For this relationship to be ethical, neither he who acts nor he to whom the action is related can come on the scene contingently, as happens in some form of assistance or service to be rendered. The content of the ethical action must be substantial, or, whole and universal. Hence, the action can only be related to the whole individual, or, to the individual as universal. Again, this must also not be so understood that it would be represented as doing him some service to further his entire happiness, since such service, as it is an immediate and actual action, only does something very singular to him – nor must it be represented that ethical action is actually education, in a series of endeavors having him as a whole as its object and which bring him out as its accomplished work. Apart from the purpose which is negative vis-à-vis the family, the actual action in such an education has only a restricted content – and finally, it should even less be represented that such service is a type of “help in time of need” through which the whole individual is in truth saved, for such service is itself an entirely contingent deed, the occasion for which is an everyday actuality that can just as well be as not be. Therefore the action, which embraces the entire existence of blood relations, has as its object and content the singular individual – not the citizen, for he does not belong to the family, nor does it have the singular individual who is to become a citizen and is supposed to cease counting as this singular individual – but rather, it has as the object the individual who as this singular individual belongs to the family, and who as a universal being,5Wesen is exempted from his sensuous, i.e., singular actuality. The action no longer concerns the living but rather the dead; it concerns he who, out of the long progression of his dispersed existence, is condensed into one completed shape and who has been elevated out of the unrest of contingent life into the motionlessness of simple universality. – Because he is only actual and substantial as a citizen, the singular individual, taken not as a citizen but as belonging to the family, is only the unreal6unwirkliche shadow without any core.