Gespräche in der Dämmerung 00428

C. (AA.) Vernunft / C. (AA.) Razón

V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft / V: Certeza y verdad de la razón

C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist / C. La individualidad que se es real en y para sí misma

c. Gesetzprüfende Vernunft / c. La razón comprobadora de leyes, o la razón que examina y comprueba leyes

 

[La sustancia simple se nos revela a nosotros como universalidad formal (la cosa misma); para la conciencia en este momento de su devenir, no se trata de que esa universalidad formal y esa conciencia pura no sean sino la cosa misma, sino que esa conciencia por de pronto consiste en quedar ese universal frente al momento de contenido; la conciencia se ha convertido en conciencia comprobadora de la universalizabilidad de máximas, en el sentido de Kant]

Gespräche in Jena

V.B.c. Gesetzprüfende Vernunft

[428] [316] Ein Unterschied an der einfachen sittlichen Substanz ist eine Zufälligkeit für sie, welche wir an dem bestimmten Gebote als Zufälligkeit des Wissens, der Wirklichkeit und des Tuns hervortreten sahen. Die Vergleichung jenes einfachen Seins und der ihm nicht entsprechenden Bestimmtheit fiel in uns; und die einfache Substanz hat sich darin formale Allgemeinheit oder reines Bewußtsein zu sein gezeigt, das frei von dem Inhalte ihm gegenübertritt und ein Wissen von ihm als dem bestimmten ist. Diese Allgemeinheit bleibt auf diese Weise dasselbe, was die Sache selbst war. Aber sie ist im Bewußtsein ein Anderes; sie ist nämlich nicht mehr die gedankenlose träge Gattung, sondern bezogen auf das Besondere und geltend für dessen Macht und Wahrheit. – Dies Bewußtsein scheint zunächst dasselbe Prüfen, welches wir vorhin waren, und sein Tun nichts anderes sein zu können, als schon geschehen ist, eine Vergleichung des Allgemeinen mit dem Bestimmten, woraus sich ihre Unangemessenheit wie vorhin ergäbe. Aber das Verhältnis des Inhalts zum Allgemeinen ist hier ein anderes, indem dieses eine andere Bedeutung [316] gewonnen hat; es ist formale Allgemeinheit, deren der bestimmte Inhalt fähig ist, denn in ihr wird er nur in Beziehung auf sich selbst betrachtet. Bei unserem Prüfen stand die allgemeine gediegene Substanz der Bestimmtheit gegenüber, welche sich als Zufälligkeit des Bewußtseins, worein die Substanz eintrat, entwickelte. Hier ist das eine Glied der Vergleichung verschwunden; das Allgemeine ist nicht mehr die seiende und geltende Substanz oder das an und für sich Rechte, sondern einfaches Wissen oder Form, welche einen Inhalt nur mit sich selbst vergleicht und ihn betrachtet, ob er eine Tautologie ist. Es werden Gesetze nicht mehr gegeben, sondern geprüft; und die Gesetze sind für das prüfende Bewußtsein schon gegeben; es nimmt ihren Inhalt auf, wie er einfach ist, ohne in die Betrachtung der seiner Wirklichkeit anklebenden Einzelheit und Zufälligkeit einzugehen, wie wir taten, sondern bleibt bei dem Gebote als Gebote stehen und verhält sich ebenso einfach gegen es, als es sein Maßstab ist.

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Conversaciones en Valencia

V.B.c. La razón comprobadora de leyes, o la razón que examina y comprueba leyes

[La sustancia simple se nos revela a nosotros como universalidad formal (la cosa misma); para la conciencia en este momento de su devenir, no se trata de que esa universalidad formal y esa conciencia pura no sean sino la cosa misma, sino que esa conciencia por de pronto consiste en quedar ese universal frente al momento de contenido; la conciencia se ha convertido en conciencia comprobadora de la universalizabilidad de máximas, en el sentido de Kant]

[428]1Epígrafe: La sustancia simple se nos revela a nosotros como universalidad formal (la cosa misma); para la conciencia en este momento de su devenir, no se trata de que esa universalidad formal y esa conciencia pura no sean sino la cosa misma, sino que esa conciencia por de pronto consiste en quedar ese universal frente al momento de contenido; la conciencia se ha convertido en conciencia comprobadora de la universalizabilidad de máximas, en el sentido de Kant. X284X2Vide infra Algunas aclaraciones X284X. Una diferencia en la sustancia ética simple es una contingencia para ella [es decir, le es algo contingente] que hemos sido nosotros quienes hemos visto surgir o hemos visto producirse en el mandamiento determinado [en mandamientos concretos y determinados, es decir, en los ejemplos que hemos puesto] como contingencia del saber, de la realidad y del hacer [es decir: hemos sido nosotros quienes veíamos surgir el mandamiento determinado como no consistiendo en definitiva sino en contingencia del saber, de la realidad y del hacer]. Por tanto, la comparación entre aquel ser simple [el de la sustancia ética] y aquella determinidad [la del mandamiento o imperativo] caía en nosotros; y la sustancia simple ha mostrado en ello [nos lo ha demostrado a nosotros] ser universalidad formal o pura conciencia [o conciencia pura], exenta de contenido, que queda frente a ese contenido [o que se enfrenta a él], y que es un saber de él en cuanto ese contenido determinado [o como siendo un contenido determinado]. De este modo esa universalidad seguía siendo [para nosotros] lo mismo que lo que era la cosa misma. Pero esa universalidad es en la conciencia otra cosa; pues [en la conciencia] esa universalidad ya no es ese género dormilón carente de pensamiento [en que podría quedarse o podría venir a parar la cosa misma], sino que esa universalidad está referida a lo particular, y está siendo considerada como poder sobre lo particular y la verdad de lo particular. — De entrada esta conciencia no parece, pues, examinar sino lo que ya nosotros antes éramos [es decir, de entrada esta conciencia no parece ponerse a hacer otra cosa que lo que nosotros ya hicimos en la subsección anterior, es decir, en el cap. V, C, b], y su hacer no parece poder ser otra cosa [como ya antes nos había sucedido] que una comparación entre lo universal y lo particular, de la cual, igual que antes nosotros, no se obtendría, sino su inadecuación [es decir, de lo particular respecto a lo universal, o la inadecuación de la expresión universal de lo particular, o la inadecuación de la expresión inicial del imperativo y de todo arreglo posterior]. Pues bien, la relación del contenido con lo universal no es aquí [es lo que vamos a pasar a ver] ésa, sino otra, en cuanto este universal ha cobrado aquí un significado distinto; ese universal es universalidad formal de la que es susceptible el contenido determinado, pues en ella ese contenido determinado es considerado sólo en relación consigo mismo. En nuestro examen [en el examen que nosotros hacíamos en el apartado anterior, cap. V, C, b] esa sustancia cristalina, universal y pura, quedaba frente [se enfrentaba, se oponía] a la determinidad que se desarrollaba como contingencia de la conciencia en la que esa sustancia entraba. Pero ahora ha desaparecido de aquí un miembro de la comparación; lo universal ya no es la sustancia vigente y que está ahí [es decir, que se caracteriza por estar ahí simplemente en la validez que exhibe, es decir, que es válida en el sentido de que, estando simplemente ahí, de por sí vale], o lo justo en y por sí, sino que lo universal es saber simple o [lo universal es] forma que compara a un contenido consigo mismo y lo considera en el sentido de si es o no una tautología [es decir, lo examina para comprobar si es o no una tautología]. Ya no se dan leyes [ya no se establecen leyes], sino que se las examina [se las comprueba, se las somete a la piedra de toque]; y estas leyes X285X3Parece claro, pues, que el autor se está refiriendo a lo que Kant llama «máximas» en cuanto «proyectos de ley» sobre los que versa la razón examinadora. vienen ya dadas a la conciencia que las examina; esta conciencia toma el contenido de esas leyes tal como ese contenido simplemente es, sin entrar en la consideración de la particularidad y contingencia que ese contenido lleva adheridas [o que a ese contenido le son inherentes], como nosotros hicimos, sino que se queda en el mandamiento como mandamiento [con el imperativo, Gebot, como imperativo], y procede tan simplemente respecto a él [o contra él], como ella es la medida o criterio de él.

Algunas aclaraciones

X284X

El comienzo de lo que sigue es un tanto enrevesado. En él el autor dice lo siguiente. Los imperativos determinados que hemos considerado en el cap. V, C, b, han resultado ser contingencias del saber, de la realidad y de la acción. Pero eso ha sido para nosotros, que somos quienes hemos establecido la comparación entre esos imperativos determinados y la sustancia ética. Ha sido a nosotros a quienes la sustancia simple se nos ha revelado como siendo universalidad formal y pura conciencia que manda, que se enfrenta al contenido y acaba mandando sobre él. Por tanto, esa universalidad formal, esa pura conciencia para la que el imperativo determinado acaba convirtiéndose en un Gemeyntes, en una suposición, no era para nosotros sino la cosa misma en cuanto la cosa misma es tal universal genérico. Y no hay más. Pero esto es para nosotros. Para la conciencia que anda en ello, esa cosa misma no puede ser tal género vago y dormilón, es decir, para esa conciencia no se trata de que esa universalidad formal y esa conciencia pura no sean sino la cosa misma, sino que esa conciencia por de pronto consiste en quedar ese universal frente al momento de contenido. Esa conciencia se ha convertido en conciencia comprobadora de la universalizabilidad de máximas, en el sentido de Kant. Por lo demás, si, como hemos dicho, la noción de la cosa misma no es sino una versión muy reflexivizada del concepto aristotélico de praxis, resulta que en la argumentación del cap. V, C, b, c, lo que el autor está indicando es que la formalidad de la conciencia moral kantiana se reduce a aquella noción de praxis cuando se la mira desde la vuelta que la conciencia moderna representa respecto de toda eticidad simple. Eso quedará claro del todo en el cap. VI, C, c.

X285X

Parece claro, pues, que el autor se está refiriendo a lo que Kant llama «máximas» en cuanto «proyectos de ley» sobre los que versa la razón examinadora.

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Conversaciones en Madrid

c. La razón que examina leyes

[428] Una diferencia en la substancia ética simple es para ésta una contingencia que, en determinado mandamiento, veíamos emerger como contingencia del saber, de la realidad efectiva y de la actividad. La comparación de aquel simple ser y de la determinidad que no le corresponde caía dentro de nosotros; y en ella, la substancia simple mostraba ser universalidad formal o conciencia pura que, libre del contenido, se pone enfrente de él, y es un saber acerca de él en cuanto este contenido determinado. De este modo, esta universalidad sigue siendo lo mismo que era la Cosa misma. Pero, dentro de la conciencia, es otra cosa; a saber, no es ya el género inerte y carente de pensamiento, sino que está referida a lo particular, y tiene vigencia para el poderío y la verdad de éste. — Esta conciencia parece ser primero la misma práctica de examinar que nosotros éramos anteriormente, y su actividad parece no poder ser otra cosa que lo que ya ha acontecido: una comparación de lo universal con lo determinado, de la que resultaría la falta de adecuación entre ambos, igual que antes. Aquí, sin embargo, la relación del contenido con lo universal es distinta, toda vez que este último, lo universal, ha ganado otro significado; es una universalidad formal, de la que el contenido universal es capaz, pues, dentro de ella, el contenido es considerado solamente en referencia a sí mismo. Cuando examinábamos nosotros, la maciza substancia universal se situaba frente a la determinidad, la cual se desarrollaba como contingencia de la conciencia en la que la substancia entraba. Aquí, un extremo de la comparación ha desaparecido; lo universal ya no es la substancia que es y que vale, o lo justo en y para sí, sino saber simple o forma que compara un contenido sólo consigo mismo, y lo mira detenidamente para ver si es o no una tautología. Ya no se dan leyes, sino que se las examina; y las leyes están ya dadas para la conciencia que examina; ésta acoge su contenido tal como él simplemente es, sin entrar a considerar la singularidad y la contingencia inherentes a su realidad efectiva, tal como hacíamos nosotros, sino que se queda detenida en el mandamiento en cuanto mandamiento, y se comporta frente a él tan simplemente como simple es su pauta.

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Conversations in Washington

C. (AA.) Reason

V. The Certainty and Truth of Reason

B. The Actualization of Rational Self-Consciousness Through Itself

c. Reason as Testing Laws

[428] [428]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition A difference in the simple ethical substance is a contingency for that substance, a contingency which we saw arise in determinate commands as the contingency of knowing, actuality, and acts. The comparison of that simple being with its determinateness, which in turn did not correspond to that simple being, was made by us. The simple substance therein showed itself to be formal universality, or to be pure consciousness which, freestanding vis-à-vis the content, confronts it and is a knowing of it as determinate content. In this manner, this universality remains the same as the crux of the matter was. However, within consciousness this universality is an other; it no longer is the inert, utterly unthinking genus but is related to the particular and counts as its power and truth. – This consciousness initially seems to be the same testing which was formerly what we were doing, and its doing seems incapable of being anything else than what has already taken place, a comparison of the universal with the determinate, from which their inadequacy [to each other], just as it did previously, results. However, the relationship of content to universal is here something different because this universal has obtained a different significance. It is formal universality, something with which the determinate content is compatible, for within that universality the content is considered only in relation to itself. In our testing, the universal, solid substance stood over and against that determinateness, which developed itself as the contingency of the consciousness into which the substance entered. Here, one member of the comparison has vanished; the universal is no longer the existing substance validly in force, or the right in and for itself, but is rather simple knowing or form which compares a content only with itself and which looks at it in order to see whether it is a tautology. Laws are no longer given laws but are tested, and for the consciousness that is doing the testing, the laws have already been given. It takes up their content as the content simply is, without (as we did) going into any consideration of the content’s individuality and contingency sticking on to its actuality. Instead, it comes to a standstill in the face of the command as a command, and it conducts itself just as simply towards this command, as the command is its standard.

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Conversaciones en el Atrium

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