Gespräche in der Dämmerung 00416
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / C. La individualidad que se es real en y para sí misma [C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist] / a. El reino animal del espíritu y el engaño, o también: la cosa misma [a. Das geistige Tierreich und der Betrug oder die Sache selbst]
[La cosa misma y sus momentos, no sólo como contenido sino también como formas de la conciencia y de la pugna del estar todos en ello; el juego del mutuo y universal engañar y engañarse; la cosa misma como repetición del «juego de las fuerzas» del cap. III]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[416] Eine Individualität geht also, etwas auszuführen; sie scheint damit etwas zur Sache gemacht zu haben; sie handelt, wird darin für andere, und es scheint ihr um die Wirklichkeit zu tun zu sein. Die anderen nehmen also das Tun derselben für ein Interesse an der Sache als solcher und für den Zweck, daß die Sache an sich ausgeführt sei, gleichgültig, ob von der ersten Individualität oder von ihnen. Indem sie hiernach diese Sache schon von ihnen zustande gebracht aufzeigen oder, wo nicht, ihre Hilfe anbieten und leisten, so ist jenes Bewußtsein vielmehr da heraus, wo sie meinen, daß es sei; es ist sein Tun und Treiben, was es bei der Sache interessiert, und indem sie innewerden, daß dies die Sache selbst war, finden sie sich also getäuscht. – Aber in der Tat war ihr Herbeieilen, um zu helfen, selbst nichts anderes, als daß sie ihr Tun, nicht die Sache selbst, sehen und zeigen wollten; [308] d.h. sie wollten die anderen auf eben die Weise betrügen, als sie sich betrogen worden zu sein beschweren. – Indem es nun jetzt herausgekehrt ist, daß das eigene Tun und Treiben, das Spiel seiner Kräfte, für die Sache selbst gilt, so scheint das Bewußtsein sein Wesen für sich, nicht für die anderen, zu treiben und, nur bekümmert um das Tun als das seinige, nicht um es als ein Tun der anderen, hiermit die anderen ebenso in ihrer Sache gewähren zu lassen. Allein sie irren sich wieder; es ist schon da heraus, wo sie es zu sein meinten. Es ist ihm nicht um die Sache als diese seine einzelne zu tun, sondern um sie als Sache, als Allgemeines, das für alle ist. Es mischt sich also in ihr Tun und Werk, und wenn es ihnen dasselbe nicht mehr aus der Hand nehmen kann, interessiert es sich wenigstens dadurch dabei, daß es sich durch Urteilen zu tun macht; drückt es ihm den Stempel seiner Billigung und seines Lobes auf, so ist dies so gemeint, daß es am Werke nicht nur das Werk selbst lobt, sondern zugleich seine eigene Großmut und Mäßigung, das Werk nicht als Werk und auch nicht durch seinen Tadel verdorben zu haben. Indem es ein Interesse am Werke zeigt, genießt es sich selbst darin; ebenso ist ihm das Werk, das von ihm getadelt wird, willkommen für eben diesen Genuß seines eigenen Tuns, der ihm dadurch verschafft wird. Die aber sich durch diese Einmischung für betrogen halten oder ausgeben, wollten vielmehr selbst auf gleiche Weise betrügen. Sie geben ihr Tun und Treiben für etwas aus, das nur für sie selbst ist, worin sie nur sich und ihr eigenes Wesen bezweckten. Allein indem sie etwas tun und hiermit sich darstellen und dem Tage zeigen, widersprechen sie unmittelbar durch die Tat ihrem Vorgeben, den Tag selbst, das allgemeine Bewußtsein und die Teilnahme aller ausschließen zu wollen; die Verwirklichung ist vielmehr eine Ausstellung des Seinigen in das allgemeine Element, wodurch es zur Sache aller wird und werden soll.
Conversaciones en Valencia
[416] Una individualidad va, pues, a ejecutar algo; parece, por tanto, haber convertido algo en cosa suya [en asunto suyo]; actúa, y actuando se vuelve [o deviene] para otro [es decir, la cosa cobra realidad, no se queda en un en-sí o intención], y parece que de lo que para ella se trata es de la realidad. Los otros se toman, pues, el hacer de la individualidad por un interés de ésta en la cosa como tal, y por el fin [que esa individualidad tiene] de que la cosa acabe en sí efectuándose; igual da [que se acabe efectuando] por la primera individualidad que por ellos. Y en cuanto, conforme a esto, muestran que la cosa está siendo producida o ha sido puesta en marcha ya por ellos, y, si no, ofrecen su ayuda y la aportan efectivamente [para que se produzca o se ponga en marcha], resulta que esa conciencia está más bien en un sitio distinto de aquel en que [está fuera de donde] ellos suponían que estaba [o está en parte distinta de donde ellos estaban pensando que estaba]; pues es su hacer y mover, es su hacer e impulsar, lo que a esa conciencia propiamente le interesa en la cosa [es decir , no le interesa la cosa, sino que lo que le interesa en la cosa es su propio hacer y mover, y no la cosa], y cuando ellos se percatan de que para esta conciencia era eso la cosa misma [que la cosa misma, que lo importante para ella, que aquello de que para ella se trataba, era su propio hacer], se encuentran, pues, o se sienten defraudados y engañados. — Pero en realidad las prisas que mostraban en ayudar, no eran por su parte nada distinto, sino que lo que ellos mismos querían ver y mostrar era su propio hacer, y no la cosa misma [es decir, lo que querían no era propiamente la cosa misma, sino que lo que querían era exhibir su propio hacer]; es decir, ellos querían engañar a la otra conciencia exactamente en los mismos términos respecto a los que ahora se quejan de haber sido engañados por ella. — En cuanto ahora sale a relucir [queda puesto a la luz] que es el propio hacer y mover, el juego de las fuerzas X272X,1Recuerde el lector que este motivo quedó introducido en el fundamental cap. III. «La cosa misma» resulta ser, por tanto, repetición también del motivo del «juego de las fuerzas» allí introducido. Esto es importante, pues cuando se complete en el cap. VI, C, c, la repetición del movimiento de los caps. I, II y III, el autor nos presentará la relación entre el «alma» bella y la conciencia confesante también como una relación de fuerza. Recuérdese que esa relación era también la base de lo analizado en el cap. IV, A. el que ha de considerarse la cosa misma, resulta que la conciencia ofrece la apariencia de estar impulsando su propia esencia [diríase que ella está impulsando aquello que ella es, aquello en que ella consiste] sólo para ella, y no para los demás, y estarse sólo preocupando por el hacer en cuanto el hacer suyo, no por el hacer en cuanto un hacer de otros, y, por tanto, dejando también a los demás plena libertad en sus cosas. Pero con eso se equivocan otra vez; pues con ello la conciencia ya siempre se escapó [ya siempre se ha escapado] de allí de donde ellos se imaginaban que estaba. Pues para la conciencia no se trata de la cosa como esta cosa particular [einzeln] suya, sino de la cosa, en cuanto universal, que es para todos. La conciencia se mezcla e inmiscuye, pues, en el hacer y en la obra de ellos, y aunque ya no pueda quitársela a ellos de las manos, se interesa por lo menos en ella dándoles que hacer con sus juicios [con los juicios que la conciencia hace sobre el hacer de otros]; y si a ese hacer y a esa obra [la de ellos] la conciencia les estampa el sello de su beneplácito, el sello de su loa o encomio, con ello ha de entenderse que lo que la conciencia encomia en la obra no es solamente la obra, sino a la vez su propia generosidad y mesura en no haber estropeado la obra como obra y tampoco habérsela «cargado» mediante puras censuras y reproches. En cuanto muestra tal interés en la obra, la conciencia se goza a sí misma en la obra; e incluso la obra que la conciencia censura y descalifica, le es a ella bienvenida precisamente en orden a este goce en su propio hacer, que precisamente por esta vía la conciencia se procura. Y aquéllos que se tienen por engallados o se dan por engañados por esta injerencia [es decir, que se tienen por decepcionados o se dan por decepcionados por esta injerencia], querrían más bien ellos mismos engañar de ese modo y decepcionar de ese modo, y lo harían [o lo harán en cuanto haya ocasión]. Ellos dan su propio hacer y su propio sacar adelante [incluso su exhibir tal decepción] por algo que sólo es para ellos, en lo que ellos no tendrían por fin sino a sí mismos y a su propia esencia [es decir, a sí mismos y a lo que ellos son]; sólo que al hacer algo [aunque sólo sea quejarse], como con ello [con tal de hacer algo] se declaran y exponen, y se muestran a la luz del día, contradicen inmediatamente mediante su acto ese propósito de ellos de querer excluir el día mismo [de querer excluir la luz del día, es decir, de querer excluir la conciencia universal o la conciencia general, y la participación de todos]; la realización es más bien una exposición de lo suyo [de lo propio, es decir, de lo propio de ellos] en el elemento universal por medio del cual la conciencia y su propósito se convierten en cosa de todos, y no tienen más remedio que convertirse [en cosa de todos].
Algunas aclaraciones
X272X = Recuerde el lector que este motivo quedó introducido en el fundamental cap. III. «La cosa misma» resulta ser, por tanto, repetición también del motivo del «juego de las fuerzas» allí introducido. Esto es importante, pues cuando se complete en el cap. VI, C, c, la repetición del movimiento de los caps. I, II y III, el autor nos presentará la relación entre el «alma» bella y la conciencia confesante también como una relación de fuerza. Recuérdese que esa relación era también la base de lo analizado en el cap. IV, A.
Conversaciones en Madrid
[416] Así, pues, una individualidad se pone a ejecutar algo; con lo cual parece que ha hecho de algo una Cosa; actúa, obra, con lo que llega a ser para los otros, y parecer que lo que le importa es la realidad efectiva. Los otros, entonces, toman su actividad por un interés en la Cosa como tal, y por el fin de que la cosa sea ejecutada; siendo indiferente que lo sea por esa primera individualidad o por ellos. Al indicar, por consiguiente, que son ellos quienes han producido esta Cosa, o donde no es el caso, al ofrecer y prestar su ayuda, aquella conciencia está, al contrario, más allá de donde ellos se creen que ella está; a ella, lo que le interesa de la Cosa son sus propias actividades y afanes, y al darse cuenta de que esto era la Cosa misma, los otros, entonces, se sienten engañados. — Pero, de hecho, su mismo apresurarse para ayudar no era otra cosa que esto: ellos querían ver y mostrar su actividad, no la Cosa misma; es decir, querían engañar al otro justamente de la manera en que ellos se quejan de haber sido engañados. — Al haber resultado ahora que las propias actividades y afanes, el juego de sus fuerzas, pasa por ser la Cosa misma, parece que la conciencia se ocupa sólo de su esencia para sí, no para los otros, y parece estar preocupada únicamente por la actividad en cuanto suya, no en cuanto una actividad de los otros, con lo que parece dejar a los otros que, igualmente, hagan lo que quieran con su Cosa. Sólo que, otra vez, vuelven a equivocarse; la conciencia ya está fuera allí donde ellos creían estar. A ella no le importa la Cosa en cuanto esta Cosa singular suya, sino en cuanto Cosa, en cuanto universal que es para todos. Se mezcla, entonces, en la actividad y la obra de ellos, y si ya no puede quitárselas de las manos, se interesa al menos por ellas ocupándose de juzgar; si le imprime a la obra el sello de su aprobación y de alabanza, ello tiene el sentido de que en la obra no sólo alaba la obra misma, sino, a la vez, su propia generosidad y moderación por no arruinar la obra, en cuanto obra, con su censura. Al mostrar un interés por la obra, disfruta también de sí misma; y en la misma medida, le da la bienvenida a la obra que censura justamente por ese placer de su propia actividad que por medio de ella se le procura. Los que, sin embargo, se tienen por engañados, o se hacen pasar por tales, por esa injerencia, querían, más bien, engañar ellos mismos de la misma manera. Hacen pasar sus actividades y afanes por algo que solamente es para ellos mismos, en lo que únicamente se tenían por fin a sí y a su propia esencia. Sólo que al hacer algo, y por ende, exponerse y mostrarse a la luz, contradicen inmediatamente, por medio de este hecho, su pretendida intención de querer excluir la luz del día mismo, la conciencia universal y la participación de Todos; la realización efectiva es, más bien, una exposición de lo suyo en el elemento universal, con lo que deviene, y debe devenir, la Cosa de todos.
Conversations in Washington
[416] [416]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition An individuality therefore sets himself to put something into practice.3auszuführen He seems thereby to get to the point about the crux of the matter. He acts, and in that action he comes to be for others, and to himself it seems that this all has to do with actuality. Others therefore take his doing as an interest in the crux of the matter as such and to be an interest in the aim of putting into practice the crux of the matter as it is in itself, regardless of whether this is done by himself or by the others. While they accordingly point out that the crux of the matter has already been put into practice by themselves (or, if not, they offer their assistance and actually provide it), still the former consciousness is instead far beyond the point where they think he is supposed to be. What interests him about the crux of the matter is what it has to do with his own goings-on,4Tun und Treiben and by becoming fully aware that was what he meant by the crux of the matter, they find that they have been hoodwinked.5getäuscht 155 – However, their haste to offer their assistance in fact itself consisted in nothing but their own desire to see and to show off not the crux of the matter but only their own activities, i.e., they wanted to deceive the others in exactly the same manner in which they complain about having been deceived themselves. – While it has now been put back fully on view that what counts as the crux of the matter is his own goings-on and his alone, the play of his own powers, so consciousness seems to be engaged with its own essence for itself and not for others, or only to be concerned with doing as its own doing and not as the doings of others, and thereby permitting those others equally as much to do as they please with respect to the crux of the matter for them. But they are mistaken again; that consciousness is already somewhere else than where they thought it was. To this consciousness, this does not have to do with the thing’s substantiality as something singular to him. Rather, it has to do with the thing’s substantiality as a universal, something which is for everyone. Hence, that consciousness mixes itself into their doings and their works, and if consciousness can no longer take their work or their doings away from them, it at least takes an interest in their works by way of passing judgment on them. However much it gives them its stamp of approval and its praise, still this just means that in dealing with the work, it not only praises the work itself but at the same time praises its own generosity and its own moderation so that it does not spoil the work as a work through its reproach of it. In showing an interest in the work, it takes pleasure in itself in doing so. Likewise, to itself, the work that it reproached is welcomed just for this enjoyment of its own doing, which is the result of the reproach. However, those who hold that they have really been deceived by this kind of intrusion, as well as those who just pretend to be deceived, are instead themselves only wanting to deceive in the same way. They pretend that what they are engaged in is something that is only for themselves and in which their sole aim is to bring themselves and their own essence to fulfillment. Yet while they act and thereby present themselves to the light of day, they immediately contradict by their deed their very pretense of wanting to shut out the daylight, to keep out universal consciousness, and to keep out everyone else’s participation. Actualization is instead a matter of putting into the universal element an exhibition of what is one’s own in the universal element, through which what is one’s own both becomes and indeed ought to become the fact of the matter at issue6zur Sache for everyone.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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