Gespräche in der Dämmerung 00401
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / C. La individualidad que se es real en y para sí misma [C. Die Individualität, welche sich an und für sich selbst reell ist] / a. El reino animal del espíritu y el engaño, o también: la cosa misma [a. Das geistige Tierreich und der Betrug oder die Sache selbst]
[Los momentos de la acción conforme al concepto de esta esfera]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[401] Fürs erste also ist die ursprünglich bestimmte Natur der Individualität, ihr unmittelbares Wesen noch nicht als tuend gesetzt und heißt so besondere Fähigkeit, Talent, Charakter usf. Diese eigentümliche Tinktur des Geistes ist als der einzige Inhalt des Zwecks selbst und ganz allein als die Realität zu betrachten. Stellte man sich das Bewußtsein vor als darüber hinausgehend und einen anderen Inhalt zur Wirklichkeit bringen wollend, so stellte man es sich vor als ein Nichts in das Nichts hinarbeitend. – Dies ursprüngliche Wesen ist ferner nicht nur Inhalt des Zwecks, sondern an sich auch die Wirklichkeit, welche sonst als gegebener Stoff des Tuns, als vorgefundene und im Tun zu bildende Wirklichkeit erscheint. Das Tun ist nämlich nur reines Übersetzen aus der Form des noch nicht dargestellten in die des dargestellten Seins; das Ansichsein jener dem Bewußtsein entgegengesetzten Wirklichkeit ist zum bloßen leeren Scheine herabgesunken. Dies Bewußtsein, indem es sich zum Handeln bestimmt, läßt sich also durch den Schein der vorhandenen Wirklichkeit nicht irremachen, und ebenso hat es sich aus dem Herumtreiben in leeren Gedanken und Zwecken auf den ursprünglichen Inhalt seines Wesens zusammenzuhalten. – Dieser ursprüngliche Inhalt ist zwar erst für das Bewußtsein, indem es ihn verwirklicht hat, der Unterschied aber eines solchen, das für das Bewußtsein nur innerhalb seiner [ist], und einer außer ihm an sich seienden Wirklichkeit ist hinweggefallen. Nur daß für es sei, was es an sich ist, muß es handeln, oder das Handeln ist eben das Werden des Geistes als Bewußtsein. [296] Was es an sich ist, weiß es also aus seiner Wirklichkeit. Das Individuum kann daher nicht wissen, was es ist, ehe es sich durch das Tun zur Wirklichkeit gebracht hat. – Es scheint aber hiermit den Zweck seines Tuns nicht bestimmen zu können, ehe es getan hat; aber zugleich muß es, indem es Bewußtsein ist, die Handlung vorher als die ganz seinige, d.h. als Zweck vor sich haben. Das ans Handeln gehende Individuum scheint sich also in einem Kreise zu befinden, worin jedes Moment das andere schon voraussetzt, und hiermit keinen Anfang finden zu können, weil es sein ursprüngliches Wesen, das sein Zweck sein muß, erst aus der Tat kennenlernt, aber, um zu tun, vorher den Zweck haben muß. Ebendarum aber hat es unmittelbar anzufangen und, unter welchen Umständen es sei, ohne weiteres Bedenken um Anfang, Mittel und Ende zur Tätigkeit zu schreiten; denn sein Wesen und ansichseiende Natur ist alles in einem, Anfang, Mittel und Ende. Als Anfang ist sie in den Umständen des Handelns vorhanden, und das Interesse, welches das Individuum an etwas findet, ist die schon gegebene Antwort auf die Frage: ob und was hier zu tun ist. Denn was eine vorgefundene Wirklichkeit zu sein scheint, ist an sich seine ursprüngliche Natur, welche nur den Schein eines Seins hat einen Schein, der in dem Begriffe des sich entzweienden Tuns liegt, aber als seine ursprüngliche Natur sich in dem Interesse, das es an ihr findet, ausspricht. – Ebenso ist das Wie oder die Mittel an und für sich bestimmt. Das Talent ist gleichfalls nichts anderes als die bestimmte ursprüngliche Individualität, betrachtet als inneres Mittel oder Übergang des Zwecks zur Wirklichkeit. Das wirkliche Mittel aber und der reale Übergang ist die Einheit des Talents und der im Interesse vorhandenen Natur der Sache; jenes stellt am Mittel die Seite des Tuns, dieses die Seite des Inhalts vor, beide sind die Individualität selbst, als Durchdringung des Seins und des Tuns. Was also vorhanden ist, sind vorgefundene Umstände, die an sich die ursprüngliche Natur des Individuums sind; alsdann das Interesse, welches sie eben als das [297] seinige oder als Zweck setzt; endlich die Verknüpfung und Aufhebung dieses Gegensatzes im Mittel. Diese Verknüpfung fällt selbst noch innerhalb des Bewußtseins, und das soeben betrachtete Ganze ist die eine Seite eines Gegensatzes. Dieser noch übrige Schein von Entgegensetzung wird durch den Übergang selbst oder das Mittel aufgehoben, – denn es ist Einheit des Äußeren und Inneren, das Gegenteil der Bestimmtheit, welche es als inneres Mittel hat; es hebt sie also auf und setzt sich, diese Einheit des Tuns und des Seins ebenso als Äußeres, als die wirklich gewordene Individualität selbst, d. i. die für sie selbst als das Seiende gesetzt ist. Die ganze Handlung tritt auf diese Weise weder als die Umstände, noch als Zweck noch Mittel, noch als Werk aus sich heraus.
Conversaciones en Valencia
[401] De entrada, pues, la naturaleza originalmente determinada de la individualidad, su esencia [Wesen] inmediata, no está puesta todavía como haciendo [thuend] [como haciente, como agente], y en tal situación [de todavía no agente, o todavía no actuando] es como la llamamos capacidad particular o talento particular o carácter particular, etc. Esta peculiar tintura o perfil del espíritu [la constituida por la capacidad, por el talento, por el carácter, etc.] es la que ha de considerarse único contenido del telos mismo, y ella y sólo ella es lo que debe considerarse realidad. Pues si uno se representase o se imaginase a la conciencia como yendo más allá de esa realidad y como queriendo traer a la realidad un contenido distinto que esa realidad X247X,1No cabe duda de que este tipo de aseveraciones resulta un tanto desafiante, y, sin embargo, el autor acabará dando cumplido alcance a esta tesis. nos estaríamos imaginando una nada tratando de meterse en una nada para elaborar esa nada. — Además este ser original no solamente es el contenido del fin, sino que es también la realidad que aparece aparte de eso como la materia dada del hacer [como la materia dada del obrar], es decir, como la realidad con la que uno se encuentra y que uno tiene que trabajar en el hacer X248X.2Aristóteles en la Ética a Nicómaco habla (1101 a) del material con el que damos como consistiendo nosotros en él y del que tenemos que hacernos a nosotros mismos como el zapatero tiene que hacer los zapatos del cuero del que dispone. Pues el hacer es sólo el puro traducir o trasladar de la forma del ser [Seyn] todavía no presentado o expuesto ahí a la forma del ser presentado o expuesto ahí X249X;3Esto era en lo que consistía propiamente la presente figura, como se ha dicho más arriba. con lo cual el ser-en-sí de esa realidad contrapuesta a la conciencia queda rebajado a pura y vacía apariencia. Esta conciencia, en cuanto se determina a la acción, no se deja, pues, llevar a engaño por la apariencia de la realidad que está ahí [de la realidad ya existente, o en que consiste la realidad ya existente], y asimismo en vez de andar vagando o divagando en pensamientos vacíos y en fines hueros, tiene que concentrarse en el contenido original de su esencia o Wesen [de aquello que ella es, de aquello como lo que ella se amanece o se encuentra siendo]. — Ciertamente, este contenido original sólo empieza siendo para la conciencia una vez que ella lo ha realizado [o habiéndolo realizado ella, o siendo ella quien lo ha realizado]; pero [recuérdese que] la diferencia entre un contenido que sólo estuviese para la conciencia dentro de ella y una realidad que fuese realidad en sí fuera de la conciencia es algo que ha desaparecido. — Sólo de modo que lo que ella es en sí sea para ella [es decir, que lo que ella es en sí, lo sea también para ella] es como ella tiene que actuar y por lo que ella tiene que actuar, de modo que la acción es precisamente el devenir del espíritu como conciencia [como certeza sensible y como percepción y como entendimiento, cap. I, II, III]. Así pues, lo que la conciencia es en sí, ella no lo sabe, sino por su realidad [por la realidad de la conciencia X250X].4Lo que vaya a ser objeto no puede determinarse si el sujeto no se ha puesto antes a sí mismo. — El individuo no puede saber, por tanto, lo que él es antes de haberse traído él a realidad mediante la acción; por consiguiente, el individuo no parece poder determinar el fin de su acción antes de haber actuado; pero a la vez, en cuanto él es conciencia [es decir, para ser conciencia], ha de tener antes a la acción como siendo esa acción por entero la de él, es decir, ha de tenerla como fin. El individuo que va a la acción [el individuo que va a actuar] parece, pues, moverse en un círculo en el que cada momento presupone ya el otro y, por tanto, [ese individuo] parece no poder encontrar inicio o principio alguno, porque su ser original [ursprüngliches Wesen] que ha de ser su fin [es decir, el fin del individuo], él tiene primero que conocerlo a partir de lo hecho, es decir, a partir de su hacer, o de su acción, y, para poder hacer, ha de tener antes el fin [Zweck]. Pero precisamente por eso ha de poner inmediatamente manos a la obra, es decir, ha de poner manos a la obra en términos inmediatos, bajo las circunstancias que fuere, y pasar a la actividad sin preocuparse más del principio, medios, y fin o desenlace [Ende]; pues su esencia y esa su naturaleza que es en sí, es principio, medios y desenlace, todo en uno. Como inicio o principio [Anfang] esa naturaleza está presente en las circunstancias de la acción, y el interés que el individuo encuentra en algo es ya la respuesta que se le da a la pregunta [suya o que se le supone] de si a tal respecto él ha de hacer algo y qué es lo que tiene que hacer. Pues lo que tiene la apariencia de ser una realidad con la que el individuo se encuentra, no es sino su naturaleza original en sí, que empieza teniendo la apariencia de un ser, aunque no más que la apariencia, una apariencia que radica en el concepto de un hacer que se disocia a sí mismo [que radica en la disociación que dicho concepto de acción implica], pero que se delata como naturaleza original suya precisamente en el interés que el individuo empieza encontrando en esa realidad con la que se encuentra. — Igualmente, el cómo (o los medios) es algo que también está [o viene] determinado en y de por sí. Pues el talento no es asimismo otra cosa que la determinada individualidad [Individualität] original, es decir, que la determinada individualidad inicial, considerada como medio interno, o lo que es lo mismo: como tránsito del fin a la realidad. Y a su vez, el medio real y, por tanto, el tránsito efectivo, es la unidad del talento y [de] la naturaleza de la cosa, la cual naturaleza está presente o se hace presente en el interés; el talento representa en el medio el lado del hacer, y el interés el lado de la cosa, ambos son la individualidad misma como compenetración o interpenetración del ser y el hacer. Por tanto, lo que tenemos son primero las circunstancias con las que nos encontramos ahí, que constituyen en sí la naturaleza inicial u original del individuo [el entorno y medio en el que el individuo se encuentra y del que parte]; sigue después el interés, que pone esas circunstancias o esa naturaleza como lo suyo [los pone como cosa suya, como cosa de ese individuo, como cosa que le concierne a él], o lo que es lo mismo: que pone esa naturaleza o circunstancias como fin; y viene, por último, la articulación de esa contraposición [de circunstancias y fin] y la superación y supresión de esa contraposición en el medio [es decir, en aquello a que recurrimos para realizar el fin]. Esta articulación o conexión cae todavía ella misma dentro de la conciencia [es decir, dentro del ámbito de la certeza sensible, de la percepción y del entendimiento] y, por tanto, el todo que acabamos de considerar es sólo uno de los lados de una contraposición. Pero esa apariencia de contraposición, que todavía queda aquí, queda suprimida y superada mediante el tránsito mismo, es decir, mediante el medio; pues el medio es la unidad del exterior y el interior, el medio es, por tanto, [a la vez] lo contrario de la determinidad que él tiene como medio interior [o como medio interno], y, por ende, el medio suprime y supera esa determinidad [consiste en la superación de esa su propia determinidad] y se pone a sí mismo (es decir, pone a esta unidad del hacer y el ser) también como algo externo y, por tanto, como la individualidad misma que se ha vuelto real; es decir, como la individualidad que para sí misma está puesta como lo que está ahí [es decir, que está puesta para sí misma o que se pone a sí misma como siendo, o sea, como estando ahí]. De esta manera, pues, la acción en su totalidad no cae fuera de sí, ni sale fuera de sí, ni como circunstancias [Umstände], ni como fin [Zweck], ni como medio [Mittel], ni como obra o producto [Werk].
Algunas aclaraciones
X247X = No cabe duda de que este tipo de aseveraciones resulta un tanto desafiante, y, sin embargo, el autor acabará dando cumplido alcance a esta tesis.
X248X = Aristóteles en la Ética a Nicómaco habla (1101 a) del material con el que damos como consistiendo nosotros en él y del que tenemos que hacernos a nosotros mismos como el zapatero tiene que hacer los zapatos del cuero del que dispone.
X249X = Esto era en lo que consistía propiamente la presente figura, como se ha dicho más arriba.
X250X = Lo que vaya a ser objeto no puede determinarse si el sujeto no se ha puesto antes a sí mismo.
Conversaciones en Madrid
[401] Por de pronto, entonces, la naturaleza primigeniamente determinada de la individualidad, su esencia inmediata, no está todavía puesta como actuando, y así, se llama capacidad, talento, carácter etc. particulares. Se trata de examinar esta peculiar tintura del espíritu en cuanto contenido único del fin, en cuanto realidad sola y única. Si uno se representase la conciencia como trascendiendo esto y queriendo llevar a su realidad efectiva otro contenido, entonces se la representaría como una nada que trabaja hacia la nada. — Además, esta esencia primigenia no sólo es contenido del fin, sino que es también, en sí, la realidad efectiva que, por lo demás, aparece como materia dada de la actividad, como realidad efectiva encontrada y por formar en la actividad. Y es que la actividad no es más que un puro transponer de la forma de lo no presentado todavía a la del ser presentado; el ser-en-sí de aquella realidad efectiva contrapuesta a la conciencia ha descendido hasta quedar en una mera apariencia vacía. Esta conciencia, al determinarse a sí para actuar, no se deja confundir por la apariencia de la realidad efectiva presente, y, saliendo del vagabundeo por pensamientos y fines vacíos, tiene que mantenerse unida respecto al contenido primigenio de su esencia. — Ciertamente, este contenido primigenio es primero para la conciencia, en tanto que es ella quien lo ha realizado; pero lo que ha quedado eliminado es la diferencia entre algo tal que sea para la conciencia solamente dentro de ella, y una realidad efectiva que sea en sí fuera de la conciencia. Sólo que para que sea para ella lo que es en sí, ella tiene que actuar, que obrar; o bien, el obrar es justamente el llegar a ser del espíritu en cuanto conciencia. Lo que ella sea en sí, lo sabrá ella, entonces, por su realidad efectiva. Por eso, el individuo no puede saber lo que él es antes de haberse llevado a la realidad efectiva por medio de la actividad. — Pero, entonces, parece que no puede determinar el fin de su actividad antes de haber actuado; al mismo tiempo, sin embargo, en tanto que es conciencia, tiene que tener previamente delante de sí la acción como enteramente suya, esto es, como fin. El individuo que va a obrar parece, pues, encontrarse en un círculo en el que cada momento presupone ya lo otro, y parece, por tanto, no poder encontrar comienzo alguno, porque sólo por el hecho llega a conocer por primera vez su esencia original, la que tiene que ser su fin y propósito, pero para actuar, tiene previamente que tener ese fin y propósito. Mas justamente por eso tiene que empezar inmediatamente, cualesquiera que sean las circunstancias, a avanzar hacia la actividad, sin darle más vueltas al comienzo, el medio y el final; pues su esencia y su naturaleza que es en sí es todo en uno, comienzo, medio y final. En cuanto comienzo, se halla presente en las circunstancias de la acción, y el interés que el individuo encuentra en algo es ya la respuesta dada a la pregunta de si se ha de hacer algo aquí, y qué. Pues lo que parece ser una realidad efectiva con la que se ha encontrado, es, en sí, su naturaleza primigenia que sólo tiene la apariencia de un ser: una apariencia que reside en el concepto de la actividad que se escinde en dos; pero que, en cuanto naturaleza primigenia suya, se enuncia en el interés que el individuo encuentra en ella. — Asimismo, el cómo, o los medios, están determinados en y para sí. El talento, igualmente, no es otra cosa que la individualidad primigenia determinada, considerada como medio interno, o como paso del fin propuesto hacia la realidad efectiva. Pero el medio realmente efectivo y el paso real es la unidad del talento y de la naturaleza de la Cosa que se halla presente en el interés. Aquél representa en el medio el lado de la actividad, éste, el lado del contenido, ambos son la individualidad misma en cuanto compenetración del ser y de la actividad. Así, pues, lo que hay aquí son circunstancias encontradas que son, en sí, la naturaleza primigenia del individuo; luego, el interés, que las pone justamente como lo suyo, o como fin y propósito, y finalmente, la conjunción y cancelación de los términos de esta oposición en el medio. Este enlace cae todavía él mismo dentro de la conciencia, y la ley que acabamos de considerar es un lado de la oposición. Esta apariencia que aún resta de contraposición queda cancelada por el paso mismo o por el medio; — pues éste es unidad de lo externo y de lo interno, lo contrario de la determinidad, a la que tiene como medio interno, la cancela, pues, y se pone a sí, esta unidad de la actividad y del ser, en la misma medida, como algo externo, como la individualidad que ha llegado efectivamente a ser; es decir, que está puesta para ella misma como lo que es. De este modo, toda esta acción no sale de sí ni como circunstancia, ni como fin, ni como medio, ni como obra.
Conversations in Washington
[401] [401]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition First of all, therefore, the original determinate nature of individuality, its immediate essence, is not yet posited as acting and thus is called a particular ability, talent, character, and so forth. This distinctive tincture of spirit is to be regarded as the individual content of the purpose and to be regarded solely as reality. If one represents consciousness as going beyond all that and as wanting to bring some other content to actuality, then one represents it as a nothing working its way into nothing. – Furthermore, this original essence is not only the content of the purpose; it is also in itself the actuality which otherwise appears as the given material of the doing, as just found, and which is to be fashioned into actuality. The doing is, in particular, the pure translation of the form of the being not yet exhibited into the form of the being that is exhibited. The being-in-itself of the former, the actuality opposed to consciousness, has degenerated into that of an only empty semblance. As it determines itself into acting, this consciousness thus is not to let itself be led astray by the semblance of the present actuality, and, from aimlessly roving about in empty thoughts and purposes, it just as much has to bind itself to the original content of its essence. – To be sure, this original content is just for this consciousness as consciousness has actualized the content. However, what has fallen by the wayside is the difference between a content which is only for consciousness internally and an actuality existing in itself which is external to consciousness. – Only because what is for consciousness is what consciousness is in itself must it act, or acting is just the coming to be of spirit as consciousness. What it is in itself, it therefore knows on the basis of its own actuality. Hence, the individual cannot know what he is prior to having brought himself to actuality through action. – But he thereby seems not to be able to determine the purpose of his doing before he has taken the action. However, at the same time, while he is consciousness, he must, prior to the action, have the action itself as wholly his own, i.e., the purpose in front of him. The individual who sets himself to act therefore seems to be situated in a circle in which every moment already presupposes the other. It thus seems that he is incapable of finding a beginning for his actions because he only gets to know his original essence, which must be his purpose, first from his deed, but, in order to act, he must have the purpose beforehand. However, precisely for that reason, he has to begin immediately and, whatever the circumstances may be, without any further reservations about beginnings, middles, and ends, to set himself to act, since his essence and his nature (which is-in-itself) are beginning, middle, and end all rolled into one. As beginning, the individual’s nature is present in the circumstances of action, and the interest which the individual finds in some particular thing is the answer already given to the question: Whether he should act and what is here to be done? For what seems to be an actuality only found is in itself his original nature, which only has the semblance of that of a being – a semblance which lies in the very concept of a self-estranging doing – but which, as his original nature, is expressed in the interest which his original nature finds in it. – Likewise the how, or the mediating middle, is determined in and for itself. By the same token, talent is nothing but determinate original individuality regarded as the inner mediating middle, or the transition of purpose into actuality. However, the actual mediating middle and the real transition are the unity of talent with the nature of the matter at issue present in the interest. In the mediating middle, the former (talent) represents the aspect of acting, while the latter (the nature of the matter at issue), represents the aspect of content. Both are individuality itself as the permeation of being and doing. What is thus present are the given circumstances, which in themselves are the individual’s original nature. Next, there is the interest that posits those found circumstances as its own, or as purpose. Finally there is the linkage and the sublation of these opposites in the mediating middle. This linkage itself still falls within consciousness, and the whole which has been just now considered is only one side of an opposition. This remaining semblance of opposition is sublated through the transition itself, or through the mediating middle – for the mediating middle is the unity of the outer and the inner, the contrary of the determinateness which it has as an inner mediating middle, and it likewise sublates them and posits itself, this unity of doing and being, as the outer, as individuality itself actually having come to be, i.e., as individuality which is posited for individuality itself as the existing. In this way, neither as circumstances, nor as purpose, nor as means, nor as a work6Werk does the entire action ever step out from itself.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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