Gespräche in der Dämmerung 00357
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / B. La realización de la autoconciencia racional mediante sí misma [B. Die Verwirklichung des vernünftigen Selbstbewußtseins durch sich selbst]
[La felicidad de lo que ya no es y de lo que aún no es; la evanescencia de la sustancia ética simple.]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[357] Wenn also die Wahrheit dieses vernünftigen Selbstbewußtseins für uns die sittliche Substanz ist, so ist hier für es der Anfang seiner sittlichen Welterfahrung. Von der Seite, daß es noch nicht zu jener geworden, dringt diese Bewegung auf sie, und das, was in ihr sich aufhebt, sind die einzelnen Momente, die ihm isoliert gelten. Sie haben die Form eines unmittelbaren Wollens oder Naturtriebs, der seine Befriedigung erreicht, welche selbst der Inhalt eines neuen Triebes ist. – Von der Seite aber, daß das Selbstbewußtsein das Glück, in der Substanz zu sein, verloren, sind diese Naturtriebe mit Bewußtsein ihres Zwecks als der wahren Bestimmung und Wesenheit verbunden; die sittliche Substanz ist zum selbstlosen Prädikate herabgesunken, dessen lebendige Subjekte die Individuen sind, die ihre Allgemeinheit durch sich selbst zu erfüllen und für ihre Bestimmung aus sich zu sorgen haben. – In jener Bedeutung also sind jene Gestalten das Werden der sittlichen Substanz und gehen ihr vor; in dieser folgen sie und lösen es für das Selbstbewußtsein auf, was seine Bestimmung sei; nach jener Seite geht in der Bewegung, worin erfahren wird, was ihre Wahrheit ist, die Unmittelbarkeit oder Roheit der Triebe verloren und der Inhalt derselben in einen höheren über, nach dieser aber die falsche Vorstellung des Bewußseins, das in sie seine Bestimmung [268] setzt. Nach jener ist das Ziel, das sie erreichen, die unmittelbare sittliche Substanz, nach dieser aber das Bewußtsein derselben, und zwar ein solches, das sie als sein eigenes Wesen weiß; und insofern wäre diese Bewegung das Werden der Moralität, einer höheren Gestalt als jene. Allein diese Gestalten machen zugleich nur eine Seite ihres Werdens aus, nämlich diejenige, welche in das Fürsichsein fällt oder worin das Bewußtsein seine Zwecke aufhebt, – nicht die Seite, nach welcher sie aus der Substanz selbst hervorgeht. Da diese Momente noch nicht die Bedeutung haben können, im Gegensatze gegen die verlorene Sittlichkeit zu Zwecken gemacht zu werden, so gelten sie hier zwar nach ihrem unbefangenen Inhalte, und das Ziel, nach welchem sie dringen, ist die sittliche Substanz. Aber indem unseren Zeiten jene Form derselben näherliegt, in welcher sie erscheinen, nachdem das Bewußtsein sein sittliches Leben verloren und es suchend jene Formen wiederholt, so mögen sie mehr in dem Ausdrucke dieser Weise vorgestellt werden.
Conversaciones en Valencia
[La felicidad de lo que ya no es y de lo que aún no es; la evanescencia de la sustancia ética simple.]
[357]1Epígrafe: La felicidad de lo que ya no es y de lo que aún no es; la evanescencia de la sustancia ética simple. Así pues, si para nosotros la verdad de esta autoconciencia racional es la sustancia ética, resulta que en esta sustancia ética no reside por de pronto para ella [es decir, para la autoconciencia racional misma] sino el inicio de su experiencia ética del mundo. Por el lado en que esa autoconciencia racional no se ha convertido todavía en aquella sustancia [por el lado de ida, pues], este movimiento la empuja a la sustancia, exige la sustancia, y aquello que en ese movimiento se suprime y supera son los momentos particulares que la autoconciencia no tiene más remedio que considerar sueltos y aislados [o que para la autoconciencia valen aisladamente, es decir, para ella y sin guardar relación con los demás]. Esos momentos tienen la forma [o nos ofrecerán la forma] de un querer natural , o de un impulso natural, que alcanza su satisfacción, la cual, una alcanzada, se convierte a su vez en contenido de un nuevo impulso [esto, digo, por el lado en que la autoconciencia no ha alcanzado aún la felicidad de estar en la sustancia]. — Y por el lado en que [por el lado que consiste en que] la autoconciencia ha perdido la felicidad de estar o seguir en la sustancia [es decir, por el lado en que la conciencia ha dejado la sustancia ya detrás], estos impulsos naturales van asociados y ligados a la conciencia de su propio telos como verdadera determinación suya y como su verdadera esencialidad [es decir, van asociados y ligados a la conciencia de ser ellos el fin como verdadera determinación suya y como su verdadera esencialidad] X210X;2Aunque ésta es la traducción literal, quizá quiera el autor decir que el telos es la conciencia. la sustancia ética ha quedado reducida entonces [es decir, ha quedado reducida en el caso de vuelta] a un predicado carente de yo, cuyos sujetos vivos son los individuos que tienen que poner por obra [que hacer efectiva, que cumplir] su universalidad por sí mismos, y tienen que cuidad ellos por sí mismos de su propia determinación [la de ellos]. — En aquel primer significado [o consideradas por el primero de los lados], esas formas o figuras [Gestalten] [las que vamos a pasar a considerar en cap. V, sección B, apartados a, b, c] son el devenir o el hacerse de la sustancia ética, y le preceden; en este segundo significado [o considerados por el segundo de los lados, el de vuelta], esas formas siguen a la sustancia ética; conforme a aquel primer lado [el de ida], en el movimiento en que se hace experiencia de cuál es la verdad [del querer y de los impulsos] se pierden la inmediatez y la rudeza del querer y de las pulsiones y el contenido de ellos [del querer y de las pulsiones] se transforma en un contenido superior [en el de la sustancia universal frete a la rudeza de la individualidad no desbastada]. [En lo que respecta, pues, al camino de ida, la meta es es la articulación del ethos, en ese quedar el ethos como algo inmediato que está ahí, como algo con una inmediata existencia particular]. Conforme a este segundo lado [conforme al lado de vuelta], en cambio, lo que se pierde es la falsa representación de la conciencia que pone en ellos [en su querer particular y en las pulsiones] su determinación [lo cual no quiere decir que la ponga sin más en el ethos] X211X.3Hegel se está refiriendo al contenido del capítulo V, C. Conforme a aquel primer lado [el de ida], el objetivo o meta que esos impulsos alcanzan es la sustancia ética inmediata. Conforme a este segundo lado [el de vuelta], en cambio, lo que se alcanza es la conciencia de esa sustancia y, por cierto, una conciencia que sabe esa sustancia como la esencia de la conciencia [un saber de esa sustancia que en cierto modo queda, por tanto, más allá de esa sustancia]; y en este sentido este movimiento sería el devenir [el hacerse] de la moralidad, por tanto una figura superior a aquélla [es decir, superior a la que representa la sustancia ética inmediata, pues ésta, al cobrarse conciencia de ella, habría quedado detrás] [esta figura o figuras que más que de ida son ya genuinamente de vuelta son las que se analizan en el cap. V, C] X212X.4Vide infra Algunas aclaraciones X212X. Sólo que estas formas [las que se analizan en el presente cap. V, B, a, b, c] no van a constituir a la vez sino un lado de su devenir [es decir, sólo un lado del devenir o formarse de la moralidad, es decir, del llegar a cobrarse conciencia de la sustancia ética, que pone a ésta a distancia], a saber: aquel que cae en el ser-para-sí, o lo que es lo mismo: aquel en el que la conciencia suprime y supera sus fines; no el lado conforme al que la moralidad surge ella misma de la sustancia ética [pues eso, creo, se deja para el cap. VI, C]. Y como estos momentos no pueden tener aún el significado de quedar convertidos en fines en contraposición con la sustancia ética perdida o en sustitución de ella [porque todavía aquí no sabemos mucho de la sustancia ética, pues estamos en el camino de ida hacia ella], aquí esos momentos se consideran, ciertamente, conforme al contenido que tienen prima facie [es decir, tal como ellos se entienden, por más que, como veremos al final del cap. VI, genuinamente representen más bien caminos de vuelta]. Y [considerados como caminos de ida] la meta a la que aspiran, a la que empujan, a la que urgen, es a la sustancia ética. Pero en cuanto a nuestros tiempos [a nuestra época] les queda más cerca aquella forma en que esos momentos aparecen después de que la conciencia ha perdido su vida ética y, buscándola X213X,5La cuestión planteada en la nota anterior podemos repetirla siquiera sea en el sentido provisional de las dudas que sistemáticamente parece ir dejando caer el autor de la Fenomenología del espíritu acerca de la cuestión de si, con tal búsqueda, la conciencia moderna podrá reencontrar la vida ética que ha perdido. repite esas formas o figuras, vamos a representárnoslos más bien en cuanto expresión de este modo de conciencia X214X.6Vide infra Algunas aclaraciones X214X.
Algunas aclaraciones
X210X
Aunque ésta es la traducción literal, quizá quiera el autor decir que el telos es la conciencia.
X211X
Hegel se está refiriendo al contenido del capítulo V, C.
X212X
A propósito de esta afirmación, conviene tener presente algo que afecta tanto a la sistemática del pensamiento de Hegel, como al propio significado de la filosofía de Hegel y a lo que ocurre en su desenvolvimiento, y que, por tanto, no deja de tener su importancia en nuestro contexto.
Si bien se fija el lector, Hegel afirma aquí que la figura o figuras de la moralidad (que va analizar en la sección C del presente cap. V) son genuinamente más bien figuras de vuelta respecto de la sustancia ética (mientras que las que analiza en el presente cap. V, B pueden fácilmente interpretarse tanto en el sentido de ida como en el sentido de vuelta). Y si se tiene además en cuenta dónde se sitúa el «derecho abstracto» en la Fenomenología del espíritu (cap. VI, A, c), resulta que en la sistemática subyacente en la Fenomenología del espíritu la secuencia de conceptos es eticidad / derecho abstracto / moralidad, y no al revés como sucede ya en la Enciclopedia de las ciencias filosóficas de 1817 (1830, tercera edición) y en la Filosofía del Derecho de 1821. Esto significaría que el Hegel posterior (y con él el marxismo y la izquierda hegeliana en general, por lo menos hasta una fase reciente de la «Teoría crítica») estarían sugiriendo a la conciencia moderna la posibilidad racional de que las abstracciones constitutivas de la conciencia moderna (el derecho abstracto y la moralidad kantiana) pudieran en cierto modo reasumirse o reabsorberse en sustancia ética (pudieran reabsorberse en sustancia a toda la altura o nivel de abstracción y racionalidad que se quiera, pero en definitiva pudieran reabsorberse en sustancia o en sucedáneo de sustancia). En cambio en la Fenomenología del espíritu Hegel estaría afirmando (o si no afirmando, estaría muy cerca de estar mostrando) que para la existencia moderna resulta que más bien no hay más eticidad que la del Leviatán articulado en términos de Estado de derecho (cap. VI, A, c), de razón democrática (cap. VI, B, III) y de razón comunicativa (cap. VI, C, c), que Hegel entiende como el modo como se articula jurídica y políticamente una forma de existencia, animada por la conciencia ética y la conciencia religiosa del protestantismo. Y eso, ciertamente, es una eticidad tan reflexiva o una eticidad compuesta de tanta abstracción, una eticidad tan autogenerada, tan «provisional», que más bien representa la sistemática negación y disolución de todo sucedáneo pensable de eticidad. Para la existencia moderna, en el lugar de la sustancia ética, lo que constitutivamente corre siempre el riesgo de aparecerle también, como ya he dicho, es un vacío que es el reverso de aquellas abstracciones, o del que aquellas abstracciones son el reverso y realidad. Y es este vacío lo que en el capítulo VII sobre la religión se interpreta como la peculiar experiencia religiosa moderna de lo Incondicionado. En este sentido el propio desenvolvimiento de la filosofía de Hegel expresaría el desasosiego de la conciencia moderna ante sí misma. A mí me parece que la posición de Hegel en el cap. V, C, c, respeto a todo esto es más bien dubitante; o puede ser también que «la conciencia que sabe esa sustancia como la esencia de la conciencia» no signifique sin más dejar a la sustancia por detrás, y por tanto, no signifique dejarla convertida en in-esencia; pero esta interpretación no me parece muy acorde con lo que Hegel está diciendo. En todo caso, el lector debe entender que el presente cap. V, B, y el cap. V, C son camino de ida al cap. VI, A («La eticidad verdadera»), pero en cuanto camino de vuelta tienen que poder solaparse con el contenido del cap. VI, B, III y del cap. VI, C. Elementos claves en dicho solapamiento tienen que ser sin duda el concepto de la «la cosa misma» (ἔρον ἀνθρώπινον) del cap. V, C, a, y el concepto de conciencia moral o Gewissen del cap. VI, C, c. Y efectivamente en el cap. VI, C, c, Hegel acabará leyendo juntos el final del cap. V y el final del cap. VI. Tenga en cuenta el lector que por Gewissen (conciencia moral) Hegel siempre entiende la conciencia religiosa, la conciencia ética y la conciencia política protestante, como deja claro en el parágrafo 552 de la Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
X213X
La cuestión planteada en la nota anterior podemos repetirla siquiera sea en el sentido provisional de las dudas que sistemáticamente parece ir dejando caer el autor de la Fenomenología del espíritu acerca de la cuestión de si, con tal búsqueda, la conciencia moderna podrá reencontrar la vida ética que ha perdido.
X214X
En resumen: analizamos formas y figuras en cuanto movimiento de ida, pero a lo que acaban llevando es a la conciencia de la sustancia ética. Pero eso ya lo sabemos y ese saber es dejar detrás la inmediatez de la sustancia ética. Por tanto, en verdad estamos analizando esas formas y figuras en cuanto son un movimiento de vuelta, y en todo caso siempre desde la perspectiva del para-sí, no desde la perspectiva del surgir de esa conciencia (del surgir de ese ser-para-sí) desde la propia sustancia ética. La perspectiva sigue siendo la de la autoconciencia que se realiza, que tiene por telos el ponerse y verse ella como un objeto ahí. O dicho todo de otro modo: nosotros cogemos a la conciencia en su ir. Pero habida cuenta de aquello a lo que va (a la conciencia de la sustancia ética), propiamente la estamos cogiendo en su venir de ello, y vamos a interesarnos sobre todo por la forma actual de ese venir, y ello desde la perspectiva de la autoconciencia en el buscarse ella como objeto ahí delante o en el (mediante esa búsqueda) ponerse ella ahí delante como ese feliz doble de sí que en sí ya existe, que en algún sitio tiene que estar. Por eso la autoconciencia se busca, porque está segura de que en alguna parte debe de andar ese doble suyo que está buscando, sólo encontrando al cual, puede coincidir ella de verdad consigo.
Conversaciones en Madrid
[357] Así, pues, si la verdad de esta autoconciencia racional es para nosotros la substancia ética, entonces está aquí para ella el comienzo de su experiencia ética del mundo. Visto desde el lado de que ella todavía no ha llegado a ser esa substancia ética, este movimiento presiona en dirección a dicha substancia, y lo que en ella queda cancelado y asumido son los momentos singulares, que la conciencia considera aisladamente. Tienen la forma de un querer inmediato, o de una pulsión natural que alcanza su satisfacción, la cual es, ella misma, el contenido de una nueva pulsión. — Pero visto desde el lado de que la autoconciencia ha perdido la dicha de ser en el seno de la substancia, estas pulsiones naturales se hallan asociadas a la conciencia de su propósito X106X7Traducimos, en todo este capítulo, Zweck como «propósito», toda vez que se trata de los fines de la conciencia que actúa. en cuanto verdadera determinación y esencialidad; la substancia ética desciende a predicado carente de sí-mismo, cuyos sujetos vivos son los individuos que han de cumplir por sí mismos su universalidad y ocuparse por sí mismos de su determinación y su destino. — En el primer significado, entonces, aquellas figuras son el devenir de la substancia ética, y van por delante de ella; en el segundo, siguen a lo que sea su determinación o su destino, y lo disuelven para la autoconciencia; según aquel lado, en el movimiento en que se experimenta lo que sea su verdad se pierde la inmediatez o la tosquedad de las pulsiones, y el contenido de las mismas pasa a una pulsión más elevada; mientras que según este lado se pierde la falsa representación de la conciencia que pone en esas pulsiones su determinación. Según aquel lado, la meta que ellos alcanzan es la substancia ética inmediata; mientras que según éste es la conciencia de las pulsiones, y por cierto, una conciencia tal que las sabe como su propia esencia; y en esta medida, este movimiento sería el devenir de la moralidad, de una figura más elevada que aquéllas. Sólo que estas figuras, a la vez, constituyen únicamente uno de los lados de ese devenir, a saber, el lado que cae en el ser-para-sí, o en el que la conciencia cancela sus fines; no el lado según el cual la propia moralidad brota de la substancia. Como estos momentos no pueden tener todavía el significado de ser convertidos en fines por oposición a la eticidad perdida, valen aquí, ciertamente, en función de su contenido espontáneo, y la meta hacia la que empujan es la substancia ética. Pero, al resultarle más cercana a nuestro tiempo aquella forma de los momentos en la que éstos aparecen después de que la conciencia ha perdido su vida ética y, en busca de ésta, va repitiendo esas formas, éstas pueden representarse mejor en la expresión de este segundo modo.
Algunas aclaraciones
X106X = Traducimos, en todo este capítulo, Zweck como «propósito», toda vez que se trata de los fines de la conciencia que actúa.
Conversations in Washington
[357] [357]8We kept the numeration given by the editor in the printed edition Therefore, howevermuch the truth of this rational self-consciousness is for us the ethical substance, still, for it, the beginning of its ethical experience of the world is here. From one aspect, this rational self-consciousness has not yet become the ethical substance, this movement presses onwards towards that end, and within what is sublated in the movement are the singular moments which to self-consciousness were effectively in place9gelten in isolation. They have the form of an immediate willing, or a natural drive which attains its satisfaction, and this satisfaction in turn is itself the content of a new drive. – From another aspect, this rational self-consciousness has lost the happiness of existing within the substance, and these natural impulses are combined with the consciousness of the purposes within the natural impulses as its true destiny10Bestimmung and true essentiality. Ethical substance has sunk down into a predicate devoid of selfhood, whose living subjects are the individuals who fulfill their universality and destiny from out of themselves. – Therefore, in the former sense, those shapes are the coming-to-be of ethical substance, and they precede this substance. In the latter sense, they succeed it, and, for self-consciousness, they bring the substance which is supposed to be its destiny to its dissolution. According to the former aspect, the immediacy which is the very rawness of the impulses is lost in the movement in which the truth of those impulses is experienced, and their content passes over into a higher content. However, according to the latter aspect, what is lost is consciousness’ false representation which posits its destiny as lying within those impulses. According to the former, the aim that they accomplish is the immediate ethical substance. According to the latter, the aim is the consciousness of the substance, the consciousness that knows the substance as its own essence. Insofar as that comes about, this movement would be the coming-to-be of morality, a higher shape than that of the previous ethical life. Yet, at the same time, these shapes constitute only one aspect of morality’s coming to be, namely, that which falls within the bounds of being-for-itself, or within which consciousness sublates its purposes. It is not the aspect according to which it comes forth from out of the substance. Since these moments cannot yet have the meaning of having been fashioned into purposes which stand in opposition to that lost ethical life, here they are valid just in their naive, natural content, and the aim towards which they press is the ethical substance. However, while our time lies closer to the form those moments take when they appear after consciousness has forsaken its ethical life (and when, in searching for that ethical life, it repeats those forms), those moments may be better represented in the expressions of those ways in which it is in search of ethical life.
Conversaciones en el Atrium
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