Gespräche in der Dämmerung 00348

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / B. La realización de la autoconciencia racional mediante sí misma [B. Die Verwirklichung des vernünftigen Selbstbewußtseins durch sich selbst]

 

[De cómo hay que entender lo precedente de este cap. V y lo que va a seguir: de que así como el cap. V, A ha sido una repetición de los caps. I, II y III, el cap. V, B es una repetición del cap. IV; la eticidad]

Gespräche in Jena

[348] Was die allgemeinen Stationen dieser Verwirklichung sein werden, bezeichnet sich im allgemeinen schon durch die Vergleichung mit dem bisherigen Wege. Wie nämlich die beobachtende Vernunft in dem Elemente der Kategorie die Bewegung des Bewußtseins, nämlich die sinnliche Gewißheit, das Wahrnehmen und den Verstand wiederholte, so wird diese auch die doppelte Bewegung des Selbstbewußtseins wieder durchlaufen und aus der Selbständigkeit in seine Freiheit übergehen. Zuerst ist diese tätige Vernunft ihrer selbst nur als eines Individuums bewußt und muß als ein solches seine Wirklichkeit im anderen fordern und hervorbringen, – alsdann aber, indem sich sein Bewußtsein zur Allgemeinheit erhebt, wird es allgemeine Vernunft und ist sich seiner als Vernunft, als an und für sich schon anerkanntes [263] bewußt, welches in seinem reinen Bewußtsein alles Selbstbewußtsein vereinigt; es ist das einfache geistige Wesen, das, indem es zugleich zum Bewußtsein kommt, die reale Substanz ist, worein die früheren Formen als in ihren Grund zurückgehen, so daß sie gegen diesen nur einzelne Momente seines Werdens sind, die sich zwar losreißen und als eigene Gestalten erscheinen, in der Tat aber nur von ihm getragen Dasein und Wirklichkeit, aber ihre Wahrheit nur haben, insofern sie in ihm selbst sind und bleiben.

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Conversaciones en Valencia

[De cómo hay que entender lo precedente de este cap. V y lo que va a seguir: de que así como el cap. V, A ha sido una repetición de los caps. I, II y III, el cap. V, B es una repetición del cap. IV; la eticidad]

[348]1Epígrafe: De cómo hay que entender lo precedente de este cap. V y lo que va a seguir: de que así como el cap. V, A ha sido una repetición de los caps. I, II y III, el cap. V, B es una repetición del cap. IV; la eticidad. Lo que habrán de ser las estaciones generales de esta realización podemos indicarlo ya en términos generales mediante comparación con el camino recorrido hasta aquí. Pues así como la razón observadora no hacía sino repetir en el elemento de la categoría [de la unidad sujeto-objeto] el movimiento de la conciencia, es decir, repetir en el elemento de la categoría X193X2A fin de no perderse en lo que respecta al esquema de la Fenomenología del espíritu conviene tener muy presente esta afirmación de que de lo que se ha tratado en el cap. V. A, a, ha sido de una repetición («en el elemento de la categoría») de lo tratado en los caps. I, II y III sobre la certeza sensible, la percepción y el entendimiento (que eran los tres pasos del movimiento de la conciencia). En lo que sigue se va a tratar de una «repetición» del cap. IV o por lo menos de la base de él (del movimiento, por tanto, de la autoconciencia), también, como aún diremos, «en el elemento de la categoría». la certeza sensible [cap. I], la percepción [cap. II] y el entendimiento [cap. III], así también esta razón no hará ahora sino recorrer otra vez el doble movimiento de la autoconciencia, y desde la autonomía de ésta [cap. IV, A] transitar a su libertad [es decir, a la libertad de la autoconciencia, cap. IV, B] X194X.3Recuerde el lector que la conciencia autónoma era aquella que buscando ser para ella (buscando ser para sí) se le disociaba sistemáticamente su en-sí (cap. IV, A). La conciencia libre resultaba ser aquella cuyo en-sí no era sino su para-sí, o cuyo en-sí sistemáticamente se le convertía en para-sí, es decir, resultaba ser en definitiva de ella (resultaba ser suyo) aquello sustancial como lo que ella se buscaba como a sí misma o como lo que ella se tenía como teniéndose a sí misma (cap IV, B). Primero X195X4Vide infra Algunas aclaraciones X195X. esta razón activa sólo es consciente de sí como razón de un individuo, y como individuo tiene que exigir y promover su realidad en otro; pero después, al elevar su conciencia a universalidad, esa conciencia se convierte en razón universal, y se vuelve consciente de sí como razón, es decir, como conciencia ya reconocida en y para sí, que reúne en su pura conciencia o en su conciencia pura toda autoconciencia; es el ser [Wesen] espiritual simple que, al hacerse a la vez consciente, es decir, que al venir a la vez a la conciencia [es decir, que al quedar ahí para la conciencia], es la sustancia real, a la que las formas anteriores retornan como a su base y fundamento, de suerte que, respecto a ese fundamento, ellas sólo son momentos individuales [momentos sueltos] de su devenir [del devenir de ese fundamento] que, ciertamente, se desgarran de ese fundamento y aparecen como figuras y formas propias, pero que, de hecho, sólo sostenidas por él tienen existencia y realidad, aparte de que esas formas sólo tienen su verdad en cuanto son en ese fundamento y sobre ese fundamento y permanecen en él.

Algunas aclaraciones

X193X

A fin de no perderse en lo que respecta al esquema de la Fenomenología del espíritu conviene tener muy presente esta afirmación de que de lo que se ha tratado en el cap. V. A, a, ha sido de una repetición («en el elemento de la categoría») de lo tratado en los caps. I, II y III sobre la certeza sensible, la percepción y el entendimiento (que eran los tres pasos del movimiento de la conciencia). En lo que sigue se va a tratar de una «repetición» del cap. IV o por lo menos de la base de él (del movimiento, por tanto, de la autoconciencia), también, como aún diremos, «en el elemento de la categoría».

X194X

Recuerde el lector que la conciencia autónoma era aquella que buscando ser para ella (buscando ser para sí) se le disociaba sistemáticamente su en-sí (cap. IV, A). La conciencia libre resultaba ser aquella cuyo en-sí no era sino su para-sí, o cuyo en-sí sistemáticamente se le convertía en para-sí, es decir, resultaba ser en definitiva de ella (resultaba ser suyo) aquello sustancial como lo que ella se buscaba como a sí misma o como lo que ella se tenía como teniéndose a sí misma (cap IV, B).

X195X

Como verá el lector, toda la explicación que el autor va a empezar a dar del concepto de espíritu se mueve bajo la idea que acabamos de obtener, de que el objeto no es sino autoconciencia, otra autoconciencia, pues en ese ser-otra estriba su carácter de objeto, pero de que es sólo sabiendo esa otra como a ella y teniendo esa otra como a ella, es decir, es sólo quedando más allá de ella misma, como la autoconciencia se tiene a sí misma, es decir, es autoconciencia. El espíritu es ese Universal objetivo que cobra existencia en el ser-otra de la autoconciencia, ser-otra en el que, sin embargo, la autoconciencia (toda autoconciencia, todas las autoconciencia) consisten. La idea principal (o la trama conceptual subyacente) en este contexto es siempre que la autoconciencia resulta ser el objeto (final del cap. V, A, c), que ese objeto, por tanto, no es sino autoconciencia, que en su carácter de objeto esa autoconciencia no es sino otra autoconciencia, y que, por tanto, la autoconciencia (ninguna autoconciencia) es lo que ella misma es sin ser esa autoconciencia otra, sin ser, por tanto, ella misma esa universal autoconciencia otra, es decir, la autoconciencia no es sin ser espíritu, esto es, la autoconciencia no es sino espíritu. El autor ha hecho una entrada algo abrupta en el concepto de espíritu, que no se entiende bien, si no se tienen muy presentes las cosas que en breves trazos ha recordado.

Repare, por lo demás, el lector en la diferencia entre el tipo de consideración del cap. IV, A, y el tipo de consideración posterior al cap. V, A, c. En el cap. IV, A, el objeto como el que la conciencia «explicativa» se reconocía tenía que mostrar su no-autonomía para serlo efectivamente ella; después del cap. V, A, c, el hueso, es decir, ese ser-otro en su rotunda autonomía, resulta serlo la conciencia; nos estamos movimiento en el elemento de la categoría, de la unidad (para la conciencia) del ser y lo suyo. Pero tanto en el cap. IV, A, como después, nos estamos moviendo ya en la esfera de la Razón a la que la figura del espíritu pertenece, es decir, se trata ya de que para la conciencia no hay serse sin serse en el ser-otro de sí misma.

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Conversaciones en Madrid

[348] Cuáles serán las estaciones universales de esta realización efectiva queda ya señalado, en general, por la comparación con el camino seguido hasta ahora. A saber, del mismo modo que la razón que observa repetía, en el elemento de la categoría, el movimiento de la conciencia, o sea, la certeza sensorial, la percepción y el entendimiento, así, ahora volverá también a recorrer todo el movimiento doble de la autoconciencia, y pasará de la autonomía a la libertad de ésta. Primeramente, esta razón activa es consciente de sí misma sólo en cuanto individuo, y como tal tiene que requerir y producir su realidad efectiva en el otro; pero luego, en tanto que su conciencia se eleva a la universalidad, llega a ser razón universal, y es consciente de sí en cuanto razón, en cuanto algo ya reconocido en y para sí, que unifica dentro de su conciencia pura toda autoconciencia; es la esencia espiritual simple que, en tanto que, a la vez, llega a la conciencia, es la substancia real, hacia dentro de la cual retornan las formas anteriores como a su fundamento, de manera que, frente a éste, son sólo momentos singulares de su devenir, momentos que, ciertamente, se desgajan y aparecen como figuras propias, pero que, de hecho, sólo por él están sostenidos; tienen existencia y realidad efectiva, pero sólo tienen su verdad en tanto que sean en él mismo y en él permanezcan.

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Conversations in Washington

[348] [348]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition What the universal stations of this actualization will be, in general have already been indicated through the comparison with the preceding paths. Just as observing reason repeated within the elements of the category the movement of consciousness (namely, sensuous-certainty, perceiving, and understanding), reason will also again pass through the doubled movement of self-consciousness, and then from self-sufficiency it will make its transition into its freedom. At first, this active reason is aware of itself only as an individual, and as such an individual, it must demand and engender its actuality in an other. – Thereupon, however, while its consciousness elevates itself into universality, it becomes universal reason and is consciously aware of itself both as reason, or aware of itself as already recognized in and for itself, which in its pure consciousness unites all self-consciousnesses. It is the simple spiritual essence which, as it becomes clear to itself at the same time, is the real substance into which the earlier forms return as returning into their ground, such that vis-à-vis this ground, these earlier forms are only singular moments of its coming to be. They are moments which do indeed tear themselves loose and which appear as shapes on their own, but which in fact only have existence and actuality when they are supported by that ground, and only have their truth insofar as they are and remain within its bounds.

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Conversaciones en el Atrium

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