Gespräche in der Dämmerung 00343

Parte de:

C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / c. Observación de la relación de la autoconciencia con su realidad inmediata; fisiognómica y teoría del cráneo [c. Beobachtung der Beziehung des Selbstbewußtseins auf seine unmittelbare Wirklichkeit; Physiognomik und Schädellehre]

 

[Vuelta sobre el curso de la razón observadora; resumen]

Gespräche in Jena

[343] Von dieser wandelbaren Sprache geht darum die Beobachtung endlich zum festen Sein zurück und spricht ihrem Begriffe nach aus, daß die Äußerlichkeit nicht als Organ, auch nicht als Sprache und Zeichen, sondern als totes Ding die äußere und unmittelbare Wirklichkeit des Geistes sei. Was von der allerersten Beobachtung der unorganischen Natur aufgehoben wurde, daß nämlich der Begriff als Ding vorhanden sein sollte, stellt diese letzte Weise so her, daß sie die Wirklichkeit des Geistes selbst zu einem Dinge macht oder, umgekehrt ausgedrückt, dem toten Sein die Bedeutung des Geistes gibt. – Die Beobachtung ist damit dazu gekommen, es auszusprechen, was unser Begriff von ihr war, daß nämlich die Gewißheit der Vernunft sich selbst als gegenständliche Wirklichkeit sucht. – Man meint zwar dabei wohl nicht, daß der Geist, der von einem Schädel vorgestellt wird, als Ding ausgesprochen werde; es soll kein Materialismus, wie man es nennt, in diesem Gedanken liegen, sondern der Geist vielmehr noch etwas anderes als diese[r] Knochen sein; aber er ist, heißt selbst nichts anderes als: er ist ein Ding. Wenn das Sein als solches oder Dingsein von dem Geiste prädiziert wird, so ist darum der wahrhafte Ausdruck hiervon, daß er ein solches wie ein Knochen ist. Es muß daher für höchst wichtig angesehen werden, daß der wahre [259] Ausdruck davon, daß vom Geiste rein gesagt wird, er ist, sich gefunden hat. Wenn sonst vom Geiste gesagt wird, er ist, hat ein Sein, ist ein Ding, eine einzelne Wirklichkeit, so wird damit nicht etwas gemeint, das man sehen oder in die Hand nehmen, stoßen usf. kann, aber gesagt wird ein solches; und was in Wahrheit gesagt wird, drückt sich hiermit so aus, daß das Sein des Geistes ein Knochen ist.

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Conversaciones en Valencia

[343] [Sigue el resumen del contenido del cap. V, A, c, es decir, pasamos a la «frenología» de Gall y Spurzheim.] De ahí que la observación se aparte de ese cambiante y mudable lenguaje y retorne finalmente al ser fijo, y conforme a su propio concepto [es decir, conforme al propio concepto de ella X174X1Este «de ella» puede referirse tanto a la observación de la que se ha hablado en la línea anterior, como a la exterioridad de la que a continuación se habla. Si se refiere a la primera, habría que entender la frase: «conforme al propio concepto que la observación se hace de sí como aquello con lo que ella se encuentra ahí delante». Si se refiere a la segunda, habría que entender la frase: «Conforme al propio concepto de esa exterioridad». Creo que se refiere a la primera, pero no estoy seguro.] enuncie que la exterioridad, no en cuanto órgano, tampoco en cuanto lenguaje y signo, sino precisamente como cosa muerta, es la realidad externa e inmediata del espíritu [de la fisiognómica pasábamos, pues, a la teoría del cráneo]. Aquello que la observación más primaria de la naturaleza inorgánica empezó, por decirlo así, borrando, a saber: que el concepto hubiera de estar estar-ahí-presente como una cosa [recuérdese lo dicho sobre la descripción] X175X,2Referencia tanto a lo dicho al hablar sobre «la descripción» en el cap. V, A, a, como quizá también a lo dicho en el tránsito del cap. II al cap. III en el que lo universal incondicionado, el concepto, empieza siendo objeto generalizado, la fuerza. eso mismo es lo que ahora la última forma de observación restablece, en términos tales que esa observación convierte la realidad del espíritu mismo en una cosa, o expresando lo mismo a la inversa: esa observación presta a lo muerto [es decir, presta al ser-muerto] el significado de espíritu. — A lo que de este modo ha llegado la observación es, pues, a hacer expreso aquello que era nuestro concepto de ella X176X,3Esto parece confirmar lo que he dicho al final de la nota anterior. a saber, que la certeza de la razón se busca a sí misma como realidad objetiva [como realidad que sea un objeto ahí]. Y con ello no se está queriendo decir [o no estamos queriendo decir] que el espíritu que aquí viene representado por un cráneo haya de ser declarado [se lo declare] cosa; en este pensamiento o idea [nuestra] no se encierra ni una pizca de materialismo como suele llamársele, sino que el espíritu es todavía algo bien distinto que estos huesos; pero que el espíritu es, no puede significar a su vez sino que el espíritu es una cosa [Ding] X177X.4En todo caso no pierda de vista el lector que el autor está dando vueltas e interpretando a la letra la idea de Descartes en la segunda de las Meditationes de prima philosophia, conforme a la que «Sed quid igitur sum? Res cogitans» («Pero ¿qué es lo que yo soy? Una cosa que piensa»). No deja de ser llamativo que sean la autorreducción neurofisiológica y la ulterior autorreducción físico-química del espíritu las que constituyan la verdad del cogito sum cartesiano, es decir, las que constituyan la verdad de la «certeza de la razón que se busca a sí misma como realidad objetiva». Y si el ser como tal o el ser-cosa como tal se predica del espíritu, entonces la verdadera expresión de ello tiene que ser que el espíritu es algo que es como un hueso [o es como lo que es un hueso]. Y, por tanto, hay que considerar de suprema importancia el que se haya encontrado la verdadera expresión [el que la genuina expresión de ello haya llegado ella a dar consigo misma] de que [o con la que, o conforme a la que] del espíritu puramente se diga que el espíritu es. Pues cuando se dice que el espíritu es, que tiene un ser, que es una cosa, que es una realidad particular, con ello no se está, queriendo decir [gemeynt] que se lo pueda ver, que se lo pueda coger con la mano, o se lo pueda empujar, etc., pero aunque no se esté queriendo decir eso, lo que se está diciendo es precisamente eso, y, así, lo que en verdad se está diciendo queda por tanto bien expresado con eso de que el ser del espíritu es un hueso.

Algunas aclaraciones

X174X = Este «de ella» puede referirse tanto a la observación de la que se ha hablado en la línea anterior, como a la exterioridad de la que a continuación se habla. Si se refiere a la primera, habría que entender la frase: «conforme al propio concepto que la observación se hace de sí como aquello con lo que ella se encuentra ahí delante». Si se refiere a la segunda, habría que entender la frase: «Conforme al propio concepto de esa exterioridad». Creo que se refiere a la primera, pero no estoy seguro.

X175X = Referencia tanto a lo dicho al hablar sobre «la descripción» en el cap. V, A, a, como quizá también a lo dicho en el tránsito del cap. II al cap. III en el que lo universal incondicionado, el concepto, empieza siendo objeto generalizado, la fuerza.

X176X = Esto parece confirmar lo que he dicho al final de la nota anterior.

X177X = En todo caso no pierda de vista el lector que el autor está dando vueltas e interpretando a la letra la idea de Descartes en la segunda de las Meditationes de prima philosophia, conforme a la que «Sed quid igitur sum? Res cogitans» («Pero ¿qué es lo que yo soy? Una cosa que piensa»). No deja de ser llamativo que sean la autorreducción neurofisiológica y la ulterior autorreducción físico-química del espíritu las que constituyan la verdad del cogito sum cartesiano, es decir, las que constituyan la verdad de la «certeza de la razón que se busca a sí misma como realidad objetiva».

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Conversaciones en Madrid

[343] Por eso, de esta lengua cambiante, la observación retorna finalmente al ser fijo y firme, y, conforme a su concepto, enuncia que la exterioridad, no en cuanto órgano, ni tampoco en cuanto lenguaje y signo, sino en cuanto cosa muerta, es la realidad efectiva externa e inmediata del espíritu. Lo que la primera de todas las observaciones del espíritu había cancelado, a saber, que el concepto debería estar presente como cosa, este último modo lo establece de tal manera que hace de la realidad efectiva del espíritu mismo una cosa, o bien, expresado a la inversa, que le da al ser muerto el significado de espíritu. — Con lo cual, la observación ha llegado a enunciar lo que era nuestro concepto de ella, a saber, que la certeza de la razón se busca a sí misma como realidad efectiva objetual. — Cierto que con ello no se quiere decir que el espíritu que es representado por un cráneo vaya a quedar enunciado como cosa; se supone que no debe haber en este pensamiento nada de materialismo XX*X,5Gall y sus seguidores (Hufeland y Blöde) se defendían expresamente contra la acusación del materialismo, argumentando que distinguían el espíritu, el alma, de la organización, de modo que los órganos serían sólo las condiciones materiales de la actividad, no lo activo mismo. como se suele decir, sino que el espíritu, antes bien, es algo distinto de este hueso; pero que él sea no significa otra cosa sino que él es una cosa. Si se predica del espíritu el ser en cuanto tal, o en cuanto ser-cosa, la verdadera expresión de ello habrá de ser, por tanto, que el espíritu es algo así como un hueso. Por eso, ha de considerarse sumamente importante que se haya encontrado la expresión verdadera del hecho de que se diga puramente del espíritu que él es. Cuando, por lo demás, se dice del espíritu que él es, que tiene un ser, que es una cosa, una realidad efectiva singular, con ello no se está mentando sin más algo que se pueda ver, o tomar con la mano, o darle un golpe, etc., pero se está diciendo eso, y lo que en verdad se dice se expresa, entonces, así: que el ser del espíritu es un hueso.

Algunas aclaraciones

XX*X = Gall y sus seguidores (Hufeland y Blöde) se defendían expresamente contra la acusación del materialismo, argumentando que distinguían el espíritu, el alma, de la organización, de modo que los órganos serían sólo las condiciones materiales de la actividad, no lo activo mismo.

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Conversations in Washington

[343] [343]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition For this reason, observation finally turns away from this changeable language and goes back to hard and fast being. According to its concept, it expresses externality as the outer immediate actuality of spirit, neither in the sense of an organ, nor as a language or a sign, but in the sense of a dead thing. What was sublated by the very first observation of inorganic nature, namely, that the concept is supposed to be present as a thing, is established by this last mode of observation so as to make the actuality of spirit itself into a thing, or, to put it conversely, so as to give dead being the significance of spirit. – Observation has thus reached the point where it gives expression to what our concept of observation was, namely, that the certainty of reason seeks itself as an objective actuality. – By this it is not meant that spirit, represented by a skull, is declared to be a thing. What is supposed to lie in this thought is certainly not materialism, as it is called. Rather, spirit must instead be something very different from these bones. However, that spirit is means nothing other than that it is a thing. However much being as such, or being-a-thing, is predicated of spirit, still, for that reason, this is genuinely expressed by saying that spirit is the sort of thing that a bone is. Hence, it must be considered to be of supreme importance that the true expression of this has been found. Of spirit it is simply to be said, “it is.” However much it is otherwise said of spirit that it is, it has a being, it is a thing, a singular actuality, still it is not thereby meant that it is something we can see, or take in our hands, or push around and so forth, but that is what is said of it, and what in truth the foregoing has been saying may be expressed in this way: The being of spirit is a bone.

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Conversaciones en el Atrium

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