Gespräche in der Dämmerung 00337
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / c. Observación de la relación de la autoconciencia con su realidad inmediata; fisiognómica y teoría del cráneo [c. Beobachtung der Beziehung des Selbstbewußtseins auf seine unmittelbare Wirklichkeit; Physiognomik und Schädellehre]
[Otra relación entre interior y exterior aparte de la psicología y la fisiognómica. — Espíritu, cerebro y cráneo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[337] Schreitet, ungeachtet der Gleichgültigkeit der beiden Seiten, der Beobachter jedoch ans Werk, Beziehungen zu bestimmen, teils frisch gehalten durch den allgemeinen Vernunftgrund, daß das Äußere der Ausdruck des Inneren sei, teils sich unterstützend mit der Analogie von Schädeln der Tiere – welche zwar wohl einen einfacheren Charakter haben mögen als die Menschen, von denen es aber zugleich um ebenso schwerer zu sagen wird, welchen sie haben, indem es nicht der Vorstellung eines jeden Menschen so leicht sein kann, sich in die Natur eines Tieres recht hineinzubilden –, so findet [254] der Beobachter bei der Versicherung der Gesetze, die er entdeckt haben will, eine vorzügliche Hilfe an einem Unterschiede, der uns hier notwendig auch einfallen muß. – Das Sein des Geistes kann wenigstens nicht als so etwas schlechthin Unverrücktes und Unverrückbares genommen werden. Der Mensch ist frei; es wird zugegeben, daß das ursprüngliche Sein nur Anlagen sind, über welche er viel vermag oder welche günstiger Umstände bedürfen, um entwickelt zu werden; d.h. ein ursprüngliches Sein des Geistes ist ebensowohl als ein solches auszusprechen, das nicht als Sein existiert. Widersprächen also Beobachtungen demjenigen, was irgendeinem als Gesetz zu versichern einfällt, wäre es schön Wetter am Jahrmarkte oder bei der Wäsche, so könnten Krämer und Hausfrau sprechen, daß es eigentlich regnen sollte und die Anlage doch dazu vorhanden sei; ebenso das Schädelbeobachten, – daß dies Individuum eigentlich so sein sollte, wie der Schädel nach dem Gesetze aussagt, und eine ursprüngliche Anlage habe, die aber nicht ausgebildet worden sei; vorhanden ist diese Qualität nicht, aber sie sollte vorhanden sein. – Das Gesetz und das Sollen gründet sich auf das Beobachten des wirklichen Regens und des wirklichen Sinnes bei dieser Bestimmtheit des Schädels; ist aber die Wirklichkeit nicht vorhanden, so gilt die leere Möglichkeit für ebensoviel. – Diese Möglichkeit, d. i. die Nichtwirklichkeit des aufgestellten Gesetzes und hiermit ihm widersprechende Beobachtungen müssen eben dadurch hereinkommen, daß die Freiheit des Individuums und die entwickelnden Umstände gleichgültig gegen das Sein überhaupt sind, sowohl gegen es als ursprüngliches Inneres wie als äußeres Knöchernes, und daß das Individuum auch etwas anderes sein kann, als es innerlich ursprünglich und noch mehr als ein Knochen ist.
Conversaciones en Valencia
[337] Pero si sin tener en cuenta la indiferencia de ambas partes, es decir, de la una respecto a la otra y de la otra respecto a la una, el observador sigue adelante en su obra de determinar y definir relaciones, en parte manteniendo fresca su actitud observadora ateniéndose para ello a ese fundamento racional universal que consiste en que lo exterior es expresión del interior, y en parte apoyándose en la analogía con los cráneos de los animales, que puede que [los animales] efectivamente tengan un carácter más sencillo o simple que el del hombre, pero de los cuales a la vez sería tanto más difícil decir (que en el caso del hombre) cuál es el carácter que efectivamente tienen, ya que a la representación [a la capacidad representativa] de un hombre no puede resultarle fácil meterse de verdad en la naturaleza de un animal [representársela de verdad], si el observador sigue adelante, digo, en su obra de determinar relaciones sin tener en cuenta la indiferencia de las partes, resulta que el observador, para poder afirmarse en las leyes que él querrá haber descubierto, encontrará una excelente ayuda en una distinción que también a nosotros se nos tiene necesariamente que ocurrir en este punto. — Se trata de lo siguiente: por lo menos el ser del espíritu no se lo puede uno tomar por algo tan absolutamente inmóvil [y por algo tan no susceptible de moverse, como es el cráneo]. Pues el hombre es libre; y habrá de admitirse que su ser original [su ursprüngliches Seyn, su ser de partida] son disposiciones acerca de las cuales [o sobre las cuales] él tiene un notable poder, o que son disposiciones que necesitan de circunstancias favorables para desarrollarse, es decir: el ser original del espíritu, o ese supuesto ser original del espíritu, habremos de declararlo al mismo tiempo un ser que no existe como ser [que no existe como Seyn]. Así pues, si las observaciones contradijesen a aquello que a alguien se le ha ocurrido asegurar como ley, es decir, si durante el «mercadillo» hiciese buen tiempo y otro tanto sucediese al tender la ropa, el buhonero y el ama de casa podrían decir que [pese a que no ha llovido] propiamente tenía que llover y que existía la disposición para ello; igualmente, en la observación del cráneo habría que decir que el individuo propiamente habría de ser como el cráneo dice, conforme a la ley que a partir de ello se ha establecido, y [habría que decir] que originalmente [el individuo] tiene la correspondiente disposición, pero que tal disposición no ha sido desarrollada; y que por eso no ha llegado a existir o no ha llegado a darse la cualidad [la de ser un pillo, por ejemplo] que debería existir o que debería haberse dado [o que debería de existir o que debería de haberse dado, Sollen]. — La ley y ese «debería de» [o ese «debería»] se fundan en la observación de la lluvia real, y del sentido real que tal o cual determinidad del cráneo ha de suponerse que tiene; pero si la realidad no comparece [o si la realidad no se presenta], entonces la vacía posibilidad le sirve de sustituto. — Esta posibilidad, es decir, la no realidad de la ley que se ha establecido o ha llegado a establecerse y, por tanto, las observaciones que la contradicen, se habrían producido porque la libertad del individuo y las circunstancias desarrollantes [desarrollantes de las supuestas disposiciones] son indiferentes respecto al ser [es decir, respecto al quieto quedar-ahí del cráneo, aunque no sólo respecto a ello], tanto si a ese ser se lo considera Interior original [es decir, se lo considera como aquello como lo que el individuo da como siéndose, en su amanecerse él a sí mismo], como si se lo considera Exterior óseo, y porque el individuo también puede ser algo distinto que lo que él es como esa originalidad interna [es decir, de como él da originalmente consigo o se amanece a sí mismo como consistiendo en ello] y más aún [puede ser distinto] que lo que él es como hueso.
Conversaciones en Madrid
[337] Si, pasando por alto la indiferencia de ambos lados, el observador, sin embargo, pone manos a la obra de determinar referencias, alentado, de una parte, por el universal motivo de razón de que lo externo es la expresión de lo interno, y de otra apoyándose en la analogía del cráneo de los animales X*1X,1Vide infra Algunas aclaraciones X*1X. —los cuales, seguramente, tienen un carácter más simple que los seres humanos, pero, a la vez, resulta muy difícil decir qué carácter tienen, toda vez que no puede ser tan fácil para la imaginación de cada ser humano meterse realmente en la naturaleza de un animal—, este observador, al aseverar las leyes que él pretende haber descubierto, encuentra una excelente ayuda en una diferencia que también a nosotros necesariamente se nos tiene que ocurrir aquí. — Cuando menos, el ser del espíritu no puede tomarse como algo fijo que no se pueda sin más tocar ni mover. El hombre es libre; se concede que el ser primigenio son sólo disposiciones X*2X,2Vide infra Algunas aclaraciones X*2X. de las que tiene muchas, o que precisan de circunstancias favorables para desarrollarse, es decir, de un ser primigenio del espíritu puede enunciarse tanto como que no existe en cuanto ser. Si las observaciones, pues, contradijeran lo que a alguno cualquiera se le ocurriera aseverar como ley: si hiciera buen tiempo el día de la feria o de la colada, el buhonero o el ama de casa podrían decir que, en realidad, debería llover, y que la disposición para ello está dada; y lo mismo con la observación del cráneo: que este individuo en realidad debería ser tal como dice el cráneo según la ley, y que tiene una disposición primigenia que, sin embargo, no ha llegado a formarse; esta cualidad no se da, pero debería darse. — La ley y el deber ser se basan en la observación de la lluvia efectiva, y del sentido efectivo en esta determinidad del cráneo; pero si no se da la realidad efectiva, se considera que la posibilidad vacía vale tanto como ella. — Esta posibilidad, es decir, la no-realidad efectiva de la ley que se ha establecido, y por ende, las observaciones que la contradicen, tienen que entrar aquí precisamente por el hecho de que la libertad del individuo y las circunstancias que se desarrollan son indiferentes frente al ser en general, tanto en cuanto interno primigenio como en cuanto óseo externo, y por el hecho de que el individuo también puede ser algo distinto de lo que es interna y primigeniamente, y más aún de un hueso.
Algunas aclaraciones
X*1X
Hegel se refiere de nuevo a Gall, quien extraía consecuencias, de hecho, de la comparación entre la forma del cráneo de los animales y el de los humanos, y las respectivas disposiciones y capacidades de unos y otros. Cf. Gall, F. J.: Des Herrn Dr. F. J. Gall Schreiben über seinen bereits geendigten Prodromus über die Verrichtungen des Gehirns der Menschen und der Thiere, an Herrn Jos. Fr. Von Retzer, op. cit., págs. 317 y sigs., 325. Cf. asimismo Bischoff: Darstellung der Gallschen Gehirn – und Schädel-Lehre, op. cit., p. 67.
X*2X
La discusión acerca de las disposiciones, y su existencia anterior a la educación e independiente de las capacidades y las inclinaciones, la desarrolló Gall en varios escritos, como, por ejemplo, el ya citado Des Herrn Dr. F. J. Gall Schreiben über seinen bereits geendigten Prodromus über die Verrichtungen des Gehirns der Menschen und der Thiere, an Herrn Jos. Fr. Von Retzer, op. cit., p. 315; o también Vertheidigungsschrift, en: Phil. Friedr. Von Walther, neue Darstellungen aus der Gall’schen Gehirn – und Schedellehre, als Erläuterungen der vorgedruckten Verteidigungsschrift des D. Gall eingegeben bei der niederösterreichischen Regierung. Mit einer Abhandlung über den Wahnsinn, die Pädagogik und die Physiologie des Gehirns nach der Gall’schen Theorie, Múnich, 1804, p. 36. De ahí que Hegel se detenga, como Lichtenberg, en ella. Cf. Lichtenherg: Ueber Physiognomik, op. cit., p. 39.
Conversations in Washington
[337] [337]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition Taking no note of the indifference of the two sides, the observer nonetheless sets himself to work to determine these relations. He does this in part because he is supported anew by the universally rational premise that the outer is the expression of the inner, and in part because he finds support for his views in the analogy to the skulls of animals – although those animal skulls may well have a simpler character than those of people’s skulls, at the same time it becomes all the more difficult to say what character they do have while it cannot be easy on anybody’s imagination to insert himself truly into the nature of an animal. – In that way, to affirm the laws that he wishes he had discovered, the observer finds first-rate assistance in a difference that must also occur to us here. – At least the being of spirit cannot be taken as something so utterly unmoved and immovable. Man is free; one admits that his original being only consists of dispositions over which the person has much influence or which require favorable circumstances to be developed, i.e., one can talk about an original being of spirit with the same ease that one can talk about the kind of item that does not exist as “what is.”4als Sein existiert If observations were thus to contradict what everyone would affirm as law, or if there were to be to be fine weather at the annual fair or on washing day, then the retailer and the housewife could say that it really is supposed to rain, and thus that the disposition to rain is nonetheless present. The same goes for observing the skull – this individual really is supposed to be what his skull proclaims him to be according to the law, but he has an original disposition which has not been cultivated and developed. This quality is only not present, but it is supposed to be present. – The law and the supposed-to-be are grounded on observing actual rain and on the actual sense of the determinateness of the skull. However, if that actuality is not present, the empty possibility is just as valid. – This possibility, i.e., the non-actuality of the stated law and the observations contradicting the law, must as a result be allowed in the door, since the freedom of the individual and the developing circumstances are indifferent towards what is, full stop,5Sein überhaupt both as the original inner as well as the external bone structure, and because the individual can be something other than what he internally originally is and even more than what he is as a bone.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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