Gespräche in der Dämmerung 00325
Parte de:
C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / c. Observación de la relación de la autoconciencia con su realidad inmediata; fisiognómica y teoría del cráneo [c. Beobachtung der Beziehung des Selbstbewußtseins auf seine unmittelbare Wirklichkeit; Physiognomik und Schädellehre]
[Otra relación entre interior y exterior aparte de la psicología y la fisiognómica. — Espíritu, cerebro y cráneo]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[325] Daß nun die geistige Individualität auf den Leib Wirkung habe, muß sie als Ursache selbst leiblich sein. Das Leibliche aber, worin sie als Ursache ist, ist das Organ, aber nicht des Tuns gegen die äußere Wirklichkeit, sondern des Tuns des selbstbewußten Wesens in sich selbst, nach außen nur gegen seinen Körper; es ist nicht sogleich abzusehen, welches diese Organe sein können. Würde nur an die Organe überhaupt gedacht, so würde das Organ der Arbeit überhaupt leicht bei der Hand sein, ebenso das Organ des Geschlechtstriebes usf. Allein solche Organe sind als Werkzeuge oder als Teile zu betrachten, welche der Geist als ein Extrem zur Mitte gegen das andere Extrem, das äußerer Gegenstand ist, hat. Hier aber ist ein Organ verstanden, worin das selbstbewußte Individuum als Extrem gegen seine eigene, ihm entgegengesetzte Wirklichkeit sich für sich erhält, nicht zugleich nach außen gekehrtes, sondern in seiner Handlung reflektiertes, und woran die Seite des Seins nicht ein Sein für Anderes ist. In der physiognomischen Beziehung wird das Organ zwar auch als in sich reflektiertes und das Tun besprechendes Dasein betrachtet; aber dies Sein ist ein gegenständliches, und das Resultat der physiognomischen Beobachtung ist dieses, daß das Selbstbewußtsein gegen eben diese seine Wirklichkeit als gegen etwas Gleichgültiges gegenübertritt. Diese Gleichgültigkeit verschwindet darin, daß dies Insichreflektiertsein selbst wirkend ist; dadurch erhält jenes Dasein eine notwendige Beziehung auf es; daß es aber auf das Dasein wirkend sei, muß es selbst ein aber nicht eigentlich gegenständliches Sein haben, und als dies Organ soll es aufgezeigt werden.
Conversaciones en Valencia
[325] [Pues bien, vamos a ver cómo debe entenderse el nexo causal entre interior y exterior en esta tercera relación que estamos pasando a considerar y que aún es vaga.] Ahora bien, si la individualidad espiritual ha de obrar un efecto sobre el cuerpo, ella, en cuanto causa [es decir, en cuanto ejerciendo tal efecto sobre el cuerpo], habrá de ser también corporal. Pero lo corporal, en lo que ella [la individualidad espiritual] estuviese como causa [para ejercer un efecto sobre el cuerpo], eso corporal, digo, sería un órgano, pero no el órgano del hacer [Thun] acerca de la realidad externa [el órgano de la mano, por ejemplo], sino el órgano de un hacer de la entidad autoconsciente respecto a sí misma, y hacia fuera sólo respecto a su cuerpo físico [Körper] [es decir, en lo que respecta al hacer hacia fuera, sería un hacer sólo respecto a su cuerpo]; pero no se ve sin más cuál o cuáles podrían ser estos órganos. Pues si sólo se piensa en los órganos en general, el órgano del trabajo sería bien fácil localizarlo en la mano, e igualmente fácil de localizar sería el órgano del impulso sexual, etc. Sólo que tales órganos deben considerarse instrumentos o partes que el espíritu, en cuanto extremo, tiene como medio frente al otro extremo, que [en el caso de la clase de órganos mencionados] es un objeto externo. Pero aquí [en el caso de la supuesta relación causal entre interior y exterior, que ahora nos ocupa] ha de entenderse un órgano en el que el individuo autoconsciente, en cuanto extremo, se mantenga para sí [o de por sí] frente a [o respecto a] su propia realidad opuesta a él, y no a la vez vuelto hacia fuera, sino reflectido en esa su acción, y un órgano [por tanto] en el que el lado del ser no sea un ser-para-otro. En la consideración fisiognómica, el órgano también se considera, ciertamente, existencia reflectida-en-sí y existencia que sirve de comentario a la acción [que comenta a la acción]; pero este ser [esta existencia] es un ser objetivo, o un ser objetual, y el resultado de la observación fisiognómica [lo que hemos concluido de la crítica que hemos hecho de la observación fisiognómica] es que la autoconciencia queda en definitiva frente a esta su realidad como frente a algo indiferente [es decir, el aspecto que la individualidad ofrecía al obrar, en cuanto reflexión en sí frente a lo exterior que era la obra, podía reflejar o no la interioridad, y, por tanto, tal reflejo no era sino suposición, querer-decir]. Ahora bien, esta indiferencia desaparece sí ocurre que ese mismo quedar-reflectido-en-sí se vuelve causal, se vuelve operante [wirkend] [en el caso del objeto de la observación fisonómica no lo era, sino que allí tenía sólo un carácter de acompañamiento o comentario]; pues en virtud de ello, esa existencia cobra una relación necesaria con ese quedar-reflectida-en-sí [con ese quedar reflectida en sí la existencia] [es decir, como a continuación veremos, el cerebro como un reflectirse en sí la exterioridad del órgano de la mente pasa a guardar una relación causal con la exterioridad que para dicho órgano representa el cráneo]; pero el que él [el que ese quedar reflectida en sí la existencia] actúe sobre la existencia [el que ese quedar reflectida en sí la existencia opere a su vez sobre ella], ello implica que él mismo tiene que tener un ser, pero propiamente no objetivo [o no objetual, no algo que quede ahí como queda, por ejemplo, la mano], y, en cuanto tal órgano, es como hemos ahora de mostrarlo.
Conversaciones en Madrid
[325] Ahora bien, la individualidad espiritual, para tener efecto sobre el cuerpo, tiene que ser ella misma corporal, en cuanto causa. Pero lo corporal en lo que ella es como causa es el órgano, mas no el de la actividad frente a la realidad efectiva externa, sino el de la actividad de la esencia autoconsciente dentro de sí misma, dirigida hacia fuera sólo contra su cuerpo X99X;1Körper. Hasta ahora, Hegel ha utilizado la palabra Leib para nombrar al cuerpo. Frente a la vivacidad inherente al Leib, Körper es más bien algo pasivo, carente de vida: corresponde así al paso de la fisiognómica, que trata de la cara, a la frenología, que trata de los huesos. no se ve enseguida cuáles sean estos órganos. Si se pensara sólo en los órganos en general, podría recurrirse fácilmente al órgano del trabajo en general, o al órgano de la función sexual, etc. Sólo que tales órganos se han de considerar como herramientas o como partes que el espíritu, como un extremo, tiene de término medio frente al otro extremo, que es el objeto externo. Mas aquí se ha entendido un órgano en el que el individuo autoconsciente se conserva para sí frente a su propia realidad efectiva, contrapuesta a él, no vuelto a la vez hacia fuera, sino reflexionado dentro de su acción, y un órgano en el que el lado del ser no es un ser para otro. En la referencia fisionómica, el órgano también se considera, ciertamente, como reflexionado dentro de sí, como una existencia ahí que habla del hacer; pero esa existencia es un ser objetual, y el resultado de la observación fisiognómica es éste: que la autoconciencia se enfrenta precisamente a esta realidad efectiva suya como a algo indiferente. Esta indiferencia se desvanece en que este estar-reflejada dentro de sí es ello mismo eficiente; así, aquella existencia conserva una referencia necesaria a ello; pero para que sea eficiente sobre la existencia, ha de tener ello mismo un ser que, sin embargo, no sea propiamente objetual, y debe ser señalado como tal órgano.
Algunas aclaraciones
X99X = Körper. Hasta ahora, Hegel ha utilizado la palabra Leib para nombrar al cuerpo. Frente a la vivacidad inherente al Leib, Körper es más bien algo pasivo, carente de vida: corresponde así al paso de la fisiognómica, que trata de la cara, a la frenología, que trata de los huesos.
Conversations in Washington
[325] [325]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition If spiritual individuality is now to have an effect on the body, then as a cause, it must be itself bodily. However, the bodily nature, in which there is spiritual individuality as a cause, is the organ, but not the organ for acting on external reality; rather, it is the organ within itself of the self-conscious creature3Wesens acting outwardly only on its own body. It is not easy to see at one glance which things could be these organs. If we were only to think of organs in general, then the organ for work as such would be obvious, as it would be likewise obvious which was the organ of sexual impulse, and so on. Yet such organs are to be considered as instruments or as parts, which spirit, as one extreme, has as the mediating middle between the other extreme, the external object. However, an organ is here understood to be that in which the self-conscious individual as an extreme sustains himself for himself against his own actuality which is opposed to himself, while at the same time the individual is not turned outwards but is instead reflected in his action and by virtue of which the aspect of being is not a being for others. In the physiognomic relation, the organ is, to be sure, also regarded as an existence reflected into itself and as reviewing the act. However, this being is an objective being, and the result of physiognomic observation is that self-consciousness ends up confronting its actuality as something indifferent. This indifference vanishes because this being-reflected-into-itself is itself efficacious. As a result, the former existence supports a necessary relation to this being-reflected-into-itself. However, for this being-reflected-into-itself to be effectively acting on existence, it must itself have a being which is not for all intents and purposes itself objective, and it is as such an organ that it is supposed to be shown.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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