Gespräche in der Dämmerung 00294

Parte de:

 C. (AA.) Razón [C. (AA.) Vernunft] / V: Certeza y verdad de la razón [V. Gewißheit und Wahrheit der Vernunft] / A. La razón observadora [A. Beobachtende Vernunft] / a. Observación de la naturaleza [a. Beobachtung der Natur]

 

[Del individuo universal o Tierra; la naturaleza, bajo el poder de la individualidad contingente; la madre Tierra; la asistematicidad del género sujeto al poder de la Tierra; la Tierra entrega el género al poder de su representante, del número]

Gespräche in Jena

[294] Indem nun das allgemeine Leben als das einfache Wesen der Gattung von seiner Seite die Unterschiede des Begriffs entwickelt und sie als eine Reihe der einfachen Bestimmtheiten darstellen muß, so ist diese ein System gleichgültig gesetzter Unterschiede oder eine Zahlreihe. Wenn vorhin das Organische in der Form der Einzelheit diesem wesenlosen Unterschiede gegenübergesetzt wurde, der ihre lebendige Natur nicht ausdrückt und enthält – und wenn in Ansehung des Unorganischen nach seinem ganzen in der Menge seiner Eigenschaften entwickelten Dasein eben dies gesagt werden muß –, so ist es jetzt das allgemeine Individuum, welches nicht nur als frei von jeder Gliederung der Gattung, sondern auch als ihre Macht zu betrachten ist. Die Gattung, welche sich in Arten nach der allgemeinen Bestimmtheit der Zahl zerlegt oder auch einzelne Bestimmtheiten ihres Daseins, z.B. die Figur, Farbe usf. zu ihrem Einteilungsgrunde nehmen mag, erleidet in diesem ruhigen Geschäfte Gewalt von der Seite des allgemeinen Individuums, der Erde, welches als die allgemeine Negativität die Unterschiede, wie sie dieselben an sich hat und deren Natur um der Substanz willen, der sie angehören, eine andere ist als die Natur jener, gegen das Systematisieren der Gattung geltend macht. Dieses Tun der Gattung wird zu einem ganz eingeschränkten Geschäft, das sie nur innerhalb jener mächtigen Elemente treiben darf und das durch die zügellose Gewalt derselben allenthalben unterbrochen, lückenhaft und verkümmert wird.

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Conversaciones en Valencia

[Del individuo universal o Tierra; la naturaleza, bajo el poder de la individualidad contingente; la madre Tierra; la asistematicidad del género sujeto al poder de la Tierra; la Tierra entrega el género al poder de su representante, del número]

[294]1Epígrafe: Del individuo universal o Tierra; la naturaleza, bajo el poder de la individualidad contingente; la madre Tierra; la asistematicidad del género sujeto al poder de la Tierra; la Tierra entrega el género al poder de su representante, del número. Pues bien, en cuanto la vida universal, en tanto que ser [Wesen] simple del género [Gattung], desarrolla por su lado las diferencias del concepto, y tiene que exponer esas diferencias como una serie de determinidades simples [las especies], resulta que esa serie habrá de ser [o es] un sistema de determinidades indiferentemente puestas, es decir, habrá de ser o es una serie numérica. Y si antes lo orgánico en la forma de individualidad [Einzelnheit] quedaba contrapuesto [lo contrapusimos] a esta diferencia carente de esencia X125X,2Dijimos que la individualidad particular queda sujeta a esa diferencia, pero igualmente libre de esa diferencia. que no expresaba ni contenía la naturaleza viva de esa individualidad [la diferencia consistente en ser muchos o más de uno los individuos de una especie], y si, en lo que respecta a lo inorgánico, conforme a su entera existencia desarrollada en el conjunto de sus propiedades [es decir, tal como esa existencia se desarrolla en el conjunto de sus propiedades] hay que decir también lo mismo [es decir, que no expresa la individualidad viva], lo que hay que tomar ahora en consideración [en lo que respecta a individualidad] [pues vamos a considerar el poder de ello sobre el mencionado silogismo] es el individuo universal [la Tierra], que no solamente ha de considerarse carente de toda sistematización de género [es decir, no sólo carente de quedar incardinado en un género], sino también como su poder [como el poder sobre el género] X126X.3Vide infra Algunas aclaraciones X126X. El género, que se descompone en especies conforme a la determinidad universal del número, o que puede tomar también por fundamento de división esta o aquella determinidad suelta o particular de su existencia [de la existencia del género], por ejemplo, la figura, el color, etc., experimenta (en ese su quiescente o quieto o tranquilo negocio) poder, violencia y presión por parte del individuo universal, por parte de la Tierra, el cual [o la cual], en cuanto negatividad universal X127X,4En cuanto negatividad universal, pero cuya universalidad tiene a la vez existencia externa. Ésta es la diferencia entre la Tierra como individuo universal y un organismo individual como particularidad [Einzelnheit] en sí universal (como individualidad en sí universal). contra el sistematizar que el género opera [o frente al sistematizar que el género opera], es quien hace valer las diferencias tal como el género las tiene en sí [o las tiene que recoger en sí, o las tiene que asumir en sí] y cuya naturaleza [es decir, la naturaleza de esas diferencias], a causa de la sustancia a la que pertenecen, es distinta que la naturaleza del género X128X.5Es decir, las diferencias específicas que el género llega a tener es cosa que de forma enteramente contingente depende del Todo individual que es la Tierra. Ese operar del género se convierte en un asunto negocio enteramente restringido y limitado [es decir, de no demasiado alcance], que el género sólo puede llevar adelante dentro de los poderosos elementos [que integran a la madre Tierra] y que, a causa de la indisciplinada violencia de ellos, se ve en todas partes interrumpido, lleno de huecos y atrofias.

Algunas aclaraciones

X125X

Dijimos que la individualidad particular queda sujeta a esa diferencia, pero igualmente libre de esa diferencia.

X126X

La Tierra, por tanto, como individuo universal cuya universalidad no se queda en interioridad (a diferencia de lo que sucede con los organismos individuales). Pues la Tierra tiene a la vez realidad externa, quedando, por tanto, por encima del género. El género como tal no tiene tal realidad sino que sólo la tiene en las especies. El género sólo tiene realidad cuando la universalidad (en términos de la forma misma de la universalidad), se tiene ella a sí misma por contenido (cogito me cogitare), es decir, en el caso de la autoconciencia. Sobre los individuos genéricos que son las autoconciencias no queda el individuo omniabarcante que es la Tierra; la negatividad referida a sí misma que existe como negatividad referida a sí misma, o sea la autoconciencia, excede y envuelve ella a su vez a la negatividad referida a sí misma en que pueda consistir el individuo Tierra, si concebimos a la madre Tierra como un individuo vivo (que existe como universal, pero cuya existencia «se cae fuera de sí misma»). Creo que lo que dice el autor puede resumirse así: en el individuo orgánico su universalidad, la del género, no tiene existencia, se reduce a interioridad; la madre Tierra (o el cosmos) es un universal que existe, queda, por tanto, más allá de la vida y se convierte en destino de la vida; la autoconciencia es un universal (o es universalidad) que existe (como la madre Tierra), pero cuya existencia no se cae fuera de sí misma, yo me soy yo, y en eso consiste mi estar ahí, mi existir. Con lo cual la autoconciencia se le convierte también a la madre Tierra en destino. El autor está peleando por elaborar de forma conceptualmente adecuada la relación entre género, especie, individuos y cosmos, pero creo que está lejos de conseguirlo del todo, de ahí lo difícil de seguir la pelea.

X127X

En cuanto negatividad universal, pero cuya universalidad tiene a la vez existencia externa. Ésta es la diferencia entre la Tierra como individuo universal y un organismo individual como particularidad [Einzelnheit] en sí universal (como individualidad en sí universal).

X128X

Es decir, las diferencias específicas que el género llega a tener es cosa que de forma enteramente contingente depende del Todo individual que es la Tierra.

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Conversaciones en Madrid

[294] Ahora bien, en tanto que la vida universal, de su lado, como esencia simple del género, desarrolla las diferencias del concepto y tiene que exponerlas como una serie de determinidades simples, ésta última es, entonces, un sistema de diferencias puestas de manera indiferente, o una serie numérica. Si, previamente, lo orgánico, en forma de singularidad, había sido contrapuesto a esta diferencia carente de esencia que no expresa ni contiene su naturaleza viviente —y si esto es lo que hay que decir precisamente respecto de lo inorgánico, según su existencia toda, desarrollada en el conjunto de sus propiedades— ahora es el individuo universal el que se ha de examinar, no sólo en cuanto libre de toda articulación del género, sino también en cuanto poder de éste. El género, que se divide en especies conforme a la determínidad universal del número, o también, dicho en otros términos, que puede clasificarse basándose en otras determinidades singulares de su existencia, por ejemplo,la figura, el color, etc., sufre violencia, en este tranquilo asunto, de parte del individuo universal, la tierra, la cual, en cuanto negatividad universal, hace valer frente a la sistematización del género las diferencias tal como las tiene en sí, y cuya naturaleza, en virtud de la substancia a la que pertenecen, es distinta de la naturaleza de aquélla. Esta actividad del género se convierte en un asunto completamente restringido del que sólo le está permitido ocuparse en el seno de aquellos poderosos elementos y que, interrumpido por doquier por la violencia desenfrenada de los mismos, resulta desmedrado y lleno de lagunas.

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Conversations in Washington

[294] [294]6We kept the numeration given by the editor in the printed edition While the universal life as the simple essence of the genus now develops the differences of the concept and must exhibit them as a series of simple determinatenesses, so this series is thereby a system of indifferently posited differences, or is a numerical series. However much the organic, in the form of singularity, was formerly posited as being in opposition to this essenceless difference, which neither expresses nor contains its living nature – and if that is what also must be said about the inorganic when it is taken according to its entire developed existence in the multitude of its properties – still it is now the universal individual which is to be investigated not only as free from all the divisions of the genus but as being the power over them. The genus may carve itself up into species according to the universal determinateness of number, or else it may take as its reasons for division the singular determinatenesses of its existence such as, for example, figure, color, etc., and in this motionless enterprise, the species suffers violence from the aspect of the universal individual, the earth, which as universal negativity makes those differences felt as it has them in itself; the nature of those differences, according to the substance to which they belong, is something other than the nature of that of the genus. It affirmatively asserts those differences against the movement of systematization. This doing on the part of the genus becomes a wholly restricted enterprise, which it may only pursue within the bounds of those powerful elements. That enterprise becomes interrupted through the unbridled violence of those elements and comes to be both full of gaps and is stunted.

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Conversaciones en el Atrium

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