Gespräche in der Dämmerung 00217

Parte de:

B. Autoconciencia [B. Selbstbewußtsein] /  IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo [IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst] / B. Libertad de la autoconciencia; estoicismo, escepticismo y la conciencia desgraciada [B. Freiheit des Selbstbewußtseins; Stoizismus, Skeptizismus und das unglückliche Bewußtsein]

 

[Primera vía en la búsqueda del ser-uno, es decir, en la relación con lo inmutable figurado]

Gespräche in Jena

[217] Es verhält sich daher in dieser ersten Weise, worin wir es als reines Bewußtsein betrachten, zu seinem Gegenstande nicht denkend, sondern indem es selbst zwar an sich reine denkende Einzelheit und sein Gegenstand eben dieses, aber nicht die Beziehung aufeinander selbst reines Denken ist, geht es sozusagen nur an das Denken hin und ist Andacht. Sein Denken als solches bleibt das gestaltlose Sausen des Glockengeläutes oder eine warme Nebelerfüllung, ein musikalisches Denken, das nicht zum Begriffe, der die einzige immanente gegenständliche Weise wäre, kommt. Es wird [168] diesem unendlichen reinen inneren Fühlen wohl sein Gegenstand, aber so eintretend, daß er nicht als begriffener und darum als ein Fremdes eintritt. Es ist hierdurch die innerliche Bewegung des reinen Gemüts vorhanden, welches sich selbst, aber als die Entzweiung schmerzhaft fühlt, die Bewegung einer unendlichen Sehnsucht, welche die Gewißheit hat, daß ihr Wesen ein solches reines Gemüt ist, reines Denken, welches sich als Einzelheit denkt; daß sie von diesem Gegenstande eben darum, weil er sich als Einzelheit denkt, erkannt und anerkannt wird. Zugleich aber ist dies Wesen das unerreichbare Jenseits, welches im Ergreifen entflieht oder vielmehr schon entflohen ist. Es ist schon entflohen; denn es ist einesteils das sich als Einzelheit denkende Unwandelbare, und das Bewußtsein erreicht sich selbst daher unmittelbar in ihm, sich selbst, aber als das dem Unwandelbaren Entgegengesetzte, statt das Wesen zu ergreifen, fühlt es nur und ist in sich zurückgefallen; indem es im Erreichen sich als dies Entgegengesetzte nicht abhalten kann, hat es, statt das Wesen ergriffen zu haben, nur die Unwesentlichkeit ergriffen. Wie es so auf einer Seite, indem es sich im Wesen zu erreichen strebt, nur die eigene getrennte Wirklichkeit ergreift, so kann es auf der ändern Seite das Andere nicht als Einzelnes oder als Wirkliches ergreifen. Wo es gesucht werde, kann es nicht gefunden werden; denn es soll eben ein Jenseits, ein solches sein, welches nicht gefunden werden kann. Es als Einzelnes gesucht, ist nicht eine allgemeine, gedachte Einzelheit, nicht Begriff, sondern Einzelnes als Gegenstand oder ein Wirkliches; Gegenstand der unmittelbaren sinnlichen Gewißheit und eben darum nur ein solches, welches verschwunden ist. Dem Bewußtsein kann daher nur das Grab seines Lebens zur Gegenwart kommen. Aber weil dies selbst eine Wirklichkeit und es gegen die Natur dieser ist, einen dauernden Besitz zu gewähren, so ist auch diese Gegenwart des Grabes nur der Kampf eines Bemühens, der verloren werden muß. Allein indem es diese Erfahrung gemacht, daß das Grab seines wirklichen unwandelbaren [169] Wesens keine Wirklichkeit hat, daß die verschwundene Einzelheit als verschwundene nicht die wahre Einzelheit ist, wird es die unwandelbare Einzelheit als wirkliche aufzusuchen oder als verschwundene festzuhalten aufgeben, und erst hierdurch ist es fähig, die Einzelheit als wahrhafte oder als allgemeine zu finden.

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Conversaciones en Valencia

[217] Por tanto, en esta primera forma en que a la conciencia desgraciada la estamos considerando como conciencia pura o pura conciencia [como puro tener por objeto el más-allá que es lo inmutable], la conciencia se comporta respecto a su objeto no pensantemente [en el sentido de lo que hemos llamado pensamiento], sino en cuanto ella misma, ciertamente, es en sí pura individualidad pensante y su objeto es también exactamente ése o eso [es decir, su objeto es también esa pura individualidad pensante], pero la relación del uno con el otro y del otro con el uno no es todavía ella misma puro pensamiento, la conciencia no hace (por decirlo así) sino enderezarse al pensamiento [Denken], tensarse en aspiración a él, y es Andacht [es decir, suspirante attentio, religio y pietas], devoción. Su pensamiento como tal se queda en ese zumbido sin forma que deja el repique de las campanas o en un henchirse de cálida niebla, se queda en un pensamiento musical que no llega al concepto, concepto que aquí [en esta forma de la conciencia que estamos considerando] sería la única forma o manera objetual inmanente [es decir, que aquí sería la única forma y manera que inmanentemente podría tener ella el carácter de objeto]. A este infinito y puro sentimiento interno le nace, ciertamente, un objeto; pero es un objeto que se presenta de suerte que no lo hace como entendido [como begriffen, como concepto] [es decir, que no se presenta como lo otro que resulta no ser sino la conciencia misma] y que, por tanto, se presenta como algo extraño. Tenemos, pues, con ello el movimiento interno del puro ánimo o de la pura mens [Gemüth] [del ánimo puro, es decir, del ánimo en su puridad], pero que se siente a sí mismo partido en dos, escindido y, por tanto, se siente dolorosamente [en otra traducción: que se siente a sí mismo, pero en cuanto se siente partido en dos, ese sentirse es dolor]; el movimiento de esa infinita nostalgia que tiene la certeza de que su esencia es tal ánimo puro, de que su esencia [de que aquello sobre lo que esa nostalgia versa] es puro pensamiento que se piensa a sí como individualidad [como Einzelnheit]; que tiene la certeza de que ella, es decir, esa nostalgia, es conocida y reconocida por dicho objeto, precisamente porque ese objeto se piensa a sí como individualidad X86X.1En la exposición de la «mediación absoluta» de la que en estas líneas está hablando el autor, consisten el cap. VI, B y el cap. VI, C. Pero por otro lado, esa esencia es el más-allá inaccesible que, al tratar de agarrarlo, se escapa, o que más bien ya se ha escapado siempre; pues, por una parte, ese más-allá es lo inmutable que se piensa a sí como individualidad, y la conciencia se alcanza, por tanto, a sí misma inmediatamente en él, a sí misma, digo, pero precisamente por eso en cuanto opuesta a lo inmutable; y así, en vez de agarrar la esencia [es decir, en vez de agarrar esa entidad que busca] lo que la conciencia siente no es sino que ha recaído en sí misma, y en cuanto en tal alcanzar o en tal alcanzarse no puede desistir de sí misma como eso contrapuesto, resulta que en lugar de agarrar o asir la esencia, sólo ha o habrá agarrado o asido [siempre] la inesencialidad. Y así, si, por un lado, al aspirar a alcanzarse en la esencia [Wesen], sólo alcanza su propia realidad suelta o separada [einzeln], así también, por otro lado, no puede alcanzar al otro o a lo otro como individual [einzelnes], o lo que es lo mismo: como real. Porque donde la conciencia lo busca, ese otro no puede ser hallado, pues ese otro habría de ser precisamente un más-allá, y, por tanto, habría de ser tal que no se lo pueda hallar. Y buscado como individual, buscado como cosa suelta, no puede ser una individualidad universal, una individualidad pensada, es decir, no puede ser concepto, sino que tiene que quedarse en un individuo particular en cuanto objeto, o lo que es lo mismo: [tiene que quedarse] en cosa real que ahí está; objeto de la certeza sensible inmediata; y por eso es sólo algo que se desvanece y desaparece, que se ha desvanecido y que ha desaparecido. Para la conciencia sólo puede cobrar, pues, presencia el sepulcro de su vida [es decir, el lugar en que se concreta su desaparecer o haber desaparecido]. Pero como ese sepulcro mismo es a su vez una realidad y como es contra la naturaleza de esa realidad el que de ella pueda provenir [o el que ella pueda asegurar] una posesión duradera [pues es sólo el lugar de una desaparición, o empiria desaparecida, o empiria que desaparece], resulta también que esa actualidad y presencia del sepulcro no puede representar otra cosa que la pugna de un aspirar y un esforzarse que no tienen más remedio que acabar en fracaso. Pues sólo en cuanto la conciencia hace la experiencia de que el sepulcro de su ser [Wesen] real inmutable [de ese ser real inmutable sobre el que ella versa] no tiene realidad alguna, es decir, de que la individualidad [Einzelnheit] desaparecida en cuanto desaparecida no es la verdadera individualidad o la individualidad verdadera [que ella andaba buscando], sólo entonces abandonará la búsqueda de esa individualidad inmutable como real [es decir, sólo entonces dejará de buscar como real a esa individualidad inmutable], sólo entonces dejará de tratar de fijarla [o agarrarla] como desaparecida [de fijarla o agarrarla en ese su haber desaparecido siempre ya, es decir, como sepulcro], y sólo por medio de ello podrá convertirse la conciencia en capaz de encontrar la individualidad en cuanto verdadera o en cuanto universal X87X.2El autor está adelantando aquí motivos del cap. VII, C.

Algunas aclaraciones

X86X = En la exposición de la «mediación absoluta» de la que en estas líneas está hablando el autor, consisten el cap. VI, B y el cap. VI, C.

X87X = El autor está adelantando aquí motivos del cap. VII, C.

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Conversaciones en Madrid

[217] Por eso, en este primer modo, en el que la consideramos como conciencia pura, no se comporta respecto a su objeto de manera pensante, sino que, en tanto que ella misma, ciertamente, es en sí pura singularidad pensante, y en tanto que su objeto es precisamente el puro pensar, sin que, sin embargo, la referencia recíproca misma sea pensar puro, ahora, ella, por así decirlo, tan sólo se dirige hacia el pensar, y es devoción X82X3Andacht es un término convencional del registro religioso para la devoción, el fervor. En su raíz contiene el participio del verbo denken, «pensar». Hegel juega con la etimología: denken an, «pensar en», y con el significado de movimiento de la preposición an, «hacia», «a». XX*X.4Eschenmayer, en su Die Philosophie in Ihrem Uebergang zur Nichtphilosophie, op. Cit., § 38 y sigs., p. 29 y sigs. distinguía entre conocimiento y devoción. Su pensar como tal no deja de ser el zumbido informe del toque de campanas, o una tibia neblina de incienso, un pensar musical que no llega al concepto, el cual sería el único modo objetual inmanente. Sin duda, a este sentir infinito, puro e interior, su objeto le adviene, pero entrando de tal manera que no entra como comprendido conceptualmente, y por eso entra como un extraño. Con lo cual, lo que hay aquí es el movimiento interior de un ánimo puro que se siente a sí mismo, pero dolorosamente, como escisión en dos; el movimiento de una nostalgia infinita que tiene la certeza de que su esencia como tal es ese ánimo puro, pensar puro que se piensa como singularidad; la certeza de que precisamente por pensarse como singularidad es conocida y reconocida por este objeto. Pero, al mismo tiempo, esta esencia es el más allá inalcanzable que al atraparlo huye, o mejor dicho, ya ha huido. Ya ha huido; pues, por un lado, es lo inmutable que se piensa como singularidad, y por eso, la conciencia se alcanza inmediatamente a sí misma en ello, a sí misma, pero como lo contrapuesto a lo inmutable; en lugar de atrapar la esencia, sólo la siente, y ha vuelto a caer dentro de sí; en tanto que, en el acto de alcanzar, no es capaz de retenerse como esto contrapuesto, en lugar de atrapar la esencia, sólo ha atrapado la índole inesencial. Del mismo modo que, por un lado, en su afán por alcanzarse en la esencia, sólo atrapa la propia realidad efectiva separada, del otro lado no puede atrapar a lo otro como singular, o como efectivamente real. Allí donde se lo busque, no se lo podrá encontrar, pues se supone que es justamente un más allá, un ser tal que no puede ser encontrado. Buscado como singular, no es una singularidad universal, pensada, no es concepto, sino algo singular en cuanto objeto, o en cuanto algo efectivamente real; objeto de la certeza sensorial inmediata; y precisamente por eso, sólo algo que ha desaparecido. Por eso, a esta conciencia, lo único que puede hacérsele presente es el sepulcro de su vida. Pero como éste mismo es una realidad efectiva y va contra la naturaleza de ésta el consentir una posesión duradera, esta presencia del sepulcro no es más que la lucha de un esforzarse, de la que se ha de salir perdiendo. Sólo que, al haber hecho esta experiencia de que el sepulcro de su esencia efectiva e inmutable no tiene ninguna realidad efectiva, de que la singularidad desaparecida, en cuanto desaparecida, no es la verdadera singularidad, dejará entonces de buscar la singularidad inmutable como efectivamente real, o de retenerla como desaparecida, y sólo así se hace capaz de encontrar la singularidad como singularidad de veras, o como universal.

Algunas aclaraciones

X82X = Andacht es un término convencional del registro religioso para la devoción, el fervor. En su raíz contiene el participio del verbo denken, «pensar». Hegel juega con la etimología: denken an, «pensar en», y con el significado de movimiento de la preposición an, «hacia», «a».

Adam Karl August von Eschenmayer (1768-1852)

XX*X = Eschenmayer, en su Die Philosophie in Ihrem Uebergang zur Nichtphilosophie, op. cit., § 38 y sigs., p. 29 y sigs. distinguía entre conocimiento y devoción.

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Conversations in Washington

[217] [217]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition In this first way in which we view it as pure consciousness, the unhappy consciousness does not conduct itself towards its object in a thinking manner. Rather, while it is just in itself pure, thinking singular individuality, and while its object is itself just this pure thinking, and while pure thinking is not itself the relation of each to the other, it only, so to speak, launches itself in the direction of thinking, and on that path it becomes devotion.6Hegel is making the obvious verbal play on Denken (“thought”) with its past form, gedacht, and devotion (Andacht). As such, its thinking remains that of the shapeless roar of the pealing of bells, or that of a warm, all-suffusing vapor, or that of a musical thinking which does not amount to concepts, which themselves would be the sole, immanent, objective mode of thinking. To be sure, the object for this infinite, pure, inward feeling will eventually come to be, but coming on the scene in that way, this object does not make its entrance as conceptualized, and for that reason it comes on the scene as something alien. What is thereby present is the inward movement of the pure heart which painfully feels itself as estranged. It is the movement of an infinite longing which is certain that its essence is that of a pure heart, that it is a pure thinking that thinks of itself as singular individuality, and that this object takes cognizance of it7erkannt and bestows recognition on it for the very reason that this object thinks of itself as singular individuality. However, at the same time this essence is the unattainable other-worldly beyond which, in the act of being seized, escapes, or rather has already escaped. It has already escaped, for it is in part the unchangeable thinking of itself as singular individuality, and consciousness thus immediately attains itself within it, but it does so as what is opposed to the unchangeable. Instead of catching hold of the essence, consciousness only feels it and has thus fallen back into itself. While attaining this, consciousness cannot prevent itself from being this opposed consciousness, it has only caught hold of inessentiality instead of having caught hold of the essence. While in one aspect, in striving to attain itself in the essence, it only catches hold of its own divided actuality, so too in another aspect, it cannot catch hold of that other as a singular individual or as an actual other. Where the other is sought, it cannot be found, for it is just supposed to be an other-worldly beyond, or the kind of thing that cannot be found. Sought as individual, it turns out not to be a universal singular individuality of thought,8gedachte Einzelnheit or it turns out not to be a concept but rather to be the singular individual as an object, or as an actuality, an object of immediate sense certainty. Just for that reason, it thus turns out only to be the kind of thing that has vanished. For consciousness, what can thus be for it at the present time can only be the grave of its life. However, because this grave itself is an actuality, and since it is contrary to the nature of this actuality to confer any lasting possession, the present moment of that grave is only the struggle over an endeavor that must end in defeat. However, while consciousness has learned from experience that the grave of its actual unchangeable essence has no actuality, that the vanished singular individuality as vanished is not true individuality, it will give up searching for the unchangeable singular individuality as actual, or it will cease trying to hold on to it as something that has vanished. Only then is it for the first time capable of finding singular individuality as genuine, or as universal.

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Conversaciones en el Atrium

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