Gespräche in der Dämmerung 00194
Parte de:
B. Autoconciencia [B. Selbstbewußtsein] / IV: La Verdad de la Certeza de sí mismo [IV. Die Wahrheit der Gewißheit seiner selbst] / A. Autonomía y no autonomía de la autoconciencia; dominación y servidumbre [A.Selbständigkeit und Unselbständigkeit des Selbstbewußtseins; Herrschaft und Knechtschaft]
[El miedo a la muerte]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[194] Wir sahen nur, was die Knechtschaft im Verhältnisse der Herrschaft ist. Aber sie ist Selbstbewußtsein, und was sie hiernach an und für sich selbst ist, ist nun zu betrachten. Zunächst ist für die Knechtschaft der Herr das Wesen; also [152] das selbständige für sich seiende Bewußtsein ist ihr die Wahrheit, die Jedoch für sie noch nicht an ihr ist. Allein sie hat diese Wahrheit der reinen Negativität und des Fürsichseins in der Tat an ihr selbst, denn sie hat dieses Wesen an ihr erfahren. Dies Bewußtsein hat nämlich nicht um dieses oder jenes, noch für diesen oder jenen Augenblick Angst gehabt, sondern um sein ganzes Wesen; denn es hat die Furcht des Todes, des absoluten Herrn, empfunden. Es ist darin innerlich aufgelöst worden, hat durchaus in sich selbst erzittert, und alles Fixe hat in ihm gebebt. Diese reine allgemeine Bewegung, das absolute Flüssigwerden alles Bestehens, ist aber das einfache Wesen des Selbstbewußtseins, die absolute Negativität, das reine Fürsichsein, das hiermit an diesem Bewußtsein ist. Dies Moment des reinen Fürsichseins ist auch für es, denn im Herrn ist es ihm sein Gegenstand. Es ist ferner nicht nur diese allgemeine Auflösung überhaupt, sondern im Dienen vollbringt es sie wirklich; es hebt darin in allen einzelnen Momenten seine Anhänglichkeit an natürliches Dasein auf und arbeitet dasselbe hinweg.
Conversaciones en Valencia
[El miedo a la muerte]
[194]1Epígrafe: El miedo a la muerte. Pues lo que hasta ahora hemos visto es qué es la servidumbre en el contexto de la dominación o señorío. Pero la servidumbre es autoconciencia, y, por tanto, hemos de considerar ahora lo que ella es en y para sí misma. Por de pronto, para la servidumbre [para el siervo] la esencia es el señor; por tanto, la conciencia autónoma que es para sí [la del señor] es para la conciencia servil la verdad, que, sin embargo, para ella no está todavía en ella [es decir, no es todavía en la conciencia servil]. Sólo que en realidad también ella tiene en ella misma esta verdad de la pura negatividad y del ser-para-sí; pues ella ha hecho en ella misma experiencia de tal cosa [es decir, de la pura negatividad y del ser-para-sí]. Pues esta conciencia ha sentido angustia o miedo no acerca de esto o aquello, no en este o aquel instante, sino acerca de su ser completo; pues ha tenido el miedo a la muerte [pues a lo que ha tenido miedo ha sido a la muerte], al señor absoluto. Y en ese miedo [esa conciencia] ha quedado interiormente disuelta, ha temblado y se ha estremecido por entero en sí misma, y todo lo fijo ha experimentado en ella estremecimiento y conmoción. Pero este puro universal movimiento, la fluidificación absoluta de todo lo sólido y estable, no es sino el simple ser de la autoconciencia [esto es, lo que la autoconciencia simplemente es], es decir, la absoluta negatividad, el puro ser-para-sí, que en tales términos y de esta forma está [reside] en esta conciencia X41X.2Y siendo esto lo más real de lo real, la muerte tiene que revelarse como una monumental irrealidad en la que de forma especial le trasparece a la conciencia moderna su peculiar autonomía. Y este momento del puro ser-para-sí es también para ella [es decir, es también para esa autoconciencia servil], pues en el señor ese momento del puro ser-para-sí es para ella objeto suyo [es decir: en el señor la conciencia servil tiene delante de sí ese puro ser-para-sí como un objeto]. Aparte de eso, esa conciencia, la conciencia servil, no es ya sólo esta universal disolución en general [o no lo es sólo en principio o en términos abstractos], sino que, al estar sirviendo, la conciencia servil lleva a cabo esa disolución de modo real y efectivo; pues en ese su servir la conciencia servil suprime y supera en todos sus registros y aspectos y momentos particulares ese su depender de la existencia natural y ese su estar colgada de ella, y la trabaja y retrabaja adueñándose de ella y eliminándola así.
Algunas aclaraciones
X41X = Y siendo esto lo más real de lo real, la muerte tiene que revelarse como una monumental irrealidad en la que de forma especial le trasparece a la conciencia moderna su peculiar autonomía.
Conversaciones en Madrid
[194] Hemos visto solamente lo que la servidumbre es en relación con el dominio del señor. Pero es autoconciencia, y lo que, en virtud de eso, ella sea en y para sí misma es lo que se habrá de examinar ahora. Al comienzo, para la servidumbre, el señor es la esencia; así, pues, a sus ojos, la conciencia autónoma que es para sí es la verdad, verdad que, sin embargo, PARA ELLA, no es todavía en ella. Sólo que, de hecho, ella, la servidumbre, tiene en ella misma esta verdad de la negatividad pura del ser-para-sí, ya que ha experimentado en ella esta esencia. Y es que esta conciencia no ha tenido miedo de esto o de aquello, en este instante o en otro, sino que ha tenido miedo por su esencia toda; pues ha sentido el temor de la muerte, del señor absoluto. Al sentirlo, se ha disuelto interiormente, se ha estremecido en sí misma de medio a medio, y ha sacudido todo lo que de fijo y firme hubiera en ella. Mas este puro movimiento universal, el absoluto fluidificarse de toda subsistencia es la esencia simple de la autoconciencia, la negatividad absoluta, el puro ser-para-sí que está, por lo tanto, en esta conciencia. Este momento del puro ser para-sí es también para ella, pues, en el señor, ella le es su objeto. Además, no sólo es esta disolución universal como tal, sino que, al servir, la consuma efectivamente; y al consumarla, cancela en todos los momentos singulares su apegamiento a la existencia natural, y la elimina trabajando.
Conversations in Washington
[194] [194]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition We only saw what servitude is in relation to mastery. However, servitude is self-consciousness, and thus what it is in and for itself is now up for examination. For servitude, the master is initially the essence. Therefore, to servitude, the truth is the self-sufficient consciousness existing for itself, a truth which for servitude is nonetheless not yet in servitude. Yet servitude has this truth of pure negativity and of being-for-itself in fact in servitude in its own self, for servitude has experienced this essence in servitude. This consciousness was not driven with anxiety about just this or that matter, nor did it have anxiety about just this or that moment; rather, it had anxiety about its entire essence. It felt the fear of death, the absolute master. In that feeling, it had inwardly fallen into dissolution, trembled in its depths, and all that was fixed within it had been shaken loose. However, this pure universal movement, this way in which all stable existence becomes absolutely fluid, is the simple essence of self-consciousness; it is absolute negativity, pure being-for-itself, which thereby is in this consciousness. This moment of pure being-for-itself is also for this consciousness, for, to itself, its object lies within the master. Furthermore, not only is there this universal dissolution as such, but, in his service, the servant also achieves this dissolution in actuality. In his service, he sublates all of the singular moments of his attachment to natural existence, and he works off his natural existence.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
EN CONSTRVCCION