Gespräche in der Dämmerung 00141
Parte de:
A. Conciencia [A. Bewußtsein] / III: La Fuerza y el Entendimiento, el Fenómeno y el Mundo suprasensible [III. Kraft und Verstand, Erscheinung und übersinnliche Welt]
[El concepto y la realidad del concepto o concepto abandonado; realidad de la fuerza; realización y pérdida de realidad; la pérdida de realidad y el concepto como concepto]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[141] Es ergibt sich hieraus, daß der Begriff der Kraft durch die Verdopplung in zwei Kräfte wirklich wird und wie er dies wird. Diese zwei Kräfte existieren als für sich seiende Wesen; aber ihre Existenz ist eine solche Bewegung gegeneinander, daß ihr Sein viel mehr ein reines Gesetztsein durch ein Anderes ist, d.h. daß ihr Sein vielmehr die reine Bedeutung des Verschwindens hat. Sie sind nicht als Extreme, die etwas Festes für sich behielten und nur eine äußere Eigenschaft gegeneinander in die Mitte und in ihre Berührung schickten; sondern was sie sind, sind sie nur in dieser Mitte und Berührung. Es ist darin unmittelbar ebensowohl das in sich Zurückgedrängt- oder das Fürsichsein der Kraft wie die Äußerung, das Sollizitieren wie das Sollizitiertsein; diese Momente hiermit nicht an zwei selbständige Extreme verteilt [114], welche sich nur eine entgegengesetzte Spitze böten, sondern ihr Wesen ist dies schlechthin, jede nur durchs andere und [das], was jede so durchs andere ist, unmittelbar nicht mehr zu sein, indem sie es ist. Sie haben hiermit in der Tat keine eigenen Substanzen, welche sie trügen und erhielten. Der Begriff der Kraft erhält sich vielmehr als das Wesen in seiner Wirklichkeit selbst; die Kraft als wirkliche ist schlechthin nur in der Äußerung, welche zugleich nichts anderes als ein Sichselbstaufheben ist. Diese wirkliche Kraft, vorgestellt als frei von ihrer Äußerung und für sich seiend, ist sie die in sich zurückgedrängte Kraft; aber diese Bestimmtheit ist In der Tat, wie sich ergeben hat, selbst nur ein Moment der Äußerung. Die Wahrheit der Kraft bleibt also nur der Gedanke derselben; und haltungslos stürzen die Momente ihrer Wirklichkeit, ihre Substanzen und ihre Bewegung in eine ununterschiedene Einheit zusammen, welche nicht die in sich zurückgedrängte Kraft ist (denn diese ist selbst nur ein solches Moment), sondern diese Einheit ist ihr Begriff als Begriff. Die Realisierung der Kraft ist also zugleich Verlust der Realität; sie ist darin vielmehr ein ganz Anderes geworden, nämlich diese Allgemeinheit, welche der Verstand zuerst oder unmittelbar als ihr Wesen erkennt und welche sich auch als ihr Wesen an ihrer seinsollenden Realität [,] an den wirklichen Substanzen erweist.
Conversaciones en Valencia
[El concepto y la realidad del concepto o concepto abandonado; realidad de la fuerza; realización y pérdida de realidad; la pérdida de realidad y el concepto como concepto]
[141] Resulta de ello que el concepto de fuerza se vuelve real mediante una duplicación en dos fuerzas y cómo se vuelve real mediante esa duplicación. Estas dos fuerzas existen como seres [Wesen] que son para sí [existen como Unos]; pero la existencia de esas dos fuerzas no es sino tal movimiento de la una respecto a la otra y de la otra contra la una, de suerte que el ser [Seyn] de ellas es más bien un puro ser-puesta [cada una de ellas] mediante otra, es decir, que su ser tiene más bien el puro significado de desaparecer. No son como extremos que retengan algo fijo para sí, de suerte que sólo enviasen al centro una propiedad externa, la propiedad del uno respecto a la del otro y la del otro respecto a la del uno, y para mutuo contacto de ellas; sino que lo que son, sólo lo son en ese centro y en ese contacto. Pues en ese centro es donde inmediatamente radica tanto el estar represada o contenida en sí la fuerza o el ser-para-sí de la fuerza, es donde inmediatamente radica tanto eso, digo, como su manifestación, tanto el solicitar como el ser solicitada; estos momentos, por tanto, no están repartidos en dos extremos autónomos, que sólo se ofreciesen sus contrapuestas puntas, sino que su esencia [es decir, la esencia de esos momentos] consiste absolutamente en esto, a saber: en ser cada uno sólo mediante el otro, y aquello que uno no es sino por medio del otro dejarlo inmediatamente de ser, precisamente por serlo [por serlo mediante el otro, o siéndolo precisamente mediante el otro] XX9X.1Vide infra Algunas aclaraciones XX9X. Esos momentos, o extremos, o fuerzas, no tienen, por tanto, en realidad ninguna sustancia propia que los portase, mantuviese o sostuviese. Es más bien el propio concepto de fuerza o el propio concepto de la fuerza el que como ser [Wesen] se mantiene él mismo en su realidad misma, es decir, en su Wirklichkeit misma [wirken significa en alemán obrar u operar] [es decir, en su propio estar operando]; la fuerza, en cuanto real, la fuerza en su estar operando, sólo la tenemos simpliciter en su manifestación o exteriorización, la cual, a su vez, no es otra cosa que un suprimirse o superarse esa manifestación a sí misma. Pues esa fuerza real, cuando se la representa como libre o exenta de su manifestación o exteriorización, y como siendo para sí, esta fuerza real, digo, es la fuerza acumulada, represada en sí, pero esta determinidad es en realidad ella misma un momento de la exteriorización o manifestación, tal como hemos obtenido. La verdad de la fuerza se queda, pues, en ser esa verdad sólo el pensamiento o Gedanke de ella [en el consistir esa verdad sólo en el pensamiento o noción de ella] [el primer universal del que se hablará a continuación]; y al carecer de sostén, los momentos de la realidad [Wirklichkeit] de la fuerza, es decir, las sustancias de la fuerza y los movimientos de la fuerza [o las sustancias de esos momentos y los movimientos de esos momentos] se vienen abajo, y se precipitan y hunden en una indistinta unidad, la cual no es la fuerza acumulada y represada en sí, pues ésta es ella misma sólo uno de esos momentos, sino que esta unidad es el concepto de la fuerza o el concepto de fuerza, en cuanto concepto. La realización de la fuerza es, pues, al mismo tiempo pérdida de su realidad [de su Realität] [es decir, no se deja representar como cosa]; y en ello la fuerza se ha convertido más bien en algo completamente distinto, a saber: en esta universalidad [segundo universal, del que el autor hablará más abajo], que el entendimiento empieza reconociendo o reconoce inmediatamente como esencia de la fuerza y que se revela también como la esencia de ella en la realidad [Realität] que se supone que ella habría de tener en las sustancias reales [wieklich].
Algunas aclaraciones
XX9X= Me parece que aquí hay en el original una equivocación de género. Creo que el autor se está refiriendo a los extremos o momentos, pero en la frase que acabo de traducir, el autor ha empleado un femenino (sie) que sólo puede referirse a fuerza, pues no se divisa otro femenino en todo el contexto. De no ser así, no estoy seguro de la traducción de esta frase. Y dicho sea de paso, en la presente traducción de la Fenomenología del espíritu el traductor está sustituyendo sistemáticamente por el correspondiente sustantivo los pronombres personales que utiliza el autor. Sólo un lector del texto original, es decir, sólo un lector que se haya sometido al martirio de los pronombres personales del texto original de la Fenomenología del espíritu y a la desesperada sensación de impotencia que a veces producen incluso en el lector alemán, puede estimar el alcance de lo que el traductor acaba de decir. Aparte de que la decisión del traductor pueda resultar criticable e incluso muy criticable, el traductor pide además de antemano disculpas por las veces en que el traductor haya podido equivocarse (el texto de la traducción sonará, pues, muchas veces así, es decir, en la traducción tenderá a quedar reiteradamente explicito el sustantivo en sustitución del correspondiente pronombre). Sin embargo, el traductor avisará al lector todas las veces que no esté seguro de la sustitución que hace.
Conversaciones en Madrid
[141] Resulta de ello que, por el desdoblamiento en dos fuerzas, el concepto de fuerza llega a ser efectivo, y cómo llega a serlo. Estas dos fuerzas existen como esencias que son para sí; pero su existencia es un movimiento contra la otra tal que su ser es, más bien, un puro estar puesto por otro, es decir, que su ser tiene, más bien, el puro significado de desaparecer. No son como extremos que retuvieran para sí algo sólido y firme, y se limitaran a enviarse mutuamente una propiedad externa hacia el centro, a su lugar de contacto; sino que sólo son lo que son en este centro y en este contacto. En él están, de modo inmediato, tanto lo hecho retroceder o el ser para sí de la fuerza como la manifestación exterior, tanto el solicitar como el ser solicitado; estos momentos, por tanto, no se distribuyen en dos extremos autónomos que se desafiasen mutuamente, sino que su esencia es, simplemente, que cada uno es sólo por el otro, y que lo que cada uno es por el otro deja inmediatamente de serlo al serlo. No tienen, por tanto, de hecho, ninguna sustancia propia que soporten y conserven. El concepto de la fuerza se mantiene más bien como la esencia en su realidad efectiva misma; la fuerza, en tanto que efectivamente real, no es más que en la manifestación exterior, la cual, a la vez, no es sino un cancelarse a sí misma. Ella es esta fuerza efectivamente real, representada como libre de su manifestación exterior y siendo para sí, la fuerza hecha retroceder hacia dentro de sí, pero esta determinidad es ella misma, de hecho, tal como ha resultado, sólo un momento de la manifestación exterior. La verdad de la fuerza sigue siendo únicamente, entonces, el pensamiento de ella; los momentos de su realidad efectiva, sus substancias y su movimiento se derrumban inconteniblemente en una unidad indiferenciada que no es la fuerza hecha retroceder hacia dentro de sí —pues ésta es sólo uno de tales momentos—, sino que esta unidad es su concepto en cuanto concepto. La realización de la fuerza es, pues, a la par, pérdida de la realidad; en esto, ella ha devenido más bien algo completamente distinto, a saber, esa universalidad que el entendimiento reconoce de primeras, o inmediatamente, como esencia de la fuerza, y que también prueba ser su esencia en la realidad que tales fuerzas habrían supuestamente de tener en las substancias efectivamente reales.
Conversations in Washington
[141] [141]2We kept the numeration given by the editor in the printed edition What results from all of this is that the concept of force becomes actual through its being doubled into two forces and evident how it becomes actual. These two forces exist as essences existing for themselves; but their existence lies in the kind of movement of each against the other so that their being is instead a pure being-posited through an other, which is to say, that the pure meaning of their being is instead that of vanishing. They are not like extremes which retain something fixed for themselves and transmit only an external property to each other in the mediating middle and in their contact. Rather, they are what they are only in this mediating middle and this contact. Immediately therein there is the force driven back into itself, or the being-for-itself of force, as there is the expression, or the soliciting as much as the solicited. These moments are thereby not distributed into two extremes which would only proffer an opposing tip. Rather, their essence is purely and simply this: Each is only through the other; what each is through the other is immediately no longer to be while it is the other. They thereby in fact have no substance of their own which would support and preserve them. The concept of force sustains itself instead as the essence in its actuality itself. The force as actual is purely and simply in the expression, which at the same time is nothing but a self-sublation. This actual force, represented as free-standing from its expression and as existing for itself, is the force driven back into itself; however, as it has turned out, this determinateness is in fact itself only a moment of expression. The truth of force remains therefore only the thought of force; and without pause, the moments of its actuality, its substances, and its movement collapse together into an undifferentiated unity, which is not the force driven back into itself since this is itself only one such moment. Rather, this unity is its concept as concept. The realization of force is therefore at the same time the loss of reality; it has instead become within that movement wholly other, namely, this universality, which the understanding at first, or immediately, cognizes as its essence, and which also proves itself to be its essence in what is supposed to be its reality, in the actual substances.
Conversaciones en el Atrium
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