Gespräche in der Dämmerung 00118

Parte de:

A. Conciencia [A. Bewußtsein] / II: La percepción; o la cosa y la equivocación [II. Die Wahrnehmung oder das Ding und die Täuschung]

 

[La experiencia de la conciencia perceptiva; su quedar ésta reflectida en sí; cancelación de la no verdad por asunción de esa no verdad]

Gespräche in Jena

[118] Das Bewußtsein durchläuft ihn also notwendig wieder, aber zugleich nicht auf dieselbe Weise wie das erstemal. Es hat nämlich die Erfahrung über das Wahrnehmen gemacht, daß das Resultat und das Wahre desselben seine Auflösung oder die Reflexion in sich selbst aus dem Wahren ist. Es hat sich hiermit für das Bewußtsein bestimmt, wie sein Wahrnehmen wesentlich beschaffen ist, nämlich nicht ein einfaches reines Auffassen, sondern in seinem Auffassen zugleich aus dem Wahren heraus in sich reflektiert zu sein. Diese Rückkehr des Bewußtseins in sich selbst, die sich in das reine Auffassen unmittelbar – denn sie hat sich als dem Wahrnehmen wesentlich gezeigt – einmischt, verändert das Wahre. Das Bewußtsein erkennt diese Seite zugleich als die seinige und [98] nimmt sie auf sich, wodurch es also den wahren Gegenstand rein erhalten wird. – Es ist hiermit jetzt, wie es bei der sinnlichen Gewißheit geschah, an dem Wahrnehmen die Seite vorhanden, daß das Bewußtsein in sich zurückgedrängt wird, aber zunächst nicht in dem Sinne, in welchem dies bei jener der Fall war, als ob in es die Wahrheit des Wahrnehmens fiele; sondern vielmehr erkennt es, daß die Unwahrheit, die darin vorkommt, in es fällt. Durch diese Erkenntnis aber ist es zugleich fähig, sie aufzuheben; es unterscheidet sein Auffassen des Wahren von der Unwahrheit seines Wahrnehmens, korrigiert diese, und insofern es diese Berichtigung selbst vornimmt, fällt allerdings die Wahrheit, als Wahrheit des Wahrnehmens, in dasselbe. Das Verhalten des Bewußtseins, das nunmehr zu betrachten ist, ist also so beschaffen, daß es nicht mehr bloß wahrnimmt, sondern auch seiner Reflexion-in-sich bewußt ist und diese von der einfachen Auffassung selbst abtrennt.

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Conversaciones en Valencia

[La experiencia de la conciencia perceptiva; su quedar ésta reflectida en sí; cancelación de la no verdad por asunción de esa no verdad]

[118] La conciencia, por tanto, tiene que recorrerlo necesariamente de nuevo, pero a la vez no del mismo modo que la vez primera. Pues acerca del percibir [del tomar algo en su verdad, del tomar algo en lo que ese algo es], la conciencia ha hecho la experiencia de que el resultado y lo verdadero de él constituyen su disolución [es decir, la disolución de ese percibir, de ese tomar algo en su verdad] o la reflexión en sí misma desde lo verdadero [que a ella se le deshace]. Y, por tanto, ha quedado así determinado para la conciencia cómo está esencialmente hecho su percibir [la disolución del objeto percibido], a saber: no como un simple aprehender puro, sino en ese su aprehender está a la vez ella reflectida [reflectida en sí] desde lo verdadero, a partir de él y arrancada de él. El retorno de la conciencia a sí misma, que se inmiscuye inmediatamente en el puro aprehender [que supuestamente sería un aprehender el objeto], pues ese retorno se muestra [se ha mostrado] esencial para el percibir, induce un cambio en lo verdadero. La conciencia reconoce a la vez este lado como el suyo [o como suyo], y lo toma sobre sí, es decir, lo hace recaer en ella, por medio de lo cual ella mantendrá, pues, puro [e intacto] el objeto verdadero. Con lo cual, lo mismo que sucedió en la certeza sensible, tenemos ahora en la percepción el lado que consiste en que la conciencia es hecha retroceder sobre sí misma, pero por de pronto no en el sentido en que ello sucedía en la certeza sensible, como si en la conciencia recayese la verdad del percibir, sino que más bien la conciencia reconoce que la no verdad que se presenta en ese percibir, recae en ella. Y por medio de este reconocimiento la conciencia se vuelve capaz de suprimir superándola esa no verdad; la conciencia distingue en su aprehensión de lo verdadero la no verdad de su percibir, corrige esa no verdad, y en cuanto es ella misma quien emprende esa corrección, resulta que, ciertamente, la verdad en cuanto verdad del percibir, recae sobre ese percibir [o tal como la frase suena tautológicamente en alemán: resulta que, la verdad, en cuanto verdad del tomar algo en su verdad, recae sobre ese tomar algo en su verdad]. El comportamiento de la conciencia, que es el que ahora hay que considerar, está articulado de suerte que la conciencia ya no simplemente percibe, sino que también es consciente de su reflexión en sí, y establece una separación entre ésta y la simple aprehensión misma.

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Conversaciones en Madrid

[118] La conciencia, entonces, lo vuelve a recorrer necesariamente, pero, a la par, no lo hace del mismo modo que la primera vez. Y es que, al pasar por el percibir, ha hecho la experiencia de que el resultado y lo verdadero del mismo son su disolución, o la reflexión dentro de sí misma a partir de lo verdadero. Con lo cual queda determinado para la conciencia cómo está hecha, esencialmente, su percepción: a saber, no es un simple y puro aprehender, sino que, en su aprehender, ha salido al mismo tiempo de lo verdadero y está reflexionada hacia dentro sí. Este retorno a sí misma de la conciencia —retorno que, dado que se ha mostrado como esencial para el percibir, se inmiscuye inmediatamente en el puro aprehender— altera lo verdadero. La conciencia, a la par, reconoce este lado como suyo, y lo toma sobre sí, por lo que el objeto verdadero, entonces, se conserva puro. — Así, al igual que ocurría con la certeza sensorial, ahora se da en el percibir el lado de que la conciencia es hecha retroceder hasta dentro de sí, pero, en principio, no en el mismo sentido en que ocurría en el caso de aquélla, como si cayera en ella la verdad del percibir, sino que, más bien, ella conoce que la no-verdad que aquí adviene cae dentro ella. Por este conocimiento, sin embargo, es capaz, a la vez, de cancelar esa no verdad; distingue su aprehender lo verdadero de la no-verdad de su percepción, corrige ésta y, en la medida en que es ella misma quien emprende esta rectificación, la verdad, en cuando verdad del percibir, cae, desde luego, dentro de la conciencia. El comportarse de la conciencia que ha de considerarse en adelante tiene, pues, tal hechura que ella ya no se limita meramente a percibir, sino que también es consciente de su reflexión dentro de sí, y separa por sí misma esta reflexión de la simple aprehensión.

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Conversations en Washington

[118] [118]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition Consciousness therefore necessarily runs through that cycle again, but not in the same way it did at first. It has learned from experience about perceiving, namely, that its result and its truth are its dissolution, or that perceiving is the reflective turn into itself from out of the true. For consciousness, it has thereby been determined just how its perceiving is essentially composed, namely, it is not a simple, pure comprehending,2Auffassen but rather in its comprehending has at the same time taken a reflective turn into itself from out of the true. This return of consciousness into itself, which immediately blends itself into that pure comprehending3Auffassen — for it has been shown to be essential to perceiving — alters the true. At the same time, consciousness takes cognizance4erkennt of this aspect as its own, it takes it upon itself, and, as a result, it purely receives the true object. — Thereby, now there is present in perceiving, just as happened with sensuous-certainty, the aspect of consciousness which had been forced back into itself. However, this is not as it was initially as it took place in sensuous-certainty, as if the truth of perceiving were to be subsumed within the sphere of sensuous-certainty. Instead, consciousness take cognizance5erkennt that the untruth, which comes to the fore here, falls within consciousness. However, through this taking-cognizance,6Erkenntnis consciousness is capable of sublating the untruth. Consciousness differentiates its grasping the true from the untruth of its perceiving, it corrects its perceiving, and insofar as it itself undertakes this correction, the truth, as the truth of perceiving, falls without further ado into consciousness. The conduct of consciousness, which is now to be scrutinized, is so constituted that it is no longer merely perceiving but is conscious of its reflective turn into itself, and it separates this reflective turn into itself from simple apprehension itself.

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Conversaciones en el Atrium

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