Gespräche in der Dämmerung 00085

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Introducción [Einleitung]

 

[Aún más sobre el criterio; criterio y examen; el examen; el examen mismo]

Gespräche in Jena

[85] Aber nicht nur nach dieser Seite, daß Begriff und Gegenstand, der Maßstab und das zu Prüfende, in dem Bewußtsein selbst vorhanden sind, wird eine Zutat von uns überflüssig, sondern wir werden auch der Mühe der Vergleichung beider und der eigentlichen Prüfung überhoben, so daß, indem das Bewußtsein sich selbst prüft, uns auch von dieser Seite nur das reine Zusehen bleibt. Denn das Bewußtsein ist einerseits Bewußtsein des Gegenstandes, andererseits Bewußtsein seiner selbst; Bewußtsein dessen, was ihm das Wahre ist, und Bewußtsein seines Wissens davon. Indem [77] beide für dasselbe sind, ist es selbst ihre Vergleichung; es wird für dasselbe, ob sein Wissen von dem Gegenstande diesem entspricht oder nicht. Der Gegenstand scheint zwar für dasselbe nur so zu sein, wie es ihn weiß; es scheint gleichsam nicht dahinterkommen zu können, wie er nicht für dasselbe, sondern wie er an sich ist, und also auch sein Wissen nicht an ihm prüfen zu können. Allein gerade darin, daß es überhaupt von einem Gegenstande weiß, ist schon der Unterschied vorhanden, daß ihm etwas das Ansich, ein anderes Moment aber das Wissen oder das Sein des Gegenstandes für das Bewußtsein ist. Auf dieser Unterscheidung, welche vorhanden ist, beruht die Prüfung. Entspricht sich in dieser Vergleichung beides nicht, so scheint das Bewußtsein sein Wissen ändern zu müssen, um es dem Gegenstande gemäß zu machen; aber in der Veränderung des Wissens ändert sich ihm in der Tat auch der Gegenstand selbst, denn das vorhandene Wissen war wesentlich ein Wissen von dem Gegenstande; mit dem Wissen wird auch er ein anderer, denn er gehörte wesentlich diesem Wissen an. Es wird hiermit dem Bewußtsein, daß dasjenige, was ihm vorher das Ansich war, nicht an sich ist oder daß es nur für es an sich war. Indem es also an seinem Gegenstande sein Wissen diesem nicht entsprechend findet, hält auch der Gegenstand selbst nicht aus; oder der Maßstab der Prüfung ändert sich, wenn dasjenige, dessen Maßstab er sein sollte, in der Prüfung nicht besteht; und die Prüfung ist nicht nur eine Prüfung des Wissens, sondern auch ihres Maßstabes.

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Conversaciones en Valencia

[Aún más sobre el criterio; criterio y examen; el examen; el examen mismo]

[85] Pero no sólo por este lado de que concepto y objeto, de que criterio y aquello que hay que examinar conforme a ese criterio, están ambos presentes en la conciencia misma [se dan ambos en la conciencia], no sólo por ese lado, digo, se vuelve superfluo cualquier añadido por nuestra parte, sino que también nos veremos eximidos del esfuerzo de comparar y de realizar el examen propiamente dicho, de manera que como es la conciencia la que se examina ella sola, por este lado a nosotros no nos quedará sino puramente mirar X10X.1Vide infra Algunas aclaraciones X10X. Pues la conciencia es, por un lado, conciencia del objeto, y, por otro lado, conciencia de ella misma; conciencia de aquello que para ella es lo verdadero, y conciencia de su saber acerca de ello [acerca de lo verdadero]. En cuanto ambas cosas son para una misma conciencia, esa conciencia es ella misma la comparación de ambas; y así es para ella misma [vuélvese asunto para ella] si su saber del objeto responde a ese objeto [o se corresponde con ese objeto] o no. Pues para ella, ciertamente, el objeto sólo parece ser como ella lo sabe [como ella sabe al objeto]; por decirlo así, ella no parece poder pasar por detrás de él, a fin de saber cómo él es, no para ella, sino cómo él es en-sí, y, por tanto, tampoco parece que ella pueda comprobar su saber recurriendo a él [recurriendo al objeto como el objeto es en sí]. Pero precisamente en ello, es decir, en que la conciencia sabe de un objeto, está ya presente la diferencia de que para la conciencia una cosa es el en-sí, y un momento distinto [y otra cosa distinta] es el saber, o lo que es lo mismo: un momento distinto es el ser del objeto para la conciencia X11X.2Pese a que la cosa en sí es un concepto límite, ha irrumpido ya siempre en la conciencia, se ha entrometido en ella, queda ya dentro de ella, y se ha convertido en el destino de ésta, en aquello que la va a empujar, introduciendo en ella una fundamental diferencia de ella respecto de sí. Y es en esta distinción, que está ahí presente, donde descansa el examen. Y si en esta comparación no se corresponden ambos, parece que la conciencia no tiene [o no tendrá] más remedio que cambiar su saber para hacerlo conforme con el objeto, pero en este cambio del saber cambia también de hecho para la conciencia el objeto mismo. Pues el saber existente [el saber que estaba ahí] es [o era] esencialmente un saber del objeto, y, por tanto, al cambiar ese saber cambia también el objeto, pues el objeto pertenecía esencialmente a ese saber. Y con esto le resulta a la conciencia que aquello que para ella antes era el en-sí no es en-sí, o que sólo era en-sí-para-ella. Así pues, en cuanto en su objeto ella encuentra que su saber no se corresponde [no es conforme] con ese objeto, resulta que el objeto mismo tampoco aguanta; o lo que es lo mismo: el criterio de examen [el criterio de comprobación] cambia cuando aquello de lo que ese criterio viene a ser criterio no se sostiene en el examen [no supera el examen]; y el examen no es entonces solamente un examen del saber, sino también un examen de su criterio [es decir, un examen del criterio que se emplea en el examen].

Algunas aclaraciones

X10X

Pero precisamente porque nosotros nos limitamos a mirar, mientras es la conciencia la que se examina a sí misma en orden a decidir si (y cuándo) su concepto es conforme con el en-sí, resulta que el punto en que ello se decida, si es que tal cosa es decidible, será aquel en que nosotros estamos esperando a la conciencia. Con lo cual la conciencia habrá llegado a donde nosotros estamos. Y, correlativamente, a la posición en la que nosotros estamos (la de científicos, la de la ciencia, la del saber garantizado) le habrá dado alcance la conciencia misma mediante su propia experiencia y movimiento, de modo que también ella estará donde nosotros estamos; por tanto, esa conciencia es la nuestra, somos nosotros, que así nos habremos quedado claros respecto a nuestra propia posición, cosa que no nos sucederá hasta que la conciencia que nosotros convertimos en tema no nos alcance a nosotros que la convertimos en tema, sólo entonces nos sabremos, nos habremos dado alcance a nosotros mismos. Así pues, desde el principio la exposición es una fabula que de nobis narratur. La fábula es toda ella una rememoración, una Odisea del espíritu humano. Pero, ¿rememoración de qué? Precisamente del carácter absoluto del en-sí que resulta ser yo, nosotros, el saber, que así se habrá convertido en en-y-para-sí.

X11X

Pese a que la cosa en sí es un concepto límite, ha irrumpido ya siempre en la conciencia, se ha entrometido en ella, queda ya dentro de ella, y se ha convertido en el destino de ésta, en aquello que la va a empujar, introduciendo en ella una fundamental diferencia de ella respecto de sí.

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Conversaciones en Madrid

[85] [157] Pero no sólo por ese lado en que concepto y objeto, el patrón de medida y lo que hay que examinar, se hallan presentes en la conciencia misma, resulta superfluo que añadamos nosotros nada; sino que, también, quedamos dispensados del trabajo de la comparación de ambos y del examen propiamente dicho, de manera que, en tanto que la conciencia se examina a sí misma, a nosotros, de este lado, no nos queda más que el puro mirar atentamente. Pues la conciencia es, por una parte, conciencia del objeto, por otra, conciencia de sí misma; conciencia de lo que a ella le es lo verdadero, y conciencia de su saber acerca de ello. Siendo ambas cosas para ella misma, ella misma es la comparaión de ambas: si su saber acerca del objeto corresponde a éste o no, eso es algo que llega a ser para ella misma. Ciertamente, parece que el objeto es para la conciencia misma sólo tal como ella lo sabe a él; parecería, por así decirlo, que ella no puede ir detrás de él a donde él es, no para ella, sino en sí, y que tampoco puede, por tanto, examinar en él su saber. Pero justo en el simple hecho de que ella sepa acerca de un objeto viene ya dada la diferencia de que algo sea lo en sí a sus ojos, mientras que el saber, o el ser del objeto para la conciencia, es otro momento. El examen se basa en esta diferenciación que viene ya dada. Si, al hacer esta comparación, ambas cosas no se corresponden, parece que la conciencia tiene que alterar su saber para hacerlo adecuado al objeto, pero, de hecho, al alterar el saber, se le altera a la conciencia también el objeto mismo; pues el saber que hay es, esencialmente, un saber acerca del objeto; con el saber, también el objeto deviene otro, pues él pertenecía esencialmente al saber. Y así le resulta a la conciencia que aquello que antes era lo en sí, no es lo en sí, o que sólo era en sí PARA ELLA. Al encontrar, entonces, la conciencia en su objeto que su saber no corresponde a éste, el objeto mismo tampoco se sostiene; o bien, el patrón de medida del examen se altera si aquello de lo cual él debía ser patrón no resiste el examen; y el examen no sólo es un examen del saber, sino también de su patrón de medida.

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Conversations in Washington

[85] [85]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, from this aspect not only will it be superfluous for us to add anything and not only because concept and object, the standard and what is to be examined, are present in consciousness itself. Rather, we are lifted above comparing the two and conducting a genuine examination such that, while consciousness examines its own self, the only thing that remains to us is purely to look on.4reine Zusehen: “be simply an onlooker” This is so because consciousness is, on the one hand, consciousness of the object, and on the other hand, it is consciousness of its own self. It is consciousness of what, to it, is the true, as well as consciousness of its knowing of the true. While both are for the same consciousness, consciousness itself is their comparison. It is an issue for that consciousness whether or not its knowing of the object corresponds to the object. To be sure, for consciousness, the object seems to be such only in the manner that consciousness knows it; consciousness seems, as it were, to be incapable of getting behind the object to the object as it is in itself and not as the object is for consciousness. However, consciousness therefore also seems to be incapable in its own self of testing its knowing of the object. Yet precisely because consciousness knows of an object at all, there is already present the difference that something is, to consciousness, the in-itself, but another moment is knowing, or the being of the object for consciousness. It is upon this difference which is present that the testing depends. If, in this comparison, the two do not correspond to one another, then it seems as if consciousness must alter its knowing in order to make it adequate to the object. However, in knowing’s alteration, the object itself is, to consciousness, also in fact altered; for the knowing which is present was essentially a knowing of the object; along with the knowing, the object also becomes something different, for it belonged essentially to this knowing. Thus to consciousness it comes to be the case that what, to it, was previously the in-itself, is not in itself, or that it was in itself only for consciousness. While it therefore finds on its object’s part that its knowing does not correspond to the object, the object itself also does not endure. That is, the standard for the examination is altered when that for which it was supposed to be the standard itself fails the examination, and the examination is not only an examination of knowing but also an examination of the standard of knowing.

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Conversaciones en el Atrium

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