Gespräche in der Dämmerung 00080

Parte de:

Introducción [Einleitung]

 

[Avance hacia el verdadero saber]

Gespräche in Jena

[80] Das Ziel aber ist dem Wissen ebenso notwendig als die Reihe des Fortganges gesteckt; es ist da, wo es nicht mehr über sich selbst hinauszugehen nötig hat, wo es sich selbst findet und der Begriff dem Gegenstande, der Gegenstand dem Begriffe entspricht. Der Fortgang zu diesem Ziele ist daher auch unaufhaltsam, und auf keiner früheren Station ist Befriedigung zu finden. Was auf ein natürliches Leben beschränkt ist, vermag durch sich selbst nicht über sein unmittelbares Dasein hinauszugehen; aber es wird durch ein Anderes darüber hinausgetrieben, und dies Hinausgerissenwerden ist sein Tod. Das Bewußtsein aber ist für sich selbst sein Begriff, dadurch unmittelbar das Hinausgehen über das Beschränkte und, da ihm dies Beschränkte angehört, über sich selbst; mit dem Einzelnen ist ihm zugleich das Jenseits gesetzt, wäre es auch nur, wie im räumlichen Anschauen, neben dem Beschränkten. Das Bewußtsein leidet also diese Gewalt, sich die beschränkte Befriedigung zu verderben, von ihm selbst. Bei dem Gefühle dieser Gewalt mag die Angst vor der Wahrheit wohl [74] zurücktreten und sich dasjenige, dessen Verlust droht, zu erhalten streben. Sie kann aber keine Ruhe finden, es sei, daß sie in gedankenloser Trägheit stehen bleiben will – der Gedanke verkümmert die Gedankenlosigkeit, und seine Unruhe stört die Trägheit – oder daß sie als Empfindsamkeit sich befestigt, welche alles in seiner Art gut zu finden versichert; diese Versicherung leidet ebenso Gewalt von der Vernunft, welche gerade darum etwas nicht gut findet, insofern es eine Art ist. Oder die Furcht der Wahrheit mag sich vor sich und anderen hinter dem Scheine verbergen, als ob gerade der heiße Eifer für die Wahrheit selbst es ihr so schwer, ja unmöglich mache, eine andere Wahrheit zu finden als die einzige der Eitelkeit, immer noch gescheiter zu sein als jede Gedanken, welche man aus sich selbst oder von anderen hat; diese Eitelkeit, welche sich jede Wahrheit zu vereiteln, daraus in sich zurückzukehren versteht und an diesem eigenen Verstande sich weidet, der alle Gedanken immer aufzulösen und statt alles Inhalts nur das trockene Ich zu finden weiß, ist eine Befriedigung, welche sich selbst überlassen werden muß; denn sie flieht das Allgemeine und sucht nur das Fürsichsein.

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Conversaciones en Valencia

[Avance hacia el verdadero saber]

[80] Pero la meta es tan necesaria al saber, como fijada le viene a éste la serie de hitos o figuras de su desenvolvimiento; la meta estará ahí cuando el saber ya no necesite ir más allá de sí mismo, cuando se encuentre a sí mismo [cuando se dé alcance a sí mismo], y el concepto se corresponda con el objeto y éste se corresponda con el concepto. El avance hacia esta meta es, por tanto, incontenible, y en ninguna abstracción anterior es posible encontrar satisfacción. Lo que se ve limitado o restringido a una vida natural no es capaz de ir por sí mismo más allá de su existencia inmediata; pero es empujado fuera de ella por otro, y este verse desgarrado y deshecho hacia fuera es muerte [es decir, la muerte de eso que se ve restringido a una existencia inmediata]. Pero la conciencia es para sí misma su concepto XX8X1La conciencia no es conciencia sin saberse, sin serse ella idea de sí, y, por tanto, la conciencia no es sin diferencia consigo, no es sin quedar más allá de sí. y, por tanto, la conciencia es inmediatamente un ir más allá de lo restringido o limitado, y como eso restringido o limitado le pertenece [pertenece a la conciencia], la conciencia es inmediatamente un ir más allá de sí misma; pues con lo particular [o con el particular, mit dem Einzelnen, es decir, al versar la conciencia sobre algo particular, o sobre la cosa suelta que fuere] [o también: pues con lo particular, al ser la conciencia conciencia de un particular], le viene puesto a la vez a la conciencia su más allá, aunque sólo sea (como ocurre en la intuición espacial) un más-allá que queda junto a lo restringido y limitado [es decir, aunque se trate de un más allá que no hace sino quedar al lado de lo restringido y limitado]. La conciencia sufre, por tanto, de esta violencia, a saber: la de tener que estropearse ella sistemáticamente a sí misma su satisfacción limitada, y estropeársela por ella misma [es decir, por la propia estructura de la conciencia]. Ante el sentimiento de esta violencia puede que el temor y la angustia se retraigan ante la verdad, buscando, mediante esa retracción, mantener y conservar aquello cuya pérdida amenaza ahí como inminente. Pero ese miedo y angustia no podrán encontrar reposo alguno, ya sea que quieran mantenerse en una pereza, desidia, o laxitud carentes de pensamiento, pues el pensamiento arruina el tomarse las cosas a la ligera [es decir, arruina la falta de pensamiento] y la inquiescencia del pensamiento perturba aquella negligencia o desidia; ya sea que ese miedo y angustia traten de consolidarse como una peculiar sensitividad que asegura encontrar que todo está bien en su especie [o que todo es bueno en su especie, es decir, que todo es bueno en su clase o especie]; y esta aseveración no tiene asimismo más remedio que experimentar violencia por parte de la razón, la cual, en cuanto precisamente una cosa es una especie, empieza a encontrar en ella algo que no está bien XX9X2Aquí hay una alusión al empleo peyorativo del término espêce que se hace en Le Neveu de Rameau de Denis Diderot en el sentido «¡vaya tipo!»; o de «todo un ejemplar». [precisamente por restringida]. O también el miedo a la verdad puede ocultarse, así ante sí mismo como ante los demás, tras la apariencia de que fuese precisamente el ardiente celo por la verdad misma lo que a ese miedo o a esa angustia les hace difícil e incluso imposible encontrar otra verdad que aquella que consiste tan sólo en la vanidad de creerse uno aún más listo que todo pensamiento que uno pueda tener por uno mismo o mediante otros; esta vanidad que se las arregla para frustrar toda verdad, y para retornar a sí misma [prevaleciendo como tal vanidad], y que se apacienta en esa su propia autocomprensión, una autocomprensión que saber hacer trizas toda idea y que en lugar de cualquier contenido no acaba encontrando sino el seco yo, es una satisfacción que hay que dejarla a su propia suerte, pues rehuye lo universal y tan sólo busca el ser-para-sí.

Algunas aclaraciones

XX8X = La conciencia no es conciencia sin saberse, sin serse ella idea de sí, y, por tanto, la conciencia no es sin diferencia consigo, no es sin quedar más allá de sí.

XX9X = Aquí hay una alusión al empleo peyorativo del término espêce que se hace en Le Neveu de Rameau de Denis Diderot en el sentido «¡vaya tipo!»; o de «todo un ejemplar».

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Conversaciones en Madrid

[80] Pero la meta le está fijada al saber tan necesariamente como la serie del proceso; está allí donde el saber ya no tenga necesidad de ir más allá de sí mismo, donde se encuentre a sí mismo, y el concepto corresponda al objeto, y el objeto al concepto. Por eso, el proceso hasta esta meta es también imparable, y no puede encontrar satisfacción en ninguna estación anterior. Lo que está limitado a una vida natural no puede ir por sí mismo más allá de su existencia inmediata; mas hay algo otro que lo empuja más allá, y este ser-arrancado es su muerte. La conciencia, en cambio, es para sí misma su concepto: por eso, ella es, inmediatamente, el salir más allá de lo limitado y, como eso limitado forma parte de ella, es el salir más allá de sí misma: con lo singular le viene puesto, a la vez, el más allá, aunque sólo sea junto a lo limitado, como ocurren en la intuición espacial. De modo que la conciencia se hace sufrir a sí misma esta violencia de estropearse su satisfacción limitada. Al sentir esta violencia, bien puede ser que la angustia retroceda ante la verdad y se afane por conservar aquello cuya pérdida ve amenazada. Mas no puede encontrar reposo alguno: si quiere quedarse detenida en la indolencia carente de pensamiento, el pensamiento marchita la falta de pensamiento, y su inquietud perturba la indolencia; o, si se ancla firmemente en la receptividad sentimental XX*X,3Vide infra Algunas aclaraciones XX*X. que asevera encontrarlo todo bien en su especie X58X,4Vide infra Algunas aclaraciones X58X. esta aseveración sufre igualmente violencia por parte de la razón, la cual encuentra que algo no es bueno precisamente porque es una especie, y en la medida en que es. O bien, el temor a la verdad puede ocultarse de sí y de los otros detrás de la apariencia de que es justamente el ardoroso celo por la verdad lo que le hace tan difícil, incluso imposible, encontrar otra verdad que la verdad única de la vanidad de ser siempre más listo que cualquier pensamiento que pueda tenerse, ya venga de uno mismo o de otros; esta vanidad que sabe cómo frustrar toda verdad para retirarse dentro de sí misma, y que se solaza en el entendimiento propio, el cual siempre sabe cómo disolver todos los pensamientos para encontrar, en lugar de cualquier contenido, sólo el escueto yo, esa vanidad es una satisfacción a la que hay que dejar abandonada a sí misma, pues huye de lo universal y sólo busca el ser-para-sí.

Algunas aclaraciones

XX*X

La Empfindsamkeit, como sobrevaloración de los sentimientos para lo moral y lo estético, lo que también podríamos llamar «sentimentalismo», corresponde, en realidad, a todo un movimiento intelectual, o disposición anímica cultural, surgido en el siglo XVIII al final del racionalismo. Aunque su origen estaba en Francia y, especialmente, en Inglaterra, fue particularmente importante en Alemania, donde justamente se creo el neologismo «empfindsam» para traducir el «sentimental» inglés de Richardson, A Sentimental Journey to France and ltaly. En Alemania, se asociaba a la literatura (Klopstock, Sophie de la Roche, o incluso el Werther del joven Goethe), pero su correspondencia religiosa con el pietismo era clara.

X58X

in seiner Art. Podría traducirse también: «a su modo», o «a su manera». La palabra Art significa la especie a que una cosa pertenece, como su modo o manera de ser. Hegel juega aquí —y lo hará varias veces en el libro— con este doble significado.

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Conversations in Washington

[80] [80]5We kept the numeration given by the editor in the printed edition However, to knowing, the goal is as necessarily fixed as is the series of the progression; the goal is the point at which knowing no longer needs to go beyond its own self, where knowing itself finds itself, and where the concept corresponds to the object and the object to the concept. The progression towards this goal is thus also unrelenting, and at no earlier station is satisfaction to be found. Whatever is limited to a natural life is not on its own capable of going beyond its immediate existence; but it is driven out beyond its immediate existence by an other, and this being torn out of itself is its death. But consciousness is for its own self its concept; as a result it is immediately the going beyond the restricted, and, since this restriction belongs to consciousness, consciousness is the going beyond of its own self; with the singular, the beyond is, to consciousness, simultaneously posited, even if the beyond is only posited as it is in spatial intuition alongside the limited. Consciousness therefore suffers this violence at its own hands and brings to ruin its own restricted satisfaction. With the feeling of this violence, anxiety over the truth might well withdraw and strive to hold on to what it is in danger of losing. But this anxiety can find no rest; even if it wants to remain in thoughtless indolence, thought spoils the thoughtlessness, and its unrest disturbs the indolence; or even if it fortifies itself with a sensibility which assures that everything is to be found good as the type it is, this assurance likewise suffers violence at the hands of reason which straightaway finds that something is not good precisely because it is that type of thing. That is, the fear of truth may conceal itself from itself and from others behind the pretense that it is precisely the ardent zeal for truth which makes it so difficult, and indeed impossible, to find any truth other than vanity’s own truth of being always still cleverer than any thought that one gets either from oneself or from others. This vanity – which understands how to thwart every truth so that it retreats back into itself and which revels in this its own understanding (an understanding which always knows how to bring all thoughts to dissolution and how to find, in place of all content, only the arid I) – is a satisfaction which must be left to itself, for it flees from the universal and seeks only being-for-itself.

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Conversaciones en el Atrium

EN CONSTRVCCION

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