Gespräche in der Dämmerung 00070
Parte de:
Prefacio (Prólogo) [Vorrede]
[El filosofar natural como genialidad y como sano sentido común]
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Gespräche in Jena
[70] Wenn nach einem königlichen Wege zur Wissenschaft gefragt würde, so kann kein bequemerer angegeben werden als der, sich auf den gesunden Menschenverstand zu verlassen und, um übrigens auch mit der Zeit und mit der Philosophie fortzuschreiten, Rezensionen von philosophischen Schriften, etwa gar die Vorreden und ersten Paragraphen derselben zu lesen; denn diese geben die allgemeinen Grundsätze, worauf alles ankommt, und jene neben der historischen Notiz noch die Beurteilung, die sogar, weil sie Beurteilung ist, über das Beurteilte hinaus ist. Dieser gemeine Weg macht sich im Hausrocke; aber im hohenpriesterlichen Gewände schreitet das Hochgefühl des Ewigen, Heiligen, Unendlichen einher – einen Weg, der vielmehr schon selbst das unmittelbare Sein im Zentrum, die Genialität tiefer origineller Ideen und hoher Gedankenblitze ist. Wie Jedoch solche Tiefe noch nicht den Quell des Wesens offenbart, so sind diese Raketen noch nicht das Empyreum. Wahre Gedanken und wissenschaftliche Einsicht ist nur in der Arbeit des Begriffs zu gewinnen. Er allein kann die Allgemeinheit des Wissens hervorbringen, welche weder die gemeine Unbestimmtheit und Dürftigkeit des gemeinen Menschenverstandes, sondern gebildete und vollständige Erkenntnis, noch die ungemeine Allgemeinheit der durch Trägheit und Eigendünkel von Genie sich verderbenden Anlage der Vernunft, sondern die zu ihrer einheimischen Form gediehene Wahrheit [ist], – welche fähig ist, das Eigentum aller selbstbewußten Vernunft zu sein.
Conversaciones en Valencia
[70] Si se preguntase cuál es el camino regio para la ciencia, no podría darse otra respuesta más cómoda que la siguiente: atenerse al sano sentido común, y, por lo demás, para seguir también la marcha de los tiempos y de la filosofía, leer recensiones de escritos filosóficos, y, de éstos, leer, por ejemplo los prefacios y los primeros parágrafos, pues éstos contienen los principios generales en los que en definitiva está todo, y las recensiones, aparte de datos históricos y de datos de contexto, nos suministran además un juicio, el cual, precisamente porque es un juicio, se supone que está ya más allá de lo enjuiciado. Este camino común se hace, por decirlo así, en batín; el otro, es decir, el del alto sentimiento de lo eterno, de lo santo, de lo infinito, se hace revistiéndose uno de ornamentos de sumo sacerdote y tomando por centro el ser inmediato y la genialidad de profundas ideas originales y de súbitas y subidisimas iluminaciones del pensamiento. Pero como tales profundidades no son todavía la revelación de la fuente de la esencia [no llegan todavía a la fuente que es la esencia], resulta que esos cohetes no alcanzan todavía el empíreo ni son todavía el empíreo. Y es que ideas [Gedanken] verdaderas y una visión científica de las cosas sólo pueden obtenerse en el trabajo del concepto y con el trabajo del concepto. Pues sólo el concepto puede suscitar, promover y producir una universalidad del saber que no sea ni la comunal y ordinaria indeterminidad y penuria del sentido común, sino un conocimiento bien formado y completo, ni tampoco la descomunal universalidad de unas dotes racionales echadas a perder por la incuria y la arrogancia del genio, sino la de una verdad que haya madurado hasta cobrar la forma que le es nativa, de una verdad que, por tanto, sea capaz de convertirse en propiedad de toda razón autoconsciente X85X.1Así pues, nada de reiteraciones inmediatas del entusiasmo platónico, ni tampoco discursos edificantes atenidos a lo alcanzable por el sentido común, sino el seco Platón del Parménides, el Teeteto, El sofista y el Filebo, el rigor y precisión especulativa de la definición aristotélica, que recogerla lo mejor de ese Platón, y el rigor conceptual del proceder de Kant.
Algunas aclaraciones
X85X = Así pues, nada de reiteraciones inmediatas del entusiasmo platónico, ni tampoco discursos edificantes atenidos a lo alcanzable por el sentido común, sino el seco Platón del Parménides, el Teeteto, El sofista y el Filebo, el rigor y precisión especulativa de la definición aristotélica, que recogerla lo mejor de ese Platón, y el rigor conceptual del proceder de Kant.
Conversaciones en Madrid
[70] Si se preguntase por una calzada real hacia la ciencia XX*X,2Vide infra Algunas aclaraciones XX*X. no puede indicarse ningún camino más cómodo que el de confiarse al sano sentido común y, por lo demás, a fin de andar a la par con el tiempo y con la filosofía, leer recensiones de escritos filosóficos, y si hace falta, incluso los prólogos y los primeros párrafos de los mismos, pues éstos ofrecen ya los principios generales de los que todo depende, y aquéllas, a más de dar noticia histórica, proporcionan un juicio, el cual, además, por ser juicio, está mucho más allá de lo enjuiciado. Este camino ordinario puede hacerse con el batín puesto, mientras con ropaje pontifical avanza solemnemente el augusto sentimiento de lo eterno, lo sagrado y lo infinito: por un camino que ya es, más bien, por sí mismo, el ser inmediato en el centro, la genialidad de profundas ideas originales y de elevados centelleos mentales. Pero igual que tales profundidades no revelan aún la fuente de la esencia, estos cohetes no son todavía el cielo empíreo. Los pensamientos verdaderos y la intelección científica sólo pueden ganarse en el trabajo del concepto. Sólo el concepto puede producir la universalidad del saber,la cual no es ni la indeterminidad e indigencia ordinarias del sano sentido común, sino el conocimiento culturalmente formado y completo; ni es tampoco la generalidad extraordinaria de esa disposición de la razón que se echa a perder por la indolencia y el engreimiento del genio, sino la verdad que ha madurado hasta su forma nativa, la verdad susceptible de ser patrimonio de toda razón autoconsciente.
Algunas aclaraciones
XX*X = La expresión, que Kant también usó y casi popularizó (cf. KrV B IX). procede, según noticia de Proclo Diádoco, de Euclides. Cuando Ptolomeo le prteguntó si no había otro camino más corto a la geometría que el de sus Elementos, Euclides contestó que él no va por una calzada real hacia la ciencia. Cf. Procli diadochi lycii philosophi platonici ac mathematici probatissimi in primum Euclidis elementorum librum commentarionun ad universam mathematicam disciplinam principium eruditionis tradentium libri III. A Francisco Barocio Patritio Veneto, Padua, 1560, p. 39: «Quin etiam ferunt olim Euclidem a Ptolomaeo interrogatum esset ne aliqua ad Geometriam capessendam Elementari institutione breuior via, respondisse nullam esse via regia, quae ad Geometria ducat»; también Procli diadochi in primum Euclidis elementorum librum commentarii. Ex recognitione Godofredi Friedlein, Leipzig, 1873, p. 68.
Conversations in Washington
[70] [70]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition No matter how much a man asks for a royal road to science, no more convenient and comfortable way can be suggested to him than to put his trust in healthy common sense, and then for what else remains, to advance simply with the times and with philosophy, to read reviews of philosophical works, and perhaps even to go so far as to read the prefaces and the first paragraphs of the works themselves. After all, the preface provides the general principles on which everything turns, and the reviews provide both the historical memoranda and the critical assessment which, because it is a critical assessment, is on a higher plane than what it assesses. One can of course traverse this ordinary path in one’s dressing-gown. However, if one is to take exaltation in the eternal, the holy, and the infinite, then one should take one’s strides on that path when clad in the vestments of the high priest – a path which itself already has instead Immediate Being at its center, and which consists in the inspired resourcefulness of deep and original Ideas and of the lightning flashes of elevated thought. But in the same way that those depths do not reveal the wellspring of the essence, these sky-rockets are not yet the empyrean. True thoughts and scientific insight can only be won by the labor of the concept. Concepts alone can produce the universality of knowing, which is not the common indeterminateness and paltriness of plain common sense, but rather that of culturally mature and accomplished cognition. – It does not bring forth some uncommon universality of a reason whose talents have been ruined by the indolence and self-conceit of genius; rather, it brings forth this truth purified into its native form, which is capable of being the possession of all self-conscious reason.


Conversaciones en el Atrium
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