Gespräche in der Dämmerung 00053
Parte de:
Prefacio (Prólogo) [Vorrede]
[El formalismo en versión de filosofía de la naturaleza]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[52] Die Wissenschaft darf sich nur durch das eigene Leben des Begriffs organisieren; in ihr ist die Bestimmtheit, welche aus dem Schema äußerlich dem Dasein aufgeklebt wird, die sich selbst bewegende Seele des erfüllten Inhalts. Die Bewegung des Seienden ist, sich einesteils ein Anderes und so zu seinem immanenten Inhalte zu werden; andernteils nimmt es diese Entfaltung oder dies sein Dasein in sich zurück, d.h. macht sich selbst zu einem Momente und vereinfacht sich zur Bestimmtheit. In jener Bewegung ist die Negativität das Unterscheiden und das Setzen des Daseins; in diesem Zurückgehen in sich ist sie das Werden der bestimmten Einfachheit. [51] Auf diese Weise ist es, daß der Inhalt seine Bestimmtheit nicht von einem anderen empfangen und aufgeheftet zeigt, sondern er gibt sie sich selbst und rangiert sich aus sich zum Momente und zu einer Stelle des Ganzen. Der tabellarische Verstand behält für sich die Notwendigkeit und den Begriff des Inhalts, das, was das Konkrete, die Wirklichkeit und lebendige Bewegung der Sache ausmacht, die er rangiert, oder vielmehr behält er dies nicht für sich, sondern kennt es nicht; denn wenn er diese Einsicht hätte, würde er sie wohl zeigen. Er kennt nicht einmal das Bedürfnis derselben; sonst würde er sein Schematisieren unterlassen oder wenigstens sich nicht mehr damit wissen als mit einer Inhaltsanzeige; er gibt nur die Inhaltsanzeige, den Inhalt selbst aber liefert er nicht. – Wenn die Bestimmtheit, auch eine solche wie z. B, Magnetismus, eine an sich konkrete oder wirkliche ist, so ist sie doch zu etwas Totem herabgesunken, da sie von einem anderen Dasein nur prädiziert und nicht als immanentes Leben dieses Daseins, oder wie sie in diesem ihre einheimische und eigentümliche Selbsterzeugung und Darstellung hat, erkannt ist. Diese Hauptsache hinzuzufügen, überläßt der formelle Verstand den anderen. – Statt in den immanenten Inhalt der Sache einzugehen, übersieht er immer das Ganze und steht über dem einzelnen Dasein, von dem er spricht, d.h. er sieht es gar nicht. Das wissenschaftliche Erkennen erfordert aber vielmehr, sich dem Leben des Gegenstandes zu übergeben oder, was dasselbe ist, die innere Notwendigkeit desselben vor sich zu haben und auszusprechen. Sich so in seinen Gegenstand vertiefend, vergißt es jener Übersicht, welche nur die Reflexion des Wissens aus dem Inhalte in sich selbst ist. Aber in die Materie versenkt und in deren Bewegung fortgehend, kommt es in sich selbst zurück, aber nicht eher als darin, daß die Erfüllung oder der Inhalt sich in sich zurücknimmt, zur Bestimmtheit vereinfacht, sich selbst zu einer Seite eines Daseins herabsetzt und in seine [52] höhere Wahrheit übergeht. Dadurch emergiert das einfache sich übersehende Ganze selbst aus dem Reichtume, worin seine Reflexion verloren schien.
Conversaciones en Valencia
[53] La ciencia sólo puede organizarse [o sólo debe organizarse] mediante la propia vida del concepto; en la ciencia esa determinidad que [en el procedimiento que estamos describiendo] se toma simplemente del esquema y se le pega a la existencia externamente, esa determinidad, digo, no es en la ciencia sino el alma misma del contenido cuando éste lo es en pleno [y no sólo esquemáticamente], cuando éste es un contenido lleno. El movimiento de lo que hay, de lo que está ahí, consiste, por un lado, en convertirse en otro, deviniendo ello así su propio contenido inmanente [deviniendo eso otro o ese ser-otro el contenido inmanente de lo que hay]; pero, por otra parte, eso que hay reasume en sí ese su despliegue o esa su existencia, es decir, se convierte a sí mismo en un momento y se simplifica convirtiéndose en determinidad. En aquel movimiento [en el movimiento de ida] la negatividad consiste en el distinguir y en el poner la existencia; y en este retornar, en este retornar sobre sí [es decir, en el movimiento de vuelta] la negatividad consiste en el devenir, en el formarse, en el cuajar la simplicidad determinada [es decir, la determinación simple]. Y es de esta manera como el contenido recibe su determinidad no de otro, y la muestra no como si esa determinidad le hubiese sido pegada, sino que el contenido se da esa determinidad a sí mismo y se ordena a sí mismo como un momento y como ocupando una determinada posición en el Todo. El entendimiento tabular mantiene la necesidad y el concepto del contenido [o la necesidad de contenido y el concepto de contenido], como siendo éstos de por sí, es decir, mantiene aquello que constituye lo concreto, la realidad y el movimiento vivo de la cosa que ese entendimiento ordena en la tabla, o más bien, mantiene todo eso, pero no como siendo ello de por sí y para sí, sino que eso simplemente lo desconoce; pues si tuviese tal visión o tal comprensión, ciertamente la mostraría. Ese entendimiento no conoce siquiera la necesidad de ellos [no conoce siguiera el necesitarlos, no conoce siquiera el necesitar la necesidad y el concepto de contenido]; pues si no, dejaría la esquematización, o por lo menos dejaría de entender esa esquematización como una mera indicación [Anzeige] de contenido [es decir, dejaría de entenderla como la entiende, esto es, como indicación de contenido]; ese entendimiento sólo da esa indicación de contenido, pero no proporciona el contenido mismo. — Si una determinidad, incluso una determinidad como, por ejemplo, el magnetismo, es una determinidad concreta y viva, esa determinidad queda rebajada a algo muerto, por no quedar sino predicada de una existencia distinta [por no quedar convertida sino en un predicado que se pega a esa existencia distinta, en determinidad que se predica de otra cosa, de la cosa con propiedades magnéticas] y por no ser conocida y reconocida como vida inmanente de esa existencia, o tal como [esa determinidad] tiene en esa existencia la peculiar autogeneración que le es propia. El añadir este asunto, que es el principal, es algo que el entendimiento formal deja para otros. — Pues en lugar de entrar en el contenido inmanente de la cosa, está mirando siempre el todo [tiene siempre a la vista el todo] y queda por encima de la existencia particular de la que habla, es decir, ni siquiera llega a verla en absoluto. Ahora bien, el conocimiento científico exige, más bien, entregarse a la vida del objeto, o lo que es lo mismo: no perder de vista la interna necesidad de ese objeto y expresarla. Y profundizando así en el objeto [sumiéndose así en la profundidad del objeto], el conocimiento científico olvida aquel mirar de conjunto, aquel mirar en conjunto, aquel mirar por encima, que no es sino el quedar reflectido sobre sí mismo el saber desde ese su contenido. Lo cual no quiere decir que sumiéndose en la materia y prosiguiendo en el movimiento de ésta, ese conocimiento no retorne él a sí mismo, pero no antes de que la plenitud del contenido se reasuma en sí misma o en sí mismo, se simplifique en determinidad, y se rebaje hasta no constituir sino un lado de una existencia y pase así a su verdad superior [a la verdad superior de ese contenido]. Es así como el Todo simple abarcándose a sí mismo en conjunto y quedándose a sí mismo a la vista emerge de la riqueza en la que su reflexión [en la que la reflexión de él, en la que la reflexión acerca de él] parecía perdida.
Conversaciones en Madrid
[53] La ciencia sólo puede lícitamente organizarse por medio de la vida propia del concepto; la determindad que se saca del esquema y se pega externamente en la existencia es, en la ciencia, el alma automoviéndose del contenido lleno y cumplido. El movimiento de lo ente, por una parte, es un llegar a serse otro y convertirse así en su contenido inmanente; por otra parte, lo ente recoge dentro de sí este despliegue o ese existir suyo, es decir, hace de sí mismo un momento, y se simplifica en una determinidad. En ese movimiento, la negatividad es el diferenciar y el poner la existencia; en este retornar dentro de sí, la negatividad es el llegar a ser simplicidad deterninada. De este modo es como el contenido muestra que no ha recibido su determinidad de otro que se la ha pegado encima, sino que se la da él a sí mismo y se alinea a partir de sí como un momento y como una posición en el todo. El entendimiento tabular se reserva para sí la necesidad y el concepto del contenido, eso que constituye lo concreto, la realidad efectiva y el movimiento viviente de la cosa que está clasificando; o mejor dicho, no se reserva esto para sí, sino que no tiene noticia de él; pues si tuviera esta inteligencia de las cosas, no cabe duda de que lo mostraría. No conoce ni siquiera la necesidad de esa intelección; si la conociera, dejaría de lado sus esquematizaciones o, al menos, no sabría de ello más que de un índice de contenidos; sólo da el índice, pero el contenido no lo proporciona. — Incluso cuando la determinidad es tal como, por ejemplo, el magnetismo, cuando es una determinidad concreta o realmente efectiva en sí, ha descendido, entonces, a algo muerto, pues sólo está predicada de otra existencia. y no es reconocida como vida inmanente de esta existencia, ni cómo tiene en esta última su exposición y autogeneración más propia y nativa. La tarea de añadir esto, que es lo principal, el entendimiento formal se la deja a otros. — En lugar de penetrar en el contenido inmanente de la cosa, tiene siempre una visión global del todo, y está siempre por encima de la cosa individual de la que habla: o sea, que no la ve para nada. Pero el conocimiento científico requiere, más bien, entregarse a la vida del objeto o, lo que es lo mismo, tener ante sí, y enunciarla, la necesidad interna de éste. Ahondándose de esta manera en su objeto, olvida esa visión global, que no es más que la reflexión del saber dentro de sí mismo a partir del contenido. Él, sin embargo, hundido en la materia y progresando en su movimiento, regresa dentro de sí mismo, pero no antes de que, en el proceso, el relleno o el contenido se recoja dentro de sí, se simplifique en determinidad, se rebaje a sí mismo hasta ser sólo un lado de una existencia, y pase a su verdad superior. Emerge así el todo simple que se ve a sí mismo de modo global a partir de la riqueza en la que parecía haberse perdido su reflexión.
Conversations in Washington
[53] [53]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition Science may organize itself only through the proper life of the concept. The determinateness which was taken from the schema and externally stuck onto existence is in science the self-moving soul of the content which has been brought to fulfillment. On the one hand, the movement of “what is”2Die Bewegung des Seienden consists in becoming an other to itself and thus in coming to be its own immanent content; on the other hand, it takes this unfolding back into itself, or it takes its existence back into itself, which is to say, it makes itself into a moment, and it simplifies itself into determinateness. In that movement, negativity is differentiating and positing of existence; in this latter return into itself, negativity consists in the coming-to-be of determinate simplicity. In this way, the content shows that its determinateness is not first received from an other and then externally pinned onto it; rather, the content gives itself this determinateness, it bestows on itself the status of being a moment, and it gives itself a place in the whole. The understanding, which likes to put everything in its own little pigeon-hole, retains for itself the necessity and the concept of the content which constitutes the concrete, or actuality itself, the living movement of the subject matter which it puts in order, or rather, the understanding does not retain this for itself; it does not get to know3kennt it, for if it were to have this insight, it would surely indicate that it had it. It has no cognizance at all of the need for such insight; if it did, it would refrain from schematizing, or at least it would know that it knows no more than what is made available through a table of contents. A table of contents is all that the understanding offers, but it does not supply the contents itself. – However much determinateness such as, for example, magnetism, is in itself concrete, or is actual, it is nonetheless downgraded to the status of something lifeless since it is only predicated of another existence, and no cognizance4erkannt is taken of the immanent life of this existence, nor of how it has its indigenous and distinctive self-production and exposition. The formal understanding leaves it to others to add this main point. – Instead of entering into the immanent content of the subject matter, the understanding always surveys the whole and stands above the individual existence of which it speaks, or, what amounts to the same thing, it does not see it at all. However, scientific cognition requires instead that it give itself over to the life of the object, or, what is the same thing, that it have the inner necessity of the object before it and that it express this inner necessity. Absorbing itself in its object, it forgets the former overview, which is only a reflection of knowing out of the content and back into itself. However, sunken into the material and advancing in that material’s movement, knowing returns back into itself, but not before the fulfillment, or the content, takes itself back into itself, simplifies itself into determinateness, reduces itself to one aspect of an existence, and passes over into its higher truth. By this movement, the simple whole, surveying itself, emerges out of the wealth in which its reflection seemed to be lost.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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