Gespräche in der Dämmerung 00033
Parte de:
Prefacio (Prólogo) [Vorrede]
[La transformación de los pensamientos en conceptos]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[33] Daß das Vorgestellte Eigentum des reinen Selbstbewußtseins wird, diese Erhebung zur Allgemeinheit überhaupt ist nur die eine Seite, noch nicht die vollendete Bildung. – Die Art des Studiums der alten Zeit hat diese Verschiedenheit von[36] dem der neueren, daß jenes die eigentliche Durchbildung des natürlichen Bewußtseins war. An jedem Teile seines Daseins sich besonders versuchend und über alles Vorkommende philosophierend, erzeugte es sich zu einer durch und durch betätigten Allgemeinheit. In der neueren Zeit hingegen findet das Individuum die abstrakte Form vorbereitet; die Anstrengung, sie zu ergreifen und sich zu eigen zu machen, ist mehr das unvermittelte Hervortreiben des Innern und abgeschnittene Erzeugen des Allgemeinen als ein Hervorgehen desselben aus dem Konkreten und der Mannigfaltigkeit des Daseins. Jetzt besteht darum die Arbeit nicht so sehr darin, das Individuum aus der unmittelbaren sinnlichen Weise zu reinigen und es zur gedachten und denkenden Substanz zu machen, als vielmehr in dem Entgegengesetzten, durch das Aufheben der festen, bestimmten Gedanken das Allgemeine zu verwirklichen und zu begeisten. Es ist aber weit schwerer, die festen Gedanken in Flüssigkeit zu bringen, als das sinnliche Dasein. Der Grund ist das vorhin Angegebene; jene Bestimmungen haben das Ich, die Macht des Negativen oder die reine Wirklichkeit zur Substanz und zum Element ihres Daseins; die sinnlichen Bestimmungen dagegen nur die unmächtige abstrakte Unmittelbarkeit oder das Sein als solches. Die Gedanken werden flüssig, indem das reine Denken, diese innere Unmittelbarkeit, sich als Moment erkennt, oder indem die reine Gewißheit seiner selbst von sich abstrahiert, – nicht sich wegläßt, auf die Seite setzt, sondern das Fixe ihres Sichselbstsetzens aufgibt, sowohl das Fixe des reinen Konkreten, welches Ich selbst im Gegensatze gegen unterschiedenen Inhalt ist, als das Fixe von Unterschiedenen, die, im Elemente des reinen Denkens gesetzt, an jener Unbedingtheit des Ich Anteil haben. Durch diese Bewegung werden die reinen Gedanken Begriffe und sind erst, was sie in Wahrheit sind, Selbstbewegungen, Kreise, das, was ihre Substanz ist, geistige Wesenheiten.
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[La transformación de los pensamientos en conceptos]
[33] [137]1Epígrafe: La transformación de los pensamientos en conceptos El que lo representado se convierta en posesión de la autoconciencia pura, esta elevación a la universalidad, es sólo una parte, pero todavía no es la formación [Bildung] completa. — La forma como se estudiaba antiguamente se diferencia de la forma como se estudia en la actualidad en que aquélla era una conformación o formación de la conciencia natural. Esforzándose particularmente en cada esfera de su existencia y filosofando sobre todo lo que se le ponía a tiro, aquella conciencia se reengendraba hasta convertirse enteramente en una universalidad puesta en activo [es decir, que en cada una de sus esferas se exhibía como tal universalidad]. En la época moderna, en cambio, el individuo encuentra preparada y dispuesta la forma abstracta; el esfuerzo por hacerse con ella y por apropiársela es más bien un inmediato ejercitar el propio interior y un adecuado engendrar lo universal, es más bien eso, digo, que un producirse [o engendrarse] lo universal a partir de lo concreto y de la diversidad de la existencia. Ahora el trabajo no consiste tanto en purificar al individuo de su modo sensible [de ser y de pensar] y de convertirlo en sustancia pensada y en sustancia pensante, sino más bien en lo contrario: suprimir y superar la fijeza de pensamientos determinados y por ese medio realizar lo universal y poner espíritu en lo universal. Pues es mucho más difícil fluidificar las ideas fijas que [fluidificar] la existencia sensible. La razón es la que hemos señalado antes; aquellas determinaciones tienen por sustancia y tienen por elemento de esa existencia al yo, que es el poder de lo negativo o la realidad pura; las determinaciones sensibles en cambio [sólo tienen por sustancia o elemento] la impotente inmediatez abstracta o el ser como tal. Los pensamientos se vuelven fluidos cuando el pensamiento puro, cuando esta interna inmediatez, se reconoce como momento o cuando la pura certeza de sí mismo [cuando la pura certeza que ese pensamiento puro tiene de sí mismo] abstrae de sí; pero no prescindiendo [esa certeza] de sí y dejándose a un lado, sino abandonando [esa certeza] lo fijo de su ponerse-a-sí-misma, tanto lo fijo de eso puramente concreto que es el yo mismo en contraposición con el contenido que se distingue de él, como la fijeza de esas cosas distintas del yo, que, puestas en el elemento del pensamiento puro [en el elemento que representa el pensamiento puro], participan de la incondicionalidad de ese yo. Mediante este movimiento los puros pensamientos [es decir, los puros cogitata] se convierten en conceptos, y sólo así son lo que en verdad son, a saber: automovimientos, círculos, y aquello que es la sustancia de ellos, es decir, el consistir en esencialidades espirituales.2Vide infra Algunas aclaraciones Atrium.
Algunas aclaraciones (por Atrium Philosophicum)
Este párrafo, aunque muy extraño en su primera lectura, representa una de las bases de la metodología de esta Fenomenología del espíritu, según Jiménez Redondo, podríamos comprenderlo realizando una lectura «radicalizada» de Platón, en especial de tres obras, para con ello releer a Aristóteles, véase notas a este recorrido XX2X en 00090 (cap. I) y las Conversaciones en el Atrium en 00295 (cap. V.)
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[33] Que lo representado llegue a ser patrimonio de la autoconciencia, esta elevación hasta la universalidad es solamente uno de los lados; con él no está todavía acabada la formación cultural. El modo de estudio de la Edad Antigua difería del de la Moderna en que aquél era propiamente una formación integral de toda la conciencia natural. Poniéndose a prueba de modo particular en cada parte de su existencia y filosofando sobre todo lo que se ponía delante, esa conciencia se producía a sí misma como una universalidad completamente activa. En la Edad Moderna, en cambio, el individuo encuentra la forma abstracta ya preparada; el esfuerzo de agarrarla y apropiársela es más un hacer salir, sin mediaciones, lo interior y un producir lo universal cortando por lo sano que un brotar de éste mismo a partir de lo concreto y de la multiplicidad de la existencia. Por eso, el trabajo, ahora, no consiste tanto en purificar al individuo del modo sensible inmediato y hacer de él una substancia pensada y pensante, sino, más bien, en lo contrario, en hacer efectivo lo universal e insuflarle espíritu, cancelando los pensamientos determinados y sólidamente fijados. Pero es mucho más difícil dar fluidez a los pensamientos sólidamente fijados que a la existencia sensible. La razón es la que hemos dado antes: aquellas determinaciones tienen al yo, poder de lo negativo o pura efectiva realidad, como substancia y elemento de su existencia; las determinaciones sensibles, por el contrario, sólo tienen la inmediatez abstracta y sin potencia, o el ser como tal. Los pensamientos se fluidifican cuando el pensar puro, esta inmediatez interior, se reconoce como momento, o cuando la pura certeza de sí misma hace abstracción de sí: no es que se abandone, o se ponga a un lado, sino que renuncia a lo que tiene de fijo en su autoposición, tanto lo fijo de lo concreto puro, que es el yo mismo enfrentado contra el contenido diferente, cuanto lo fijo de los diferentes que, puestos en el elemento del pensar puro, tienen su parte en esa incondicionalidad del yo. Por este movimiento, los pensamientos puros devienen conceptos, y sólo entonces son, por primera vez, lo que en verdad son: auto movimientos, círculos; son lo que su substancia es, esencialidades espirituales.
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[33] [33]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition That what is represented becomes a possession of pure self-consciousness, namely, this elevation to universality itself, is only one aspect of cultural formation and is not yet fully perfected cultural formation. – The course of studies of the ancient world is distinct from that of modern times in that the ancient course of studies consisted in a thoroughgoing cultivation of natural consciousness. Experimenting particularly with each part of its existence and philosophizing about everything it came across, the ancient course of studies fashioned itself into an altogether active universality. In contrast, in modern times, the individual finds the abstract form ready-made. The strenuous effort to grasp it and make it his own is more of an unmediated drive to bring the inner to the light of day; it is the truncated creation of the universal rather than the emergence of the universal from out of the concrete, from out of the diversity found in existence. Nowadays the task before us consists not so much in purifying the individual of the sensuously immediate and in making him into a thinking substance which has itself been subjected to thought;4gedachten it consists instead in doing the very opposite. It consists in actualizing and spiritually animating the universal through the sublation of fixed and determinate thoughts. However, it is much more difficult to set fixed thoughts into fluid motion than it is to bring sensuous existence into such fluidity. The reason for this lies in what was said before. The former determinations have the I, the power of the negative, or, pure actuality, as their substance and as the element of their existence, whereas sensuous determinations have their substance only in impotent abstract immediacy, or in being as such. Thoughts become fluid by pure thinking, this inner immediacy, recognizing5erkennt itself as a moment, or, by pure self-certainty abstracting itself from itself – it does not consist in only omitting itself, or, setting itself off to one side. Rather, it consists in giving up the fixity of its self-positing as well as the fixity of the purely concrete, which is the I itself in opposition to the differences of its content – as the fixity of differences which, posited as existing in the element of pure thinking, share that unconditionality of the I. Through this movement, pure thoughts become concepts, and are for the first time what they are in truth: self-moving movements, circles, which are what their substance is; namely, spiritual essentialities.
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