Gespräche in der Dämmerung 00807

Parte de:

C. (DD.) El saber absoluto [C. (DD.) Das absolute Wissen] / VIII: El saber absoluto [VIII. Das absolute Wessen]

 

[3.8. La kenosis del concepto; concepto, naturaleza e historia; el recuerdo y la revelación de lo profundo; de la Lógica a la «filosofía real»]

Gespräche in Jena

[807] Doch ist diese Entäußerung noch unvollkommen; sie drückt die Beziehung der Gewißheit seiner selbst auf den Gegenstand aus, der eben darin, daß er in der Beziehung ist, seine völlige Freiheit nicht gewonnen hat. Das Wissen kennt nicht nur sich, sondern auch das Negative seiner selbst oder seine Grenze. Seine Grenze wissen heißt, sich aufzuopfern wissen. Diese Aufopferung ist die Entäußerung, in welcher der Geist sein Werden zum Geiste in der Form des freien zufälligen Geschehens darstellt, sein reines Selbst als die Zeit außer ihm und ebenso sein Sein als Raum anschauend. Dieses sein letzteres Werden, die Natur, ist sein lebendiges unmittelbares Werden; sie, der entäußerte Geist, ist in ihrem Dasein nichts als diese ewige Entäußerung ihres Bestehens und die Bewegung, die das Subjekt herstellt.

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Conversaciones en Valencia

[807] Pero esta enajenación es todavía imperfecta; esta enajenación expresa la relación de la certeza de sí mismo [de la certeza que el saber tiene acerca de sí mismo] con el objeto, el cual objeto, precisamente por ello, por estar en relación, todavía no ha cobrado su plena libertad. Pues bien, el saber no sólo se conoce sólo a sí mismo, sino que también conoce lo negativo de sí mismo o la negación de sí mismo [es decir, el objeto del conocimiento como aquello que no es el conocimiento], o su límite. Saber su límite significa saber sacrificarse a sí mismo. Este sacrificio es la enajenación en la que el espíritu expone [o representa, o desarrolla] su convertirse en espíritu, en forma de un acontecer contingente, suelto [en el modo de] tener ahí delante a la vista [de «intuir», de estar viendo ahí] su propio self como tiempo fuera de él [o como el tiempo fuera de él], y también [en el modo de tener ahí delante a la vista, de «intuir», de estar viendo ahí] su ser [Seyn] como espacio. Este su último devenir [o esta parte de su devenir, es decir, el desenvolvimiento del ser espacio-temporal]; o sea, la naturaleza, es su devenir vivo inmediato [del espíritu]; ella, es decir, la naturaleza, es decir, el espíritu enajenado, no es en su existencia [en la existencia de la naturaleza] otra cosa que esta eterna enajenación en que su estar ahí consiste [en que el estar ahí de la naturaleza consiste], y el movimiento por el que se produce el sujeto [o el movimiento que genera al sujeto].

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Conversaciones en Madrid

[807] Sin embargo, este despojamiento y exteriorización es todavía imperfecto; expresa la referencia de la certeza de sí mismo hacia el objeto, el cual, precisamente al estar en la referencia, no ha ganado su libertad plena. El saber no sólo se conoce a sí, sino también lo negativo de sí mismo, o su límite. Saber su límite significa saber sacrificarse. Este sacrificio es el despojamiento o exteriorización en que el espíritu expone su llegar a ser espíritu en la forma del libre y contingente acontecer, contemplando su puro sí-mismo como el tiempo fuera de él, e igualmente, contemplando su ser como espacio. Este último devenir suyo, la naturaleza, es su devenir vivo e inmediato: ella, espíritu exteriorizado, no es en su existencia otra cosa que este eterno despojamiento de su persistir y el movimiento que produce al sujeto.

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Conversations in Washington

[807] [807]1We kept the numeration given by the editor in the printed edition Nonetheless, this relinquishing is still incomplete. It expresses the relation of self-certainty to the object, an object which, just by being in the relation, has not yet attained its full freedom. Knowing is acquainted not only with itself, but also with the negative of itself, or its limit. To know its limit means to know that it is to sacrifice itself. This sacrifice is the relinquishing in which spirit exhibits its coming-to-be spirit in the form of a free contingent event, and it intuits outside of itself its pure self as time and likewise intuits its being as space. This final coming-to-be, nature, is its living, immediate coming-to-be. Nature, or relinquished spirit, is in its existence nothing but this eternal relinquishing of its stable existence and the movement which produces the subject.

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Conversaciones en el Atrium

EN CONSTRVCCION

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