Gespräche in der Dämmerung 00797
Parte de:
C. (DD.) El saber absoluto [C. (DD.) Das absolute Wissen] / VIII: El saber absoluto [VIII. Das absolute Wessen]
[2.1. Bien y mal, el «alma bella» y el perdón; de cómo lo que estamos haciendo en el presente cap. VIII es fijar el concepto en la forma de concepto]
Tabla de contenidos
Gespräche in Jena
[797] Was also in der Religion Inhalt oder Form des Vorstellens eines Anderen war, dasselbe ist hier eigenes Tun des Selbsts; der Begriff verbindet es, daß der Inhalt eigenes Tun des Selbsts ist; denn dieser Begriff ist, wie wir sehen, das Wissen des Tuns des Selbsts in sich als aller Wesenheit und alles Daseins, das Wissen von diesem Subjekte als der Substanz und von der Substanz als diesem Wissen seines Tuns. – Was wir hier hinzugetan, ist allein teils die Versammlung der einzelnen Momente, deren jedes in seinem Prinzipe das Leben des ganzen Geistes darstellt, teils das Festhalten des Begriffes in der Form des Begriffes, dessen Inhalt sich in jenen Momenten und der sich in der Form einer Gestalt des Bewußtseins schon selbst ergeben hätte.
Conversaciones en Valencia
[797] Así pues, lo que en la religión era contenido, o lo que en la religión era la forma de la representación de un otro [o en la religión era la forma que consistía en quedar representado un Otro], eso mismo es aquí acción propia del self; es el propio concepto el que implica que el contenido no sea sino el propio hacer del self; pues este concepto es, como vemos, el saber del hacer del self dentro de sí [in sich, o en él mismo] como consistiendo ese hacer en toda esencialidad y en toda existencia, el saber de este sujeto como de la sustancia, y de la sustancia como este saber de su hacer [es decir, el saber del sujeto como siendo ese saber (y ese sujeto) la sustancia y el saber de la sustancia como no siendo la sustancia sino ese saber de su hacer, o ese saber en que su hacer consiste, o ese saber que su hacer comporta]. — Lo que aquí hemos añadido X31X1En todo caso, en lo dicho hasta aquí hay en el texto cierta indeterminación. Hasta ahora no queda claro si el punto final está al final del cap. VI, al final del cap. VII, o en lo que estamos haciendo aquí en el cap. VIII. Por lo dicho hasta ahora el punto final es quizá el punto en que las tres cosas se funden, pero que ciertamente no reduce las otras dos a la que estamos haciendo aquí, o ésta no se reduce sin más a ellas. Éste es el tema de lo que inmediatamente sigue. no es otra cosa que, en parte, la reunión o colección de los distintos momentos particulares, cada uno de los cuales en su principio representa la vida de todo el espíritu, y, en parte, fijar el concepto en la forma de concepto [es decir, fijar el concepto en forma de concepto y no de representación], pero [el concepto que hemos fijado es] el concepto cuyo contenido se había obtenido ya en aquellos momentos y que incluso se nos había dado ya en la forma o en forma [Form] de una determinada figura [Gestalt] de la conciencia [la del «alma bella» que acepta la reconciliación] X32X.2Vide infra Algunas aclaraciones X32X.
Algunas aclaraciones
X31X
En todo caso, en lo dicho hasta aquí hay en el texto cierta indeterminación. Hasta ahora no queda claro si el punto final está al final del cap. VI, al final del cap. VII, o en lo que estamos haciendo aquí en el cap. VIII. Por lo dicho hasta ahora el punto final es quizá el punto en que las tres cosas se funden, pero que ciertamente no reduce las otras dos a la que estamos haciendo aquí, o ésta no se reduce sin más a ellas. Éste es el tema de lo que inmediatamente sigue.
X32X
Repitiendo lo mismo que he dicho antes de otra manera, cabe preguntarse si realmente el En-sí del elemento de la representación, que se analiza al final del cap. VII es el para-sí de la autoconciencia, es decir, es la estructura suya, que acabó resultando al final del cap. VI, C, c, o si aquel En-sí representado no excede con mucho a ese Para-sí. Éste quizá sea un punto de desmesura en la Fenomenología del espíritu. O quizá éste es un punto en el que Hegel sigue contando con la persistencia de la representación religiosa, como queda claro en la «pequeña Enciclopedia» (1808 ss.) de Nuremberg, destinada a un público de no filósofos. En todo caso, la desmesura ya estaba allí, al final del cap. VI, C, c. Pese a la forma en que ha procedido el autor en el segundo paso del presente cap. VIII, la desmesura ya estaba introducida al final del cap. VI, C, c. Ya dijimos que aquel Para-sí, en la estructura que allí ofrecía, convertía en obligatorio el capítulo sobre la religión. La desmesura parece inevitable en cuanto se abandona el terreno de la representación, que parece obligatorio abandonar en el sentido de quedar superado en el nivel del concepto. Para que el Para-sí del final del cap. VI se convenza de ser el En-sí del final del cap. VII y se convierta, por tanto, en en-y-para-sí quizá sería menester que ese Para-sí trate de realizar el imposible libro de Ludwig Feuerbach Sobre la esencia del Cristianismo, que (en lo político) ha estado a la base del mesianismo de la izquierda revolucionaria europea de los siglos XIX y XX cuyo proyecto resultó ser un imposible político por grandes que hayan sido los servicios que el ideario mesiánico de la izquierda revolucionaria prestase a la izquierda socialdemócrata. Feuerbach pretendía que, mediante la filosofía, la teología tenía que convertirse en antropología. Creo que Hegel no pretendió eso. La certeza de la autoconciencia que se vuelve para ésta su Ser absoluto, no es ni muchos menos antropología, como hemos visto (cap. V. A, b; cf. 00298 – 00308); puede que incluso sea antes neurofisiología (cap. V, A, c; vide 00309 – 00346).
Pero puede también que la desmesura de Hegel no sea tanta. No debería pasarse por alto una observación del autor a este respecto, que ya hemos citado. Varias veces Hegel califica de noche cerrada lo reflejado en la fórmula yo = yo. El desenvolvimiento de la Fenomenología del espíritu representa el amanecer de esa noche a la luz de la presencia y la actualidad, pero como la noche cerrada que es. Es decir, si «El self es el ser absoluto», lo que de forma conceptualmente coincidente obtenemos de la representación religiosa es que «El ser absoluto es self» y ello en su carácter de noche cerrada, y nada más.
O recuérdese también lo que ha dicho el autor al final del cap. VII, C sobre la mismidad y no mismidad del bien y del mal (vide 00777 – 00787). El mal es tan lo otro, que no hace sino evocar lo absolutamente Otro en que el concepto absoluto tiene la igualdad consigo; por eso sólo en el perdón puede tener ese concepto la señal y prenda de esa igualdad. Es decir, puede que en definitiva tampoco por este lado no haya ningún exceso en lo que Hegel está diciendo, sino que lo que esté haciendo sea efectivamente traer a concepto o reducir a conceptos motivos fundamentales de la «teología negativa». Pero de todos modos en este intento de Hegel hay algo extraño: quiere poner a la autoconciencia o quiere exigir a la autoconciencia ponerse a la altura de los dioses recibiéndose de ellos en el momento en que los dioses callan o se borran. Pero me parece que para Hegel de eso tiene que tratarse, o simplemente se trata de eso, eso es la conciencia moderna si ésta tiene en cuenta su propio carácter de ultimidad.
Conversaciones en Madrid
[797] Así, pues, lo que en la religión era contenido o forma del representar de otro, lo mismo es aquí actividad propia del sí-mismo; el concepto obliga a que el contenido sea la propia actividad del sí-mismo; — pues que este concepto, como vemos, es el saber de la actividad del sí-mismo dentro de sí como toda esencialidad y toda existencia, es el saber de este sujeto como substancia, y de la substancia como este saber de la actividad de aquél. — Lo único que hemos añadido aquí es, por una parte, la reunión de los momentos singulares, cada uno de los cuales expone en su principio la vida de todo el espíritu, y por otra, retener firmemente el concepto en la forma de concepto cuyo contenido ya se nos había dado en aquellos momentos, y dándosenos el concepto mismo en la forma de una figura de la autoconciencia.
Conversations in Washington
[797] [797]3We kept the numeration given by the editor in the printed edition What in religion was content, or the form of representing an other, is here the self’s own doing. The concept makes it binding that the content is that of the self’s own doing. – For this concept is, as we see, the knowing of the self’s doing within itself as all essentiality and all existence, the knowing of this subject as substance and of the substance as this knowing of its doing. – Our sole contribution here is partly to gather together the singular moments, each of which in its principle exhibits the life of the whole spirit, and partly to hold onto the concept in the form of the concept, whose content would already itself have yielded to these moments and to the form of a shape of consciousness.
Conversaciones en el Atrium
EN CONSTRVCCION
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