Gespräche in der Dämmerung 00789
Parte de:
C. (DD.) El saber absoluto [C. (DD.) Das absolute Wissen] / VIII: El saber absoluto [VIII. Das absolute Wessen]
[1.2. La forma de la objetualidad conforme a las dos caras señaladas; el objeto haciéndose, conforme a tres figuras]
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Gespräche in Jena
[789] Der Gegenstand ist also teils unmittelbares Sein oder ein Ding überhaupt, was dem unmittelbaren Bewußtsein entspricht; teils ein Anderswerden seiner, sein Verhältnis oder Sein für Anderes und Fürsichsein, die Bestimmtheit, was der Wahrnehmung, teils Wesen oder als Allgemeines, was dem Verstande entspricht. Er ist, als Ganzes, der Schluß oder die Bewegung des Allgemeinen durch die Bestimmung zur Einzelheit, wie die umgekehrte, von der Einzelheit durch sie als aufgehobene oder die Bestimmung zum Allgemeinen. – Nach diesen drei Bestimmungen also muß das Bewußtsein ihn als sich selbst wissen. Es ist dies jedoch nicht das Wissen als reines Begreifen des Gegenstandes, von dem die Rede ist, sondern dies Wissen soll nur in seinem Werden oder in seinen Momenten nach der Seite aufgezeigt werden, die dem Bewußtsein als solchem angehört, und die Momente des eigentlichen Begriffes oder reinen Wissens in der Form von Gestaltungen des Bewußtseins. Darum erscheint der Gegenstand im Bewußtsein als solchem noch nicht als die geistige Wesenheit, wie sie von uns soeben ausgesprochen wurde, und sein Verhalten zu ihm ist nicht die Betrachtung desselben in dieser Totalität als solcher, noch in ihrer reinen Begriffsform, sondern teils Gestalt des Bewußtseins überhaupt, teils eine Anzahl solcher Gestalten, die wir zusammennehmen und in welchen die Totalität der Momente des Gegenstandes und des Verhaltens des Bewußtseins nur aufgelöst in ihre Momente aufgezeigt werden kann.
Conversaciones en Valencia
[1.2. La forma de la objetualidad conforme a las dos caras señaladas; el objeto haciéndose, conforme a tres figuras]
[789]1Epígrafe: 1.2. La forma de la objetualidad conforme a las dos caras señaladas; el objeto haciéndose, conforme a tres figuras. [Comenzamos el repaso de lo que ha sido el movimiento de la conciencia, considerando el objeto en la sucesiva totalidad X7X2Más abajo explicará esto el autor. de éste conforme a cada uno de sus momentos.] El objeto es, pues, en parte ser inmediato, o una cosa en general, lo cual corresponde a la conciencia inmediata [cap. I]; y en parte [el objeto es] un devenir-otro-de-sí, es decir, [el objeto es] su haberse respecto a otro (o ser-para-otro) y [como tal haberse respecto a otro] ser-para-sí, es decir, el objeto es la determinidad, lo cual corresponde a la percepción [cap. II]; y en parte el objeto es esencia [Wesen], o lo que es lo mismo: el objeto es en cuanto universal, lo cual corresponde al entendimiento [cap. III]. De modo que el objeto es, en cuanto un todo o como un todo, la conclusión [del silogismo] o el movimiento de lo universal [Allgemeines] a la individualidad [Einzelnheit] a través de la determinación [Bestimmung], así como el movimiento inverso, de la individualidad [Einzelnheit] mediante ella en cuanto suprimida o superada, o sea, mediante la determinación, a lo universal X8X.3Se trata, si se quiere, del movimiento del cap. III al cap. I mediante el cap. II, o del cap. I al cap. III a través del cap. II. — Así pues, conforme a estas tres determinaciones [la universalidad o Allgemeinheit, la particularidad o Besonderheit, y la individualidad o Einzelnheit], conforme a estas tres determinaciones, digo, tiene la conciencia que saber al objeto como a sí misma [es decir, tiene la conciencia que saber al objeto como no consistiendo sino en ella misma]. Ahora bien, de lo que hemos hablado aquí [en lo que acabamos de decir sobre los caps. I, II, III] no es [todavía] del saber como puro dar alcance conceptualmente al objeto; sino que este saber hay que mostrarlo [aún] en su devenir o en sus momentos, pero ello sólo conforme al lado que pertenece a la conciencia como tal, y los momentos del concepto propiamente dicho o del saber puro hay que mostrarlos en la forma de configuraciones de la conciencia. Por eso, en la conciencia como tal [es decir, en los caps. I, II, III, recogidos bajo el epígrafe general de conciencia] el objeto no aparece todavía como esa esencialidad espiritual [como ese consistir en algo espiritual] tal como nosotros acabamos de describirla, y su comportamiento respecto a él [es decir, el comportamiento de la conciencia respecto a ese objeto] no es todavía la consideración del objeto en esa totalidad como tal, ni tampoco en la pura forma de concepto que esa totalidad tiene, sino que el comportamiento de la conciencia respecto a él es en parte figura de la conciencia en general [es decir, consiste todavía en alguna determinada figura], y en parte [el comportamiento de la conciencia respecto al objeto es] un número de tales figuras, que nosotros tomamos juntas [que somos nosotros quienes las tomamos juntas] y en las que la totalidad de los momentos del objeto y del comportamiento de la conciencia (respecto al objeto) sólo puede sacarse a la luz y sólo puede mostrarse como disuelta en esos sus momentos.
Algunas aclaraciones
X7X = Más abajo explicará esto el autor.
X8X = Se trata, si se quiere, del movimiento del cap. III al cap. I mediante el cap. II, o del cap. I al cap. III a través del cap. II.
Conversaciones en Madrid
[789] El objeto es, pues, por una parte, ser inmediato, o una cosa sin más: lo que corresponde a la conciencia inmediata; por otra parte, es un llegar-a-ser-otro que él, su relación, o ser para otro y ser-para-sí, la determinidad: lo que corresponde a la percepción; y por otra, finalmente, es esencia, o es en cuanto universal: lo que corresponde al entendimiento. En cuanto un todo, es el silogismo, o el movimiento de lo universal, a través de la determinación, hasta la singularidad, así como el movimiento inverso, desde la singularidad, a través de ella en cuanto cancelada y asumida, o determinación, hasta lo universal. — Según estas tres determinaciones, entonces, la conciencia tiene que saber el objeto como siendo ella misma. Sin embargo, no es del saber en cuanto puro concebir el objeto de lo que se habla aquí; sino que este saber debe ser hecho patente únicamente en su devenir o en sus momentos por el lado que pertenece a la conciencia como tal, y los momentos del concepto propiamente dicho, o del saber puro, deben hacerse patentes en forma de configuraciones de la conciencia. Por eso, en la conciencia en cuanto tal, el objeto no aparece todavía como la esencialidad espiritual según nosotros lo acabamos de enunciar, y el comportamiento de la conciencia hacia él no es el de considerarlo en esta totalidad como tal, ni tampoco en la pura forma conceptual de ésta, sino que, por una parte, es una figura de la conciencia sin más, y por otra, es un número de tales figuras, que nosotros tomamos juntas, y en las cuales la totalidad de los momentos del objeto y del comportamiento de la conciencia no puede ser hecha patente más que disuelta en sus momentos.
Conversations in Washington
[789] [789]4We kept the numeration given by the editor in the printed edition The object is therefore in part immediate being, or a thing per se, something which corresponds to immediate consciousness. In part, it is a coming-to-be-the-other of itself, its relation, or being for an other and being-for-itself, the determinateness – which corresponds to perception, – and, in part, it is essence, or the universal – which corresponds to the understanding. The object as a whole is the syllogism, or the movement of the universal into singular individuality by way of determination, as well as the converse movement from singular individuality to the universal by way of sublated singularity, or determination. – Consciousness must therefore know the object as itself according to these three determinations. However, we are not speaking here of knowing as a pure conceptual comprehension of the object; rather, this knowing is supposed to be shown only in its coming-to-be, or in its moments according to the aspects which belong to consciousness as such and according to the moments of the genuine concept, or of pure knowing in the form of the figurations of consciousness. For that reason, the object does not yet appear in consciousness as such as the spiritual essentiality in the way that we just expressed it, and the conduct of consciousness in regard to the object is neither that of considering it in this totality as such, nor that of considering it in its purely conceptual form. Rather, it is in part a shape of consciousness per se and in part a number of such shapes that we gather together, in which the totality of the moments of the object and of the conduct of consciousness can be pointed out only as having been dissolved in the totality’s moments.
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